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lunes, 11 de noviembre de 2024

Alexis Gámiz era punk, con 16 años se fue de casa, delinquió, traficó, se hizo adicto a las drogas e iba a suicidarse: «Dios me amó y transformó mi vida en la Comunidad Cenáculo»


Alexis Gámiz tuvo una experiencia profunda del amor de Dios cuando estaba hundido en la oscuridad

* «Me siento un pecador público, un desgraciado, pero amado por Dios. Experimento en mi vida diaria que Dios ayuda y no me da miedo decir que Dios existe y que ha cambiado mi vida y que puede cambiar la tuya también… Mi vida ha sido pasar de la muerte a la resurrección, de las tinieblas a la luz»

Camino Católico.- “Mi vida ha sido pasar de la muerte a la resurrección, de las tinieblas a la luz”, dice Alexis Gámiz, que era punk y alérgico a las normas. Con tan solo 16 años, se fue de casa, empezó a delinquir y a traficar con drogas. La adicción a la cocaína, la heroína y otras sustancias, le hicieron descender a los infiernos durante varios años, llegando a acumular 104 causas judiciales por todos los delitos que había cometido. Ver morir a algunos de los que se drogaban con él y acabar en prisión le hizo tocar fondo.hasta que un día no pudo más y, estando al borde del suicidio, pidió auxilio desesperado a sus padres.

Con la ayuda de su familia pudo conocer la Comunidad Cenáculo. Allí, encontró la medicina que necesitaba: el amor de Dios y de sus hermanos en la Comunidad.  Es una historia de redención total que recogió Juan Manuel Cotelo en un episodio de Contagiosos. Hoy, Alexis tiene 37 años, es padre de 5 hijos, está felizmente casado y es un maravilloso ejemplo de superación y de esperanza. Cuando se grabó el vídeo del testimonio tenía 4 años menos y todavía no habían nacido dos de sus hijos. Entonces vivía en Tarragona y ahora en Terrassa.

Dios entró como un vendaval en su vida, aunque tuvo que sufrir mucho para salir de los infiernos. Su cambio fue tan enorme gracias a la oración que sus padres, que se iban a separar y no eran creyentes, fueron alcanzados por esta gracia y decidieron casarse por la Iglesia. Todos los jóvenes de la comunidad de Alexis organizaron la boda.

Este joven que ahora vive en Terrassa con su mujer Ángela y sus hijos relata cómo desde el inicio de la adolescencia tuvo muchos problemas de comportamiento en casa. Tuvieron que cambiarle incluso de colegio y al llegar al instituto conoció a nuevos amigos con los que en vez de ir a clase se iba a fumar porros.

“La relación con mi familia se fue autodestruyendo. El conflicto con mis padres se fue agrandando”, cuenta Alexis. Así fue como finalmente a los 16 años decidió irse de casa. En aquel momento era punk. “Me fui a vivir a la calle, de ir de concierto en concierto, me metí poco a poco en este ambiente radical. Me dejé cresta, me tatué. No tenía normas… iba de tipo duro. Empecé a delinquir, traficando, robando comida…”, relata.


Alexis Gámiz cuando era punk

Al final acabó comiendo de la basura. Toda la felicidad que creía que viviría al hacer su vida no existía y con 19 años ya era adicto a la cocaína. Confiesa que sabía “en qué situación estaba, pero era orgulloso. Me era difícil pedir ayuda precisamente por ese orgullo”.

De la coca pasó a la heroína creyendo que así podría olvidar los problemas y vivir el resto de su vida en otra dimensión. Sin embargo, Alexis afirma que veía a la gente “morir a mi lado y eso me marcó así que necesitaba consumir el doble y pincharme más. Vi que la vida se me iba”.

No tenía ni 20 años y ya acumulaba 104 causas judiciales hasta que en una de ellas le arrestaron, le llevaron al calabozo y después a la cárcel. Pese a que en aquella vida que llevaba creía tener muchos amigos los únicos que fueron a visitarle fueron sus padres, a quienes tanto había hecho sufrir. “Me dejaron salir en libertad condicional y vi que tenía que haber un antes y un después así que por primera vez pedí ayuda a mi familia”, cuenta Alexis.

Sus padres lo acogieron en casa y con ellos pasó todo el síndrome de abstinencia, con todo lo que conllevaba. Pudo ver el tremendo amor de sus padres. Buscando una ayuda más específica les dieron el teléfono de un sacerdote que les informó sobre la Comunidad del Cenáculo. Y fueron a la casa que tienen en Lourdes.

