Dibujo que representa a Benjamín en los brazos de Cristo / Amicie de Lamothe
* «Siempre he sentido que hay un Dios… Recé a Dios por primera vez, y alguien vino, me dio de comer y me invitó a comer. Supe que Dios era real, que había escuchado y respondido a mi oración»
Camino Católico.- En París, una iniciativa de ayuda callejera dio origen a una amistad inesperada pero crucial: la de Alix, una estudiante católica de 20 años, y Benjamín, un joven destrozado por la vida en la calle y las drogas. Un fuerte vínculo se forjó entre ellos, hasta el día en que Benjamín, tras las rejas, pidió ser bautizado. Alix se convirtió en su madrina, guiando su conversión paso a paso y demostrando que la fe se encuentra donde menos se espera.
"Nos merecemos todos nuestros encuentros", dijo una vez François Mauriac. ¿Fue el encuentro de Alix y Benjamin un giro del destino, un camino de la Providencia? La amistad que floreció de allí sin duda tiene el sello de la gracia. Nada parecía capaz de unir el camino de una joven estudiante católica con el de un joven drogadicto de la calle; y, sin embargo...
Noviembre de 2023. El frío, la humedad y la lluvia vuelven a ser los tristes compañeros de los parisinos. Nada disuade a Alix, de 20 años, de recorrer las calles de la capital, en el barrio de Saint-Lazare. Como cada semana, participa en patrullas de ayuda social con una organización benéfica. Estudiante de filosofía y ciencias políticas, esta joven vibrante es de las que aborrecen la inacción. Apasionada por la fotografía, los viajes y las peregrinaciones, se nutre de encuentros, conexiones sinceras y su fe. "Soy un poco fanática religiosa", dice entre risas.
Con su grupo, se encontró con Benjamín. El joven tenía solo 18 años, y parecía que el peso del mundo recaía sobre sus hombros. Afirmaba haber huido de su hogar familiar tras sufrir un intento de incesto y violencia relacionada con su homosexualidad. "No había hablado con nadie en tres días", cuenta Alix a Aleteia. "Nos dijo que había rezado al 'Dios cristiano' pidiendo ayuda. Para él, nuestra llegada fue verdaderamente providencial".
Adicciones
Alix escuchó atentamente mientras Benjamin le abría su corazón, conmovido por la dura realidad que había enfrentado durante varios meses. "Para no dormir a la intemperie y tener un techo, aunque solo fuera por una noche, a veces recurría a la prostitución", explicó Alix.
Impulsada por un impulso interior, decidió invitar a Benjamín a su casa para una cena con sus amigos. "Siempre había querido tener 'el lugar del pobre', un plato extra para recibir a alguien necesitado. Inmediatamente sentí que era él a quien debía invitar", recordó Alix.
¿Era una locura invitar a un desconocido, alguien familiarizado con sustancias ilícitas, a su casa? Un poco. Mucho. "En eso estamos de acuerdo", reconoció, "pero confié en mi instinto". Y así, Benjamín, duchado y vestido con ropa holgada de Alix, se sentó a la mesa con unos diez amigos alegres. "Nos reímos mucho, jugamos a las cartas... Un momento de verdadera alegría compartida".
Pero estos breves momentos de inocencia no fueron suficientes para borrar la adicción de Benjamin a las drogas. Alix, cuyo ser querido también luchaba, se sintió doblemente afectada. "De camino a misa, recé con mucha intensidad. Le dije a Dios: 'Benjamín quiere mejorar. Dale una oportunidad'".
Al mismo tiempo, el joven le envió un mensaje: "Recé y dejé las drogas", escribió. Cautelosa ante tal afirmación, Alix quiso creerle. Consiguió una habitación en un albergue juvenil y lo llevó a misa. Las recaídas fueron frecuentes, pero Benjamin luchó con valentía. Hasta que dejó de comunicarse durante tres meses.
"Gracias por entrar en mi corazón, mi vida, mi alma"
Finalmente recibió una carta: Benjamin llevaba encarcelado por robo y agresión en Fleury-Mérogis desde marzo de 2023. Había recibido una condena de cinco años, dos de los cuales debía cumplir. Comenzó una correspondencia. A través de ella, Alix percibió un profundo cambio en el corazón de su joven protegido.
En lugar de distanciarlo de Dios, la dura prueba de la prisión parecía acercarlo cada día más a Él. "Siempre he sentido que hay un Dios", escribió en una conmovedora carta que Alix compartió. El joven describió su vida cotidiana en la calle y explicó que estaba "harto de esa vida".
"Recé a Dios por primera vez, y alguien vino, me dio de comer y me invitó a comer. Supe que Dios era real, que había escuchado y respondido a mi oración".
"Esta persona se llama Alix, es como una hermana para mí (...)", escribió Benjamin. "Aunque estoy en prisión, Dios me ayuda y responde a mis oraciones. Siempre está ahí (...) Gracias a nuestro Señor, a quien amo más que a nada".
Estas palabras, escritas de una sola vez y rodeadas de palabras tachadas y corazones, revelan la fe sencilla e infantil de Benjamín. En octubre de 2024, solicitó el bautismo, tras una reunión con el capellán, quien le contó a Alix sobre su ansia por aprender y conocer a Cristo. Recibió el bautismo un año después en prisión, junto con la Eucaristía. Detrás de él estaba su madrina, Alix. "Había traído una sudadera blanca, una vela... Fue muy conmovedor volver a verla en este gran día", confiesa.
Su improbable pero perdurable amistad sobrevivió a las calles, las drogas, la prisión, meses de silencio y los desafíos de la conversión. Es un encuentro que sigue animando a Alix cada día, como confiesa con serena dignidad:
"Hubo momentos en que mi fe flaqueó, y ver a Dios obrar en la vida de Benjamín fue un gran consuelo. A veces, lo único que me impulsaba era mi promesa de orar por él a diario".
Una disciplina del corazón, un hilo tenue que la anclaba en la fidelidad, incluso cuando el final parecía demasiado lejano para verlo.
Formación de capellanes de prisiones
Desde su encarcelamiento, Benjamín ha escrito mucho. Su escritura torpe y espontánea llena las páginas de confidencias, preguntas, pequeñas historias de la vida cotidiana y oraciones. "Recibo cartas cada dos semanas y le respondo", dice Alix.
Cartas de Benjamin a Alix / Foto: Alix G.
Esta historia, que pudo haber sido solo un encuentro fugaz durante una patrulla de asistencia social en la calle, sigue dando frutos hoy. Profundamente afectada por esta conexión, Alix decidió involucrarse aún más. "Empecé a formarme como capellana de prisión", explica.
Está descubriendo un mundo duro, desconocido, a veces perturbador, pero profundamente humano.
"La prisión es la encarnación de Cristo entre los pobres, los marginados, aquellos que han cometido el mal y son salvados por Dios. Los presos necesitan esto, una mirada humana sobre ellos. Es un mundo extremadamente violento, pero uno donde la esperanza arde con fuerza como brasas".
Benjamin escribe regularmente a Alix / Foto: Alix G.



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