Dios es Amor.Hacernos participes de ese Amor no es una cuestión menor. Se necesita tiempo de escucha y de silencio interior.Sólo una escucha diaria y comprometida nos irá conduciendo en nuestro crecimiento personal en el Amor de Dios.
Por eso este blog, sencillamente quiere compartir nuestra experiencia cotidiana de escucha de la voluntad de Dios para cada momento de la vida y de aquellos hechos que nos preocupan, conmueven y nos hacen clamar a Dios por mediación de Jesucristo, el Señor.
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Bienvenido a Escuchar y a Dar
Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario.Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.
Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.
La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:
* «Uno de los descubrimientos más grandes que he hecho en estos cinco años es descubrir el sentido del dolor y de la cruz, porque Dios es cruz. Cuando uno sufre, cuando uno tiene una situación dolorosa en su vida se identifica con Cristo porque Cristo murió en la cruz con el mayor dolor que se puede experimentar. Entonces, en el dolor se identifica un poquito más con Cristo, es un poquito más Cristo y Dios es amor. Entonces, ese dolor se transforma en amor y esa es la clave. Yo he tenido la suerte de poder descubrir en ese dolor a Cristo»
Laura Montesinos cuenta su testimonio en este video de @3gether realizado en 2020 cuando ella tenía 34 años
* «La doctrina de la reencarnación es incompatible con la fe cristiana, que en su lugar profesa la resurrección de la muerte. «Está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio» (Hb 9,27). La forma en que se propone entre nosotros, en Occidente, la reencarnación es fruto, entre otras cosas, de un gigantesco equívoco. En su origen la reencarnación no significa un suplemento de vida, sino de sufrimiento; no es motivo de consuelo, sino de terror. Con ella se viene a decir al hombre: «¡Ten cuidado, que si haces el mal, tendrás que renacer para expiarlo!». Es como decir a un encarcelado, al final de su detención, que su pena se ha prolongado y todo debe empezar de nuevo. El cristianismo tiene algo bien distinto que ofrecer sobre el problema de la muerte. Anuncia que «uno ha muerto por todos», que la muerte ha sido vencida; ya no es un abismo que engulle todo, sino un puente que lleva a la otra vida, la de la eternidad. Y, con todo, reflexionar sobre la muerte hace bien también a los creyentes. Ayuda sobre todo a vivir mejor. ¿Estás angustiado por problemas, dificultades, conflictos? Ve hacia delante, contempla estas cosas como te parecerán en el momento de la muerte y verás cómo se redimensionan. No se cae en la resignación ni en la inactividad; al contrario, se hacen más cosas y se hacen mejor, porque se está más sereno y más desprendido. Contando nuestros días, dice un salmo, se llega «a la sabiduría del corazón» (Sal 89, 12)»
* «Está claro que no basta con saber que existe la eternidad; se necesita también saber qué hacer para alcanzarla. Preguntarse, como el joven rico del Evangelio: «Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?». Leopardi, en la poesía El Infinito, habla de un cercado que oculta de la vista el último horizonte. ¿Cuál es para nosotros este cercado, este obstáculo que nos impide mirar hacia el horizonte último, hacia lo eterno? La samaritana, aquel día, comprendió que debía cambiar algo en su vida si deseaba obtener la «vida eterna», porque en poco tiempo la encontramos transformada en una evangelizadora que relata a todos, sin vergüenza, cuanto le ha dicho Jesús»
* «El matrimonio no acaba del todo con la muerte, sino que se transfigura, se espiritualiza, se sustrae a todos los límites que marcan la vida en la tierra, igual que, por lo demás, no se olvidan los vínculos existentes entre padres e hijos, o entre amigos. En el prefacio de la Misa de difuntos la liturgia dice que con la muerte «la vida no termina, se transforma»; lo mismo se debe decir del matrimonio, que es parte integrante de la vida… Pero ¿qué decir a quienes han tenido un experiencia negativa, de incomprensión y de sufrimiento, en el matrimonio terreno? ¿No es para ellos motivo de miedo, más que de consuelo, la idea de que el vínculo no se rompa ni con la muerte? No, porque en el paso desde el tiempo a la eternidad el bien permanece, el mal cae. El amor que les unió, tal vez por breve tiempo, persiste; no los defectos, las incomprensiones, los sufrimientos que se han causado recíprocamente. Muchísimos cónyuges experimentarán sólo cuando se reúnan «en Dios» el amor verdadero entre sí y, con él, el gozo y la plenitud de la unión que no disfrutaron en la tierra… Aquello que hubo de auténtico amor y donación con cada uno de los esposos o de las esposas, siendo objetivamente un «bien» y viniendo de Dios, no será suprimido. Allá arriba no habrá rivalidades en el amor o celos. Estas cosas no pertenecen al amor verdadero, sino al límite intrínseco de la criatura» Continuar leyendo
Camino Católico.- Arturo López Martos, laico casado y padre de dos hijos, miembro de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida, profundiza en esta charla en lo único esencial para evangelizar: Amar a los demás como Dios los ama. ¿Por qué cuando tu hermano vive sumergido en la adversidad tiendes a no desear su presencia aunque ores por él? Evangelizar es mostrar a los demás el rostro de Cristo Jesús y el amor de Dios Padre. Para eso es imprescindible sostener al hermano con nuestra presencia en medio del sufrimiento.
