Camino Católico.- Cada 16 de mayo la Iglesia Católica celebra a San Juan Nepomuceno, modelo preclaro del buen confesor, especialmente de lo que significa la protección que el sacerdote debe dar al secreto de confesión, o ‘sigilo sacramental’.
Dice el No. 2490 del Catecismo de la Iglesia Católica: «El secreto del sacramento de la Reconciliación es sagrado y no puede ser revelado bajo ningún pretexto. “El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo” (CIC can. 983, § 1)».
El poder del sacerdote viene de lo alto y no hay poder humano que pueda someterlo
Juan Nepomuceno nació en Nepomuk -de ahí el apelativo ‘Nepomuceno-’, antiguo Reino de Bohemia, región de Pilsen (actual República Checa) alrededor del año 1340. Se graduó primero en la Universidad de Praga y luego se doctoró en Derecho Canónico por la Universidad de Padua (norte de Italia). En 1380 fue nombrado párroco en Praga. Años más tarde, en 1393, ocuparía el puesto de Vicario General del Arzobispo de la ciudad, Juan de Jenštejn, quien le guardaba gran aprecio y confianza.
Jan Nepomucký -por su nombre en checo- llegó a confesor de Sofía de Baviera, reina consorte de Wenceslao, rey de Praga. Señala la historia que este, en uno de sus habituales ataques de cólera y celos, ordenó al sacerdote que le revelara los pecados de su mujer. La negativa del santo enfureció tanto a Wenceslao que lo amenazó con la pena de muerte si no se sometía a su voluntad. San Juan se negó rotundamente, ganándose el resentimiento del rey, aunque de primera intención no cumpliría su amenaza.
Una segunda fuente de tensiones alejaría aún más a Wenceslao de Nepomuceno: el monarca quería apoderarse de un monasterio que, según sus informantes, encerraba tesoros históricos, que el rey deseaba entregar a uno de sus parientes. El santo le prohibió siquiera que se acerque al recinto religioso, encarándolo con valentía.
Dios respeta el corazón del ser humano
Wenceslao no cesó en su acecho al presbítero y decidió deshacerse de él sin mayor escrúpulo. Ante la nueva negativa de Nepomuceno a revelar lo que había escuchado en confesión, lo mandó encerrar y que fuera torturado hasta morir. El cruel pedido incluyó la orden de que su cuerpo fuera arrojado al río Moldava para escarnio público. El crimen se consumó el año de 1393.
El cadáver de San Juan Nepomuceno fue recogido y sepultado cristianamente pocos días después.
En vista de su heroica actitud de preferir la muerte antes que revelar un secreto de confesión, San Juan Nepomuceno es considerado patrono de los confesores. También se pide su intercesión como protector contra las calumnias; y se invoca su auxilio en las inundaciones.
Pidamos la intercesión de san Juan Nepomuceno contra calumnias, difamaciones y chismes con la siguiente oración:
Oración
Protector y abogado San Juan Nepomuceno,
que a pesar del tiempo trascurrido desde tu gloriosa muerte,
no se ha conocido hasta ahora
que quien, con verdadera confianza y esperanza,
se acoge a tu santo y poderoso patrocinio
haya quedado sin respuesta favorable en sus peticiones.
Son sin número, san Juan Nepomuceno,
protector mío piadosísimo,
las maravillas que ha hecho Dios, y sigue haciendo,
por tu mediación en todo el mundo
para el socorro de toda clase de necesidades.
Confío que he de ser uno de los que con agradecimiento
testimonien tus grandes misericordias
con el favorable despacho de mis presentes ruegos;
si por mi miseria no te pido debidamente
las súplicas para que agraden a Dios,
enderézalas tú, te lo ruego,
intercediendo con nuestra poderosísima Madre,
la Virgen María Santísima,
que es el medio por donde todo nos viene de Dios,
y la que por gracia tiene en su mano
la Divina Omnipotencia,
para que así sea otorgada mi demanda:
(pedir lo que se quiere conseguir).
San Juan Nepomuceno,
abogado del buen nombre y el honor,
dígnate apartar de mí toda infamia y mentira,
toda habladuría, mala lengua, difamación,
falso testimonio, calumnia y humillación,
toda intriga, deshonra, mala fama y confusión pública
que por cualquiera parte me amenace,
y concédeme que disfrutando yo
de los honores y bienes de la tierra, no pierda los eternos
que para sus escogidos tiene el Señor
preparados en el Cielo.
Amén.
Rezar la Salve, Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
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