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jueves, 21 de noviembre de 2024

Zachary King, ex satanista que vendió su alma al diablo a los 13 años, se convirtió en un encuentro con la Virgen María que le dijo «tu trabajo es ayudarme a poner fin al aborto»


Zachary King

* «¡Y en ese instante María apareció! Me cogió de la mano, me sonrió tiernamente y me dio la vuelta. ¡Jesús estaba de pie detrás de mí! En ese instante supe que todo lo que es católico es verdad. Supe que mi satanismo y mi brujería eran falsos, y tenía que pararlos. Supe que Jesús es mi Señor y Salvador»

Vídeo de H.M. Televisión en el que Zachary King cuenta su testimonio de conversión

* «No puedes vender tu alma. Dios murió por ti. Jesús pagó el precio por tu alma. No puedes venderla, prestarla, darla… Lo que puedes hacer es dar tu voluntad al demonio. Y el demonio te mentirá porque, ¡oh, sorpresa!, es un mentiroso. La Biblia nos lo dice. Satanás afirmará que tiene tu alma. Pero tú solo tienes que confesarte para recuperarla otra vez. Tienes que devolver tu voluntad a Dios»

Camino Católico.-   «Con trece años firmé un documento que decía: “La Sangre de Jesús lava todo pecado. Pero el mío no. Jesús murió por todos, pero por mí no”. En la página final, vendía mi alma al diablo». A los catorce años le consideraron preparado para participar en un maleficio de alto nivel. La «ofrenda» que se hacía al diablo a cambio de lo que se deseaba conseguir fue un aborto. Una mujer del grupo satánico había quedado embarazada voluntariamente con este fin, tras tener relaciones sexuales con menores del grupo.

Zachary King se convirtió tras un encuentro con la Virgen. María le dijo: «Tu trabajo es ayudarme a poner fin al aborto» y «ahora voy viajando por el mundo dando este mensaje y diciendo a la gente que Satanás es un idiota». Explica su testimonio en dos capítulos del programa “Cambio de agujas” de H.M. Televisión. Este es su historia sintetizada en primera persona:


«Me hicieron saber: Tu meta es el cielo y la mejor manera de conseguirlo es acercándote a Dios. Me quedó claro que debía dejar todo lo referente a la New Age (Nueva Era), el Reiki y a lo claramente satánico. Con la Madre bendita nada me detiene»

A los 11 años conocí el ocultismo y entré en un grupo de chicos de mi edad, era un aquelarre en Estados Unidos, y en ese grupo había una estancia con dulces, chocolates, videos, cigarros, alcohol, droga y demás. Podías comer a todas horas y tomar alcohol hasta quedar ebrio, cosas que en mi casa no me permitían. Sentí que ese era mi lugar. Podía ejercitar el sexo y, además, lo grababan.

Yo hacía de mago, de hechicero; me encantaba porque funcionaba. Me dijeron que ahora tenía que estar presente en un aborto. Yo no sabía lo que era, estuve presente, y luego me tocó hacer uno.

A los 13 me explicaron que si yo entregaba mi alma al demonio debía estar dispuesto a hacer de todo, pero también tenía que hacer ciertos trabajos, como viajar para hacer adeptos entre músicos de Rock, artistas, políticos de alto nivel… Mi vida tendría una duración de noventa o noventa y cinco años con todo lo deseado por mí. Pensé: “Tengo trece años, mucho por delante para hacer mi voluntad y conseguir todo lo que quiera”. No sabía siquiera si el infierno era real. Eso me convenció, así que firmé un documento que decía: “La Sangre de Jesús lava todo pecado, pero el mío no. Jesús murió por los pecados de todos, pero no por mí”. En la página final vendía mi alma al diablo. Firmé.

Algunas personas que firman este documento, al paso de los años, acaban suicidándose pues quieren huir de lo que han hecho.

Transgredí los Diez Mandamientos. Como era de religión bautista, me tocaba desestabilizar iglesias bautistas metiendo cizaña a través de la murmuración.

