* «Estemos atentos, porque es una polilla que entra en el corazón de todos nosotros – ¡de todos nosotros! – y nos lleva a juzgar mal a la gente, porque dentro hay una competencia: él tiene algo que yo no tengo. Y así comienza la competencia. Nos lleva a descartar a la gente, nos lleva a una guerra; una guerra doméstica, una guerra de vecindario, una guerra de lugares de trabajo. Pero precisamente en el origen está la semilla de una guerra: la envidia y los celos. Cuando sentimos esta antipatía por alguien y preguntémonos: ‘¿Por qué siento esto?’ Y no permitamos que este «murmullo» con nosotros mismos nos haga pensar mal, «porque esto hace crecer la pompa de jabón. Pidamos al Señor la gracia de tener un corazón tan transparente como el de David. Un corazón que sólo busca la justicia, busca la paz. Un corazón amigable, un corazón que no quiere matar a nadie»
24 de enero de 2020.– (Camino Católico) Estemos atentos a la polilla de la envidia y de los celos, que «nos lleva a juzgar mal a la gente», a entrar en competencia en la familia, en el vecindario y en el trabajo: «Es la semilla de una guerra», un «murmullo» con nosotros mismos que mata al otro, pero si pensamos «no tiene consistencia», y termina en «una pompa de jabón». El Papa Francisco, en la homilía de la misa de la mañana en la Casa Santa Marta, extrae esta gran enseñanza de vida de la Primera Lectura propuesta por la liturgia, que describe cómo se desinflan los celos del rey Saúl contra David.