“Llegamos a Lourdes. Mis padres no tenían nada de fe, no éramos creyentes. Pero entré allí y vi a madre que se sentó delante de la Virgen y se puso a llorar. Yo ya me volví loco”, recuerda de aquel momento.

El inicio en la comunidad no fue fácil. No podía fumar, no había teléfonos móviles, ni chicas... Le dijeron que allí rezaría. Además, le cortaron la cresta y sus padres volvieron a España. Alexis fue después a la casa que marcaría su vida, en el norte de Francia, y su existencia se fue transformando.

“A los 6 meses vino mi madre y me comentó que mis padres querían separarse y yo creía que era la mejor forma de salirme de la comunidad. Pero mi ángel de la guarda (persona encargada de velar por cada uno en la casa) me dijo que lo mejor que podía hacer era levantarme a las dos de la mañana e ir a la capilla rezar por ellos para que Dios les ayudara”, explica.


Alexis Gámiz orando en la capilla de la casa de la Comunidad Cenáculo de Tarragona

El tiempo pasó y tras un tiempo vio que sus padres estaban fenomenal, seguían juntos y hasta iban a misa. “Allí me asusté, no podía ser real, fue como un milagro”. Fue entonces cuando Alexis pidió perdón a sus padres por primera vez. “Fue como romper cadenas –agrega- como una liberación total, sobre todo para ellos. Se confesaron y les dio el deseo de casarse por la Iglesia. Nosotros fuimos los que preparamos todo, la celebración, la música, los cantos…”.

A los dos años de estar en la comunidad a los jóvenes se les envía a casa una semana para que puedan ver a su familia fuera de la casa comunitaria. Sin embargo, nada más llegar a Barcelona la Policía detuvo a Alexis por una de las causas pendientes que tenía de años atrás. Estuvo tres meses en la cárcel.

Pese a todo -explica- “pude ver en ese tiempo en la cárcel que el rosario me daba una fuerza tremenda para no caer en la tentación. Sentía la fuerza de esos amigos de verdad de la comunidad. Me venían a ver solo para 20 minutos de cristalera. Para decirme: ‘hermano estamos aquí’. La comunidad era una familia. Venían mis padres que me daban paz”.


Alexis Gámiz y su esposa Ángela el día de su boda

Al salir ya se incorporó a la comunidad del Cenáculo de Barcelona. Su encuentro con Dios era total y unos años después sintió el deseo de salir de la comunidad y empezar a rehacer su vida. Y así fue como en un retiro en Ávila conoció a la que hoy es su mujer, que al principio se quedó sorprendida al ver a un joven como él, con tantos tatuajes, en un encuentro católico.

Se casaron, y ambos ya tienen cinco hijos. Sin embargo, la Comunidad sigue ahí y visita a lo jóvenes siempre que puede con regularidad, colabora con ellos y atiende a quienes quieren entrar para recuperarse de adicciones o de cualquier problema incluso existencial. Y para muchos es ahora un espejo en el que mirarse. “Cada vez que veo a uno de estos chicos y tengo un cara a cara con él me veo reflejado. Con tanto mal que he hecho es una oportunidad de cubrirlo con el bien”, agrega.


Alexis Gámiz y su esposa Ángela con sus dos hijos mayores, Pablo y Sara, en una imagen de hace tres años

“Yo me siento un pecador público, un desgraciado, pero amado por Dios. ¿Por qué no vas a poder tú también? Yo desde que entré en comunidad he visto muchos casos y que ahora están fuera muy bien. Hay dificultades, momentos críticos, pero experimento en mi vida diaria que Dios ayuda. Él existe y ha cambiado mi vida. Y también puede transformar tu vida”, concluye.

viernes, 11 de octubre de 2024

Satanás quiere destruir al hombre, pero los arcángeles luchan y nos defienden / Por Arturo López

Camino Católico.-  La meditación la realiza Arturo López Martos, casado y padre de dos hijos, miembro de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida, quien medita sobre el objetivo permanente de Satanás que presenta las cosas como buenas para destruir al hombre, pero los arcángeles, enviados y servidores de Dios, luchan y nos defienden si invocamos su ayuda, para acogernos a la victoria salvífica de Jesucristo.

Arturo López también participa de las reuniones de plegaria del grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo esta enseñanza, el lunes, 29 de septiembre de 2014.

domingo, 6 de octubre de 2024

Confío en Ti. Diálogo de un alma con Jesús de la Misericordia según lo que dijo el Señor a Santa Faustina Kowalska


Camino Católico.- Para grabar en nuestros corazones las palabras del Salmo 136 que nos recuerdan “que es eterna la misericordia del Señor”, la Fundación Eukmamie – HM Televisión ofrece este programa especial titulado: “Confío en Ti. Diálogo de un alma con Jesús de la Misericordia”.