Con el tiempo, mi posición llegó a ser la de un Brujo de alto nivel (High Wizard), de los que no hay más de ocho en el mundo. En mi aquelarre particular yo había formado parte de la Iglesia Mundial de Satanás, y en ese aquelarre yo era el Brujo de más alto nivel. Un Brujo de ese nivel visita Hollywood, Los Ángeles, y lugares donde hay personas que quieren ser famosos, y les pregunta: “¿Qué estás dispuesto a hacer para ser famoso?”. La mayor parte contesta: “Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa”. Satanás quiere una disponibilidad total para arrastrar a sus víctimas por el lodo; te odia, no es tu amigo; te cobra los favores.

Yo me apunté porque lo quería todo: poder, conocimiento, coches, chicas… Quería pecar lo más que una persona fuera capaz de pecar. Pensé que pecar era equivalente a la diversión. Quería la cantidad más grande de dinero que pudiera tener, la casa más grande, el coche más lujoso, quería hacer lo que me diera la gana. Y Satanás parecía dispuesto a darme todo eso. El demonio era mi amo. Estaba logrando lo que él quiere, esclavizar sin que te des cuenta. Iba a los mercados y maldecía toda la comida que había allí.

Después de 6 ó 7 años piensas: “Ya no quiero hacer esto, pero ya me comprometí. No puedo parar. La única manera de salir es morir. Tendrás que suicidarte o que te mate alguien o morir de edad avanzada”.

Quiero decir, de paso, que es imposible vender tu alma al demonio, porque las almas las compró Jesús a precio de Sangre.

Un día planeé mi escapada, conduje fuera de la ciudad hasta que no tuve gasolina. Vendí mi coche y me dirigí a Canadá, pero me rechazaron en la frontera. Me casé y empecé a trabajar en una joyería en un centro comercial. Y tres meses después de casarme, en enero de 2008, en la joyería se me acercó una señora que quería comprar unos aretes, se los mostré, pero la cliente sacó un disco pequeño dorado. Yo no sabía qué era (era una medalla de la Virgen). Y luego dijo una cosa extraña: “La Madre bendita te llama a su ejército”. Pensé: “¿Quién será la Madre bendita?”. Le dije: “Me da igual lo que me des; no me puede hacer nada. Esta medalla milagrosa no le va a hacer nada al brujo de más alto nivel”.

Aprieto la medalla en mi puño. Me encuentro ante la Mujer, somos ella y yo, me cuenta mi vida, me dice que he destrozado más de cien iglesias, y esto procede del demonio; me dice varias cosas más y en todas repite “y esto procede del demonio”. 

Yo estoy aterrorizado, no sé qué hacer. Me gustaría correr, estoy flotando en el vacío, no estoy tocando el suelo. Quiero dejar caer la medalla. Estoy pensando que la mujer está haciendo magia y yo no tengo este poder. Y la cliente dice de nuevo: “La Madre bendita te llama a su ejército”. Y supe instantáneamente que se refería a las Madre de Dios. Una revelación extraña para un exbautista. 

¡Y en ese instante María apareció! Me cogió de la mano, me sonrió tiernamente y me dio la vuelta. ¡Jesús estaba de pie detrás de mí! En ese instante supe que todo lo que es católico es verdad. Supe que mi satanismo y mi brujería eran falsos, y tenía que pararlos. Supe que Jesús es mi Señor y Salvador, y que no había vendido mi alma al diablo a los 13 años. La Señora me dijo: “Tu trabajo es ayudarme a poner fin al aborto. Saca tu rosario y dale una patada a aquél, pero no le dejes cogerte; no te dejes engañar por sus juegos y sus trampas”. Luego supe que el aborto es la ofrenda más poderosa que se puede dar a Satanás.

Si eres católico sabes que debes dejar al demonio y correr hacia Dios, pero yo no lo sabía. Me hicieron saber: Tu meta es el cielo y la mejor manera de conseguirlo es acercándote a Dios. Me quedó claro que debía dejar todo lo referente a la New Age (Nueva Era), el Reiki y a lo claramente satánico. Con la Madre bendita nada me detiene.

