* «En la misma sala empezaron a reanimarle entre cinco personas. Al poco, la matrona que estaba atendiendo el parto se nos acercó para decirnos que la cosa no iba bien y que Rubén no iba a salir adelante. Nosotros, en ese momento, comenzamos a asumir la pérdida de nuestro hijo con mucho dolor y mi mujer comenzó a rezar. Me acerqué temeroso con el agua del Jordán que tenía preparada y bauticé el pequeño cuerpo de mi hijo en voz alta; mi mujer en ese mismo momento hizo una oración a Carmen Hernández en su interior. La doctora encargada nos dijo que, sorprendentemente Rubén, estaba vivo y con constantes normales»
Leer más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario