El Gobierno va a modificar la Ley de Libertad Religiosa y algunos se han puesto nerviosos. La Iglesia católica no. Ha acogido con un prudente silencio la noticia, hasta ver cómo será la nueva ley. Es verdad que los antecedentes -promoción del laicismo radical- de este Gobierno hacen temer lo peor, pero conviene esperar, no sea que lo que busque el Gobierno sea provocar una algarada católica que, de momento, sirva para distraer la atención de la crisis económica y, por último, para presentarnos como exaltados si la nueva ley no es tan mala. Una modificación de la citada ley que sirviera para dar aún más garantías a los creyentes -no sólo a los católicos, pero también a estos- sería un buen gesto por parte del Gobierno que repercutiría a su favor en la intención de voto.
Tienen una oportunidad y es responsabilidad de ellos aprovecharla para cerrar heridas o, por el contrario, usarla para abrirlas aún más.
La Iglesia no está en contra de la libertad religiosa. Basta con leer el discurso del Papa en la ONU del pasado 18 de abril. La cuestión está en definir de qué libertad religiosa estamos hablando. Nosotros nos referimos a la que el Papa defendió en Nueva York con estas palabras: «Es inconcebible que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos. Los derechos asociados con la religión necesitan protección sobre todo si se los considera en conflicto con la ideología secular predominante o con posiciones de una mayoría religiosa de naturaleza exclusiva. No se puede limitar la plena garantía de la libertad religiosa al libre ejercicio del culto, sino que se ha de tener en la debida consideración la dimensión pública de la religión».
Los católicos no tenemos miedo a la libertad. Lo que tememos es que usen esa palabra como camuflaje de la dictadura. Y, en eso, algunos son expertos.
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Fuente: la Razón
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jueves, 15 de mayo de 2008
sábado, 9 de febrero de 2008
Iglesia en Cataluña rechaza ley contra libertad de culto
BARCELONA, (ACI).- Una nueva ley aprobada por el parlamento de Cataluña (España) que deja en manos de autoridades locales el derecho a establecer dónde y cómo se utilizan templos religiosos ha recibido el rechazo de la Iglesia en la región, y podría acabar en la Corte Constitucional.
La ley, aprobada por el trío de partidos que conforman la gobernante coalición de izquierda, pretende supuestamente regular el crecimiento indiscriminado y sin licencias de las mezquitas; pero no establece diferencia alguna entre las denominaciones, y en la práctica le concede la potestad a un alcalde de pueblo cerrar un templo católico temporal o definitivamente si así lo desea.
"Siempre será inadecuado regular con una misma legislación centros de culto y de reunión muy diferenciados según las confesiones religiosas y con una presencia en la sociedad catalana tan asimétrica", señaló Secretario de la Conferencia Episcopal Tarraconense y Obispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives; quien criticó además que la ley, que aun debe ser regulada, "no deja claro que no tendrá efectos retroactivos hacia los centros ya en activo, estén o no catalogados como bienes patrimoniales".
Según explicó el Prelado, bajo la excusa de controlar el crecimiento explosivo y desordenado de templos, especialmente mezquitas en la región, la ley "deja demasiada discrecionalidad a la administración cuando habla de un reglamento posterior que lo regulará más en concreto". "Lo que queremos es que los centros de culto y de reunión de la Iglesia católica no queden a merced de una licencia municipal del color político de cada Ayuntamiento, sino que se valore que son cooperadores para el bien de los ciudadanos, y que en lugar de trabas al ejercicio de lo que son derechos fundamentales de los ciudadanos católicos, se nos ayude para poder cumplir las propias finalidades religiosas".
La oposición en el parlamento también ha denunciado la ley, señalando que "utiliza el urbanismo como treta para regular los centros de culto y un derecho, el de la libertad religiosa, que ya protegen normas de mayor rango".
La diputada Ángels Olano ha señalado que la nueva normativa infringe la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de 1980 y el Concordato entre España y el Vaticano; y anunció que la oposición está estudiando cuestionar la ley ante la Corte Constitucional.
La ley, aprobada por el trío de partidos que conforman la gobernante coalición de izquierda, pretende supuestamente regular el crecimiento indiscriminado y sin licencias de las mezquitas; pero no establece diferencia alguna entre las denominaciones, y en la práctica le concede la potestad a un alcalde de pueblo cerrar un templo católico temporal o definitivamente si así lo desea.
"Siempre será inadecuado regular con una misma legislación centros de culto y de reunión muy diferenciados según las confesiones religiosas y con una presencia en la sociedad catalana tan asimétrica", señaló Secretario de la Conferencia Episcopal Tarraconense y Obispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives; quien criticó además que la ley, que aun debe ser regulada, "no deja claro que no tendrá efectos retroactivos hacia los centros ya en activo, estén o no catalogados como bienes patrimoniales".
Según explicó el Prelado, bajo la excusa de controlar el crecimiento explosivo y desordenado de templos, especialmente mezquitas en la región, la ley "deja demasiada discrecionalidad a la administración cuando habla de un reglamento posterior que lo regulará más en concreto". "Lo que queremos es que los centros de culto y de reunión de la Iglesia católica no queden a merced de una licencia municipal del color político de cada Ayuntamiento, sino que se valore que son cooperadores para el bien de los ciudadanos, y que en lugar de trabas al ejercicio de lo que son derechos fundamentales de los ciudadanos católicos, se nos ayude para poder cumplir las propias finalidades religiosas".
La oposición en el parlamento también ha denunciado la ley, señalando que "utiliza el urbanismo como treta para regular los centros de culto y un derecho, el de la libertad religiosa, que ya protegen normas de mayor rango".
La diputada Ángels Olano ha señalado que la nueva normativa infringe la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de 1980 y el Concordato entre España y el Vaticano; y anunció que la oposición está estudiando cuestionar la ley ante la Corte Constitucional.
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