Zachary King

Gabriel Hernán, seminarista: «Crecí entre maras y pandillas, algunos de estos jóvenes me veían cercano a la Iglesia y se acercaban a conversar conmigo y Dios me pide ser sacerdote para acompañar a estos jóvenes»


Gabriel Hernán Méndez es seminarista de Honduras que quiere ayudar a los jóvenes de su país cuando sea sacerdote a salir de las pandillas y la violencia

* «Cuando un joven entra en una pandilla no le dejan salir. Por eso es importante la creación de estos centros donde acoger a niños antes de que entren en estas organizaciones, enseñarles oficios que ocupen su mente… Lo primero que debemos tener claro los sacerdotes es el mensaje del Evangelio y cómo transmitirlo, anunciando a Jesucristo sin dejarse influenciar por ideologías que atacan a la sociedad. Al contrario, debe actuar como un pastor y buscar a las ovejas perdidas, que muchas veces no tienen a alguien que les muestre el camino. Con el auge de las redes sociales, existe el riesgo de que Cristo quede relegado y el predicador se ponga en el centro. Por ello, es fundamental que el sacerdote se prepare intelectualmente para dar razón de nuestra fe, no solo con oraciones, sino también con elocuencia en su enseñanza, tanto de palabra como de obra» 

Vídeo de la Fundación CARF en el que Gabriel Hernán Méndez cuenta sintetizado su testimonio

Camino Católico.-   Gabriel Hernán Méndez (Honduras, 1994) es un seminarista de 30 años, originario de san Pedro Sula, Honduras, que pertenece a la diócesis de Santa María de las Gracias y sueña con ayudar a los jóvenes de Honduras para que abandonen la violencia de las pandillas. Actualmente cursa el tercer año de Teología en la Universidad de Navarra y reside en el Seminario Internacional Bidasoa. Cuenta su testimonio de conversión y vocación en el portal de la Fundación CARF.

De la duda a la fe: el despertar espiritual

Aunque su familia no era religiosa, la influencia de su abuela, que le enseñó a rezar, fue decisiva. Sin embargo, en la adolescencia se alejó de la fe y dejó de asistir a la Misa, ya que los constantes cambios de domicilio y los intereses juveniles lo apartaron de la Iglesia. A pesar de ello, en su interior sentía una atracción por la fe que nunca llegó a desaparecer.

«En mi adolescencia, me alejé completamente de la Iglesia y de todo lo relacionado con la religión. Esto se debió fundamentalmente a los compromisos laborales de mis padres, que nos obligaban a mudarnos con frecuencia, lo que me impedía tener un lugar fijo donde asistir a Misa. Además, por mi edad, había otras cosas que captaban mi interés. Sin embargo, en el fondo, siempre me sentí atraído por las cosas de la Iglesia», cuenta Gabriel.

Años después, una religiosa lo invitó a una catequesis para recibir la Confirmación. Gabriel accedió, inicialmente motivado por la presencia de una compañera de clase que le gustaba, pero con el tiempo comenzó a involucrarse en actividades de la Iglesia. Al recibir el sacramento, el obispo le preguntó cómo iba a servir a una Iglesia pobre como la de Honduras, palabras que resonaron profundamente en él.


Gabriel Hernán Méndez entró en el seminario, luego salió, pero la llamada de Dios persistió y ahora desea ser ordenado presbitero

El proceso de discernimiento y de formación en el seminario de Honduras

Un seminarista, ahora sacerdote, lo invitó a encuentros de discernimiento vocacional dirigidos a jóvenes que graduados del Bachillerato y que desearan descubrir su vocación. A finales de 2013, Gabriel recibió la aceptación para ingresar en el seminario mayor Nuestra Señora de Suyapa en Tegucigalpa, donde inició su formación en 2014 con 19 años, aunque sin el apoyo de su familia.

«Fue una experiencia nueva para mí, ya que me fui sin el apoyo de mi familia, quienes, al no practicar la fe, no entendían mi decisión de ingresar en el seminario», señala. 

