* «Nuestro sueldo no es dinero. Implica un montón de cosas que dan sentido a la vida, lo vives con alegría, con paz y no te da miedo de nada. En Perú había terremotos, pero en Paraguay había cosas peores. En realidad, cuando Dios está con uno no hay miedo, no hay problemas. Esto nos da sentido a la vida, da sentido a todo. No se puede comparar un trabajo con esto, humanamente es otra dimensión. En el primer viaje, no podíamos ni comunicarnos con nuestras familias durante tres años. No es como ahora, pero la experiencia es excepcional. Algo así se ha de hacer por vocación. Es distinto. Hemos convivido con misioneros muy serviciales, pero obligados, y cuando es vocación, no cuesta»
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