Arturo López también participa de la reuniones de plegaria del grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo esta meditación, el 3 de mayo de 2010.
* «Con Cristo, Verbo encarnado, la eternidad ha irrumpido en el tiempo. Lo experimentamos cada vez que hacemos un verdadero acto de fe en Cristo, porque quien cree en él ya posee la vida eterna (cf. 1 Jn 5,13); cada vez que recibimos la comunión, porque en ella «se nos da la promesa de la gloria futura»; cada vez que escuchamos las palabras del Evangelio, que son «palabras de vida eterna» (cf. Jn 6,68). Santo Tomás Aquino dice que «la gracia es el comienzo de la gloria». Esta presencia de la eternidad en el tiempo se llama Espíritu Santo. Se le define como «las arras de nuestra herencia» (Ef 1,14; 2 Cor 5,5), y se nos ha dado porque, habiendo recibido las primicias, anhelamos la plenitud. «Cristo —escribe san Agustín—, nos dio las arras del Espíritu Santo con las que él, que en cualquier caso no podría engañarnos, quiso asegurarnos del cumplimiento de su promesa. ¿Qué prometió? Prometió la vida eterna cuyas arras son el Espíritu que nos dio»
Vídeo completo en italiano de la 2ª predicación de Adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa
* «Una fe renovada en la eternidad no nos sirve sólo para la evangelización, es decir, para que el anuncio que hay que hacer a los demás; nos sirve, antes todavía, para imprimir un nuevo impulso a nuestro camino de santificación. Su primer fruto es hacernos libres, no apegarnos a las cosas que pasan: aumentar el propio patrimonio o el propio prestigio. Todos somos «desalojados» en este mundo y nos parecemos a ese hombre necio si sólo pensamos en embellecer nuestra casa terrena, sin preocuparnos por hacer obras buenas que nos sigan después de la muerte. El enfriamiento de la idea de eternidad actúa sobre los creyentes, disminuyendo en ellos la capacidad de afrontar con valentía el sufrimiento y las pruebas de la vida. Debemos redescubrir parte de la fe de san Bernardo y de san Ignacio de Loyola. En toda situación y ante cada obstáculo, se decían a sí mismos: «Quid hoc ad aeternitatem?», ¿qué es esto frente a la eternidad?»
* «Desde muy joven frecuenté la iglesia: fui monaguillo en mi pueblo, Santa Lucía, localidad de Prato, y la parroquia era el principal lugar de reunión. ¿Creerías que descubrí la pasión por el fútbol ahí mismo: a los 10 años. Jugaba en el equipo que organizó Don Sandro? De hecho, crecí entre los sacerdotes y era casi natural tener la curiosidad de saber cómo era un seminario: qué hacían, cómo eran las jornadas. No tenía vocación al sacerdocio pero quise tener una pequeña experiencia, digámoslo así, dictada por la simpatía que sentía hacia ese mundo. Es así que estuve en seminario durante una semana, pero rápidamente me di cuenta de que no era lo mío»
* «Jesús libera del miedo a la muerte a quien lo tiene, no al que no lo tiene e ignora alegremente que debe morir. Vino a enseñar el miedo a la muerte eterna a aquellos que sólo conocían el miedo a la muerte temporal. ¡Ay de los que mueran en pecados mortales! «El aguijón de la muerte es el pecado», dice el Apóstol (1 Cor 15,56). Lo que da a la muerte su poder más temible para angustiar al hombre y atemorizarle es el pecado. Si uno vive en pecado mortal, para él la muerte todavía tiene el aguijón, el veneno, como antes de Cristo, y por eso hiere, mata y envía a la Gehena. No temáis —diría Jesús— a la muerte que mata el cuerpo y luego no puede hacer nada más. Temed a esa muerte que, después de haber matado el cuerpo, tiene el poder de arrojar a la Gehena (cf. Lc 12,4-5). ¡Quita el pecado y has quitado también a tu muerte su aguijón!»