Una pausa en su formación presbiteral

Después de terminar Filosofía (2017) diversas circunstancias le llevaron a poner una pausa en su formación presbiteral y regresar a casa. Comenzó a trabajar en un grupo de empresas dedicadas al comercio, lo cual representó un nuevo reto para él, ya que tuvo que adaptarse a otro estilo de vida y al ambiente laboral. 

«Aquí debo mencionar a una persona que Dios puso en mi camino: Magdalena Méndez, la dueña del grupo de empresas. Ella confió en mí y me dio el empleo a pesar de no tener experiencia alguna», apunta Gabriel.

Una llamada a la vocación como sacerdote que persiste

Con el tiempo, fue ascendiendo en la empresa y un día le propusieron ser Gerente General y representante legal de la empresa. Laboral y financieramente le iba muy bien; había logrado muchas cosas que nunca imaginó. Sin embargo, a pesar de todo, siempre seguía resonando en su cabeza la idea de ser sacerdote: «había como un vacío en mi interior», confiesa este joven de Honduras. 

En todo este tiempo mantuvo comunicación con su director espiritual. Posteriormente, él fue nombrado obispo de una nueva diócesis en Honduras y le invitó a una experiencia en una parroquia de su diócesis para ayudarle en su proceso de discernimiento. 


«En enero de 2023, renuncié a mi trabajo y me trasladé al santuario san Matías Apóstol, en La Campa, Lempira (Honduras) -en la imagen superior- donde me acompañó el padre Rubén Gómez. Estando allí, surgió la oportunidad de venir a España a un seminario internacional, el de Bidasoa. El obispo me hizo la propuesta, la cual acepté, y en agosto de 2023 llegué a Pamplona, donde retomé mi formación y estudios con miras a la ordenación presbiteral».

Una misión: ayudar a los jóvenes atrapados en la violencia de pandillas

En todo este tiempo Gabriel no dejó nunca de rezar ni de pedir a Dios qué quería para su vida. «Yo crecí entre maras y pandillas. Honduras es un país con mucha violencia donde los chicos jóvenes se unen a pandillas violentas. Algunos de estos jóvenes me veían cercano a la Iglesia y se acercaban a conversar conmigo. Para acompañar a estos jóvenes pensé: creo que Dios me pide ser sacerdote. Desde mi ejemplo de vida quizás pueda arrastrar a estos jóvenes a otra forma de vida y que descubran que no solo la mara o la pandilla es la única salida», relata con emoción. 

Se entristece cuando piensa que algunos de sus compañeros no han finalizado el Bachillerato, porque se han introducido en el violento mundo de las pandillas. «Mi ciudad, san Pedro Sula, está marcada por las pandillas y las maras, y muchos jóvenes no ven otra salida que meterse allí porque ven el grupo como una familia, la que no han encontrado en sus casas. Sufren de carencias afectivas y vacíos familiares», se lamenta. 

Su deseo: ser un sacerdote que ayude a estos jóvenes 

Gabriel aspira a ser un sacerdote comprometido, en primer lugar, en el terreno espiritual, evangelizando, y transmitiendo el amor que Dios les tiene a todos estos jóvenes. Y, en segundo lugar, apoyando la creación de centros de rehabilitación: «Cuando un joven entra en una pandilla no le dejan salir. Por eso es importante la creación de estos centros donde acoger a niños antes de que entren en estas organizaciones, enseñarles oficios que ocupen su mente». 

En esta misión, Gabriel agradece la labor de la Iglesia que cuenta con centros y congregaciones religiosas dedicadas a trabajar con jóvenes en riesgo social. Sin embargo, el trabajo se complica porque, para muchos de estos jóvenes, las pandillas representan la única salida viable. Además, el Gobierno muestra un gran desinterés por abordar este problema. 


