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jueves, 8 de septiembre de 2022

Jesús te resucita para amar / Por P. Jaime Burke O.P.


Camino Católico.-
 En esta homilía el padre Jaime Burke profundiza sobre el amor de Dios hacia cada uno de nosotros manifestado en Jesucristo que desea resucitarnos del pecado y de todo sufrimiento para enseñarnos a vivir en la plenitud del amor en las relaciones con los demás y en toda nuestra vida. El P. Jaime Burke explica dos testimonios: el de una persona que iba a suicidarse y el de un matrimonio preparado para divorciarse. La meditación fue grabada en directo el 13 de marzo del año 2005, en la Parroquia de San Agustín en Barcelona, Catalunya, España, donde celebró una eucaristía multitudinaria.  

El P. Jaime Burke O.P., falleció a los 86 años, el 6 de octubre del año 2009 en Houston (EE.UU). Este vídeo corresponde a la recopilación completa que estamos publicando de toda su predicación grabada en directo, que tantos corazones ha transformado llevándoles a los pies de Jesús el Señor.

El padre Jaime Burke fue profesor en la facultad de Santa Teresa College, Kansas City, MO y Siena Heights College, Adrian, MI. Luego asumió la responsabilidad de Rector del Seminario Mayor de La Paz, Bolivia (1958-1962), donde fue co-fundador del Instituto Boliviano de Estudios Sociales y Acción (1960-1971). Después sintió la llamada del Señor a predicar el evangelio itinerante durante los últimos 38 años de su vida. Lo ha hecho en más de 40 países del mundo, muchos en América Latina, también en Irlanda, España, Italia, India, Pakistán, Filipinas y los Estados Unidos, entre otros. Además, fue de los primeros sacerdotes en el mundo que acogió e impulsó la Renovación Carismática Católica.

El mejor homenaje que podemos hacerle es que pueda continuar predicando siempre hasta los confines de la tierra, a través de Internet, y siga siendo un heraldo del amor de Dios para las decenas de miles de personas que lo han conocido y para las muchas que ahora le escucharan por primera vez.

jueves, 28 de julio de 2022

Enséñame Señor a amar a mi hermano en su adversidad / Por Arturo López


Camino Católico.-
  Arturo López Martos, laico casado y padre de dos hijos, miembro de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida, profundiza en esta charla en lo único esencial para evangelizar: Amar a los demás como Dios los ama. ¿Por qué cuando tu hermano vive sumergido en la adversidad tiendes a no desear su presencia aunque ores por él? Evangelizar es mostrar a los demás el rostro de Cristo Jesús y el amor de Dios Padre. Para eso es imprescindible sostener al hermano con nuestra presencia en medio del sufrimiento.

Arturo López también participa de la reuniones de plegaria del grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo esta meditación, el 3 de mayo de 2010.

domingo, 29 de mayo de 2022

Homilía del Evangelio del Domingo: ¡Jesús quiere hacerse visible a través de sus discípulos! / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

 

* «Se ha hecho célebre la afirmación de Pablo VI: ‘El mundo tiene necesidad de testigos más que de maestros’. Es relativamente fácil ser maestro, bastante menos ser testigo. De hecho, el mundo bulle de maestros, verdaderos o falsos, pero escasea de testigos. Entre los dos papeles existe la misma diferencia que, según el proverbio, entre el dicho y el hecho… Los hechos, dice un refrán inglés, hablan con más fuerza que las palabras»

domingo, 31 de julio de 2011

El picnic más feliz de la historia / Por Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Todos comieron y quedaron saciados: XVIII Domingo del tiempo ordinario

Isaías 55, 1-3; Romanos 8,35.37-30; Mateo 14, 13-21

31 de julio de 2011.- Un día Jesús se había retirado en un lugar solitario, en la orilla del mar de Galilea. Pero cuando se disponía a desembarcar, encontró una gran multitud que le esperaba. "Sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos". Los habló del Reino de Dios. Ahora bien, mientras tanto se hizo de noche. Los apóstoles le sugirieron que despidiera a la muchedumbre, para que pudieran encontrar algo para comer en los pueblos cercanos. Pero Jesús les dejó de piedra, diciéndoles en alto para que todos escucharan: "Dadles vosotros de comer". "No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces", le responden desconcertados. Jesús pide que se los lleven. Invita a todos a sentarse. Toma los cinco panes y los dos peces, reza, da gracias al Padre, después ordena distribuir todo a la multitud. "Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos". Eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños, dice el Evangelio. ¡Fue el picnic más feliz en la historia del mundo! Leer más...

Interioriza el Evangelio del domingo en vídeo

miércoles, 8 de junio de 2011

Los niños José Luis y María al tomar su primera Comunión: "Hemos leido la biblia en español y ucraniano"

8 de junio de 2011.-Emoción a flor de piel en la primera comunión de José Luis y María en la iglesia de San Pedro de Murcia, España…Sus padres no podían aguantar las lágrimas en el momento en el que los dos hermanos reciben por primera vez el cuerpo de Cristo. Un momento emotivo que se repite cuando los pequeños les entregan flores como símbolo de su amor hacia ellos…Hoy es el gran día, pero tras él, hay semanas de preparativos.

Durante la catequesis, fundamental para poder llegar hasta aquí, en las reuniones con el sacerdote previas al gran día......y también en casa. José Luis y María han sido educados en la fe... Más de dos años de formación en los que juntos han aprendido el significado que tiene para un cristiano tomar la primera comunión. Nosotros, les hemos visitado en su casa de Murcia en los días previos, y nos han demostrado que llegan a este momento perfectamente preparados...José Luis y María explican: “tomamos el cuerpo del señor.... Jesús murió el viernes santo y el domingo santo resucitó, en navidad celebramos que Jesús nació…” Los dos niños nacieron en Ucrania... Tras 3 años en España nos cuentan su aventura desde su país de origen hasta su llegada a la capital murciana. Un tiempo en el que no han olvidado sus raíces: “Nos bautizamos en Ucrania y también aquí.Hemos leido la biblia en español y ucraniano”.

A pesar del año y medio que les separa, hoy, la iglesia de San Pedro de la capital murciana es el escenario en el que estos dos hermanos compartan la ilusión, los nervios, y la alegría de un día tan especial en sus vidas...A partir de ahora, Jesús está en sus corazones. Los dos pequeños dan testimonio en el vídeo que ofrecemos de que su primera Comunión no será la última porque han interiorizado su relación con Jesucristo incluso habiendo leído la biblia. Ver vídeo...

domingo, 28 de febrero de 2010

«Al diablo le gusta adueñarse de los que ocupan cargos políticos» explica el P. Gabriele Amorth

* «Todo el mundo es vulnerable a la acción de Satanás»

* «Hasta Madre Teresa fue exorcizada en sus últimos años»

* «Hitler y Stalin estaban poseídos por Satanás»


28 de febrero de 2010.-
En su «consulta» cuelgan imágenes del Padre Pío, de Juan Pablo II y de Cándido Amantini, su preceptor. No aparece nada inquietante a la vista: ni olor a azufre ni potros para atar a los poseídos. «A los que vienen a verme les aconsejo que primero vayan al médico o al psicólogo. En la mayoría de los casos hay una base física o psicológica para explicar sus sufrimientos. Los psiquiatras me envían los casos incurables. No hay rivalidad. El psiquiatra establece si es una enfermedad; el exorcista, si hay una maldición», explica el padre Gabriele Amorth, exorcista oficial de la diócesis del Papa, a la revista «María Mensajera». Publicamos un vídeo explicando quien es el P. Amorth. Leer más y ver vídeo...

