Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

Mostrando entradas con la etiqueta matrimonio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta matrimonio. Mostrar todas las entradas

jueves, 21 de noviembre de 2024

Louis-Alcine era «practicante no creyente», siendo masón fue por curiosidad al funeral de Juan Pablo II «y decidí volver a ser católico. Jesucristo estuvo en esa misa para mí»


Louis-Alcine en los encuentros veraniegos de Paray-le-Monial

* «Pude comprender íntimamente qué sabia es la Iglesia cuando dice que hay que elegir entre una verdad que construye el hombre por sí mismo,  y una Revelación trascendente que nos es entregada; entre un bautismo al que se invita a todo el mundo a la luz del día y un conocimiento abierto a todos, y un rito iniciático oculto para el cual uno es seleccionado… Y yo tenía una página en blanco ante mí, que es la liberación total que me ofrecía el sacramento de la penitencia. Era yo quien iba a escribir con total libertad las siguientes páginas. En un ritual tan sencillo, con tan poco ‘aparato’, ¡hay tal concentración de gracia! Tras un diálogo entre dos personas, y por medio de unas pocas palabras dichas en nombre de la Iglesia por el sacerdote, soy restaurado en la gracia de mi bautismo y de mi sacramento del matrimonio. ¡Jamás podremos descubrir toda la profundidad de este sacramento que abre una puerta al futuro y borra y perdona el pasado!»

Camino Católico.-   Como en el caso de Maurice Caillet y Serge Abad-Gallardo, para Louis-Alcine el momento de ingresar en la masonería coincidió con los primeros éxitos de una brillante carrera profesional: "Yo era un treintañero rodeado de triunfadores, todos ellos gente intelectualmente brillante. Llevaba diez años casado con una mujer alegre e inteligente".

Los fines de semana encadenaban cenas y salidas mundanas con agradables conversaciones entre amigos de su ámbito. No tenía grandes preocupaciones: "La vida me sonreía. Me propusieron hacerme masón y acepté, halagado de que una logia del Gran Oriente de Francia me hubiese escogido".

El bautizo

El 15 de febrero de 2005 nació su cuarta hija y se planteó la cuestión de su bautizo.

Hay muchos que se definen como 'creyentes no practicantes', pero el caso de Louis-Alcine era distinto: "Solo para no suprimir a Dios de mi vida totalmente, yo seguía yendo a misa los domingos, pensando que mal no podía hacerme, y a modo de recuerdo de lo que había vivido en otras épocas de mi vida. Mi mujer decía que me había convertido en un 'practicante no creyente'. Y así era", confesó él mismo en la sesión de la segunda semana de agosto de los encuentros de la Comunidad del Emmanuel en Paray-le-Monial, la localidad de Francia donde Santa Margarita María Alacoque difundió la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Louis-Alcine cuenta su conversión en un encuentro de Paray-le-Monial este agosto

Justo a esa comunidad estaba confiada la parroquia de la región parisina a la que acudieron para preparar la celebración. Cuando, en una reunión, los diversos padres fueron explicando por qué querían bautizar a sus hijos, los demás contaron "historias muy bellas", pero Louis-Alcine, "en un arranque de sinceridad", dijo lo que pensaba: "'Para contentar a mi esposa', dije... lo que no hizo sino aumentar su tristeza”.

El funeral

En ese periodo estaban, cuando el 2 de abril de 2005 murió Juan Pablo II. Un compañero de trabajo, que conocía su “pasado cristiano”, le insistió en que el funeral, que se preveía masivo e histórico (de hecho, pocas veces se ha visto tal concentración de jefes de Estado y de Gobierno, católicos y no católicos), era un acontecimiento que no podían perderse: "¡Vamos, tenemos que ir!", le animó.

“Nostálgico o curioso, decidí ir”, explica Louis-Alcine, quien nunca había estado en Roma. Una vez allí, siguió a la multitud por Via Conciliazione y logró situarse en un punto desde donde podía ver el ataúd, sobre el cual habían depositado unos Evangelios cuyas páginas iban pasando, impulsadas por la brisa.

