A la izquierda, Josh Brooks en el seminario contando su testimonio y, a la derecha, jugando al baloncesto cuando quería ser jugador profesional
* «Buscaba un amor superior, un amor que me transformara... Mi madre me llevaba a Misa los domingos y siempre se sentaba en la banca conmigo. Mi padre estaba muy feliz por mí. Tenía un par de preguntas. Pero simplemente me dijo: si el Señor te llama a hacer esto, hazlo. Y es importante recibir la validación de la familia, que tu familia te apoye en todo momento. Estoy rezando por la conversión de mis padres a la fe católica. Mi madre está interesada, pero se está tomando su tiempo. Nuestro Señor espera a la gente, y espera a mi madre... Dios nos espera. Nos acompaña en este camino hacia la santidad. Nos acompaña día a día»
Camino Católico.- Josh Brooks buscó el amor en la cancha de baloncesto, pero fue expulsado del equipo. El joven del condado de Delaware (Estados Unidos) buscó el amor en una relación con su novia, pero no pudo evitar la persistente sensación de que algo más grande lo llamaba. Entonces, un día, desesperado, miró el crucifijo colgado en la pared y comprendió que su búsqueda del amor perfecto no tenía por qué ir más allá. «Josh», oyó, «te he estado esperando toda la vida».
Brooks ni siquiera era católico. Sin embargo, en ese momento, sintió su primer llamado al sacerdocio. Ahora, se prepara para su tercer año de formación universitaria en el Seminario San Carlos Borromeo. Su camino encarna la introspección y el autoexamen comunes a muchos jóvenes adultos. El resultado de este proceso no tiene por qué ser el seminario, pero la experiencia de Brooks demuestra que, a través de la esperanza y la fe, los jóvenes pueden acoger el llamado a encontrar a Cristo en su vida diaria.
“Vemos esto en esta generación actual: muchas almas se desvían y caen en la desesperación”, dice a CatholicPhilly. “Pero ese sacerdote católico, en la persona de Jesucristo, va en busca de esas almas. Eso es exactamente lo que Cristo hizo por mí. Y por eso es tan atractivo para un joven, porque lo llama a salir de su elemento, a salir del mundo, a estar solo para Dios, para estar para el pueblo de Dios”.
Josh Brooks con sus padres en su infancia
'Ten en cuenta que yo era protestante'
Nacido bautista, Josh conoció la fe católica cuando sus padres lo matricularon en una escuela primaria católica en el oeste de Filadelfia, San Ignacio de Loyola. En la escuela, aprendió sobre el amor de Dios, pero su pasión era el baloncesto y soñaba con convertirse en el próximo LeBron James. Dedicó sus años de séptimo y octavo grado a esforzarse en el deporte para entrar en el equipo de primer año de la preparatoria Monsignor Bonner & Archbishop Prendergast. Pero entonces llegó el desastre. No logró entrar en el equipo. El sueño de convertirse en jugador profesional de baloncesto se desvaneció cuando decidió centrarse en sus estudios.
“Poco a poco empecé a ver cómo mi atención se dirigía hacia las clases de teología católica”, relata Brooks. Aprendió que la Iglesia católica era la única familia universal y que el sacerdocio es persona Christi. “Empecé a pensar: ¡Guau, qué hermoso! Me enamoré de ello y, fíjate, yo era protestante”.
Fue una idea que Brooks dejó de lado, pues creía que tenía mucho tiempo para pensar en su futuro. Luego conoció a su novia y empezó a salir con ella, pero ni siquiera ese amor le pareció del todo suficiente. “Buscaba un amor superior, un amor que me transformara”, confidencia. “Le dije a la joven en ese momento que no estaba seguro de si este era el amor al que estaba llamado, porque la idea del sacerdocio aún me rondaba la cabeza”.
Sin embargo, su novia le dijo que no estaba dispuesta a esperar mientras él lo averiguaba. Desconsolado, Brooks se dirigió a la capilla y le preguntó a Jesús: «Si ella no está dispuesta a esperar, ¿quién lo hará?». Escuchó a Jesús responder: «Tengo el mejor amor para darte». Brooks añade: «Él me estuvo esperando todo el tiempo, como lo está haciendo con todos nosotros».
Josh Brooks, en el centro, con vestido clerical
Torneos de billar, oración y hermandad
Sus padres apoyaron su decisión de ingresar al seminario y sus hermanos del seminario se han convertido en una segunda familia para él.
“Nunca tuve hermanos, no sabía realmente cómo sería un hermano”, transparenta. La camaradería era genial, pero el compañerismo espiritual era aún mejor. Cada seminarista se reta a ser una mejor versión de sí mismo.
“De verdad, todos nos apoyamos mutuamente”, dice. “A mi y a mis hermanos, seminaristas, nos gusta mucho jugar al billar. Incluso algunos participamos en torneos, ya sea de ajedrez o de billar. Pero también nos acompañamos en nuestras luchas”.
Su compañero seminarista Sean Barker cuentao que lo que más le impresiona de Josh Brooks es su profunda vida espiritual. “Tiene una gran vida de oración. El solo hecho de ver esa vida de oración me impulsa a ser mejor, a pasar más tiempo en la capilla y a tomar la oración, los estudios y el seminario más en serio”.
Lo más difícil de la formación de Brooks hasta ahora es darse cuenta de que nadie será perfecto. "A veces no sabemos cómo lidiar con nuestras imperfecciones o sentimos que hemos decepcionado a Dios", reconoce. "Como dije antes, Dios nos espera. Nos acompaña en este camino hacia la santidad. Nos acompaña día a día".
Josh Brooks explica su conversión al catolicismo y su llamada al sacerdocio en el seminario
Unidad unos con otros
Ese camino de vida se extiende a sus padres. “Mi madre me llevaba a Misa los domingos y siempre se sentaba en la banca conmigo”, recuerda. “Mi padre estaba muy feliz por mí. Tenía un par de preguntas. Pero simplemente me dijo: si el Señor te llama a hacer esto, hazlo. Y es importante recibir la validación de la familia, que tu familia te apoye en todo momento. Estoy rezando por la conversión de mis padres a la fe católica. Mi madre está interesada, pero se está tomando su tiempo. Nuestro Señor espera a la gente, y espera a mi madre”.
Brooks reconoce que muchas personas, especialmente las de su edad, han abandonado la Iglesia o buscan el amor perfecto en otros lugares. Para ellas, tiene algunos consejos.
“La Iglesia es hermosa, a pesar de las fallas de su propia gente y de que durante los últimos 2000 años ha enfrentado tantas pruebas y adversidades. Sin embargo, sigue en pie. ¿Por qué? Porque Cristo gobierna esa iglesia. Y, en realidad, cuando pensamos en lo esencial de lo que deseamos, queremos comunidad. Queremos unidad entre nosotros”, afirma.
“Solo les digo que nos acerquemos a la Iglesia Católica como familia, que nos acerquemos a ella y veamos que somos un pueblo imperfecto, pero nos gobierna un Dios que trasciende todas las cosas y nos conoce mejor que nosotros mismos. Y en el corazón de nuestra búsqueda del amor más elevado, lo encontraremos aquí, en la Iglesia Católica”, concluye.
Vídeo en el que Josh Brooks cuenta su testimonio en inglés
Hermoso testimonio Josh, eres un gran ejemplo. Dios contigo.
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