jueves, 29 de octubre de 2009

Testimonio de Federico Cusi Padern, 93 años entregados a amar a los demás como Dios le ha amado / Autores: Conchi Vaquero y Arturo López

29 de octubre de 2009.-Ha sobrepasado los 93 años de vida. Es Federico Cusí Padern, vecino de nuestro barrio marítimo de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, y fiel de la parroquia de la Inmaculada Concepción (en la fotografia de la izquierda). Hace más de un año lo entrevistamos por el interés de su testimonio cotidiano de vida y fidelidad al Señor. Durante la pasada madrugada ha fallecido sólo en su domicilio mientras dormia. Ayer miércoles lo vimos por última vez en la Eucaristía de la noche. Todo lo que Federico Cusí explica es una meditación sobre la vida y el mismo momento de la muerte. Aquí dejamos reflejado su testamento espiritual que es una invitación a vivir el evangelio.

Federico se definía como "católico, apostólico, romano y clerical. Creo que todo va unido. Es incoherente decir que creo en Dios pero no en la Iglesia ni en los curas. Hay muchos sacerdotes entregados totalmente al servicio de los demás con una vida austera, santa y centrada en quitar cargas pesadas de los corazones de la gente".

El testimonio de vida de Federico Cusí ha sido simple pero a la vez muy intenso y enriquecedor. En nueve décadas afrontó muchas dificultades pero aseguraba:"me han ayudado a darme cuenta de la verdadera fidelidad, la de Dios. Él me ha fortalecido en los peores momentos, en los cuales me he sentido acompañado y sostenido por su amor y misericordia".
Leer más...

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La relación de nuestros hijos con Dios. La familia en manos del verdadero Padre. / Autores: Conchi Vaquero y Arturo López

9 de septiembre de 2009.-No hacemos nada extraordinario para educarlos en la fe, sólo compartir nuestra vida espiritual con ellos de forma natural, poniendo al Señor en el centro de nuestra familia. Artur i Rut, como dos hermanos de edades muy próximas, tienen celos el uno del otro, cada uno viviéndolo de una forma diferente. Ellos saben que cada uno es amado como ser único e irrepetible por nosotros.... Leer.más...

jueves, 18 de septiembre de 2008

Jean Vanier: En la Eucaristía, "Jesús me ama como soy"

QUEBEC, (ZENIT.org).- La Eucaristía es el don por excelencia que ha recibido la humanidad en el que cada persona puede experimentar que "Jesús me ama como soy", explica Jean Vanier. El fundador de la comunidad de El Arca (http://www.larche.org) conmovió a los participantes en el Congreso Eucarístico Internacional, que se celebró en Quebec, al evocar la vivencia de la primera comunión de un niño de París con discapacidad mental.

"Tras la Eucaristía, que había sido una fiesta de familia, el tío, padrino del niño, dijo a su mamá: '¡Qué liturgia tan bella! ¡Qué triste que él no haya comprendido nada'". "El niño escuchó estas palabras y con lágrimas en los ojos le dijo a su mamá: 'No te preocupes, mamá, Jesús me ama como soy'". Leer más y ver vídeo testimonio....

lunes, 25 de agosto de 2008

“La divinidad de Jesús es el punto neurálgico del cristianismo” / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo.

XXI domingo del tiempo ordinario

Isaías 22, 19-23; Romanos 11, 33-36; Mateo 16, 13-20

¿Quién decís vosotros que soy yo?

Existe, en la cultura y en la sociedad de hoy, un hecho que nos puede introducir a la comprensión del Evangelio de este domingo, y es el sondeo de las opiniones. Se practica un poco por todas partes, pero sobre todo en el ámbito político y comercial. También Jesús un día quiso hacer un sondeo de opinión, pero con fines, como veremos, muy diversos: no políticos sino educativos. Llegado a la región de Cesarea de Filipo, es decir, la región más al norte de Israel, en una pausa de tranquilidad, en la que estaba solo con los apóstoles, Jesús les dirigió a quemarropa la pregunta: "¿Quién dice la gente que es el hijo del Hombre?"....Leer más

lunes, 18 de agosto de 2008

Benedicto XVI: "Sólo si somos tocados continuamente en nuestro interior por el Espíritu Santo podemos también nosotros transmitirlo a los demás"

El Papa responde a un seminarista como ser testigos en el mundo de hoy en nuestra vida cotidiana

(ZENIT.org).- El miércoles 6 de agosto, el Papa Benedicto XVI, que estaba pasando unos días de descanso en el seminario de la diócesis de Bolzano-Bressanone, mantuvo un encuentro con el clero y seminaristas de la diócesis en la catedral, que revistió la forma de coloquio.
El Papa respondió a las preguntas de cinco sacerdotes y un seminarista (cuatro en alemán y dos en italiano). Esta es la trascripción de la primera pregunta y su correspondiente respuesta
.

--Santo Padre, me llamo Michael Horrer y soy seminarista. Con ocasión de la XXIII Jornada mundial de la juventud, celebrada en Sydney, Australia, en la que participé juntamente con otros jóvenes de nuestra diócesis, usted reafirmó continuamente a los cuatrocientos mil jóvenes presentes la importancia de la obra del Espíritu Santo en nosotros, los jóvenes, y en la Iglesia. El tema de la Jornada era: "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos" (Hch 1, 8). Hemos regresado fortalecidos por el Espíritu Santo y por sus palabras. Le pregunto: ¿Cómo podemos vivir concretamente en nuestra vida diaria los dones del Espíritu Santo y testimoniarlos a los demás, de modo que también nuestros parientes, amigos y conocidos experimenten la fuerza del Espíritu Santo y así podamos cumplir nuestra misión de testigos de Cristo? ¿Qué nos aconseja para lograr que nuestra diócesis siga siendo joven a pesar del envejecimiento del clero, y para que permanezca abierta a la acción del Espíritu de Dios, que guía a la Iglesia?
--Benedicto XVI: Gracias por su pregunta. Me alegra ver un seminarista, un candidato al sacerdocio de esta diócesis, en cuyo rostro puedo descubrir, en cierto sentido, el rostro joven de la diócesis. Asimismo, me alegra saber que usted, juntamente con otros, estuvo en Sydney, donde en una gran fiesta de la fe experimentamos juntos precisamente la juventud de la Iglesia. También para los australianos fue una gran experiencia. Al inicio miraban esta Jornada mundial de la juventud con gran escepticismo, porque como es obvio implicaría muchas dificultades para su vida diaria, muchas molestias, como por ejemplo para el tráfico, etc. Pero al final, como hemos visto también en los medios de comunicación social, cuyos prejuicios fueron desapareciendo poco a poco, todos se sintieron implicados en ese clima de alegría y de fe. Vieron que los jóvenes vienen y no crean problemas de seguridad ni de ningún otro tipo, sino que saben estar juntos con alegría. También vieron que hoy la fe es una fuerza presente; que es una fuerza capaz de dar la orientación correcta a las personas. Por eso, fue un tiempo en que sentimos realmente el soplo del Espíritu Santo, que barre los prejuicios, que hace entender a los hombres que aquí encontramos lo que nos interesa realmente, que esta es la dirección que debemos tomar, que así se puede vivir, que así nos abrimos al futuro.

