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sábado, 2 de agosto de 2025

Los Oliva Martínez, familia misionera con 14 hijos que evangeliza en Dinamarca: «Dios había hecho tantas cosas buenas en nuestra vida que queríamos anunciar ese amor donde hiciera falta»


Daniel Oliva y Gema Martínez, con sus 14 hijos en el parque de la barriada de Huelin en Málaga / Foto: Álex Zea - La opinión de Málaga

* «Lo primero es evangelizar con nuestra vida, viviendo como una familia cristiana dentro de una sociedad secularizada donde el catolicismo es una minoría y hay muchos matrimonios destruidos. Algunos pueden no entender lo de ser misionero en Dinamarca, pero es que a Dios hay que anunciarlo también en los países a los que consideramos ricos» 

Camino Católico.- Evangelizar desde la vida cotidiana y hacer presente a Dios en medio de la sociedad actual. Ése es el propósito que llevó a Daniel Oliva y a Gema Martínez, un matrimonio del barrio de Huelin de firmes creencias católicas, a dejar en 2009 la cotidianidad de su vida en Málaga para partir a Dinamarca como familia en misión. Feligreses de la parroquia de San Patricio, esta gran familia (tienen 14 hijos) vive desde entonces en la zona de las afueras de Copenhague donde, ya sea en sus trabajos o en su quehacer diario, tratan de hacer presente el Evangelio con su simple testimonio de vida en un país donde el catolicismo es minoritario, estando además al servicio de la Iglesia como catequistas y agentes de pastoral de niños, adultos y parejas jóvenes.

Los Oliva Martínez regresan todos los veranos a Málaga para pasar unos días de vacaciones con la familia y con su comunidad parroquial en su "querido" Huelin desde donde, aprovechando además que este año celebran 25 años de matrimonio, relatan a José Vicente Rodríguez en la La Opinión de Málaga el origen y la experiencia de esa singular "vida en misión".

Daniel y Gema explican que la decisión de partir hace ahora 16 años respondió a un sentimiento de "gratitud" hacia Dios, aunque fue madurada previamente durante algún tiempo para ratificar que era el camino correcto.

"¿Por qué nos fuimos? Llevábamos unos años casados y teníamos ya varios hijos, éramos felices, con los lógicos sufrimientos y problemas, como todo el mundo. Llegó un momento donde vimos que Dios había hecho tantas cosas buenas en nuestra vida que queríamos anunciar ese amor donde hiciera falta", comentan.

Ambos han vivido su fe desde jóvenes en el Camino Neocatecumenal, una realidad de la Iglesia que, entre sus carismas, incluye a familias de todo el mundo (entre ellas, varias de Málaga) que han partido en misión a donde se les ha mandado para hacer presente a la familia cristiana. Cuando Daniel y Gema se ofrecieron a ello les tocó Dinamarca y asistieron en el Vaticano a un encuentro con el entonces papa Benedicto XVI en 2008 en el que se realizó el acto de envío de todas las familias que partieron aquel año.

El matrimonio malagueño formado por Daniel Oliva y Gema Martí­nez, con sus 14 hijos en el parque de la barriada de Huelin de Málaga / Foto: Álex Zea - La opinión de Málaga

La partida (enero de 2009) implicó, lógicamente, empezar la vida prácticamente desde cero en un país y una cultura completamente diferente a la de España y sin conocer el idioma. Daniel, de entrada, dejó en Málaga un trabajo estable y bien remunerado y le costó un tiempo encontrar su primer empleo allí. Gema, por su parte, según cuenta, lo pasó mal en su proceso de aprendizaje del danés, con lo que se sentía más aislada en el día a día. Encontrar una casa en alquiler adecuada en tamaño para una familia tan extensa y que ha ido creciendo con los años ha sido también tarea ardua. De hecho, ya han pasado por cuatro desde que están en Copenhague (viven ahora en el barrio de Skovlunde).

