jueves, 22 de agosto de 2019

Lilian Acosta, fiscal, se alejó de Dios y se vinculó con la Nueva Era, padeció un accidente cerebrovascular y «clamé a Dios: “Señor no me vayas a dejar así”. Y Él me rescató»

* «El ánimo se mantuvo arriba como se mantiene ahora, ese fue el primer gran regalo de Dios. Esta enfermedad es la mayor bendición porque Dios me hizo este gran regalo»

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