Usted ha dicho, con razón, que fue un tiempo fuerte, del que hemos traído a casa una llamita. Ahora bien, en la vida diaria es mucho más difícil percibir concretamente la acción del Espíritu Santo o incluso ser personalmente un medio para que él pueda estar presente, para que se realice aquel soplo que barre los prejuicios del tiempo, que en medio de la oscuridad crea la luz y nos hace sentir que la fe no sólo tiene un futuro, sino que es el futuro.

¿Cómo podemos realizar eso? Ciertamente, nosotros solos no somos capaces. Al final, es el Señor quien nos ayuda, pero nosotros debemos ser instrumentos disponibles. Yo diría simplemente: nadie puede dar lo que no posee él mismo, es decir, no podemos transmitir el Espíritu Santo de modo eficaz, hacerlo perceptible, si nosotros mismos no estamos cerca de él. Precisamente por eso creo que lo más importante es que nosotros mismos permanezcamos, por decirlo así, en el radio del soplo del Espíritu Santo, en contacto con él. Sólo si somos tocados continuamente en nuestro interior por el Espíritu Santo, sólo si él está presente en nosotros, podemos también nosotros transmitirlo a los demás. Entonces él nos da ideas creativas, sugiriéndonos cómo actuar. Nos da ideas que no se pueden programar, sino que surgen en la situación misma, porque allí está actuando el Espíritu Santo. Así pues, el primer punto es: nosotros mismos debemos permanecer en el radio del soplo del Espíritu Santo.
El Evangelio de san Juan nos cuenta que, después de la Resurrección, el Señor se aparece a los discípulos, sopla sobre ellos y les dice: "Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20, 22). Se trata de un texto paralelo al del Génesis, donde Dios sopla sobre el polvo de la tierra y este cobra vida, convirtiéndose en hombre. Ahora bien, el hombre, interiormente oscurecido y medio muerto, recibe de nuevo el soplo de Cristo, y este soplo de Dios que le da una nueva dimensión de vida, le da la vida con el Espíritu Santo.

Así pues, podemos decir que el Espíritu Santo es el soplo de Jesucristo, y nosotros, en cierto sentido, debemos pedir a Cristo que sople siempre sobre nosotros a fin de que ese soplo sea vivo y fuerte en nosotros, y actúe en el mundo. Eso significa, por tanto, que debemos mantenernos cerca de Cristo. Lo hacemos meditando en su Palabra. Sabemos que el autor principal de la Sagrada Escritura es el Espíritu Santo. Cuando a través de ella hablamos con Dios, cuando en ella no buscamos sólo el pasado sino verdaderamente al Señor presente que nos habla, entonces es como si nos encontráramos -como dije también en Australia- paseando en el jardín del Espíritu Santo: nosotros hablamos con él y él habla con nosotros. Aprender a ser de casa en este ámbito, en el ámbito de la palabra de Dios, es muy importante, pues en cierto sentido nos introduce en el soplo de Dios.

Luego, naturalmente, este escuchar, este caminar en el ámbito de la Palabra, debe convertirse en una respuesta, una respuesta en la oración, en el contacto con Cristo. Y, como es obvio, ante todo en el santo sacramento de la Eucaristía, en el que él sale a nuestro encuentro y entra en nosotros, casi se funde con nosotros. Pero también en el sacramento de la Penitencia, que siempre nos purifica, nos lava y elimina las oscuridades que la vida diaria pone en nosotros.

En pocas palabras, una vida con Cristo en el Espíritu Santo, en la palabra de Dios y en la comunión de la Iglesia, en su comunidad viva. San Agustín dijo: "Si quieres el Espíritu de Dios, debes estar en el Cuerpo de Cristo". El Cuerpo místico de Cristo es el ámbito de su Espíritu.
Todo esto debería marcar el desarrollo de nuestra jornada, de modo que sea una jornada estructurada, un día en el que Dios siempre tenga acceso a nosotros, en que estemos continuamente en contacto con Cristo, en que precisamente por eso recibamos continuamente el soplo del Espíritu Santo. Si hacemos esto, si no somos demasiado perezosos, indisciplinados o indolentes, entonces nos sucederá algo, entonces nuestra jornada tomará una forma, entonces nuestra vida misma tomará una forma en ella y esta luz emanará de nosotros sin que tengamos que ponernos a pensar demasiado, sin que tengamos que adoptar un modo de actuar -por decirlo así- "propagandístico", pues vendrá por sí mismo, dado que refleja nuestro espíritu.

A esa dimensión yo añadiría una segunda, lógicamente relacionada con la primera: si vivimos con Cristo, también las cosas humanas nos saldrán bien. En efecto, la fe no implica sólo un aspecto sobrenatural; además, reconstruye al hombre, devolviéndolo a su humanidad, como lo muestra el paralelo entre el Génesis y el capítulo 20 del Evangelio de san Juan. La fe se basa precisamente en la virtudes naturales: la honradez, la alegría, la disponibilidad a escuchar al prójimo, la capacidad de perdonar, la generosidad, la bondad, la cordialidad entre las personas. Estas virtudes humanas indican que la fe está realmente presente, que verdaderamente estamos con Cristo. Y creo que, también por lo que se refiere a nosotros mismos, deberíamos poner mucha atención en esto: hacer que madure en nosotros la auténtica humanidad, porque la fe implica la plena realización del ser humano, de la humanidad.

Deberíamos poner mucha atención en realizar bien y de modo correcto nuestros deberes humanos: en la profesión, en el respeto al prójimo, preocupándonos de los demás, que es el mejor modo de preocuparnos de nosotros mismos, pues pensar en el prójimo es el mejor modo de pensar en nosotros mismos.

De aquí nacen luego las iniciativas que no se pueden programar: las comunidades de oración, las comunidades que leen juntas la Biblia o también la ayuda efectiva a los necesitados, a los que atraviesan dificultades, a los marginados, a los enfermos, a los discapacitados, y muchas otras más... Así se nos abren los ojos para ver nuestras capacidades personales, para poner en marcha otras iniciativas y saber infundir en los demás la valentía de hacer lo mismo. Precisamente estas obras humanas nos fortalecen, poniéndonos nuevamente, de algún modo, en contacto con el Espíritu de Dios.

El gran maestre de los Caballeros de la Orden de Malta en Roma me contó que en Navidad fue, con algunos jóvenes, a la estación para llevar algo de Navidad a las personas abandonadas. Cuando se retiraba, escuchó que uno de los jóvenes le decía a otro: "Esto es más fuerte que la discoteca. Esto es realmente hermoso, pues puedo hacer algo por los demás". Estas son las iniciativas que el Espíritu Santo suscita en nosotros. Sin muchas palabras, nos hacen sentir la fuerza del Espíritu. Así prestamos atención a Cristo.