Al Evangelio que fue depositado sobre el féretro con los restos mortales del Papa le iba pasando las páginas el viento en la Plaza de San Pedro

Ese ambiente le sugestionó y conmovió profundamente. Al llegar el Credo, lo rezó: "Invadido por mis recuerdos infantiles, canté la fe de la Iglesia universal. Y luego me impresionó el increíble recogimiento de esa masa de gente en el momento de la consagración. Cuando terminó la misa, a mediodía, el viento había pasado la última página del Evangelio, y yo decidí volver a ser católico. Éramos un millón de personas, pero Jesucristo, en esa misa, estuvo ahí para mí”.

Le costó despegarse de la Plaza de San Pedro, donde se quedó mucho tiempo, hasta que se vació casi por completo: "Yo no quería irme. Me sentía en casa. Había vuelto a mi hogar, donde Alguien me estaba esperando. Había llegado a Roma por una mezcla de curiosidad y nostalgia y había regresado católico".

Louis-Alcine y su esposa, contando su testimonio de su conversión en los encuentros veraniegos de Paray-le-Monial

La confesión sacramental

A las pocas semanas de regresar de la Ciudad Eterna, bautizaron a su hija. "¡Pero esta vez, no para contentar a mi mujer!”, bromea: "Ella estaba feliz de verme transformado".

Louis-Celine tenía, en cualquier caso, que "poner de nuevo en orden" su vida, y "quedaba la cuestión de la masonería": "Tuve la suerte de recibir una buena formación en mi juventud, así que conocía el magisterio de la Iglesia. Pude comprender íntimamente qué sabia es la Iglesia cuando dice que hay que elegir entre una verdad que construye el hombre por sí mismo,  y una Revelación trascendente que nos es entregada; entre un bautismo al que se invita a todo el mundo a la luz del día y un conocimiento abierto a todos, y un rito iniciático oculto para el cual uno es seleccionado. Yo elegí y le escribí al maestro de mi logia".

Louis-Alcine, acompañado de su esposa, en los encuentros veraniegos de Paray-le-Monial

El paso final era la confesión sacramental, que aún hubo de esperar "tres meses de penitencia y reconciliación" que le permitieron "pasar página": "La página anterior de mi vida quedaba escrita: era mi vida, una riqueza, porque servía para acordarme de mi debilidad. Y yo tenía una página en blanco ante mí, que es la liberación total que me ofrecía el sacramento de la penitencia. Era yo quien iba a escribir con total libertad las siguientes páginas".

Louis-Alcine siente "una debilidad especial" por el sacramento de la reconciliación: "En un ritual tan sencillo, con tan poco ‘aparato’, ¡hay tal concentración de gracia! Tras un diálogo entre dos personas, y por medio de unas pocas palabras dichas en nombre de la Iglesia por el sacerdote, soy restaurado en la gracia de mi bautismo y de mi sacramento del matrimonio. ¡Jamás podremos descubrir toda la profundidad de este sacramento que abre una puerta al futuro y borra y perdona el pasado!"

"Gracias por permitirme evocar este acontecimiento de mi vida, ese día en que el Señor vino a buscarme y me rescató", concluye Louis-Alcine, quien no olvida que todo pudo suceder gracias a una propuesta de un amigo que jamás habría esperado ese resultado: “Dios se sirve de nosotros en beneficio de nuestros hermanos. Las palabras tienen su importancia, pueden abrir un camino nuevo a alguien mucho más allá de lo que nosotros conocemos".

martes, 19 de noviembre de 2024

Troy y Christy King tienen 18 hijos, varios adoptados: «Nuestra fe católica es la base para todo lo que hacemos: La oración y la confianza en Dios verdaderamente entran en juego»

Los King son una familia con 18 hijos en la que la fe es el centro de su vida

* «Cuando tenemos que tomar una decisión nos aseguramos de que nuestros hijos sepan que nuestra fe es la brújula que utilizamos para hacer nuestras elecciones. Cuando los niños nos ven rezar juntos o leer libros para aprender más acerca de nuestra fe se convierte en una prioridad para ellos también. Incorporamos la oración y nuestra fe durante toda la semana. Rezamos antes de cada comida, cada vez que entramos en el coche, y rezamos constantemente el Rosario juntos como familia. Nos encanta también rezar con los amigos»

Camino Católico.-  Por donde van llaman la atención. Son un testimonio andante porque no es nada común ver a una familia de 18 hijos, pero ellos quieren aprovechar su situación para evangelizar y mostrar el amor de Dios manifestado en la familia."Nuestra fe católica es la que nos define”, afirman los King, un matrimonio con una familia inmensa en Estados Unidos.

