sábado, 16 de agosto de 2025

Homilía del evangelio del domingo: La causa de la división entre personas no es el Espíritu Santo, sino la libertad humana que lo acoge o lo rechaza / Por P. José María Prats


* «El libro de la Sabiduría describe muy bien la raíz secreta de esta persecución irracional de los hijos de la luz por parte de los hijos de las tinieblas que ha teñido y sigue tiñendo de sangre nuestra historia. Y es que quien, vencido por las pasiones, ha rechazado la luz, lleva en su corazón una íntima desesperación que se manifiesta en una ira visceral hacia quienes luchan por vivir en la verdad: ‘Acechemos al justo, porque nos resulta insoportable, y se opone a nuestra forma de actuar, nos echa en cara que no hemos cumplido la ley, y nos reprocha las faltas contra la educación recibida; se precia de conocer a Dios, y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche contra nuestros pensamientos, y sólo verlo nos molesta’»

Domingo XX del tiempo ordinario - C

Jeremías  38, 4-6.8-10  / Salmo 39 / Hebreos 12, 1-4 / San Lucas 12, 49-53

P. José María Prats / Camino Católico.- En el evangelio de hoy Jesús nos deja muy clara cuál es su misión: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!». Él, pues, ha venido a derramar sobre nosotros el fuego del Espíritu Santo, que restaura nuestra comunión con Dios y con los hombres e implanta el Reino de Dios en el mundo. Pero este Espíritu por el que Dios viene a habitar en nosotros es el fruto del sacrificio de Jesús en la Cruz, que nos ha reconciliado con Dios y ha restablecido la justicia y el orden cósmicos. Es por ello que Jesús dice a continuación: «Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!».

Hasta aquí todo es fácil de entender. Las palabras que siguen, en cambio, resultan muy desconcertantes: «¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres...». Si el Espíritu Santo que Jesús ha venido a traer es poder para reconciliar el mundo, ¿cómo es que ahora nos dice que no ha venido a traer paz sino división?

La respuesta es que la causa de esta división no es el Espíritu Santo, sino la libertad humana que lo acoge o lo rechaza. En un mundo que permanece casi a oscuras, iluminado por una luz muy tenue, la diferencia entre los que andan buscando la luz y los que la rechazan es pequeña, pero si de repente se enciende una luz muy potente, entonces la diferencia entre unos y otros es abismal y lleva inevitablemente a la división y al enfrentamiento. San Juan lo describe en el contexto del juicio de Dios con estas palabras: «Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios» (Jn 3,19-21).

Como narra el libro del Apocalipsis, la historia de la humanidad está marcada por este conflicto dramático entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, un conflicto que perdurará hasta el fin del mundo, cuando Jesucristo vendrá con gloria para implantar el Reino de Dios en plenitud, destruyendo definitivamente todo poder del mal.

El libro de la Sabiduría describe muy bien la raíz secreta de esta persecución irracional de los hijos de la luz por parte de los hijos de las tinieblas que ha teñido y sigue tiñendo de sangre nuestra historia. Y es que quien, vencido por las pasiones, ha rechazado la luz, lleva en su corazón una íntima desesperación que se manifiesta en una ira visceral hacia quienes luchan por vivir en la verdad: «Acechemos al justo, porque nos resulta insoportable, y se opone a nuestra forma de actuar, nos echa en cara que no hemos cumplido la ley, y nos reprocha las faltas contra la educación recibida; se precia de conocer a Dios, y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche contra nuestros pensamientos, y sólo verlo nos molesta» (Sab 2,12-14).

P. José María Prats

Evangelio:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a encender fuego en el mundo, ¡y cómo querría que ya estuviera ardiendo! Tengo que pasar por una terrible prueba ¡y cómo he de sufrir hasta que haya terminado! ¿Creéis que he venido a traer paz a la tierra? Pues os digo que no, sino división. Porque, de ahora en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra su hijo y el hijo contra su padre; la madre contra su hija y la hija contra su madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra».

San Lucas 12, 49-53

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