Tal vez he dicho pocas cosas concretas, pero creo que lo más importante es que, ante todo, nuestra vida esté orientada hacia el Espíritu Santo, para que vivamos en el ámbito del Espíritu, en el Cuerpo de Cristo, y que luego, a partir de esto, experimentemos la humanización, cultivemos las sencillas virtudes humanas y así aprendamos a ser buenos en el sentido más amplio de la palabra. De este modo se adquiere sensibilidad para las iniciativas de bien que luego naturalmente desarrollan una fuerza misionera y, en cierto sentido, preparan el momento en que resulta sensato y comprensible hablar de Cristo y de nuestra fe.

sábado, 9 de agosto de 2008

jueves, 7 de agosto de 2008

Testimonio después de Sydney: "El Espíritu Santo si que ha trabajado en mi..." / Autor: Jaime Barbeyto

"... lo ha hecho cuando yo estaba cansado y sin fuerzas"
(De Caná a Sidney)“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos”. Este era el lema de la JMJ. Cuando estábamos volviendo a casa me entró la duda: ¿habré recibido el Espíritu Santo? Al principio me entró el agobio, pensé que no, que había desaprovechado el viaje. Me entró la vergüenza de pensar que durante el viaje había “pasado” de Dios para pasármelo bien yo, como que no le había dedicado el tiempo suficiente, ni tampoco las ganas, y me sentí fatal de pensar que, por mi culpa, todas las gracias que Dios ha volcado en este viaje yo me las había perdido. No había cambiado nada en mí, no había sentido nada especial, sino más bien al contrario, había desaprovechado el sagrario que teníamos en Melbourne, había rezado menos de lo que me había propuesto antes del viaje…

Poco a poco, y como sin venir a cuento, al ir pasando los días, me venían a la cabeza trozos de las homilías, de los discursos del Papa, de la catequesis del obispo de Mallorca… y eso a pesar de que la mitad de las veces, de puro cansado que estaba, no era capaz de mantener la atención a lo que nos decían. Todavía estoy impresionado de lo fuerte que se me han grabado los mensajes por dentro. Eso me ha hecho pensar que el Espíritu Santo si que ha trabajado en mi, y lo ha hecho a su manera, que es sin que yo me diera cuenta, y además lo ha hecho cuando yo estaba cansado y sin fuerzas, para que yo no me equivoque y me crea que el mérito es mío y de lo listo que soy, sino que quede clarito que ha sido cosa suya.

La otra parte del mensaje es “y seréis mis testigos”. A esta parte es a la que le he dado más vueltas, porque al fin y al cabo, el viaje ya está hecho, mejor o peor, y no lo podemos cambiar. Ahora lo que toca es lo de ser testigos. Y yo pensé: ¿y ahora, que narices hago para ser testigo?

Me vino a la cabeza un día una frase de san Agustín que me gusta mucho. Es una frase de sus confesiones, y en la que el santo le dice a Dios: “dame lo que me pides, y pídeme lo que quieras”. Esto quiere decir que, para que podamos hacer algo, Dios nos lo tiene que conceder primero, nosotros no podemos nada. Es como la anécdota que contó don Jesús de cuando le compraba las flores a su madre con el dinero que ella le daba.

Pues lo de ser testigos de Dios, en el fondo, es una tontería, porque ya se va a encargar Él de hacerlo todo. Por eso, cuando salió lo de los grupos de los jueves, me alegré tanto, y así lo dije la noche de los testimonios, porque es la mejor forma de ser testigos de Cristo, o al menos es la mejor forma que yo tengo: juntarme con vosotros, que como dijo Arturo aquella noche, tenéis todos “corazones grandes”, y como los Apóstoles, en grupo, vivir juntos nuestra fe, que ya se convertirá el mundo si Dios quiere que lo convirtamos.

Además, con lo de ser mis testigos, yo me agobié en el viaje, porque el año que viene empiezo a trabajar, y hasta ahora era muy “fácil” eso de ser testigo de Cristo, en clase, con mis amigos, que aunque me da un poco de corte, en el fondo sé que aunque me vacilen, nunca van a pensar mal de mí. En cambio, en el trabajo, ¿con qué cara intento yo convertir a mi jefe? No me veo capaz. Pero como nos dijo el obispo de Mallorca, no se trata tanto de hacer, como de ser. Eso me ha dado mucha paz, pensar que lo único que tenemos que hacer para ser como los Apóstoles es ser nosotros mismos, siendo buenos cristianos, y lo mismo que antes, con eso convertiremos el mundo si Dios quiere que lo hagamos.

Gente, me ha encantado conoceros, así que espero que nos sigamos viendo todos los jueves o cuando sea, pero que nos sigamos viendo. Buen verano y poneos cremita en la playa que el sol de aquí no es como el de Sidney!

lunes, 4 de agosto de 2008

Marta, una joven de Burgos, camino a los altares: murió en 1992, a los 22 años, asesinada, tras resistirse a un hombre que pretendía violarla

Se sabía llamada a algo muy especial
Para ver el video haz clic sobre la imagen


María del Pilar Blázquez (Alfa y Omega) Marta Obregón murió en 1992, a los 22 años, asesinada, tras plantar resistencia a un hombre que pretendía violarla. En su diócesis de Burgos, se quiere iniciar su proceso de beatificación. Marta entregó su vida a Dios en defensa de la pureza, como María Goretti en 1902 -una de las Patronas de la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney- y Albertina Berkenbrock, en 1931

La muerte de Marta provocó una conversión, la de Montserrat, madre de dos hijos y amiga de su madre: «He experimentado un cambio en mi vida -cuenta-. El Señor me ha dado la vuelta como a un calcetín. Todo lo que soy y tengo es porque Él me lo ha dado. Como san Pablo, hablo de lo que he visto y he vivido. Ya no soy la misma persona. Sólo vivo para Él. Le veo en todas partes, en mi familia, en mis amigos… Si amas a Dios no puedes dejar de amar a los hermanos. El Señor me está despojando de muchas cosas… Me he enamorado de Dios, como Marta. Me tiene loca».


Y es que a la propia Marta le ocurrió algo parecido. Vino cambiada de un viaje a Taizé con el Camino Neocatecumenal. Aunque en la adolescencia se alejó algo de la fe, siempre fue educada, en su casa, en el cristianismo. No quería que su madre le advirtiera de los peligros, sino que quería tropezar ella misma para poder aprender. Don Saturnino López Santidrián, director de la Sección de Licenciatura en Teología Espiritual y profesor de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología, está recopilando material para abrir su proceso de beatificación. En la biografía que ha escrito sobre ella, cuenta que Marta descubrió en Taizé «nuevos aspectos, y, al decir de su madre, de allí regresó tocada irremisiblemente por el Señor. Tuvo lugar una prodigiosa reconversión».

Este encuentro profundo con Cristo se refleja en una carta que Marta escribió desde Francia, aquel verano, a una amiga segoviana: «Me encuentro en Taizé, con unas 6.000 personas. Son gente cargada de ganas de vivir, que tienen como punto de unión a nuestro Dios. Es curioso, pero cuando descubres algo importante en tu vida, y caes en la cuenta de cosas fundamentales que hasta entonces pasaron inadvertidas a tu lado, te encuentras francamente bien, en paz… La vida es genial. Después de la tormenta viene la calma».

Marta siempre fue una chica llena de vitalidad, de alegría desbordante y contagiosa. Era generosa al máximo, pensaba más en los demás que en ella misma. Su tesón era inmenso, pues era muy luchadora y todo lo que comenzaba lo intentaba terminar. También, tenía una personalidad muy fuerte y confiaba mucho en la gente, según cuenta su madre. Los que la conocieron, aseguran que era impulsiva, espontánea, muy comunicativa, y al tiempo delicada y prudente; muy cariñosa y atenta, con un espíritu firme, franco y jovial.