Sin embargo, ambos señalan que durante todos estos años la "providencia" les ha acompañado en todo momento y que Dios les ha ayudado a superar los obstáculos materiales. "Hemos pasado penurias y estrecheces económicas, sí, pero nunca nos ha faltado lo básico. Ha habido meses, por ejemplo, donde no teníamos para pagar la calefacción, y pasábamos las tardes en la cocina todos juntos con un radiador, pero la experiencia que tenemos es que Dios, de un modo u otro, aparece siempre", explican.

Una vida en misión

¿Y cómo es la vida misionera de los Oliva Martínez en Dinamarca? "Lo primero es evangelizar con nuestra vida, viviendo como una familia cristiana dentro de una sociedad secularizada donde el catolicismo es una minoría y hay muchos matrimonios destruidos. Algunos pueden no entender lo de ser misionero en Dinamarca, pero es que a Dios hay que anunciarlo también en los países a los que consideramos ricos", afirman.

En cuanto a la actividad pastoral, se desarrolla en un barrio donde no existe una parroquia católica cercana, por lo que, junto a las otras familias con las que comparten misión en la zona (las hay procedentes de varios países), disponen de un local para celebrar la misa (un sacerdote les asiste) y el resto de celebraciones litúrgicas.

Se realiza además una misión evangelizadora en la plaza del barrio durante varios domingos del año, rezando los laudes (la oración matutina de la Iglesia) y cantando salmos. A veces predican por las propias casas, llamando a la puerta de los vecinos para anunciar el Evangelio. A lo largo del año, Daniel y Gema se ocupan de dar catequesis de todo tipo (jóvenes, parejas que van a casarse, familias que se acercan por primera vez a la Iglesia después de muchos años, etc) y también ayudan en el seminario de Copenhague con lo que se les requiera. Un ejemplo: su casa siempre está abierta para acoger a los seminaristas que van los domingos a comer con esta nutrida familia malagueña.

Todas estas actividades las realizan compaginándolas con sus trabajos (Daniel es conductor de un autobús de línea urbana y Gema, que durante la mayor parte de estos años se ha centrado en las tareas de casa, trabaja además ahora en un centro de mayores cuidando a personas ancianas).

Una casa que no es un "caos"

"A la casa vienen además compañeros de colegio de nuestros hijos a comer y el simple hecho de que montemos una mesa para tantas personas es un signo para ellos. Los padres nos dicen ‘¿cómo vivís, cómo lo hacéis?’ A las familias que nos han conocido les gusta venir a la casa, ven cómo vivimos, les sorprende nuestra forma de educar a los hijos,...", relatan.

Ciertamente, el hecho de ser una familia particularmente numerosa es algo que llama hoy día sobremanera la atención, ya sea en Dinamarca, en España o en cualquier sitio. Daniel y Gema afirman que sus 14 hijos (María, David, Eva, Pedro, José, Marta, Teresa, Ana, Manuel, Carmen, Juan Pablo, Miguel, Daniel y Gabriel) son "un regalo tras otro" de Dios. Siete han nacido en España y los otros siete ya en Dinamarca. La mayor tiene 23 años; el más pequeño, tres.

Sus padres señalan que, lógicamente, organizar una casa tan grande requiere de más trabajo pero rechazan la imagen estereotipada de "caos" que algunos pueden tener cuando piensan en un hogar tan numeroso. "En nuestra casa se da siempre un orden y una obediencia, pero precisamente porque se da el amor y el cariño y porque Dios está en medio", afirma Gema.

Daniel, por su parte, tiene muchas veces que responder a los que le preguntan cómo consiguen llegar a fin de mes. "Hay un dicho que afirma ‘No es más rico quien más tiene sino el que menos necesita’, y es verdad. A veces, con más dinero, también te falta. Tenemos lo que necesitamos", asevera simplemente.

Un pequeño descanso

En unos días, la familia Oliva Martínez volverá a Dinamarca, tras unas semanas en Málaga. "Es una forma de descansar mentalmente y de poder vernos con la familia y con la gente de la parroquia. Vamos a la playa, los hijos ven a los amigos... para nosotros es muy importante todo este contacto con nuestro origen porque así tomamos más conciencia de que estamos en misión" señala Gema.

