“La Escritura presenta a María íntimamente asociada a la Palabra de Dios: Vive con una docilidad absoluta a esta Palabra (Lc 1,38: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra»); la acoge en su seno virginal; se pone, llena de amor, al servicio de su desarrollo humano; la guarda y la medita en su corazón… La perfecta asociación de María a la Palabra salvadora conduce necesariamente a su perfecta salvación en cuerpo y alma tras la muerte”
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