El Papa Francisco con su médico Sergio Alfieri y tras ellos, a la derecha, Massimiliano Strappetti, enfermero y asistente personal del Pontifice
* «Murió poco después. Me quedé allí con Massimiliano, Andrea, las otras enfermeras y las secretarias; Llegaron todos y el cardenal Parolin nos pidió que rezáramos y rezamos el rosario con él . Me sentí un privilegiado y ahora puedo decir que lo fui. Esa mañana le di una caricia como último adiós»
Camino Católico.- Sergio Alfieri, jefe de cirugía oncológica abdominal del policlínico Gemelli, coordinador de los médicos del Santo Padre durante su hospitalización y su cirujano personal, habla del Pontífice en el presente y revela al diario italiano Corriere della Sera el momento en que constató la muerte del Papa Francisco y como sucedió:
“El lunes, hacia las 5.30 de la mañana, recibí una llamada de Strappetti, su enfermero: ‘El Santo Padre está muy enfermo, tenemos que volver al Gemelli’. Preavisé a todos y 20 minutos después estaba allí en Santa Marta, pero parecía difícil pensar que fuera necesaria la hospitalización. Entré en su habitación y tenía los ojos abiertos. Comprobé que no tenía problemas respiratorios e intenté llamarle, pero no respondió. No respondía a los estímulos, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento me di cuenta de que no podía hacer nada más . Estaba en coma”.
Respecto a por qué no lo trasladaron al hospital como le había pedido Massimiliano Strappetti, el enfermero del Papa, Alfieri dice:
“Corríamos el riesgo de que muriera en el transporte, le expliqué que la hospitalización habría sido inútil. Strappetti sabía que el Papa quería morir en casa, siempre lo decía cuando estábamos en el Gemelli. Murió poco después. Me quedé allí con Massimiliano, Andrea, las otras enfermeras y las secretarias; Llegaron todos y el cardenal Parolin nos pidió que rezáramos y rezamos el rosario con él . Me sentí un privilegiado y ahora puedo decir que lo fui. Esa mañana le di una caricia como último adiós”.
El médico confidencia la última vez que había visto al Papa antes de ese momento en que lo encontró en estado de coma:
“El sábado después de comer, en la víspera de Pascua. Y puedo decir que estaba muy bien, él mismo me lo dijo. Le llevé una tarta oscura como a él le gusta y charlamos un rato. ‘Estoy muy bien, he vuelto a trabajar y tengo ganas’, me dijo. Sabía que al día siguiente daría el Urbi et Orbi y quedamos en vernos el lunes”.
Sergio Alfieri también es transparente al asegurar que el no prohibió a Francisco trabajar durante los dos meses de convalecencia:
“No, porque era lo correcto. Él es el Papa. Volver al trabajo era parte de la terapia y nunca se expuso al peligro . Es como si al acercarse el final decidiera hacer lo que tuviera que hacer. Como hizo el domingo, cuando aceptó la propuesta de su asistente sanitario personal Massimiliano Strappetti de dar la vuelta a la plaza entre la multitud. O como hizo hace diez días que me pidió que organizara una reunión con todas las personas que le habían tratado en Gemelli. Le dije que eran 70 personas, que quizás era mejor hacerlo después de Semana Santa, al final de su convalecencia. Su respuesta fue clara: ‘Me reuniré con ellos el miércoles’. Hoy tengo la clara sensación de que sentía que tenía que hacer una serie de cosas antes de morir”.
En cuanto a la hospitalización de 38 días, el médico reconoce que en una ocasión pensó que Francisco podría morir:
“Sí, una noche se habían iniciado los procedimientos y se llevaron a cabo el lunes. Nos temíamos lo peor y en cambio sorprendió a todos. Sabíamos que quería volver a casa para ser Papa hasta el último momento . Y no nos ha decepcionado”.
El Papa Francisco con su médico Sergio Alfieri
Francisco eligió como médico a Sergio Alfieri al tener que ser operado del colón:
“Lo conocí en 2018, fue una gran emoción. Yo era cirujano consultor en la Santa Sede y él nos invitó a asistir a una misa en Santa Marta. Era como un párroco, daba el sermón y luego, al final de la celebración, salía de la iglesia y saludaba a todos uno por uno. Dos años después empezó a sentirse mal del estómago, tenía dolores abdominales muy fuertes y su calidad de vida, con todo el trabajo que tenía, no era óptima. Se hizo pruebas, escuchó a varios médicos. Tenía una enfermedad diverticular grave. Un día Strappetti me trajo el TAC. Quizás el Papa se informó de que yo era el que más experiencia tenía en Italia en cirugía colon-rectal y optó por que le operara yo”.