Vídeo completo en italiano de la 1ª predicación de Adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa OFM Cap.
* «Al instituir la Eucaristía, Jesús anticipó su propia muerte. Nosotros podemos hacer lo mismo. De hecho, Jesús inventó este medio de hacernos partícipes de su muerte, para unirnos a él. En ella celebramos también nuestra muerte y la ofrecemos, día a día, al Padre. En la Eucaristía podemos elevar al Padre nuestro «amén, sí», a lo que nos espera, al tipo de muerte que quiera permitir para nosotros. En ella «hacemos testamento»: decidimos a quién dejar la vida, por quién morir. Nacimos, es verdad, para morir; la muerte no es sólo el final, sino también el fin de la vida. Esto, sin embargo, lejos de parecer una condena parece en cambio un privilegio. «Cristo mismo —dice san Gregorio de Nisa— nació para morir» , es decir, para poder dar la vida en rescate por todos. Nosotros también hemos recibido la vida como don para tener algo único, precioso, digno de Dios, que poder, por nuestra parte, ofrecerle como don y sacrificio. ¿Qué utilización más hermosa se puede pensar de la vida, que para darla, por amor, al Creador que nos la dio por amor?»
Vanidad de vanidades:XVIII Domingo del Tiempo Ordinario Eclesiastés 1,2;2,21-23; Colosenses 3, 1-5.9-11; Lucas 12, 13-21 4 de agosto de 2013.-El Evangelio del domingo arroja luz sobre un problema fundamental para el hombre: el del sentido de actuar y trabajar en el mundo, que Qohélet en la primera lectura [Eclesiastés] expresa en términos desconsoladores: «¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?». Uno entre la gente pidió a Jesús que interviniera en un litigio entre él y su hermano por cuestiones de herencia. Como a menudo, cuando presentan a Jesús casos particulares (si pagar o no el tributo al César; si lapidar o no a la mujer adúltera), Él no responde directamente, sino que afronta el problema en la raíz; se sitúa en un plano más elevado, mostrando el error que está en la base de la propia cuestión. Los dos hermanos están equivocados porque su conflicto no deriva de la búsqueda de la justicia y de la equidad, sino de la codicia. Entre ellos ya no existe más que la herencia para repartir. El interés acalla todo sentimiento, deshumaniza. Leer más...
* Tengo 13 años. Nací y vivo en Imperial, un pueblecito de Nebraska. Voy al colegio y estudio. De mayor quiero predicar por el mundo el amor de Dios: es lo que Jesús me encargó. Me gusta la música, toco el piano y la trompeta. No tengo miedo a morir: ya sé que el cielo es real 3 de febrero de 2013.- (Víctor - M. Amela / La Vanguardia / Camino Católico)Me mira fijamente desde sus trece años con sus ojos azules y me saluda muy circunspecto: enseguida tengo la sensación de estar con alguien muy maduro emocionalmente, muy sereno, no con un chaval. Mi fotógrafo, Pedro Madueño, de pupila afilada, me lo confirma luego: "Entras en la sala... y su presencia llama la atención, atrae". Lo cierto es que se trata sólo de un niño que dice haber visto el cielo..., lo que no es tan extraño: su padre es pastor de la iglesia local, y su madre trabaja en la parroquia. ¿Qué otra cosa podría haber visto Colton en una experiencia cercana a la muerte? Sus padres recogen lo que cuenta en El cielo es real y El cielo lo cambia todo (Zenith). En el vídeo que ofrecemos, que acompaña esta entrevista como complemento, se visualiza la conversación testimonial del padre Evaristo de Vicente con Colton Burpo y sus padres, en la que los tres cuentan la experiencia del vivida por el niño para el programa “Valores en alza” deIntereconomia TV . Colton explica lo que más le impresionó de su estancia celestial.Leer más...