Gabriel Hernán Méndez tiene claro que el sacerdote debe predicar tanto de palabra como de obra para que su testimonio sea coherente

El problema de las sectas y la falta de sacerdotes 

Otro de los problemas que vive Honduras es la influencia de las sectas: «hoy en día los católicos ya no somos mayoría en un país que tradicionalmente ha sido católico. Los jóvenes se sienten más atraídos por estas sectas, ya que en los barrios hay una en cada calle, mientras que las iglesias católicas son escasas, con solo una por barrio. Además, el sacerdote muchas veces no puede llegar ni una vez al mes, ya que tiene que atender 50 templos más», se lamenta. 

Con este gran desafío que tiene Gabriel pide oraciones a todos para llegar a ser un buen sacerdote: «lo primero que debemos tener claro los sacerdotes es el mensaje del Evangelio y cómo transmitirlo, anunciando a Jesucristo sin dejarse influenciar por ideologías que atacan a la sociedad. Al contrario, debe actuar como un pastor y buscar a las ovejas perdidas, que muchas veces no tienen a alguien que les muestre el camino». 

«Se predica a Cristo, no a uno mismo» 

Además, para Gabriel, un sacerdote del siglo XXI debe recordar que se predica a Cristo y no a uno mismo. «Con el auge de las redes sociales, existe el riesgo de que Cristo quede relegado y el predicador se ponga en el centro. Por ello, es fundamental que el sacerdote se prepare intelectualmente para dar razón de nuestra fe, no solo con oraciones, sino también con elocuencia en su enseñanza, tanto de palabra como de obra». 

En toda esta tarea, agradece a la Fundación CARF el apoyo que recibe para formarse más y mejor. «Hacen falta sacerdotes bien formados porque en este mundo, con tanta ideología, tenemos que dar razones de nuestra fe, para asentar las bases de una nueva evangelización y así contribuir al nuevo resurgimiento de la Iglesia». 

Louis-Alcine era «practicante no creyente», siendo masón fue por curiosidad al funeral de Juan Pablo II «y decidí volver a ser católico. Jesucristo estuvo en esa misa para mí»


Louis-Alcine en los encuentros veraniegos de Paray-le-Monial

* «Pude comprender íntimamente qué sabia es la Iglesia cuando dice que hay que elegir entre una verdad que construye el hombre por sí mismo,  y una Revelación trascendente que nos es entregada; entre un bautismo al que se invita a todo el mundo a la luz del día y un conocimiento abierto a todos, y un rito iniciático oculto para el cual uno es seleccionado… Y yo tenía una página en blanco ante mí, que es la liberación total que me ofrecía el sacramento de la penitencia. Era yo quien iba a escribir con total libertad las siguientes páginas. En un ritual tan sencillo, con tan poco ‘aparato’, ¡hay tal concentración de gracia! Tras un diálogo entre dos personas, y por medio de unas pocas palabras dichas en nombre de la Iglesia por el sacerdote, soy restaurado en la gracia de mi bautismo y de mi sacramento del matrimonio. ¡Jamás podremos descubrir toda la profundidad de este sacramento que abre una puerta al futuro y borra y perdona el pasado!»

Camino Católico.-   Como en el caso de Maurice Caillet y Serge Abad-Gallardo, para Louis-Alcine el momento de ingresar en la masonería coincidió con los primeros éxitos de una brillante carrera profesional: "Yo era un treintañero rodeado de triunfadores, todos ellos gente intelectualmente brillante. Llevaba diez años casado con una mujer alegre e inteligente".

Los fines de semana encadenaban cenas y salidas mundanas con agradables conversaciones entre amigos de su ámbito. No tenía grandes preocupaciones: "La vida me sonreía. Me propusieron hacerme masón y acepté, halagado de que una logia del Gran Oriente de Francia me hubiese escogido".

El bautizo

El 15 de febrero de 2005 nació su cuarta hija y se planteó la cuestión de su bautizo.