Cabe destacar que, cada verano, la familia visita un día con todos los niños al hasta ahora obispo de Málaga, Jesús Catalá, que siempre ha estado al tanto de su misión (de hecho, cuando se fueron en 2009, los inscribió en el registro de misioneros de la Diócesis) y que siempre los anima espiritualmente. "Don Jesús nos ha ayudado mucho cada vez que hemos ido, y tiene un especial cariño hacia todos nuestros hijos", comentan agradecidos.

La familia malagueña Oliva Martínez, en el parque de la barriada de Huelin de Málaga / Foto: Álex Zea - La opinión de Málaga

¿Hasta cuándo estarán en la misión de Copenhague? Ellos mismos no tienen la respuesta y dicen que dejan esa decisión en manos de Dios. "Humanamente hay días que diría: ‘Me vuelvo ya’ pero la realidad es que, mientras que no tengamos impedimentos reales (porque Dios habla también en los acontecimientos) creemos que nuestro sitio está allí. Y también vemos que nuestros hijos, aunque les encanta venir siempre a Málaga, están felices. Y eso es también lo importante para nosotros", afirma Daniel.

lunes, 21 de octubre de 2024

Maruxa Ruiz y David Atienza, junto con sus 10 hijos, llevan 18 años en misión en la isla de Guam: «Dios nos llamó y lo dejamos todo para seguirle; nuestra vida es un milagro donde Él actúa»

Maruxa Ruiz y David Atienza, junto con sus 10 hijos, llevan 18 años proclamando a Jesucristo en la isla de Guam

* «Saber que Dios existe y que es Padre, entonces ya no tienes miedo a la vida. Todo tiene su origen en Dios, que es el creador, el autor de la vida, por ello cuando Él te lo concede tienes la paz. Cuando te dejas llevar por el Señor empiezas a conocerle de verdad. Evangelizamos muchas tardes y fines de semana, agotando nuestro cuerpo y dedicando muchas horas hablando de Jesucristo»

Camino Católico.- Maruxa Ruiz y David Atienza se casaron hace 24 años. Tienen 10 hijos y 4 en el cielo. «Llevamos en misión en Guam, una isla en medio del Océano Pacífico, desde 2006. Nos envió el Papa Benedicto XVI junto con 200 familias más del Camino Neocatecumenal» explican en el portal de la Archidiócesis de Madrid. Su vocación nació «de vivir la fe en este camino de iniciación cristiana, sostenido por nuestra comunidad en Madrid»

El matrimonio se marchó a Guam, dejando en Madrid a su familia, amigos, y proyectos laborales. David era doctor de Antropología y Maruxa, terapeuta ocupacional en salud mental y terapeuta familiar. «Es que cuando Dios llama lo dejas todo y lo único que te interesa es seguirle». En este sentido afirma que «somos testigos de este Evangelio porque quien deja casa, hermanos, padres, o hijos, por mí y por el Evangelio, recibirá cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Dios ha provisto en abundancia, nunca nos ha faltado nada, y encima certifica en nosotros que existe la vida eterna».

«Dios existe y es Padre»

Maruxa afirma que ellos saben que «la misión nos ayuda a todos, y abandonar nuestros planes es vital para preservar nuestra fe y la de nuestros hijos. También explica que la vida cómoda, asegurada, y el afán de controlar el futuro te hace perder el oriente, y cuando estás «desorientado» olvidas de quién te viene la vida. En ese momento, empiezas a creer que «la vida te la das tú mismo trabajando, ahorrando, haciendo muchas cosas, y sobre todo te crees que lo tienes todo bajo control». Y es todo lo contrario, «cuando te dejas llevar por el Señor empiezas a conocerle de verdad».

Es una experiencia increíble «saber que Dios existe y que es Padre, entonces ya no tienes miedo a la vida». En este sentido puntualiza que «todo tiene su origen en Dios, que es el creador, el autor de la vida, por ello cuando Él te lo concede tienes la paz».

