* «Yo, por mí misma, sería incapaz de llevar la vida que llevo aquí. Tengo clarísimo que todos, yo la primera, somos débiles y tendemos al pecado por nuestra propia naturaleza. El tema es que el Señor sabe eso mejor que nosotros, y aun sabiendo cómo somos, nos ama hasta el infinito. El Señor espera paciente a que le digamos un ‘Sí’ sin reservas, nos da toda la libertad del mundo. La llave de tu corazón solo la tienes tú, ni siquiera la tiene Dios»
* «Cuando uno está atento y quiere oír… el Señor habla claro. Tenemos que procurar hacer silencio para poder oír. El reto es ahora, y la gracia está ahora, en cosas cotidianas, en tus cosas, en las cosas más pequeñas e insignificantes del mundo. Pero hay que estar atento para cerrar el corazón al mal. Porque la tentación es grande. El dedo acusador lo sacamos a pasear y siempre está por medio. Primero te hace cerrarte sobre ti mismo para que actúes mal y luego te acusa y te echa en cara lo que has hecho… te envenena, te hace daño y muy infeliz… Pero Dios es tu salvador, ¡Él te perdona siempre!, y si Él te ha perdonado, ¿cómo no te vas a perdonar a ti mismo y a los demás? El Amor hace que las cosas más ordinarias, más insignificantes, se conviertan en extraordinarias, y esto te hace muuuuy libre. Ser esclavo de los demás por Amor de Dios te hace libre. Esto es el Evangelio: ‘no he venido a ser servido sino a servir’»
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