martes, 3 de junio de 2025

Juan José Rodríguez ha sido ordenado sacerdote, pero sintió la llamada en la JMJ de Madrid en 2011: «Dios me ha enseñado que en la oración se encuentra la verdadera paz, el don que Dios quiere dar al mundo»


Juan José Rodríguez Rojas en su primera Misa / Foto: Cortesía de Juan José Rodríguez Rojas

* «La ruptura de mis padres fue lo que me hizo unirme más a Dios. Como canta el Pregón pascual: «Oh feliz culpa, que mereció tan grande Redentor». No es deseable, absolutamente, que existan rupturas y familias que se quiebren, pero sí es cierto que todo hombre ansía en su corazón la unidad, y esa unidad la aprende ya desde el seno de su casa, donde están el papá y la mamá, y allí los hijos reciben la fe. Eso es lo ideal, pero cuando sucede un caso como el mío, en el que el corazón queda herido, creo que queda una materia preciosa en la que trabaja el Señor, como un barro en manos del alfarero, para que Él vaya modelando en una obra que pueda luego dar testimonio ante los hombres» 

Camino Católico.- El costarricense Juan José Rodríguez Rojas sintió la llamada de Dios a ser sacerdote durante la JMJ de Madrid 2011, se ha formado en el Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater – Nuestra Señora de la Almudena, y se ordenó el pasado sábado 24 de mayo en la catedral de la Almudena junto a diez compañeros del Seminario Conciliar de Madrid. Lo entrevista Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo en Alfa y Omega.

- ¿Cómo nació su vocación?
-Ha estado muy unida al desarrollo de mi vida. Vengo de una familia muy unida con momentos muy fuertes y bonitos de convivencia y de oración, pero mis padres se separaron cuando yo tenía ocho años. Por eso he sufrido un poco en la confianza hacia el amor, hasta que descubrí la Iglesia y la comunidad cristiana en el Camino Neocatecumenal. Encontré así el lugar, la familia que yo buscaba, un Padre en Dios, una madre en la Iglesia, que me educaron y me hicieron crecer.

La primera vez que yo me levanté en una llamada vocacional fue en el año 2011, en la JMJ de Madrid. Ya tenía 20 años, y sentí que podía ofrecerle mi vida al Señor, pero entonces estaba entre los atractivos del mundo y lo dejé correr. Sin embargo, la llamada seguía allí, como un fuego ardiente que yo en vano intentaba apagar, así que en franqueza frente al Señor le ofrecí mi vida y en el año 2014 comencé el proceso de discernimiento. Al año siguiente me mandaron al seminario Redemptoris Mater de Madrid, y aquí estamos.

Juan José Rodríguez Rojas en su ordenación sacerdotal / Foto: Cortesía de Juan José Rodríguez Rojas

- ¿Cree que la Iglesia tiene una respuesta que dar a tanto sufrimiento por heridas afectivas que se están produciendo en las familias, y sobre todo en los más débiles, que son los hijos, a raíz de tantas separaciones, divorcios, rupturas…, un fenómeno que va cada vez más en aumento?
- Evidentemente, y a mí es lo que más me ha influido. La ruptura de mis padres fue lo que me hizo unirme más a Dios. Como canta el Pregón pascual: «Oh feliz culpa, que mereció tan grande Redentor». No es deseable, absolutamente, que existan rupturas y familias que se quiebren, pero sí es cierto que todo hombre ansía en su corazón la unidad, y esa unidad la aprende ya desde el seno de su casa, donde están el papá y la mamá, y allí los hijos reciben la fe. Eso es lo ideal, pero cuando sucede un caso como el mío, en el que el corazón queda herido, creo que queda una materia preciosa en la que trabaja el Señor, como un barro en manos del alfarero, para que Él vaya modelando en una obra que pueda luego dar testimonio ante los hombres.

Por eso, a cualquier chico que pueda estar pasando una situación en la que sus padres se estén separando, o una situación de vulnerabilidad, le puedo entender perfectamente.

- En su caso es una vocación que pasa por la fragilidad.
- Creo que el Señor escoge a pastores heridos para que con sus heridas puedan curar a los que están enfermos. Esa es la belleza del sacramento del sacerdocio, porque con nuestra fragilidad podemos compadecernos y ser misericordiosos con aquellos que están sufriendo. Dios también quiso abrir su corazón, que fuera herido, para que pudieran caber en él todos los heridos.

Juan José Rodríguez Rojas con su comunidad y su familia / Foto: Cortesía de Juan José Rodríguez Rojas

- Recibió la ordenación hace apenas unos días. ¿Cómo están siendo esos primeros momentos?
- Algo estupendo, que haya venido tanta gente de Costa Rica me ha sorprendido. Estoy aprovechando para llevar a los hermanos de mi comunidad de origen en Costa Rica a conocer la belleza de los lugares de España, sobre todo enclaves de espiritualidad. Vemos así el origen también de nuestra fe, de donde han salido tantos misioneros que fueron a América a anunciar la palabra de Dios. Ahora somos nosotros los que venimos de allá a renovar una fe que se está quedando un poco aletargada. Así que están siendo días de mucha felicidad, de mucha alegría, muy intensos. Ayer tuve la primera Misa en mi parroquia, Santa María del Parque, y la verdad es que me he impresionado, estoy muy conmovido por el cariño de la gente.

- Y a nivel espiritual, cuando se queda a solas con el Señor o se pone a rezar Completas por la noche…
-Eso sí. Dios me ha enseñado que en la oración, en el atemperar, en el sosiego, se encuentra a verdadera paz, el don que Dios quiere dar al mundo, un don que a veces viene a través del sufrimiento, de la necesidad de moderar las pasiones y esperar en Dios para volver a alabarlo.

  Juan José Rodríguez Rojas incensando el altar en su primera Misa / Foto: Cortesía de Juan José Rodríguez Rojas

No hay comentarios:

Publicar un comentario