Maruxa Ruiz y David Atienza llevan 18 años en misión en la isla de Guam

«Nuestra vida es un milagro donde Dios actúa»

Respecto a la fe, apunta que «no es un accesorio a la espiritualidad», es una «certeza que Dios existe y te mueve hacer cosas increíbles». En este aspecto resalta que por la fe sigue casada después de 24 años, tiene 10 hijos, ha dejado su carrera profesional sin lamentarse por el tiempo invertido, ha perdido su vida viajando, etc. Asimismo, señala que por la fe «evangelizamos muchas tardes y fines de semana, agotando nuestro cuerpo y dedicando muchas horas hablando de Jesucristo». En definitiva, «nuestra vida es un milagro donde Dios actúa».

Regalos de la misión

Maruxa explica que uno de los regalos con los que el Señor les bendijo fue «con el nacimiento de su primera hija nacida en la isla, con síndrome de down», y con ella también otro regalo, «el don de abrirnos a la vida» con nuestros otros hijos. También señala que su cuarta hija, «fue la puerta que nos abrió a la vida con alegría, disipando todos los miedos de tener más hijos».

«Mi misión es estar»

Otro de sus hijos, Mateo, tiene 21 años, y llegó a Guam cuando tan solo tenía 3: «Entré en la misión a través de mis padres que se levantaron para dar la vida en el seminario Redemptoris Mater de esta isla». Durante mucho tiempo su misión era ser «hijo», pero con el tiempo «empecé a ver que mi misión era bastante simple». 

Explica que entre sus amigos y la gente de Guam, él era diferente en apariencia, pero también en propósito, por ello su misión «es estar». Mateo intenta, «con la gracia del Espíritu Santo, ser un hombre cristiano y que en todas sus acciones pueda representar a Cristo, y así dar un poco de esperanza a la gente que está a mi alrededor». También visita la cárcel «para anunciar la Buena Noticia a los presos y asiste a la Celebración Eucarística». Además explica que otra de sus misiones, es «cuidar a mis hermanos para que mis padres puedan continuar en la evangelización».

Maruxa Ruiz y David Atienza con algunos de sus Hijos, entre ellos Mateo de 21 años, el segundo por la derecha

«En la isla de Guam tengo una misión»

Gabriel, tiene 18 años y es el tercer hijo de Maruxa y David. Tan solo tenía 6 meses cuando sus padres llegaron a Guam. Cuando llegó a la isla no hablaba muy bien inglés y de pequeño no tenía amigos. En este sentido afirma que, aunque ha sido difícil saltar sobre algunos obstáculos, ve que «Dios le ha hecho feliz». Además señala que las comunidades del Camino Neocatecumenal «me ayudan a madurar espiritualmente y a ver el amor de Dios en mi vida y en la misión». El joven asegura que le encanta la isla y que allí tiene una misión.

«Dios me amaba sin condiciones»

Cuando Maruxa tenía 12 años sus padres se separaron y dentro de ella sintió un vacío interior. Durante ese tiempo pensaba que «el amor no duraba para siempre», quería «agradar a todos», porque eso sí que me daba seguridad, «era como el oxígeno para vivir», pero no me daba cuenta que, «estaba equivocada porque eso me hacía esclava, sentía un ahogo existencial, siempre buscaba un chico nuevo al que gustar o cualquiera que me hiciera caso». En definitiva, «no era libre», siempre tenía «una insatisfacción tremenda» y un «ansia de buscar».

Pero un día escuchó la Buena Noticia en su parroquia. Allí escuchó que «Dios me amaba sin condiciones». En ese momento una alegría enorme la invadió. Se dio cuenta que había un lugar donde no tenía que hacer nada, era en la Iglesia. Y entonces «me quedé para siempre porque no he encontrado este AMOR en otra parte».

«Hacer una Pascua diaria»

Maruxa reconoce que ahora sabe que tiene un tesoro y que es para todos, es decir, todo hombre debe estar expuesto a recibir la Buena Noticia. Por ello, hacer una Pascua diaria, es decir, pasar de la muerte a la vida, es el movimiento del cristiano, mueres y recibes la vida de Dios. «Es un plan maravilloso y esa es nuestra misión».