El que fue su último novio, Francisco Javier, y con el que mantuvo un amor ejemplar, escribió unos días después de su muerte, en la revista Círculo Joven, en febrero de 1992, que «Marta triunfaba donde pisaba: todo el mundo quería estar con ella, y aunque nos amaba profundamente, tenía los ojos puestos en Dios. Los últimos apuntes, sus artículos que indicaban que, si al menos nos diésemos cuenta de qué es lo que realmente importa en nuestra vida, sólo son la punta del iceberg de la grandeza de su alma. El Señor me dio a Marta y el Señor me la quitó, pero ha sido tan galante conmigo que, antes de llevársela, la apartó afectivamente de mí, para que mi sufrimiento no fuera mayor. Quiero terminar con palabras de Marta y que comparto con ella: La verdadera y única paz se encuentra en Dios, y todos estamos de paso en esta vida».

Dios la había perdonado

Marta estudiaba Periodismo en Madrid, y el último curso lo estaba haciendo desde Burgos, donde vivían sus padres. Muy estudiosa, con buenas notas y aficionada al deporte, como el patinaje sobre ruedas, el atletismo, la natación y el tenis. Llena de vitalidad, cometió un tropiezo en su adolescencia con un novio que tuvo, de lo cual se arrepintió enormemente. A la vuelta de Taizé, se confesó con un sacerdote que no la absolvió. Nadie sabe por qué. Sin embargo, un día de excursión encontró a un sacerdote con el que pudo confesarse sin problemas. A partir de este momento, la opresión que sentía en su interior desapareció, experimentó que Dios la quería a pesar de todo y, llena de alegría, de gozo y de paz, se lo hizo saber a sus amigas. Dios la había perdonado. Había experimentado la misericordia divina, y decidió conocer el Camino Neocatecumenal. «Quería dar a Dios todo en gratitud, al sentirse perdonada», cuenta Stella, una de sus amigas. Además, quería irse de itinerante como seglar, para predicar el Evangelio.

Pilar, su madre, afirma que era una chica que quería hacer el bien. Y que, desde los siete años, quería ser periodista para transformar el mundo. No tuvo tiempo para eso, pero sí para descubrir lo único que importa: Dios, como llegó a contestar a un sacerdote ante la pregunta de cómo le iba la vida: «Hoy por hoy, en mi cabeza sólo cabe Dios». Marta le pedía al Señor que le enseñara su camino, y pronto: «¡Oh Dios, ayúdame, por favor, ya! Que no hay tiempo…, que la vida es muchísimo más corta de lo que, pobres ilusos, pensamos… Que cuando Tú quieres nos coges y nos llevas de este suelo que nos ha tocado vivir. Ayúdame a encontrarte. Ábreme bien los ojos y mi corazón». Ella buscaba cada vez más a Dios, y sabía que la llamaba a algo muy especial, pero no sabía a qué.


domingo, 20 de julio de 2008

Imponente clausura de la JMJ: El Papa desafía a los jóvenes a guiar el mundo hacia Cristo

Para ver los video-resumen de la Misa de clausura haz clic sobre las imagenes


SYDNEY, (ACI).- En el marco de una soleada mañana australiana, ante más de medio millón de fieles que colmaron el Hipódromo de Radwick en Sydney, el Papa Benedicto XVI clausuró la JMJ 2008 desafiando a los jóvenes a transformar el mundo según el plan de Dios.

“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros” Fueron las primeras palabras de la homilía del Papa en la homilía de la
Misa final. "Hemos visto esta promesa cumplida, con el poder del Espíritu, Pedro y los Apóstoles fueron a predicar el Evangelio a los confines de la tierra. En estos días yo también he venido como Sucesor de Pedro a esta magnífica tierra Australiana".

"He venido a confirmarlos en su fe, mis hermanos jóvenes hermanos y hermanas y a alentarnos a que abran sus corazones al poder del Espíritu de Cristo y a la riqueza de sus dones. Oro para que este gran encuentro de jóvenes 'venidos de todas las naciones que hay bajo el
cielo'", agregó el Pontífice.

"Que la llama del amor de Dios -continuó- descienda para llenar vuestros corazones, que los una plenamente con el Señor y su Iglesia y les envíe a ustedes, cual nueva generación de apóstoles para acercar el mundo a Cristo".

El Pontífice preguntó luego: “Pero ¿Cuál es el 'poder' del Espíritu Santo? ¡Es el poder de la
vida de Dios! Es el poder del mismo Espíritu que rige sobre las aguas en los albores de la creación".

"Aquí en Australia esta 'Gran tierra Austral del Espíritu Santo' todos nosotros hemos tenido una experiencia inolvidable en la presencia del Espíritu y en el poder de la belleza de la naturaleza… hemos tenido una vívida experiencia de la presencia y el poder del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia. Hemos visto a la Iglesia como es verdaderamente: el cuerpo de Cristo, una comunidad viviente de amor, reuniendo a todas las personas de todas las razas, naciones y lenguas de todos los tiempo y lugares, en la unidad nacida de nuestra fe en el Señor resucitado”, dijo también el Papa, interrumpido por los aplausos de una multitud que lo seguía con sorprendente atención.

Sin embargo, advirtió
Benedicto XVI, "la gracia del Espíritu no es algo que podemos merecer o lograr sino que sólo lo podemos recibir como don puro…es por ello que la oración es tan importante: la oración diaria, la oración privada en el sosiego de nuestros corazones y ante el Santísimo Sacramento, así como la oración litúrgica en el corazón de la Iglesia”.

Desafío a los jóvenes
Luego dirigiéndose a los jóvenes el Papa preguntó en tono de paterno desafío: "Queridos jóvenes, permítanme ahora hacerles una pregunta ¿Qué van a dejar ustedes para las próximas generaciones? ¿Están construyendo sus vidas sobre báses sólidas construyendo algo que perdurará? ¿Están viviendo su vida de manera que abra el camino al Espíritu en medio de un mundo que quiere olvidar a Dios o que incluso lo rechaza en nombre de una libertad falsamente concebida? ¿Cómo están utilizando los dones que han recibido, el 'poder' por el cual el Espíritu Santo está ahora mismo preparado para liberar dentro de ustedes? ¿Qué legado van a dejar a los jóvenes del futuro? ¿Qué diferencias apostarán?"


“El mundo
-prosiguió el Santo Padre- necesita esta renovación, En muchas de nuestras sociedades, junto con la prosperidad material, un desierto espiritual se está extendiendo, un vacío interior, un temor sin nombre, un sentimiento silencioso de desesperación…la Iglesia también necesita de esta renovación. La Iglesia necesita especialmente de los dones de los jóvenes, de todos los jóvenes…Todos aquellos que el Señor llama al
sacerdocio y a la vida consagrada."

“No tengan miedo de decir 'Sí' a Jesús, de encontrar gozo en hacer su voluntad, entregándose completamente en la búsqueda de la santidad y utilizando todo su talento al servicio de los demás”.

Luego de invocar la protección de María, terminó con su saludo habitual en diferentes lenguas alentando a los peregrinos a “llevar la Buena Nueva”. A los peregrinos de lengua española les dijo: “Queridos jóvenes, en Cristo se cumplen todas las promesas de salvación verdadera para la humanidad. Él tiene para cada uno de vosotros un proyecto de amor en el que se encuentra el sentido y la plenitud de la vida y espera de todos vosotros que hagáis fructificar los dones que os ha dado, siendo sus testigos de palabra y con el propio ejemplo. No lo defraudéis".

