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lunes, 10 de marzo de 2025

Mark Wahlberg, actor católico: «Nadie está más allá de la redención. Dios conoce el corazón de cada persona y, si alguien es sincero y desea enmendarse y cambiar su vida, puede hacerlo esta Cuaresma»


Mark Wahlberg, actor católico, durante su entrevista con Fox New, mostrando en su frente la cruz de ceniza del Miércoles de Ceniza / Foto: Captura de Pantalla de Fox News

* «Habrá sufrimiento, pérdidas y fracasos, pero la única manera de afrontar esas situaciones con gratitud y aprecio es teniendo una relación con Dios. Siempre hay alguien que enfrenta mayores dificultades, y cada persona tiene un propósito en esta vida»

Camino Católico.- El actor católico Mark Wahlberg compartió un mensaje de esperanza al iniciar la Cuaresma, resaltando la importancia de la conversión: “Nadie está más allá de la redención. Dios conoce el corazón de cada persona y, si alguien es sincero y desea enmendarse y cambiar su vida, puede hacerlo”.

Al comenzar este tiempo litúrgico, Wahlberg expresó que cualquiera puede “hacer más y ser mejor” y que “todos tenemos cosas de las que arrepentirnos”, declaró en una entrevista con Fox News.

“Muchas veces se dice que las personas no cambian, pero son muy capaces de hacerlo. Son capaces de hacer cosas extraordinarias, pero necesitan guía y ejemplos a seguir”.

En conversación con Benjamin Hall, corresponsal de guerra de Fox News que perdió ambas piernas mientras reportaba en Ucrania, Wahlberg habló sobre su propia vida, las dificultades y el sufrimiento que ha enfrentado. Aseguró que solo hay un verdadero remedio para ello:

“Tuve una infancia muy difícil y, hasta el día de hoy, sigo luchando con la impaciencia, la falta de comprensión y la tendencia a ser poco reflexivo con los demás. Es fácil quedar atrapado en las preocupaciones diarias, pero solo hubo una persona perfecta que caminó sobre esta Tierra, y fue Jesús. Todos los demás deberíamos esforzarnos por ser más conscientes de ello”.

Para Mark Wahlberg Cristo muestra el camino en los momentos de sufrimiento / Foto: Captura de Pantalla de Fox News

Para el actor, aunque las tragedias y el sufrimiento son inevitables, la vida cobra un sentido diferente con Cristo, quien muestra el camino a través de la cruz. “Habrá sufrimiento, pérdidas y fracasos, pero la única manera de afrontar esas situaciones con gratitud y aprecio es teniendo una relación con Dios. Siempre hay alguien que enfrenta mayores dificultades, y cada persona tiene un propósito en esta vida”, reflexiona.

Una fe vivida con compromiso

Como socio e inversionista de la aplicación de oración Hallow, Wahlberg ha sido abierto sobre su fe católica y con frecuencia comparte en redes sociales imágenes de su asistencia a Misa. En esta Cuaresma, reafirmó su compromiso con una vida más virtuosa.

“Es un recordatorio de que necesito hacer más y ser mejor”, enfatizó, destacando que “existen distracciones en la vida que pueden alejar a las personas de su relación con Dios, pero es fundamental centrarse en el propósito que Él ha establecido para cada uno”.

Mark Wahlberg se considera un “humilde servidor de Dios” / Foto: Captura de Pantalla de Fox News

Wahlberg también expresa su perspectiva sobre su propia trayectoria, considerándose simplemente “un humilde servidor de Dios”. “Dios me puso en esta posición por una razón específica”, asegura.

Evangelización y juventud

En la entrevista, Wahlberg subraya la importancia de evangelizar a los jóvenes y adolescentes. “Es fundamental animarlos para que eviten cometer los mismos errores que yo y muchas otras personas hemos cometido. Cuando Dios está presente en la vida diaria, se pueden tomar mejores decisiones”, afirmó.

Actualmente, Wahlberg reside en Las Vegas junto a su esposa y sus cuatro hijos. En los últimos tiempos, ha notado que muchas de las personas con las que se encuentra le hablan más sobre su trabajo con la aplicación Hallow que sobre sus películas. “He participado en 50 o 60 películas, y la gente siempre tiene algo que decir sobre ellas. Sin embargo, últimamente lo que más escucho es cómo Hallow ha cambiado sus vidas: ayudándolos a reencontrarse con la fe tras años alejados o guiándolos en su primer encuentro con Dios”.

miércoles, 26 de febrero de 2025

Papa Francisco en Mensaje para la Cuaresma 2025: «Confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre»

* «Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios; significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia»   


En el vídeo puedes escuchar el mensaje 

Camino Católico.-  “Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre”, expresa el Papa Francisco en su mensaje para el tiempo litúrgico de la Cuaresma 2025 que publica este 25 de febrero la Oficina de Prensa de la Santa Sede: “Caminemos juntos en la esperanza”. En él plantea tres llamados a la conversión: como peregrinos, en la sinodalidad, y la esperanza.  El texto íntegro del mensaje es el siguiente: 

MENSAJE DEL SANTO PADRE

FRANCISCO

PARA LA CUARESMA 2025

Caminemos juntos en la esperanza

Queridos hermanos y hermanas:

Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» ( 1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó en Él, su Hijo amado (cf. Jn 10,28; 17,3) [1].

En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria.

Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.

En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales [2]. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos [3]. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.

En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos [4]. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad.

En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo [5], sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)» [6]. Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado [7], y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.

Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?  

Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme [8]. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» ( 1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo. Así se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» ( Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3) [9].

Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal.

 

Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires.

Francisco

[1] Cf. Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), 220.

[2] Cf. Homilía en la Santa Misa por la canonización de los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti (9 octubre 2022).

[3] Cf. ibíd.

[4] Cf. ibíd.

[5] Cf. Bula Spes non confundit, 1.

[6] Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 26.

[7] Cf. Secuencia del Domingo de Pascua.

[8] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1820.

[9] Ibíd., 1821.

Fotos: Vatican Media