Sin embargo, el doctor Sergio Alfieri explica que el no le dijo a Francisco que se operará. Así cuenta como sucedieron los hechos hasta que lo eligió:
“Yo le dije que el estado era grave pero que tendría que examinarle. Un día me pidieron que fuera a la clínica vaticana, al cabo de unas dos horas me encontré con el Papa que salía en su coche. Me miró y me dijo: ‘¿Has visto mi tomografía? Muy bien, gracias’. Y se marchó. Esa fue la visita. Me llamaron al cabo de unos días y fui a Santa Marta. Me dijo: ‘He decidido operarme y te he elegido a ti’. Lo visité y sentí toda la responsabilidad: ‘Vamos a ver el diario. ¿Dónde me vas a operar?’. Tuve la clara sensación de que quería ir a cualquier parte, al hospital que yo decidiera, pero le contesté, esta vez con mucha firmeza, que si quería ser operado por mí no había otra opción que el Gemelli . Aceptó, pero en sus propios términos: ‘Llegaré el domingo después del Ángelus. Nadie debe saberlo. Si se sabe, no me operaré más’”.
Y de hecho Francisco consiguió operarse en secreto:
“¡Sí! La versión oficial fue que llegó un jefe de estado extranjero que quería el máximo secreto. Especificó que cualquier decisión en su lugar tendría que ser tomada por Strappetti. Y entonces ocurrió algo que sólo puedo revelar ahora. Unos minutos antes de la operación, Strappetti me dijo que el Papa quería verme. Entré en su habitación y me bendijo las manos. Fue una emoción increíble, sólo entendí el significado más tarde. Quería decirme que usara las manos para trabajar, pero que usara las manos con el corazón en los próximos años . Como si dijera: eres católico, pero ahora tienes algo más. Era un secreto entre nosotros tres, él quería que se supiera y ahora puedo decirlo”.
En cuanto a la amistad con el Santo Padre, Sergio Alfieri explica:
“Se podría decir que nos unía una profunda estimación. En aquella ocasión nos recluimos durante una semana. Hubo complicaciones, pero al tercer día decidimos ofrecernos pizza. Se puso a la cabeza de la mesa y comer en la mesa con él es otro privilegio que me ha dado la vida”.
Pero el médico revela otros secretos de su relación con el Pontífice:
“Unos meses después me dijo que no quería que el hospital Fatebenefratelli, en la Isla Tiberina de Roma, se vendiera y se convirtiera en un hospital no católico. Me pidió ayuda. Lo hicimos por su voluntad. Fue un año muy ajetreado porque el hospital se había vendido, faltaba la última firma. Organizó una reunión en Santa Marta y dijo: ‘Ahora seamos concretos, no seamos como esa canción de Mina que dice 'Parole parole parole'’. Había 200 millones de deudas. Con dos llamadas telefónicas, una al cardenal Zuppi, asignó los fondos necesarios. Cavalier Del Vecchio puso la otra mitad sin exigir nada a cambio. El Papa dijo: ‘Fue la providencia, este deseo me vino de dentro’. Al final hice que se reuniera con Cavalier Del Vecchio, y fue muy emocionante porque eran dos ancianos, que se entendieron enseguida, y que habían salvado un hospital que era un símbolo de la ciudad”.
Y luego hubo una segunda intervención al Papa:
“También en ese caso todo fue secreto. Después de la primera intervención, cuando regresó a casa, se tomó de dejar clara la importancia de la sanidad pública y la importancia de mantener hospitales católicos con una misión determinada. Lo demostración regresando al Gemelli”.
Era deseo del Papa ocuparse de los embriones abandonados y su médico se comprometió con él a cumplirlo:
“Pues no sólo. Soy sobre todo cirujano oncólogo abdominal. Lo haré con el ministro de Sanidad Schillaci, como quería el Papa, y espero que con el Vaticano. Ya lo veremos”.
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