Maruxa Ruiz y David Atienza pertenecen a una comunidad del Camino Neocatecumenal con la que evangelizan en la isla de Guam 

«Id e invitad a todos al banquete»

Respecto al lema del DOMUND, “Id e invitad a todos al banquete”, señala que hay un banquete en el cielo preparado para cada uno de nosotros, pero que tenemos que empezar hoy mismo a vivir este Reino de los Cielos en la Tierra.

También recuerda que este año se ha anunciado que viviremos un Jubileo, por ello es el momento de reconciliarnos con el Señor, y con los demás, pidiendo perdón, y también un corazón humilde. Por ello, no olvides, concluía Maruxa que «podemos ser misioneros donde estemos, solo hay que abrir el tesoro que tienes delante de ti».

miércoles, 29 de mayo de 2024

Rosa Lobo, Edu y sus 7 hijos, familia misionera entre los más pobres: «Dices que sí a lo que Dios te pida y Él te muestra; como Jesús entramos en contacto con cada persona»

 


* «Como misionero, uno es enviado por Dios; no somos ejemplo de nada, sino testimonio de un Amor que hemos recibido. Dios utiliza instrumentos muy frágiles. Se trata de llevar el amor de Dios a los más alejados por medio de una experiencia de familia; creemos que hay personas que tienen que pasar por una experiencia previa humana de amor para volver a la Iglesia»

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sábado, 24 de junio de 2023

Familia Sánchez-Ballester, 13 años de misioneros en Ucrania y en plena guerra: «Rezamos y decidimos quedarnos. El Señor nos ayuda, protege y nos da lo que necesitamos»


 * «El Señor nos protege también en lo económico, muchísima gente se ha volcado para ayudarnos. También nos ha impresionado la actitud de nuestros hijos. Cuando empezaron los bombardeos, les preguntamos si querían irse de Ucrania, tenían que ser libres. Todos dijeron que se quedaban, que ellos también formaban parte de esta misión. Hay un conflicto mucho más profundo por el odio que Jesucristo ha venido a romper. Los edificios o las ruinas, con el tiempo y la ayuda de los hombres, se pueden reconstruir, pero las heridas de la guerra interior son más difíciles de curar»

El testimonio de vida y fe de Pedro Sánchez y Begoña Ballester en el programa Ecclesia’ de TRECE del domingo 

Camino Católico.-  Desde una localidad de Murcia, San Pedro del Pinatar, hasta el epicentro de la actual guerra en Ucrania: KievLa familia formada por Pedro Sánchez, Begoña Ballester y sus 12 hijos viven en este país desde el año 2010, y se han topado en este último año con el conflicto de  la invasión de Rusia a Ucrania. Un año después, en el programa ‘Ecclesia’ de TRECE del domingo,  Pedro y Begoña han contado cómo han vivido de primera mano las consecuencias de la guerra y cómo a pesar de ello la misión que realizan como familia del Camino Neocatecumenal continúa.

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sábado, 29 de octubre de 2022

Valentín Sánchez y Ana Gómez, matrimonio misionero: «Sentimos la llamada de Dios para ser testigos de su amor en el mundo y Él nos ha salvado de asaltos, cuchilladas, de todo»

 


* «Nuestro sueldo no es dinero. Implica un montón de cosas que dan sentido a la vida, lo vives con alegría, con paz y no te da miedo de nada. En Perú había terremotos, pero en Paraguay había cosas peores. En realidad, cuando Dios está con uno no hay miedo, no hay problemas. Esto nos da sentido a la vida, da sentido a todo. No se puede comparar un trabajo con esto, humanamente es otra dimensión. En el primer viaje, no podíamos ni comunicarnos con nuestras familias durante tres años. No es como ahora, pero la experiencia es excepcional. Algo así se ha de hacer por vocación. Es distinto. Hemos convivido con misioneros muy serviciales, pero obligados, y cuando es vocación, no cuesta»

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miércoles, 14 de octubre de 2020