* «Hoy reflexionamos sobre algunos problemas que surgieron dentro de la primera comunidad cristiana. Las diferencias de cultura y sensibilidad fueron caldo de cultivo para la cizaña de la murmuración y los apóstoles respondieron individuando las dificultades y juntos buscando soluciones. Distribuyeron las tareas de modo que ni la predicación del Evangelio ni la atención a los pobres se vieran mermadas, y nació así el ministerio de los diáconos que devolvió la armonía entre el servicio de la caridad y de la Palabra. El mal de la murmuración no sólo se encontraba dentro de la Iglesia, sino también fuera se alzaban reproches contra los nuevos diáconos, entre los que se destacaban Felipe y Esteban. Los enemigos de este último, no teniendo cómo atacarle, lo calumniaron y dieron falso testimonio contra él»
Video completo de la transmisión en directo realizada por 13 TV de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma
Leer más...* «Esteban es condenado a muerte, condenado a la lapidación. Él, sin embargo, manifiesta la verdadera “tela» del discípulo de Cristo. No busca coartadas, no apela a personalidades que puedan salvarlo, sino que vuelve a poner su vida en manos del Señor y en ese momento la oración de Esteban es maravillosa – «Señor Jesús, recibe mi espíritu» (Hch 7,59) – y muere como un hijo de Dios perdonando: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado» (Hch 7,60). Estas palabras de Esteban nos enseñan que no son los buenos discursos lo que revela nuestra identidad como hijos de Dios, sino sólo el abandono de la propia vida en las manos del Padre y el perdón para aquellos que nos ofenden nos muestran la calidad de nuestra fe. Hoy hay más mártires que al principio de la vida de la Iglesia y los mártires están por doquier. La Iglesia de hoy es rica en mártires, está irrigada por su sangre que es «semilla de nuevos cristianos» (Tertuliano, Apologético, 50,13) y asegura el crecimiento y la fecundidad del Pueblo de Dios»