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jueves, 17 de julio de 2008

Fortalecidos con los dones del Espíritu para dar testimonio / Autor: Benedicto XVI

Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI en la fiesta de acogida de las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebró en la tarde de este jueves en el muelle de Barangaroo:

Queridos jóvenes:


Es una alegría poderos saludar aquí, en Barangaroo, a orillas de la magnífica bahía de Sydney, con el famoso puente y la Opera House. Muchos sois de este País, del interior o de las dinámicas comunidades multiculturales de las ciudades australianas. Otros venís de las islas esparcidas por Oceanía, y otros de Asia, del Oriente Medio, de África y de América. En realidad, bastantes de vosotros viene de tan lejos como yo, de Europa. Cualquiera que sea el País del que venimos, por fin estamos aquí, en Sydney. Y estamos juntos en este mundo nuestro como familia de Dios, como discípulos de Cristo, alentados por su Espíritu para ser testigos de su amor y su verdad ante los demás.


Deseo agradecer a los Ancianos de los Aborígenes que me han dado la bienvenida antes de subir al barco en la Rose Bay. Estoy muy emocionado al encontrarme en vuestra tierra, conociendo los sufrimientos y las injusticias que ha padecido, pero consciente también de la reparación y de la esperanza que se están produciendo ahora, de lo cual pueden estar orgullosos todos los ciudadanos australianos. A los jóvenes indígenas -aborígenes y habitantes de las Islas del Estrecho de Torres- y tokelaués les doy las gracias por la conmovedora bienvenida. A través de vosotros envío un cordial saludo a vuestros pueblos.

Señor Cardenal Pell, Señor Arzobispo Mons. Wilson: os doy las gracias por vuestras calurosas expresiones de bienvenida. Sé que vuestros sentimientos resuenan también en el corazón de los jóvenes reunidos aquí esta tarde y, por tanto, doy las gracias a todos. Veo ante mí una imagen vibrante de la Iglesia universal. La variedad de Naciones y culturas de las que provenís demuestra que verdaderamente la Buena Nueva de Cristo es para todos y cada uno; ella ha llegado a los confines de la tierra. Sin embargo, también sé que muchos de vosotros estáis aún en busca de una patria espiritual. Algunos, siempre bienvenidos entre nosotros, no sois católicos o cristianos. Otros, tal vez, os movéis en los aledaños de la vida de la parroquia y de la Iglesia. A vosotros deseo ofrecer mi llamamiento: acercaos al abrazo amoroso de Cristo; reconoced a la Iglesia como vuestra casa. Nadie está obligado a quedarse fuera, puesto que desde el día de Pentecostés la Iglesia es una y universal.

Esta tarde deseo incluir también a los que no están aquí presentes. Pienso especialmente en los enfermos o los minusválidos psíquicos, a los jóvenes en prisión, a los que están marginados por nuestra sociedad y a los que por cualquier razón se sienten ajenos a la Iglesia. A ellos les digo: Jesús está cerca de ti. Siente su abrazo que cura, su compasión, su misericordia.

Hace casi dos mil años, los Apóstoles, reunidos en la sala superior de la casa, junto con María (cf. Hch 1,14) y algunas fieles mujeres, fueron llenos del Espíritu Santo (cf. Hch 2,4). En aquel momento extraordinario, que señaló el nacimiento de la Iglesia, la confusión y el miedo que habían agarrotado a los discípulos de Cristo, se transformaron en una vigorosa convicción y en la toma de conciencia de un objetivo. Se sintieron impulsados a hablar de su encuentro con Jesús resucitado, que ahora llamaban afectuosamente el Señor. Los Apóstoles eran en muchos aspectos personas ordinarias. Nadie podía decir de sí mismo que era el discípulo perfecto. No habían sido capaces de reconocer a Cristo (cf. Lc 24,13-32), tuvieron que avergonzarse de su propia ambición (cf. Lc 22,24-27) e incluso renegaron de él (cf. Lc 22,54-62). Sin embargo, cuando estuvieron llenos de Espíritu Santo, fueron traspasados por la verdad del Evangelio de Cristo e impulsados a proclamarlo sin temor. Reconfortados, gritaron: arrepentíos, bautizaos, recibid el Espíritu Santo (cf. Hch 2,37-38). Fundada sobre la enseñanza de los Apóstoles, en la adhesión a ellos, en la fracción del pan y la oración (cf. Hch 2,42), la joven comunidad cristiana dio un paso adelante para oponerse a la perversidad de la cultura que la circundaba (cf. Hch 2,40), para cuidar de sus propios miembros (cf. Hch 2,44-47), defender su fe en Jesús ante en medio hostil (cf. Hch 4,33) y curar a los enfermos (cf. Hch 5,12-16). Y, obedeciendo al mandato de Cristo mismo, partieron dando testimonio del acontecimiento más grande de todos los tiempos: que Dios se ha hecho uno de nosotros, que el divino ha entrado en la historia humana para poder transformarla, y que estamos llamados a empaparnos del amor salvador de Cristo que triunfa sobre el mal y la muerte. En su famoso discurso en el areópago, San Pablo presentó su mensaje de esta manera: «Dios da a cada uno todas las cosas, incluida la vida y el respiro, de manera que todos lo pueblos pudieran buscar a Dios, y siguiendo los propios caminos hacia Él, lograran encontrarlo. En efecto, no está lejos de ninguno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos» (cf. Hch 17, 25-28).

Desde entonces, hombres y mujeres se han puesto en camino para proclamar el mismo hecho, testimoniando el amor y la verdad de Cristo, y contribuyendo a la misión de la Iglesia. Hoy recordamos a aquellos pioneros -sacerdotes, religiosas y religiosos- que llegaron a estas costas y a otras zonas del Océano Pacífico, desde Irlanda, Francia, Gran Bretaña y otras partes de Europa. La mayor parte de ellos eran jóvenes -algunos incluso con apenas veinte años- y, cuando saludaron para siempre a sus padres, hermanos, hermanas y amigos, sabían que sería difícil para ellos volver a casa. Sus vidas fueron un testimonio cristiano, sin intereses egoístas. Se convirtieron en humildes pero tenaces constructores de gran parte de la herencia social y espiritual que todavía hoy es portadora de bondad, compasión y orientación a estas Naciones. Y fueron capaces de inspirar a otra generación. Esto nos trae al recuerdo inmediatamente la fe que sostuvo a la beata Mary MacKillop en su neta determinación de educar especialmente los pobres, y al beato Peter To Rot en su firme convicción de que la guía de una comunidad ha de referirse siempre al Evangelio. Pensad también en vuestros abuelos y vuestros padres, vuestros primeros maestros en la fe. También ellos han hecho innumerables sacrificios, de tiempo y energía, movidos por el amor que os tienen. Ellos, con apoyo de los sacerdotes y los enseñantes de vuestra parroquia, tienen la tarea, no siempre fácil pero sumamente gratificante, de guiaros hacia todo lo que es bueno y verdadero, mediante su ejemplo personal y su modo de enseñar y vivir la fe cristiana.