Abiertos a la vida

Troy y Christy King son un caso excepcional pues cumplen 27 años de matrimonio y tienen 18 hijos. Aunque este número es gracias en parte a que esta apertura a la vida la han tenido también a través de la adopción, pues más de la mitad llegaron a casa una vez ya nacidos.

Troy, dentista infantil en Florida, cuenta que “estar abierto a la vida ha tomado un nuevo significado para mí desde que adoptamos nuestro primer hijo. Dios nos ha empujado no sólo a dar la bienvenida a cualquier embarazo con el que seamos bendecidos sino también a ciertas situaciones de adopción”. Por ello, no han dudado en adoptar por ejemplo a un niño con parálisis cerebral.

La fe ha sido un elemento esencial a la hora de crear una familia así de gigante. “En mi experiencia, aquí es donde la oración y la confianza en Dios verdaderamente entran en juego. Cuando nuestra puerta está abierta a la vida, ya sea a través del embarazo o la adopción, nuestras preocupaciones son muy pequeñas”, cuenta Christy, madre de estos 18 hijos.

En su opinión, esta elección de vida “nos ha llevado a algunas  bendiciones enormes que probablemente habríamos rechazado si fuera por nosotros. Aparte de algunos bebés prematuros, nuestro primer problema de salud grave vino con nuestro décimo hijo. Nació con parálisis y no sabían que la tenía cuando la adoptaron y “ha sido una bendición para toda nuestra comunidad”.

“Mientras es incapaz de caminar sin su andador, ella asiste a la escuela con los otros niños e incluso ‘corre’ en el equipo de atletismo. Muchos de sus compañeros, incluyendo a nuestros propios hijos, no crecerán sintiéndose incómodos con alguien con necesidades especiales porque han llegado a experimentar su normalidad de primera mano. Dios, obviamente, sabía lo que podíamos soportar mucho mejor que nosotros”, añade.

Ser catequistas y maestros de nuestros hijos

La fe en la familia no es algo accesorio sino la piedra angular. En declaraciones al National Catholic Register, Troy afirma que “la forma más importante de incorporar la fe en la vida de los niños es tomar en serio nuestra responsabilidad de ser los principales catequistas y maestros de nuestros hijos”.

Incidiendo en este aspecto, Christy añade que “mientras que nuestro gran número de hijos es lo que inicialmente atrae la atención de la gente, lo que realmente nos define es nuestra fe católica. Es la música de fondo que suena mientras vivimos nuestras vidas cotidianas”.

El sacerdote es uno más en la familia King

Oración diaria en familia

Llevado a la práctica, esta madre explica que “incorporamos la oración y nuestra fe durante toda la semana. Rezamos antes de cada comida, cada vez que entramos en el coche, y rezamos constantemente el Rosario juntos como familia. Nos encanta también rezar con los amigos”.

Que la fe sea el motor de los padres repercute claramente en los hijos. El ejemplo es el primer paso para que los pequeños sepan discernir lo importante de lo accesible. “Cuando tenemos que tomar una decisión nos aseguramos de que nuestros hijos sepan que nuestra fe es la brújula que utilizamos para hacer nuestras elecciones. Cuando los niños nos ven rezar juntos o leer libros para aprender más acerca de nuestra fe se convierte en una prioridad para ellos también. Nuestra fe católica es la base para todo lo que hacemos”, explica Christy.

