* «Mi cáncer fue mi bendición. El mejor médico es Jesús. Me daban tres meses, pero puse mi cáncer en los brazos del Padre. Yo andaba y sentía que estaba en sus brazos. Luego de eso, encontrarme con Él en la confesión fue disolviendo el orgullo, porque en el confesionario, aparte de tu pecado, está presente Dios»
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