Hay muchos que se definen como 'creyentes no practicantes', pero el caso de Louis-Alcine era distinto: "Solo para no suprimir a Dios de mi vida totalmente, yo seguía yendo a misa los domingos, pensando que mal no podía hacerme, y a modo de recuerdo de lo que había vivido en otras épocas de mi vida. Mi mujer decía que me había convertido en un 'practicante no creyente'. Y así era", confesó él mismo en la sesión de la segunda semana de agosto de los encuentros de la Comunidad del Emmanuel en Paray-le-Monial, la localidad de Francia donde Santa Margarita María Alacoque difundió la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Louis-Alcine cuenta su conversión en un encuentro de Paray-le-Monial este agosto

Justo a esa comunidad estaba confiada la parroquia de la región parisina a la que acudieron para preparar la celebración. Cuando, en una reunión, los diversos padres fueron explicando por qué querían bautizar a sus hijos, los demás contaron "historias muy bellas", pero Louis-Alcine, "en un arranque de sinceridad", dijo lo que pensaba: "'Para contentar a mi esposa', dije... lo que no hizo sino aumentar su tristeza”.

El funeral

En ese periodo estaban, cuando el 2 de abril de 2005 murió Juan Pablo II. Un compañero de trabajo, que conocía su “pasado cristiano”, le insistió en que el funeral, que se preveía masivo e histórico (de hecho, pocas veces se ha visto tal concentración de jefes de Estado y de Gobierno, católicos y no católicos), era un acontecimiento que no podían perderse: "¡Vamos, tenemos que ir!", le animó.

“Nostálgico o curioso, decidí ir”, explica Louis-Alcine, quien nunca había estado en Roma. Una vez allí, siguió a la multitud por Via Conciliazione y logró situarse en un punto desde donde podía ver el ataúd, sobre el cual habían depositado unos Evangelios cuyas páginas iban pasando, impulsadas por la brisa.

Al Evangelio que fue depositado sobre el féretro con los restos mortales del Papa le iba pasando las páginas el viento en la Plaza de San Pedro

Ese ambiente le sugestionó y conmovió profundamente. Al llegar el Credo, lo rezó: "Invadido por mis recuerdos infantiles, canté la fe de la Iglesia universal. Y luego me impresionó el increíble recogimiento de esa masa de gente en el momento de la consagración. Cuando terminó la misa, a mediodía, el viento había pasado la última página del Evangelio, y yo decidí volver a ser católico. Éramos un millón de personas, pero Jesucristo, en esa misa, estuvo ahí para mí”.

Le costó despegarse de la Plaza de San Pedro, donde se quedó mucho tiempo, hasta que se vació casi por completo: "Yo no quería irme. Me sentía en casa. Había vuelto a mi hogar, donde Alguien me estaba esperando. Había llegado a Roma por una mezcla de curiosidad y nostalgia y había regresado católico".

Louis-Alcine y su esposa, contando su testimonio de su conversión en los encuentros veraniegos de Paray-le-Monial

La confesión sacramental

A las pocas semanas de regresar de la Ciudad Eterna, bautizaron a su hija. "¡Pero esta vez, no para contentar a mi mujer!”, bromea: "Ella estaba feliz de verme transformado".

Louis-Celine tenía, en cualquier caso, que "poner de nuevo en orden" su vida, y "quedaba la cuestión de la masonería": "Tuve la suerte de recibir una buena formación en mi juventud, así que conocía el magisterio de la Iglesia. Pude comprender íntimamente qué sabia es la Iglesia cuando dice que hay que elegir entre una verdad que construye el hombre por sí mismo,  y una Revelación trascendente que nos es entregada; entre un bautismo al que se invita a todo el mundo a la luz del día y un conocimiento abierto a todos, y un rito iniciático oculto para el cual uno es seleccionado. Yo elegí y le escribí al maestro de mi logia".

Louis-Alcine, acompañado de su esposa, en los encuentros veraniegos de Paray-le-Monial

El paso final era la confesión sacramental, que aún hubo de esperar "tres meses de penitencia y reconciliación" que le permitieron "pasar página": "La página anterior de mi vida quedaba escrita: era mi vida, una riqueza, porque servía para acordarme de mi debilidad. Y yo tenía una página en blanco ante mí, que es la liberación total que me ofrecía el sacramento de la penitencia. Era yo quien iba a escribir con total libertad las siguientes páginas".