Además, este matrimonio da cuatro consejos prácticos a los padres que quieran tener una familia católica y que a ellos les han resultado muy útiles:

1. Poner al cónyuge en primer lugar

Una de los principales problemas que se dan en las familias cuando llegan los niños es dejar al marido o a la mujer como algo secundario para así centrarse en los pequeños. “Desde hace años Troy y yo salimos una vez por semana. En una ocasión, uno de los chicos estaba decepcionado porque quería venir con nosotros. Le preguntó a Troy: ‘¿Por qué siempre sales con mamá?’ Él respondió: ‘Un día todos vosotros os iréis y yo estaré aquí con ella. Necesito saber que todavía le gusto’. Ahora, cada vez que los niños nos miran darnos un abrazo o un beso siempre sonríen. Cuando discutimos, ellos no son felices. No hay nada que dé a nuestros hijos mayor confianza y paz que el conocimiento de que sus padres se aman”.

2. Menos pantallas y más juegos

Contando su experiencia como padres, Troy recuerda que hace ya varios años “incorporamos el domingo sin pantallas” y ha sido una experiencia fantástica. Los niños juegan a juegos de mesa, salen y se ensucian, nadan, construyen castillos, leen, juegan a la pelota…Y adivina qué, rara vez dicen que se aburren los domingos”, cuenta el padre de familia.

3. Contestar siempre con la verdad

La madre también incide en otro punto importante que han experimentado en sus propias carnes como padres. “Si sus hijos os hacen una pregunta, contestad con sinceridad. Uno de mis hijos pequeños me preguntó lo que quería decir la palabra ‘sexo’. Me horroricé y quise saber dónde oyó eso y qué pensaba que significaba. Podría haberle dado una respuesta con evasivas pero en su lugar decidí contarle la verdad de una manera que fuera apropiada para su edad. ¿Por qué? Ella ya estaba recibiendo información de sus compañeros, y si ella no puede acudir a mí habría ido a otra fuente que podría haberle dado otra explicación nada exacta ni moral. Quería que tuviera la seguridad de que si ella venía a mí le daría una respuesta sincera”.

4. La importancia del orden

Los niños necesitan saber que existe un orden y unas prioridades, esta es una clave muy importante para la familia pues Dios hizo del caos el orden. El padre considera que este aspecto es muy importante: “mantener el orden en la vida: Dios, la familia, el trabajo. Mantener el orden; mantener la fe”.

“Comienza con el fin en mente: El cielo. Nuestros niños saben desde pequeñitos que estamos tratando de señalar en esa dirección”, concluye Troy.

lunes, 18 de noviembre de 2024

El padre Marlon Múcio padece una enfermedad rara: «Tenía una vida anclada en Dios y Él me dijo que ayudara a la gente como yo y fundé un hospital gratuito con 720 camas para personas con enfermedades raras»


El padre Marlon Múcio con la imagen de Nuestra Señora de los Raros que da nombre a su hospital

* «Si no hubiera sido por la fe católica, no estaría vivo. Vivo de fe y morfina. Cuando la gente trabaja, se cansa. Yo, con solo existir, me canso. Entonces tengo que redimensionar mi vida y mi ministerio. El hospital es la gran obra de misericordia y proyecto social que Dios me ha confiado»

Camino Católico.- "Si no hubiera sido por la fe católica, no estaría vivo", dice a ACI Digital el sacerdote brasileño Marlon Múcio, de la diócesis de Taubaté. Al padre le diagnosticaron en 2019 una enfermedad rara neurodegenerativa: la Deficiencia del Transportador de Riboflavina (RTD). Esta rara enfermedad se define como "un trastorno neuromotor progresivo, caracterizado por insuficiencia respiratoria, sordera neurosensorial y parálisis ponto-bulbar progresiva", según el sitio web Orpha.net.

Desde entonces, toma varios medicamentos todos los días y utiliza un respirador mecánico. También empezó a trabajar en favor de pacientes con enfermedades raras y fundó un hospital para atenderlos. Su historia está narrada en el documental “Milagre Vivo”., que se ha estrenado en cines de Brasil.  


El padre Marlon Múcio confesando

El padre Marlon Múcio Corrêa Silveira nació en Carmo da Mata el 9 de abril de 1973. Fue ordenado sacerdote en la diócesis de Taubaté en 2000. El padre fue diagnosticado con RTD en después de años de investigación, pasando por 100 médicos que tuvieron seis diagnósticos erróneos. 