16 de octubre de 2012.- (Alfa y Omega /Camino Católico) En medio del desierto espiritual -decía el Papa, al inaugurar el Año de la Fe-, «se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza»,personas comprometidas «en hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe en nuestro tiempo».Ése es precisamente el sentido del testimonio de estas 12 personas, que comentan, que nos hablan del Creo en sus propias vidas: Javier Igea, Ignacio Carbajosa y Eduardo Toraño, sacerdotes, Eduard Forcada, seminarista, Jesús Calvillo, Hermano Mayor de Nuestra Señora de las Mercedes de Puerta Real (Sevilla), Jesús García, periodista de Ayuda a la Iglesia Necesitada, Susana Parra, filóloga, Mónica Vidal Liy, economista, Gema Martínez, administrativa, Gonzalo Ochoa, comercial, Irene Sánchez-Prieto, madre de familia, y Teresa Plaza, Cuidados Paliativos a Domicilio Hospital Centro de Cuidados Laguna.
5 de abril de 2012.- «Mi exmujer Romina compartía mi visión religiosa de la vida. Después ella se acercó al budismo. Un día quitó una imagen de la Virgen que teníamos en el jardín para colocar la de Ganesha, la divinidad con la cabeza de elefante. Me rebelé y le dije: "Con todo el espacio que hay, y la debes poner justo en el lugar de la Virgen". Sufrí mucho porque no compartíamos la misma fe….Romina sentía una gran pasión por la India, pero no por la India de la Madre Teresa de Calcuta, sino por la India del hinduismo, de los mantras, de Ganesha, de la mitología. Siempre me he preguntado cómo se puede amar y venerar a un ser con cabeza de elefante y cuerpo de hombre o mujer. Esta propensión de Romina es algo que contribuyó en alejarnos», explica el cantante Al Bano Carrisi en su libro «Yo creo. Porque con la fe no me he rendido jamás», que ya está a la venta en toda Italia, y en el que cuenta su vida, entre demonios y santos. Leer más...
Arturo López Martos, 64 años. Conchi Vaquero Callejas, 58 años. Somos un matrimonio católico que formamos parte de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida. Estamos creando esta nueva comunidad con otros laicos y sacerdotes, basada en la adoración, la oración y la evangelización para formar familias que vivan el evangelio con naturalidad en medio del mundo, siendo auténticos testigos del Amor de Dios. Deseamos alimentarnos permanentemente de la voluntad de Dios en cada una de las cosas que realizamos en nuestra vida diaria personal, familiar, laboral, social...La Biblia es el libro más consultado en nuestra casa. Tenemos 2 hijos: Rut de 21 años y Artur de 23 años.
Quienes somos: La Comunidad Familia, Evangelio y Vida
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Directorio de los Grupos de Oración Familia, Evangelio y Vida
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Hazte intercesor por las peticiones que nos encomiendan
Tú puedes convertirte en intercesor de las peticiones de cuantos llaman al Teléfono de la Oración y nos escriben, y también por la Comunidad Familia, Evangelio, y Vida, para que sea siempre fiel a la voluntad de Dios en su llamada contemplativa, intercesora y evangelizadora. Tú colaboración, orando por aquellos que ni tan siquiera conoces, llenará de gozo el corazón de Dios al pedirle que bendiga a tantas personas que necesitan de una acción poderosa de su amor que ilumine sus vidas. La participación esta abierta en distintas formas individuales y colectivas. Deseamos mostrar que es posible la comunión sin hacer ninguna actividad espectacular sino desde el silencio de la oración.
Hoy hay personas que necesitan de tu oración, mañana tú puedes precisar de la suya. El corazón de Jesús se derrama en misericordia ante la oración generosa de sus hijos. Inscribete como persona individual, familia, grupo de oración, Comunidad Religiosa, sacerdote.... Por eso te pedimos que nos escribas al correo electrónico
escucharlavoz@yahoo.es
y te adhieras convirtiéndote en un intercesor más.
El Señor necesita de tu pequeño compromiso para hacer crecer su Reino en cada hogar y rincón del mundo. Con tu adhesión no estas comprometiendote con nosotros sino con Dios mismo. "Ven bendito de mi Padre porque estaba sufriendo y oraste por mi". Al contestar copia y responde únicamente los apartados, que se adapten a tu persona o colectivo, del siguiente cuestionario, después de leer las intenciones por las que vas a orar.
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