* «Un viaje a Roma fue mi primer encuentro con el Señor. Mi padre me animó a confesarme en San Pedro. Lo hice, y aquello fue mi punto de inflexión. Me encontré con Cristo por primera vez y me di cuenta de que Cristo me quería, me abrazaba y me amaba como era… Luego, fui a un Cursillo de Cristiandad con pocas ganas y me encontré con la cruz de Cristo, con la Iglesia y con la figura del sacerdote. Empecé a dirigirme con un sacerdote y mi vida cambió por completo»
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