«La Iglesia es el hospital de las almas heridas, esas que la psiquiatría y la psicología no han podido consolar. Ella propone lo que el mundo laico ha olvidado, el perdón, la redención. Ella abre un camino de libertad, deshace los nudos. Lo Eterno no divide; unifica, nombra, ordena. Y este orden es bondad»
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