14 de mayo de 2010.- Santa Matilde (1241-1281), monja benedictina, le pidió a la Santísima Virgen que la asistiera en la hora de la muerte, oyó que la Virgen le decía: Sí, lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres avemarías, conmemorando en la primera el poder recibido del Padre eterno; en la segunda, la sabiduría con que me adornó el Hijo y, en la tercera, el amor de que me colmó el Espíritu Santo. San Alfonso María de Ligorio recomendaba la devoción de las Tres Avemarías; y el ejemplo de un apóstol tan celoso de la salvación de las almas como San Leonardo de Puerto Mauricio, que predicaba constantemente las excelencias de esta piadosa práctica como remedio eficaz contra los vicios, señaladamente contra la impureza. Leer más...
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