«Nos hará bien pensar en nuestras comunidades, diocesanas, parroquiales, familiares, y pedir la gracia de la armonía que es más que la unidad – la unidad armoniosa, la armonía, que es el don del Espíritu – y pedir la gracia de la pobreza – no de la miseria, de la pobreza: ¿Qué significa? Que si yo tengo lo que tengo, debo administrarlo bien por el bien común y con generosidad – y pedir la gracia de la paciencia, de la paciencia»
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