* «Logré entender que realmente estaba herido y solitario en aquel madero, que seguía y seguirá esperando por ti y por mí. Nosotros somos ese aliento que Jesús necesita y podemos dárselo cuando aceptamos donar nuestra vida, donarnos por completo; nuestro tiempo y esfuerzo, acudiendo a su encuentro: en la eucaristía, oración personal, hora santa o visitas de adoración en el Santísimo Sacramento del altar… La conversión inicia por entender que sin una vida espiritual es imposible alcanzar la santidad, y todos estamos llamados a ser Santos, como nuestro Padre celestial es Santo. Durante mi caminar en la fe pude conocer la vida de personas que poco a poco se convirtieron en mis amigos y me cautivaron con su testimonio, personas que tuvieron una verdadera conversión y reconocieron ser nada ante Dios, y en esa nada, tener un todo basado solo en Dios para llegar a ser Santos»
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