Louis-Alcine siente "una debilidad especial" por el sacramento de la reconciliación: "En un ritual tan sencillo, con tan poco ‘aparato’, ¡hay tal concentración de gracia! Tras un diálogo entre dos personas, y por medio de unas pocas palabras dichas en nombre de la Iglesia por el sacerdote, soy restaurado en la gracia de mi bautismo y de mi sacramento del matrimonio. ¡Jamás podremos descubrir toda la profundidad de este sacramento que abre una puerta al futuro y borra y perdona el pasado!"

"Gracias por permitirme evocar este acontecimiento de mi vida, ese día en que el Señor vino a buscarme y me rescató", concluye Louis-Alcine, quien no olvida que todo pudo suceder gracias a una propuesta de un amigo que jamás habría esperado ese resultado: “Dios se sirve de nosotros en beneficio de nuestros hermanos. Las palabras tienen su importancia, pueden abrir un camino nuevo a alguien mucho más allá de lo que nosotros conocemos".

martes, 19 de noviembre de 2024

Troy y Christy King tienen 18 hijos, varios adoptados: «Nuestra fe católica es la base para todo lo que hacemos: La oración y la confianza en Dios verdaderamente entran en juego»

Los King son una familia con 18 hijos en la que la fe es el centro de su vida

* «Cuando tenemos que tomar una decisión nos aseguramos de que nuestros hijos sepan que nuestra fe es la brújula que utilizamos para hacer nuestras elecciones. Cuando los niños nos ven rezar juntos o leer libros para aprender más acerca de nuestra fe se convierte en una prioridad para ellos también. Incorporamos la oración y nuestra fe durante toda la semana. Rezamos antes de cada comida, cada vez que entramos en el coche, y rezamos constantemente el Rosario juntos como familia. Nos encanta también rezar con los amigos»

Camino Católico.-  Por donde van llaman la atención. Son un testimonio andante porque no es nada común ver a una familia de 18 hijos, pero ellos quieren aprovechar su situación para evangelizar y mostrar el amor de Dios manifestado en la familia."Nuestra fe católica es la que nos define”, afirman los King, un matrimonio con una familia inmensa en Estados Unidos.

Abiertos a la vida

Troy y Christy King son un caso excepcional pues cumplen 27 años de matrimonio y tienen 18 hijos. Aunque este número es gracias en parte a que esta apertura a la vida la han tenido también a través de la adopción, pues más de la mitad llegaron a casa una vez ya nacidos.

Troy, dentista infantil en Florida, cuenta que “estar abierto a la vida ha tomado un nuevo significado para mí desde que adoptamos nuestro primer hijo. Dios nos ha empujado no sólo a dar la bienvenida a cualquier embarazo con el que seamos bendecidos sino también a ciertas situaciones de adopción”. Por ello, no han dudado en adoptar por ejemplo a un niño con parálisis cerebral.

La fe ha sido un elemento esencial a la hora de crear una familia así de gigante. “En mi experiencia, aquí es donde la oración y la confianza en Dios verdaderamente entran en juego. Cuando nuestra puerta está abierta a la vida, ya sea a través del embarazo o la adopción, nuestras preocupaciones son muy pequeñas”, cuenta Christy, madre de estos 18 hijos.

En su opinión, esta elección de vida “nos ha llevado a algunas  bendiciones enormes que probablemente habríamos rechazado si fuera por nosotros. Aparte de algunos bebés prematuros, nuestro primer problema de salud grave vino con nuestro décimo hijo. Nació con parálisis y no sabían que la tenía cuando la adoptaron y “ha sido una bendición para toda nuestra comunidad”.

“Mientras es incapaz de caminar sin su andador, ella asiste a la escuela con los otros niños e incluso ‘corre’ en el equipo de atletismo. Muchos de sus compañeros, incluyendo a nuestros propios hijos, no crecerán sintiéndose incómodos con alguien con necesidades especiales porque han llegado a experimentar su normalidad de primera mano. Dios, obviamente, sabía lo que podíamos soportar mucho mejor que nosotros”, añade.

