«Yo no me enteraba de nada. Abrí los ojos y estaban mi hija y mi madre. Miré a mi hija y le pregunté ¿eres Almudena? Porque sí me acordaba que tenía una hija que se llamaba así. Y me dijo: sí. Y yo la respondí: soy tu padre. Mi madre lloraba como un bebé y mi padre no se lo creía hecho no hay explicación médica alguna para su caso. Fue como si me durmiera y me despertara al día siguiente. Cuando vi a mi hija flipé. La recuperé con carrera y todo y ya me hizo abuelo. Tiene ahora 38 años… Nunca hay que perder la fe»
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