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lunes, 24 de marzo de 2008

Michael D. O’Brien contra Harry Potter

Entrevista con Michael D. O’Brien, autor de novelas como “Father Elijah” y de un libro sumamente crítico sobre la paganización de la cultura infantil, “Un paisaje con dragones: la batalla por la mente de tu hijo”, ambos publicados por Ignatius Press en Estados Unidos.

(ZENIT.org) Muchos critican los libros de Harry Potter porque afirman que es peligroso exponer a los niños a la brujería y a lo oculto. Usted, ¿qué opina?

He leído los cuatro volúmenes de la colección de Harry Potter tres veces, y después de cada lectura he podido percibir con más claridad sus importantes defectos.

El problema más obvio es el uso que hace el autor del mundo simbólico de lo oculto como su metáfora primaria, y las actividades ocultistas como motor dramático de los argumentos. Esto se presenta al pequeño lector a través de modelos atractivos, como Harry y Herminone, que son estudiantes de brujería y hechicería. Esto tiene el potencial de levantar la guardia del niño –tanto subconsciente como espiritualmente– para hacer real las actividades ocultas, que hoy están por todas partes y no dejan de aumentar.

Racionalmente, los niños saben que el elemento fantástico de los libros no es “real”. Pero emocional y subconscientemente, el joven lector lo absorbe como si fuera real. Esto es bastante fácil por el hecho de que en el mundo que nos rodea existen muchas oportunidades para que los jóvenes entren en las subculturas de lo oculto, donde algunos de los poderes de Harry son presentados como reales.

Los críticos de Harry Potter ven una gran diferencia entre autores como Tolkien y C. S. Lewis que, según ellos, usan elementos mágicos de modo cristiano, y los libros de J. K. Rowling, donde lo mágico aparece con la fascinación gnóstica y pagana.

Las diferencias son grandes, yo diría que de fondo. El parecido entre las obras de los escritores cristianos de fantasía y Rowling es sólo superficial. Sí, hay “magia” en ambos. Tolkien y Lewis en repetidas ocasiones advirtieron ante el peligro de lo mágico presente en sus novelas.

Tolkien es especialmente claro en esto. En su gran novela “El Señor de los Anillos”, y en su obra inicial, “Silmarillion”, muestra que los poderes que no pertenecen al hombre siempre tienen una corrupta influencia en el hombre. Solamente los rangos más altos de las criaturas de su mundo imaginario ejercitan poderes sobrenaturales, y esto solamente como un don de Dios.

Los personajes malvados del cuento han corrompido estos dones, o también –en el caso de los humanos– han intentado aprovecharse de ellos como posesiones personales, para quedar defraudados y finalmente ser destruidos por ellos. Además, lo “mágico” en la creación de Tolkien no tiene parecido alguno con prácticas mágicas en el mundo real. Él se esforzó en explicar esto en sus cartas, donde expresa cierta preocupación de que su intención pudiera ser malinterpretada por los lectores.

En su colección fantástica para niños, “Las Crónicas de Narnia”, y en trilogía cósmica para adultos, C. S. Lewis demuestra repetidamente el carácter seductor de los poderes que no son propios del hombre, especialmente cuando se toman como una forma de búsqueda gnóstica del poder.

Estos dos escritores cristianos subrayan con fuerza el hecho de que vencer la maldad de raíz depende de la humildad, el coraje, el amor, el autosacrificio; en resumen, de nuestras virtudes humanas naturales.

¿En qué se diferencian de esto los libros de Harry Potter?

El mundo de Potter desarrollado por Rowling es fundamentalmente gnóstico. Lo mágico se presenta como una facultad inherente a la naturaleza humana que sólo necesita ser despertada y cierta formación a través de la búsqueda del conocimiento esotérico y el poder.

No hay ni siquiera un soplo de presencia divina, mientras que los mundos de Tolkien y Lewis se muestran radiantes con esta presencia nunca mencionada. En el mundo de Potter, lo mágico se presenta como un poder moral neutral, que en manos de los personajes “buenos” sirve al bien, y en manos de los personajes negativos al mal.

Cuando la guerra entre el bien y el mal se describe como en suspense y con gran carga emocional, el pequeño lector se empapa profundamente del mensaje sobre el camino seguido por los personajes “buenos” para vencer al mal.

El personaje central de Tolkien, Frodo, derrota al mal con la fidelidad a la verdad, con el rechazo del poder ilícito y perseverando en un estado de debilidad. El personaje central de Rowling derrota al mal reuniendo suficiente poder como para superar a su enemigo, con lo que este poder resulta ser el mismo que el de su oponente.