“Reaccioné muy bien al diagnóstico, porque tenía una vida anclada en el Señor”, afirma el padre Múcio. “Cuando recibí el diagnóstico en 2019 sentí alivio, porque finalmente supe exactamente lo que tenía y que podía tratarlo”, agrega. 


El padre Marlon Múcio ha afrontado su enfermedad con su vida anclada en Dios

La Deficiencia del Transportador de Riboflavina (RTD) es una enfermedad de origen genético causada por la alteración de un gen del ADN, en la que hay ausencia de una enzima que transporta la riboflavina (vitamina B2) al interior de las células, dañando varias actividades metabólicas.  

Según el padre Múcio, “la enfermedad debilita los músculos de todo el cuerpo, especialmente la audición, la visión, el habla, la masticación, la deglución, la locomoción y la respiración, lo que provoca una intensa fatiga”.  

“Vivo de fe y morfina. Cuando la gente trabaja, se cansa. Yo, con solo existir, me canso. Entonces tengo que redimensionar mi vida y mi ministerio”, dice.  


El padre Marlon Múcio celebrando la Eucaristía

El sacerdote cuenta que durante cuatro años pasó la mayor parte del tiempo en la cama, donde celebraba misa diaria. Hoy, Marlon celebra la mayoría de sus misas en la cama.  

En la actualidad, el padre Marlon dice que, “gracias a Dios”, tiene “todos estos recursos científicos” y reconoce que es “una rareza entre los raros”. Somos 13 millones de brasileños con enfermedades raras y pocos brasileños tienen acceso a medicamentos, a terapia, fisioterapia, psicología y otros recursos, como medicamentos de alto costo”. 


El padre Marlon Múcio en adoración con el Santísimo impartiendo la bendición

 “Entonces, cuando se me diagnosticó esta enfermedad, Dios me dijo que quería que ayudara a la gente como yo, a mis hermanos con enfermedades raras”, continúa el sacerdote. 

El 8 de diciembre de 2023, el padre Marlon fundó la Casa de Saúde Nossa Senhora dos Raros, en Taubaté. El hospital es el primero de Brasil especializado en enfermedades raras. El sacerdote destaca que la unidad de salud es “exclusiva para personas con enfermedades raras, brinda atención integral a personas con enfermedades raras y es 100% gratuita”. El hospital permanece gracias a donaciones, actualmente cuenta con 720 camas y hay proyecto de ampliación.  

“En el área de la salud, esta es la gran obra de misericordia y proyecto social que Dios me ha confiado”, dice el padre Múcio. 


El padre Marlon Múcio con enfermos y sus familiares en la Casa de Saúde Nossa Senhora dos Raros, el hospital gratuito fundado por él para personas con enfermedades raras

El sacerdote también fue inspirado por Dios para crear la devoción mariana a Nuestra Señora de los Raros, que dio nombre al hospital y fue aprobada por el obispo de Taubaté, Dom Wilson Luís Angotti Filho. “Todo lo doy a Nuestra Señora, soy todo de María, por eso las cosas raras las di a Nuestra Señora de los Raros”, afirma.  

El 22 de mayo de este año, fiesta de Santa Rita de Casia, el Padre Marlon viajó al Vaticano, junto con otras 20 personas que formaban parte del equipo o son asistidos en la Casa de Saúde Nossa Senhora dos Raros, para participar en la Audiencia general del Papa Francisco. En esta ocasión, el Papa bendijo la imagen de Nuestra Señora de los Raros, que fue trasladada a la residencia de ancianos de Taubaté (SP). Según el padre Marlon, Francisco conocía su historia y el hospital que fundó.  


El padre Marlon Múcio con el Papa Francisco en la audiencia General el 22 de mayo de 2024

La historia del padre Marlon Múcio se cuenta en el documental “Milagre Vivo”, una colaboración entre Kolbe Arte Produções y el servicio católico de streamingLumina.  

La película profundiza en la historia del sacerdote, cómo vive con RTD, su día a día en la Casa de Saúde Nossa Senhora dos Raros, con los pacientes atendidos en el hospital. El documental muestra también el viaje que el sacerdote realizó a Italia y al Vaticano en mayo de este año, en el que visitó Asís (donde están enterrados San Francisco de Asís y el Beato Carlo Acutis), San Giovanni Rotondo (donde está la tumba de San Pío de Pietrelcina), la Basílica de San Pedro en el Vaticano y un instituto de investigación IDT en Roma.  


