* «El Señor nos dice así: “Tú eres sal, tu eres luz” – “Ah, es verdad, Señor, es así. Atraeré a tanta gente y haré”. “No, así harás que los demás vean y glorifiquen al Padre. Ni siquiera te será reconocido algún mérito. Nosotros cuando comemos no decimos: “¡Ah, qué rica la sal! ¡No!: “Rica la pasta, rica la carne, rica…” No decimos: “Qué rica la sal”. De noche cuando vamos para casa, no decimos: “Qué buena la luz”, no. Ignoramos la luz, pero vivimos con aquella luz que ilumina. Ésta es una dimensión que hace que nosotros cristianos seamos como anónimos en la vida»
12 de junio de 2018.- (Caminocatólico.com) Ser sal y luz para los otros, sin atribuirse méritos. Es éste el “simple testimonio habitual”, la “santidad de todos los días”, a la que está llamado el cristiano. Lo subraya el Papa esta mañana, en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta. El testimonio más grande del cristiano es dar la vida como lo hizo Jesús, es decir, el martirio, pero hay también otro testimonio: aquel de todos los días, que inicia por la mañana, cuando nos despertamos, y termina por la noche, cuando nos vamos a dormir.