Decir que los libros de Potter muestran simplemente el bien tan bien como el mal, no es suficiente defensa. Rowling ha borrado radicalmente la línea entre el bien y el mal, redefiniéndolos a ambos. El verdadero problema reside en cuál es la naturaleza del bien y del mal que se presenta, y cómo se muestra en la película.

Hay otros que ven en las historias de Potter un cuento clásico de niños, si bien con elementos mágicos en la lucha del bien contra el mal. ¿Qué elementos positivos hay para los lectores en estos libros?

Pienso que hay pocas obras culturales, sin tener en cuenta su imperfección, que no contengan algunos elementos positivos. Pero éste no es un argumento para poner a disposición de nuestros niños material gravemente trastocado.
En los libros de Potter se da el intento de presentar el coraje y la lealtad en los personajes “buenos”. Pero el coraje y la lealtad se puede encontrar en todo el mundo, incluso en quienes se encuentran envueltos en las peores formas de paganismo.


Es importante resaltar que los niños leen ficción de manera diferente a los adultos. Esto es algo que ha sido pasado por alto por aquellos líderes cristianos que han escrito comentarios a favor de Potter. Olvidan que los niños están en estado de formación, que su entendimiento de la realidad se está forjando a cada momento.

La fantasía saludable, independientemente de lo imaginativa que pueda ser, refuerza el orden moral del universo en la mente de un niño. La fantasía corrupta lo mina. El mundo de Potter es fantasía corrupta con un poco de cosmética. La cosmética está en los “valores” que el autor entreteje en el cuento.

La cultura moderna ha logrado que nos acostumbremos a comer una cierta cantidad de veneno en nuestra dieta, hasta el punto de que muchos de nosotros ya no percibimos el veneno. Creo que esto explica los motivos por los que muchos educadores y padres de familia simplemente no se dan cuenta del alcance del problema de los libros de Potter.

Entonces ¿los elementos de brujería y hechicería son el único defecto de los libros de Potter?

En estos libros hay otros problemas serios, entre los que destacan la cuestión de la autoridad y la obediencia.

Las faltas de Harry raramente son castigadas, y lo hacen en general las figuras negativas con autoridad del cuento. Las figuras con autoridad positiva recompensan a Harry por su desobediencia si ésta trae como resultado algún bien perceptible. Sus mentiras, sus actos de venganza, y el mal uso de sus poderes son ignorados con frecuencia. El mensaje de “el fin justifica los medios” está presente.

De labios para fuera hace referencia a un código ético –nunca puesto de relieve– pero, de hecho, el desprecio de esta ética se agudiza en cada ocasión. Otro problema consiste en el uso de detalles repulsivos, que relajan la aversión instintiva del niño hacia lo horrible y lo grotesco.


Por ejemplo, en una clase los estudiantes aprenden a cortar raíces de mandrágora, que son parecidas a bebés humanos, para usarlas en una poción. Al final, esto puede causar una inconsciente insensibilización hacia el aborto.

En los últimos años se está dando un resurgir del interés por temas relacionados con lo oculto. ¿Por qué?

El fenómeno del resurgir del interés por las “espiritualidades” ocultas es un síntoma de la quiebra del secularismo. En la naturaleza humana, hay un hambre innata por lo sagrado y trascendente, por lo sagrado, donde el hombre encuentra su verdadera identidad y dignidad. Cuando esto se pone en entredicho, se abre un vacío en su interior.

Si nuestras iglesias particulares no ofrecen la plenitud de la fe católica a la generación venidera, si no damos a los jóvenes una auténtica y vital vida espiritual, ellos buscarán en otros sitios –y la esfera del pseudo-misticismo, que con frecuencia está conectada a lo diabólico, les estará esperando a la vuelta de la esquina–.

Los libros de Potter abren una puerta a este mundo. Han ido apareciendo, desde hace más de un año, artículos, tanto en periódicos laicos como publicaciones religiosas, que aportan evidencias de que estos libros hacen de puente entre los niños normales y el mundo del ocultismo.

Con la llegada al cine del primer volumen –y esta película promete ser una de las más taquilleras de todos los tiempos– se añade una nueva dimensión de influencia psicológica.

Cualquier estudioso serio de los modernos medios reconoce el poder del cine para entrar en el subconsciente. Usando técnicas evidentes y subliminales, puede pasar por encima de la facultad natural de juzgar de la mente. Es interesante notar que, incluso en los libros, el uso hecho por Rowling de la imagen y el ritmo deriva de las técnicas de los medios audiovisuales.