Hoy me toca a mí. Para algunos puede parecer que, viniendo aquí, hemos llegado al fin del mundo. Ciertamente, para los de vuestra edad cualquier viaje en avión es una perspectiva excitante. Pero para mí, este vuelo ha sido en cierta medida motivo de aprensión. Sin embargo, la vista de nuestro planeta desde lo alto ha sido verdaderamente magnífica. El relampagueo del Mediterráneo, la magnificencia del desierto norteafricano, la exuberante selva de Asia, la inmensidad del océano Pacífico, el horizonte sobre el que surge y se pone el sol, el majestuoso esplendor de la belleza natural de Australia, todo eso que he podido disfrutar durante dos días, suscita un profundo sentido de temor reverencial. Es como si uno hojeara rápidamente imágenes de la historia de la creación narrada en el Génesis: la luz y las tinieblas, el sol y la luna, las aguas, la tierra y las criaturas vivientes. Todo eso es «bueno» a los ojos de Dios (cf. Gn 1, 1-2. 2,4). Inmersos en tanta belleza, ¿cómo no hacerse eco de las palabras del Salmista que alaba al Creador: «!Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!» (Sal 8,2)?

Pero hay más, algo difícil de ver desde lo alto de los cielos: hombres y mujeres creados nada menos que a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). En el centro de la maravilla de la creación estamos nosotros, vosotros y yo, la familia humana «coronada de gloria y majestad» (cf. Sal 8,6). ¡Qué asombroso! Con el Salmista, susurramos: «Qué es el hombre para que te acuerdes de él?» (cf. Sal 8,5). Nosotros, sumidos en el silencio, en un espíritu de gratitud, en el poder de la santidad, reflexionamos.

Y ¿qué descubrimos? Quizás con reluctancia llegamos a admitir que también hay heridas que marcan la superficie de la tierra: la erosión, la deforestación, el derroche de los recursos minerales y marinos para alimentar un consumismo insaciable. Algunos de vosotros provienen de islas-estado, cuya existencia misma está amenazada por el aumento del nivel de las aguas; otros de naciones que sufren los efectos de sequías desoladoras. La maravillosa creación de Dios es percibida a veces como algo casi hostil por parte de sus custodios, incluso como algo peligroso. ¿Cómo es posible que lo que es «bueno» pueda aparecer amenazador?
Pero hay más aún. ¿Qué decir del hombre, de la cumbre de la creación de Dios? Vemos cada día los logros del ingenio humano. La cualidad y la satisfacción de la vida de la gente crece constantemente de muchas maneras, tanto a causa del progreso de las ciencias médicas y de la aplicación hábil de la tecnología como de la creatividad plasmada en el arte. También entre vosotros hay una disponibilidad atenta para acoger las numerosas oportunidades que se os ofrecen. Algunos de vosotros destacan en los estudios, en el deporte, en la música, la danza o el teatro; otros tienen un agudo sentido de la justicia social y de la ética, y muchos asumen compromisos de servicio y voluntariado. Todos nosotros, jóvenes y ancianos, tenemos momentos en los que la bondad innata de la persona humana -perceptible tal vez en el gesto de un niño pequeño o en la disponibilidad de un adulto para perdonar- nos llena de profunda alegría y gratitud.

Sin embargo, estos momentos no duran mucho. Por eso, hemos de reflexionar algo más. Y así descubrimos que no sólo el entorno natural, sino también el social -el hábitat que nos creamos nosotros mismos- tiene sus cicatrices; heridas que indican que algo no está en su sitio. También en nuestra vida personal y en nuestras comunidades podemos encontrar hostilidades a veces peligrosas; un veneno que amenaza corroer lo que es bueno, modificar lo que somos y desviar el objetivo para el que hemos sido creados. Los ejemplos abundan, como bien sabéis. Entre los más evidentes están el abuso de alcohol y de drogas, la exaltación de la violencia y la degradación sexual, presentados a menudo en la televisión e internet como una diversión. Me pregunto cómo uno que estuviera cara a cara con personas que están sufriendo realmente violencia y explotación sexual podría explicar que estas tragedias, representadas de manera virtual, han de considerarse simplemente como «diversión».
Hay también algo siniestro que brota del hecho de que la libertad y la tolerancia están frecuentemente separadas de la verdad. Esto está fomentado por la idea, hoy muy difundida, de que no hay una verdad absoluta que guíe nuestras vidas. El relativismo, dando en la práctica valor a todo, indiscriminadamente, ha hecho que la «experiencia» sea lo más importante de todo. En realidad, las experiencias, separadas de cualquier consideración sobre lo que es bueno o verdadero, pueden llevar, no a una auténtica libertad, sino a una confusión moral o intelectual, a un debilitamiento de los principios, a la pérdida de la autoestima, e incluso a la desesperación.

Queridos amigos, la vida no está gobernada por el azar, no es casual. Vuestra existencia personal ha sido querida por Dios, bendecida por él y con un objetivo que se le ha dado (cf. Gn 1,28). La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría. No os dejéis engañar por los que ven en vosotros simplemente consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar como belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad.

Cristo ofrece más. Es más, ofrece todo. Sólo él, que es la Verdad, puede ser la Vía y, por tanto, también la Vida. Así, la «vía» que los Apóstoles llevaron hasta los confines de la tierra es la vida en Cristo. Es la vida de la Iglesia. Y el ingreso en esta vida, en el camino cristiano, es el Bautismo.
Por tanto, esta tarde deseo recordar brevemente algo de nuestra comprensión del Bautismo, antes de que mañana consideremos el Espíritu Santo. El día del Bautismo, Dios os ha introducido en su santidad (cf. 2 P 1,4). Habéis sido adoptados como hijos e hijas del Padre y habéis sido incorporados a Cristo. Os habéis convertido en morada de su Espíritu (cf. 1 Co 6,19). Por eso, al final del rito del Bautismo el sacerdote se dirigió a vuestros padres y a los participantes y, llamándoos por vuestro nombre, dijo: «Ya eres nueva criatura» (Ritual del Bautismo, 99).

Queridos amigos, en casa, en la escuela, en la universidad, en los lugares de trabajo y diversión, recordad que sois criaturas nuevas. Cómo cristianos, estáis en este mundo sabiendo que Dios tiene un rostro humano, Jesucristo, el «camino» que colma todo anhelo humano y la «vida» de la que estamos llamados a dar testimonio, caminando siempre iluminados por su luz (cf. ibíd., 100).

La tarea del testigo no es fácil. Hoy muchos sostienen que a Dios se le debe "dejar en el banquillo", y que la religión y la fe, aunque convenientes para los individuos, han de ser excluidas de la vida pública, o consideradas sólo para obtener limitados objetivos pragmáticos. Esta visión secularizada intenta explicar la vida humana y plasmar la sociedad con pocas o ninguna referencia al Creador. Se presenta como una fuerza neutral, imparcial y respetuosa de cada uno. En realidad, como toda ideología, el laicismo impone una visión global. Si Dios es irrelevante en la vida pública, la sociedad podrá plasmarse según una perspectiva carente de Dios. Sin embargo, la experiencia enseña que el alejamiento del designio de Dios creador provoca un desorden que tiene repercusiones inevitables sobre el resto de la creación (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990, 5). Cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el «bien», empieza a disiparse. Lo que se ha promovido ostentosamente como ingeniosidad humana se ha manifestado bien pronto como locura, avidez y explotación egoísta. Y así nos damos cuenta cada vez más de lo necesaria que es la humildad ante la delicada complejidad del mundo de Dios.