El padre Marlon Múcio cantando con su guitarra y perseverando en su particular misión pese a su enfermedad

domingo, 17 de noviembre de 2024

Homilía del evangelio del domingo: Seguir la recomendación de Jesús: «Estad atentos y vigilad, porque no sabéis cuándo será el momento preciso» / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

* «Debemos cambiar completamente el estado de ánimo con el que escuchamos estos Evangelios que hablan del fin del mundo y del retorno de Cristo. Se ha terminado por considerar un castigo y una oscura amenaza aquello que la Escritura llama ‘la feliz esperanza’ de los cristianos, esto es, la venida de Nuestro Señor Jesucristo (Tito, 2, 13). También está por en medio la idea misma que tenemos de Dios. Los recurrentes discursos sobre el fin del mundo, obra frecuente de personas con un sentimiento religioso distorsionado, tienen sobre muchos un efecto devastador: reforzar la idea de un Dios perennemente enfadado, dispuesto a dar rienda suelta a su ira sobre el mundo. Pero éste no es el Dios de la Biblia, a quien un salmo describe como ‘clemente y compasivo, tardo a la cólera y lleno de amor, que no se querella eternamente ni para siempre guarda su rencor... que él sabe de qué estamos hechos’ (Sal 103, 814)»

    En aquellos días…  

Domingo XXXIII del tiempo ordinario - B:

Daniel 12, 1-3  /  Salmo 15  /  Hebreos 10, 11-14.18  /  Marcos 13, 24-32 

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. / Camino Católico.- El Evangelio del penúltimo domingo del año litúrgico es el clásico texto sobre el fin del mundo. En toda época ha habido quien se ha encargado de agitar amenazadoramente esta página del Evangelio ante sus contemporáneos, alimentando psicosis y angustia. Mi consejo es permanecer tranquilos y no dejarse turbar lo más mínimo por estas previsiones catastróficas. Basta con leer la frase final del mismo pasaje evangélico: «Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sólo el Padre». Si ni siquiera los ángeles ni el Hijo (se entiende que en cuanto hombre, no en cuanto Dios) conocen el día ni la hora del final, ¿es posible que lo sepa y esté autorizado a anunciarlo el último adepto de alguna secta o fanático religioso? En el Evangelio Jesús nos asegura el hecho de que Él volverá un día y reunirá a sus elegidos desde los cuatro vientos; el cuándo y el cómo vendrá (entre las nubes del cielo, el oscurecimiento del sol y la caída de las estrellas) forman parte del lenguaje figurado propio del género literario de estos relatos.

Otra observación puede ayudar a explicar ciertas páginas del Evangelio. Cuando nosotros hablamos del fin del mundo, según la idea que tenemos hoy del tiempo, pensamos inmediatamente en el fin del mundo en absoluto, después de lo cual ya no puede haber más que la eternidad. Pero la Biblia razona con categorías relativas e históricas, más que absolutas y metafísicas. Cuando por ello habla del fin del mundo, entiende con mucha frecuencia el mundo concreto, aquél que de hecho existe y es conocido por cierto grupo de hombres: su mundo. Se trata, en resumen, más del fin de un mundo que del fin del mundo, si bien las dos perspectivas a veces se entrecruzan.

Jesús dice: «No pasará esta generación sin que todo esto suceda». ¿Se equivocó? No; no pasó de hecho aquella generación; el mundo conocido por quienes le escuchaban, el mundo judaico, pasó trágicamente con la destrucción de Jerusalén en el año 70 después de Cristo. Cuando en el año 410 sucedió el saqueo de Roma por obra de los vándalos, muchos grandes espíritus del tiempo pensaron que era el fin del mundo. No erraban mucho; acababa un mundo, el creado por Roma con su imperio. En este sentido, no se equivocaban tampoco aquellos que el 11 de septiembre de 2001, viendo la caída de las Torres Gemelas, pensaron en el fin del mundo...