Ser catequistas y maestros de nuestros hijos

La fe en la familia no es algo accesorio sino la piedra angular. En declaraciones al National Catholic Register, Troy afirma que “la forma más importante de incorporar la fe en la vida de los niños es tomar en serio nuestra responsabilidad de ser los principales catequistas y maestros de nuestros hijos”.

Incidiendo en este aspecto, Christy añade que “mientras que nuestro gran número de hijos es lo que inicialmente atrae la atención de la gente, lo que realmente nos define es nuestra fe católica. Es la música de fondo que suena mientras vivimos nuestras vidas cotidianas”.

El sacerdote es uno más en la familia King

Oración diaria en familia

Llevado a la práctica, esta madre explica que “incorporamos la oración y nuestra fe durante toda la semana. Rezamos antes de cada comida, cada vez que entramos en el coche, y rezamos constantemente el Rosario juntos como familia. Nos encanta también rezar con los amigos”.

Que la fe sea el motor de los padres repercute claramente en los hijos. El ejemplo es el primer paso para que los pequeños sepan discernir lo importante de lo accesible. “Cuando tenemos que tomar una decisión nos aseguramos de que nuestros hijos sepan que nuestra fe es la brújula que utilizamos para hacer nuestras elecciones. Cuando los niños nos ven rezar juntos o leer libros para aprender más acerca de nuestra fe se convierte en una prioridad para ellos también. Nuestra fe católica es la base para todo lo que hacemos”, explica Christy.

Además, este matrimonio da cuatro consejos prácticos a los padres que quieran tener una familia católica y que a ellos les han resultado muy útiles:

1. Poner al cónyuge en primer lugar

Una de los principales problemas que se dan en las familias cuando llegan los niños es dejar al marido o a la mujer como algo secundario para así centrarse en los pequeños. “Desde hace años Troy y yo salimos una vez por semana. En una ocasión, uno de los chicos estaba decepcionado porque quería venir con nosotros. Le preguntó a Troy: ‘¿Por qué siempre sales con mamá?’ Él respondió: ‘Un día todos vosotros os iréis y yo estaré aquí con ella. Necesito saber que todavía le gusto’. Ahora, cada vez que los niños nos miran darnos un abrazo o un beso siempre sonríen. Cuando discutimos, ellos no son felices. No hay nada que dé a nuestros hijos mayor confianza y paz que el conocimiento de que sus padres se aman”.

2. Menos pantallas y más juegos

Contando su experiencia como padres, Troy recuerda que hace ya varios años “incorporamos el domingo sin pantallas” y ha sido una experiencia fantástica. Los niños juegan a juegos de mesa, salen y se ensucian, nadan, construyen castillos, leen, juegan a la pelota…Y adivina qué, rara vez dicen que se aburren los domingos”, cuenta el padre de familia.

3. Contestar siempre con la verdad

La madre también incide en otro punto importante que han experimentado en sus propias carnes como padres. “Si sus hijos os hacen una pregunta, contestad con sinceridad. Uno de mis hijos pequeños me preguntó lo que quería decir la palabra ‘sexo’. Me horroricé y quise saber dónde oyó eso y qué pensaba que significaba. Podría haberle dado una respuesta con evasivas pero en su lugar decidí contarle la verdad de una manera que fuera apropiada para su edad. ¿Por qué? Ella ya estaba recibiendo información de sus compañeros, y si ella no puede acudir a mí habría ido a otra fuente que podría haberle dado otra explicación nada exacta ni moral. Quería que tuviera la seguridad de que si ella venía a mí le daría una respuesta sincera”.

4. La importancia del orden

Los niños necesitan saber que existe un orden y unas prioridades, esta es una clave muy importante para la familia pues Dios hizo del caos el orden. El padre considera que este aspecto es muy importante: “mantener el orden en la vida: Dios, la familia, el trabajo. Mantener el orden; mantener la fe”.

“Comienza con el fin en mente: El cielo. Nuestros niños saben desde pequeñitos que estamos tratando de señalar en esa dirección”, concluye Troy.