Y ¿que decir de nuestro entorno social? ¿Estamos suficientemente alerta ante los signos de que estamos dando la espalda a la estructura moral con la que Dios ha dotado a la humanidad (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 2007, 8)? ¿Sabemos reconocer que la dignidad innata de toda persona se apoya en su identidad más profunda -como imagen del Creador- y que, por tanto, los derechos humanos son universales, basados en la ley natural, y no algo que depende de negociaciones o concesiones, fruto de un simple compromiso? Esto nos lleva reflexionar sobre el lugar que ocupan en nuestra sociedad los pobres, los ancianos, los emigrantes, los que no tienen voz. ¿Cómo es posible que la violencia doméstica atormente a tantas madres y niños? ¿Cómo es posible que el seno materno, el ámbito humano más admirable y sagrado, se haya convertido en lugar de indecible violencia?

Queridos amigos, la creación de Dios es única y es buena. La preocupación por la no violencia, el desarrollo sostenible, la justicia y la paz, el cuidado de nuestro entorno, son de vital importancia para la humanidad. Pero todo esto no se puede comprender prescindiendo de una profunda reflexión sobre la dignidad innata de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, una dignidad otorgada por Dios mismo y, por tanto, inviolable. Nuestro mundo está cansado de la codicia, de la explotación y de la división, del tedio de falsos ídolos y respuestas parciales, y de la pesadumbre de falsas promesas. Nuestro corazón y nuestra mente anhelan una visión de la vida donde reine el amor, donde se compartan los dones, donde se construya la unidad, donde la libertad tenga su propio significado en la verdad, y donde la identidad se encuentre en una comunión respetuosa. Esta es obra del Espíritu Santo. Ésta es la esperanza que ofrece el Evangelio de Jesucristo. Habéis sido recreados en el Bautismo y fortalecidos con los dones del Espíritu en la Confirmación precisamente para dar testimonio de esta realidad. Que sea éste el mensaje que vosotros llevéis al mundo desde Sydney.

[A continuación, el Papa saludó a los peregrinos en italiano, francés, alemán, español, y portugués. En español, dijo:]

Queridos jóvenes de lengua española, la misión de ser testigos del Señor en todos los lugares de la tierra es una apasionante tarea, que exige acoger su Palabra e identificarse con Él, compartiendo con los demás la alegría de haber encontrado al verdadero amigo que nunca defrauda. Que este reto agrande vuestra generosidad. Un saludo muy cordial a todos.
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Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede

Conversión del novio de una coordinadora de la JMJ al rezar juntos por los frutos de Sydney / Autor: Anthony Barich

SYDNEY, martes, 15 julio 2008 (ZENIT.org).- La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Sydney ya está trayendo conversiones a la Iglesia católica y eso que no ha hecho más que comenzar.

Basia Slusarczyk, de 24 años, coordinadora de la comunidad católica de origen polaco en la JMJ, ha explicado a Zenit que su novio está participando en el rito de iniciación cristiana para adultos que quieren recibir el bautismo. Su conversión se debe a la experiencia de rezar con ella por los frutos de la JMJ.

"Está participando conmigo en la JMJ y espero que esta semana de acontecimientos y solidaridad con tantos católicos de todos el mundo le haga sentirse orgulloso de unirse a la familia católica", afirma Basia.

Se encontraba entre un grupo de jóvenes polacos-australianos, vestidos con trajes polacos tradicionales, en la ceremonia de veneración de la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud y del icono de la Virgen María en el Parque Belmore.

Con el impacto que traen los jóvenes peregrinos a Sydney, Basia cree que el evento juvenil traerá nueva vida a la Iglesia en Australia, y despertará a los que estaban dormidos. "Tenemos iglesias pequeñas y vibrantes en Australia, pero las futuras generaciones necesitan que estén vivas", considera.


Basia afirma que los jóvenes se sienten arrastrados por Benedicto XVI tal y como sucedía con Juan Pablo II, quien comenzó estas Jornadas Mundiales. "[Karol Wojtyla] se preocupó mucho cuando le pidieron que fuera el nuevo arzobispo de Cracovia, pues esto significaba para él dejar su trabajo diario con los jóvenes", recuerda Basia.

"Pero cuando fue elegido Papa, mantuvo su amor por los jóvenes, incluso después, a pesar de su enfermedad. Tenía algo en sus ojos y en su voz que arrastraba a los jóvenes".


Basia dirige un grupo de 200 jóvenes inscritos a la Jornada de Sydney, aunque reconoce que no todos son de origen polaco, pues algunos son de raíces irlandesas, canadienses o de Australia occidental.

"Todos somos fans de Juan Pablo II, pues comprendemos el enorme impacto que ha tenido en cada uno de nosotros y en el mundo", añade Agnieszka Agnes Jaszczyszyn, de 34 años, la otra responsable del grupo.

Pero sus oraciones se concentran en el actual Papa: "Gracias a Benedicto XVI podemos celebrar ahora la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney en 2008," reconoce. "Los jóvenes del mundo han venido gracias a él".

Santo Padre envía primer SMS a jóvenes en JMJ de Sydney
El Papa Benedicto XVI envió su primer mensaje de texto a los jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney 2008 y que solicitaron el servicio al momento de inscribirse en el encuentro.
"Joven amigo, Dios y su pueblo esperan mucho de ti porque tienes en ti el don supremo del Padre, el Espíritu de Jesús, BXVI", se lee en el SMS que ha llegado a los teléfonos móviles de miles de jóvenes de distintos países que participan de la JMJ.

Los jóvenes recibirán cada día que dure el encuentro un mensaje y un pensamiento del Santo Padre, escrito en inglés y en forma abreviada, como ellos lo hacen.
La Misa inugural de la la JMJ en 3 minutos en video

Llegan la Cruz y el icono de María

Las calles de Sydney se llenaron este lunes de peregrinos para dar la bienvenida a la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud y el Icono de la Virgen María.

La Cruz fue entregada a los jóvenes del mundo por Juan Pablo II en 1984 para que fuera llevada como símbolo del amor de Cristo por la humanidad. El icono de maría fue su segundo regalo a los jóvenes, en 2003.

La llegada a la ciudad de los dos símbolos era la culminación de un viaje global. Después de haber atravesado todos los continentes, la Cruz y la imagen fueron entregados a jóvenes representantes de Australia por Benedicto XVI el domingo de Ramos del año 2006 en Roma.

Cientos de peregrinos siguieron la Cruz y el icono durante su llegada, transportados por barco hasta el característico muelle circular de la ciudad. Luego, los chicos y chicas, cargando las imágenes, atravesaron el centro de negocios de la ciudad hasta llegar a Belmore Park, una imagen nunca antes vista en esas latitudes.

Allí, cada uno de los peregrinos tuvo la posibilidad de venerar la Cruz y el icono, y muchos de ellos, incluidos unos muchachos de Texas, quedaron conmovidos hasta las lágrimas, abrazándose mutuamente, mientras los demás cantaban a su alrededor.

En la tarde de este martes, la Cruz y el icono formaron parte del escenario de apertura de la la misa inaugural de las Jornadas Mundiales de la Juventud, presidida por el cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, en el embarcadero de Barangaroo, con la participación de unas 140.000 personas.

La alegria de jóvenes hispanos en Sydney en video

La llegada del Papa a Sydney y los actos previos de la JMJ en video