Todo esto no disminuye, sino que acrecienta la seriedad del compromiso cristiano. Sería la mayor estupidez consolarse diciendo que, total, nadie conoce cuándo será el fin del mundo, olvidando que puede ser, para cada uno, esta misma noche. Por eso Jesús concluye el Evangelio de hoy con la recomendación: «Estad atentos y vigilad, porque no sabéis cuándo será el momento preciso».

Debemos -considero- cambiar completamente el estado de ánimo con el que escuchamos estos Evangelios que hablan del fin del mundo y del retorno de Cristo. Se ha terminado por considerar un castigo y una oscura amenaza aquello que la Escritura llama «la feliz esperanza» de los cristianos, esto es, la venida de Nuestro Señor Jesucristo (Tito, 2, 13). También está por en medio la idea misma que tenemos de Dios. Los recurrentes discursos sobre el fin del mundo, obra frecuente de personas con un sentimiento religioso distorsionado, tienen sobre muchos un efecto devastador: reforzar la idea de un Dios perennemente enfadado, dispuesto a dar rienda suelta a su ira sobre el mundo. Pero éste no es el Dios de la Biblia, a quien un salmo describe como «clemente y compasivo, tardo a la cólera y lleno de amor, que no se querella eternamente ni para siempre guarda su rencor... que él sabe de qué estamos hechos» (Sal 103, 814)

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Evangelio

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

 «En aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo.

»De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca; así también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. En verdad, os digo, la generación ésta no pasará sin que todas estas cosas se hayan efectuado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre».

Marcos 13, 24-32

Homilía del evangelio del domingo: Velar con el corazón ardiendo de amor y la inteligencia iluminada por el conocimiento de los signos que Cristo nos ha dado para reconocer su venida / Por P. José María Prats

 * «El evangelio de hoy nos habla, pues, de la pasión, muerte y resurrección de la Iglesia, una verdad de fe que el mismo Catecismo de la Iglesia Católica formula con estas palabras tan claras: ‘Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad’»

   Domingo XXXIII del tiempo ordinario - B:

Daniel 12, 1-3  /  Salmo 15  /  Hebreos 10, 11-14.18  /  Marcos 13, 24-32 

P. José María Prats / Camino Católico.-  ¿Qué significa el comienzo tan enigmático de este evangelio: «después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán»? 

Unos versículos más arriba Jesús dice que «esa gran angustia» se producirá cuando «veáis que el ídolo abominable y devastador está donde no debe». Son palabras tan misteriosas que hasta el propio evangelista añade: «procure entenderlo el que lee», pero parecen indicarnos un momento de hegemonía tan grande de las fuerzas del mal («el ídolo abominable y devastador») que su ideología llegará a infiltrarse hasta en la misma Iglesia (el lugar «donde no debe»). Y en estas circunstancias, con una Iglesia abatida, perseguida y con grandes dificultades para proclamar el mensaje evangélico, se producirá un gran oscurecimiento de la verdad: «el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán». 

Según este evangelio, será precisamente en ese momento de oscuridad y agonía de la Iglesia cuando aparecerá la luz desbordante de Jesucristo en su venida definitiva para juzgar al mundo: «Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte», y la primera lectura añade: «muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.»

El evangelio de hoy nos habla, pues, de la pasión, muerte y resurrección de la Iglesia, una verdad de fe que el mismo Catecismo de la Iglesia Católica formula con estas palabras tan claras: «Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad.» (CEC 675). «La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección. El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal.» (CEC 677).

En la segunda parte del evangelio, Jesús nos invita a estar atentos a estos signos que anuncian su venida definitiva como los brotes de la higuera anuncian la llegada del verano. No se trata de hacer especulaciones sobre la fecha del fin del mundo como han venido haciendo tantos grupos apocalípticos, pues «en cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre». Se trata de permanecer alerta, velando la llegada del Esposo con el corazón ardiendo de amor y la inteligencia despierta e iluminada por el conocimiento de los signos que Él mismo nos ha dado para reconocer su venida.

P. José María Prats

Evangelio

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

 «En aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo.

»De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca; así también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. En verdad, os digo, la generación ésta no pasará sin que todas estas cosas se hayan efectuado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre».

Marcos 13, 24-32