¿El interés por lo oculto entre los jóvenes es un signo de la falta de influencia del cristianismo en la cultura moderna?

Es cierto que la falta de una cultura verdaderamente cristiana es parte del problema. Nunca es fácil salvaguardar a nuestros hijos de influencias malsanas. El primer paso es darles alimento sano para la imaginación, dándoles oportunidades de enamorarse de la gran aventura de la existencia.


Pero a la larga, la cultura moderna ha reemplazado el esplendor y maravilla de la existencia con emociones baratas. Los libros de Potter son una completa orgía de sensaciones baratas, bañadas con un poco de pseudo-moralidad. La moral es débil; los mensajes corruptos, tanto los evidentes como los subliminales, invaden todo.

Pero el fenómeno Potter debe ser analizado en un contexto más amplio, no solamente desde las confusiones ideológicas de la actual era socio-histórica, y el poder sin precedentes de la nueva cultura de los mass-media que rehace nuestra comprensión de la realidad.

De manera urgente, debemos darnos cuenta de que la naturaleza de la guerra espiritual en que estamos inmersos está cambiando rápidamente, entrando en una nueva fase de intensidad.

¿Qué deberían hacer los padres para guiar a sus hijos a través de los riesgos de la cultura moderna?

Ante todo, los padres necesitan darse cuenta de que existe un problema. La mayor parte de nuestros padres de familia católicos todavía no han despertado ante el asalto espiritual que se da principalmente a través de la cultura.

La cultura nos define a nosotros mismos, nos dice qué es lo que tiene valor, lo que es inofensivo o peligroso, cuál es el significado real de la existencia. Debemos darnos cuenta de que los tiempos en que vivimos son únicos; el bombardeo que nuestras mentes con poderosas imágenes y mensajes no tiene paralelo en la historia humana.

Las vidas de nuestros hijos soportan una constante envestida de adoctrinamiento a través de películas, vídeos, libros, música y otras formas de comunicación social –la presión sin par que está en cada uno de ellos. Los padres necesitan tener ellos mismos familiaridad con lo que realmente ocurre en la cultura juvenil.


El volumen y complejidad de este material, además, hace imposible que se acceda a todo. Por esta razón, necesitamos pedir diariamente la protección espiritual para nuestras familias, y pedir a Dios los dones extraordinarios de la sabiduría y el discernimiento.

También necesitamos pedir al Espíritu Santo el desarrollo de nuestro barómetro interior, de nuestro radar, que dispare la señal de alarma dentro de nosotros cuando las malas influencias entren en la familia. Y por último, pero no menos importante, necesitamos el don del coraje, coraje para resistir firmemente a la invasión.

Una consecuencia de los libros de Harry Potter ha sido el incremento del interés por la lectura entre los niños. ¿Es un signo positivo? Aunque es verdad que los libros de Potter han enganchado a una generación a la lectura, debo decir que se trata de un débil argumento a su favor. ¿Se volverán hacia Tolkien y Dickens y Twain, los 100 millones de jóvenes fans de Harry?

¿O irán a la búsqueda de más sensaciones para las que Rowling les ha abierto el apetito? Por ahí fuera hay un montón de literatura corrupta, obras bien escritas que estimulan en verdad un hábito literario, a la vez que aceleran la degeneración de la conciencia moral.

Entonces, ¿la literatura no tiene mayor importancia en el desarrollo sano de un niño?

Una literatura selecta –la verdadera literatura– es de grandísima importancia en la formación de un niño. Pero la literatura no lo es todo. ¿Puede ser considerado como un valor importante el apetito por las lecturas de ficción en la formación moral de un niño? ¿Es mejor leer un libro que no leer ninguno? ¿Daríamos un plato de estofado a nuestros hijos en el que hubiera una dosis de veneno, simplemente porque la receta está hecha con otros buenos ingredientes? Seguro que no. Siempre es necesario el discernimiento al escoger qué es lo que damos a nuestros hijos. ¿Por qué descartamos esta comprensión básica cuando tiene que ver con material cultural malsano?

Unos padres cristianos razonables no permiten que sus hijos lean libros cautivadores en los que se describen a jóvenes metidos en la droga, sumergidos en relaciones prematrimoniales, o en la tortura. No deberíamos dar a nuestros hijos literatura en la que un grupo de “buenos fornicadores” luchan contra otro de “malos fornicadores”.

No deberíamos justificar la lectura de estos libros por parte de nuestros hijos simplemente por que los personajes tienen otras cualidades buenas. ¿Por qué entonces aceptamos una serie de libros en los que se llenan de seducción y se presentan como algo normal actividades ligadas al ocultismo?