Este “Diálogo” audiovisual, entre Jesús y un alma, se ha escrito tomando como base las anotaciones del Diario de la Divina Misericordia de Sta. Faustina Kowalska. Si bien algunos de los comentarios del alma han sido inventados, las palabras que pronunciará el Señor han sido fielmente respetadas de entre las que dijo el mismo Señor a la Apóstol de su Misericordia.

Veinte minutos en diálogo con la Divina Misericordia. Con imágenes y músicas cuidadas y trabajadas con el fin de introducirnos en esta “divina conversación”, que puede ser realmente transcendental en nuestra vida.


sábado, 21 de septiembre de 2024

Catherine, atea, sin trabajo y dos hijos, abandonada por su esposo y tentada por el suicidio, clamó: «Dios, si existes, haz algo ¡ahora! Todo cambia cuando conoces a Cristo»


Catherine creció en un ambiente ateo y anticlerical, pero siempre conservó el deseo de Dios

* «Había una vela y una rosa, ¡lo recordaré toda mi vida! Me sentí como impulsada a arrodillarme, ¡yo, que era muy tímida! La imagen me dijo: 'Perdona a tu marido'. Yo comencé a excusarme: 'No puedo, sufro demasiado'... Pero luego comprendí que tenía que recorrer ese camino. Y Cristo me dijo: 'No te inquietes, yo te acompañaré'. Entonces ese camino de perdón con el Señor. Sentí realmente su presencia y la presencia de María. Fue algo increíble. Te sientes amada, profundamente amada»

Vídeo de Découvrir Dieu en el que Catherine cuenta su testimonio

Camino Católico.- Catherine creció en una familia "atea y anticlerical", que solo cumplió, quizá por razones sociales, con la costumbre de bautizarla. Pero ese don sobrenatural de la fe quedó en ella, aunque fuese dormido, a pesar de la educación recibida: "Siempre tuve sed de Dios y siempre le busqué, a pesar de la oposición de mi padre, que era muy violenta. Busqué en el budismo y en muchas otras cosas..."

La "gran prueba" para ella vino años después: "En 1989 mi marido me dejó. Yo tenía dos niños, de 8 y 10 años. Era justo antes de Navidad y yo me veía en Chartres, sola en aquella gran casa. Me tentó el suicidio. Yo no quería, porque tenía ganas de vivir, y no quería hacerle eso a mis hijos. Entonces dije, con todo mi corazón: 'Dios, si existes, haz algo ¡ahora!'".

Sucedió "algo increíble": "Me puse a llorar como un niño de cinco años, todas las lágrimas que podía dar mi cuerpo. Me sentí invadida inmediatamente de una gran paz. Me fui a dormir. La tentación había desaparecido por completo. Y al día siguiente, sentí como que alguien me empujaba a ir a la catedral de Chartres. Yo vivía muy cerca de ella. Me senté delante de la Santísima Virgen y le dije: 'Tú eres una mujer. Tú me comprenderás'. Y durante tres meses me iba delante de María y pasaba una hora o dos horas ante la Santísima Virgen, mientras esperaba a ir a buscar a los niños al colegio". Pasado ese tiempo, sucedió un nuevo hecho extraordinario, que relata en un video testimonial en Découvrir Dieu.

."Recibí una llamada, que ahora sé que fue una efusión del Espíritu", explica, pues entonces apenas conocía "cuatro cosas del catecismo". Se acercó hasta una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, al fondo de la cripta: "Había una vela y una rosa, ¡lo recordaré toda mi vida! Me sentí como impulsada a arrodillarme, ¡yo, que era muy tímida! La imagen me dijo: 'Perdona a tu marido'. Yo comencé a excusarme: 'No puedo, sufro demasiado'... Pero luego comprendí que tenía que recorrer ese camino. Y Cristo me dijo: 'No te inquietes, yo te acompañaré'”.

Catherine asegura que todo cambia conoces a Cristo

"Comencé entonces ese camino de perdón con el Señor. Sentí realmente su presencia y la presencia de María. Fue algo increíble", resume Catherine.


Increíble porque, a pesar de que su situación no había cambiado, la forma de verla era completamente distinta: "No sé cómo describirlo. Era como una luz que me iluminaba completamente a través de mi sufrimiento. Me sentía invadida de una gran alegría: no tenía marido, no tenía trabajo, tenía dos hijos a mi cargo... y, sin embargo, me sentía radiante. Porque todos los días -soy muy mariana- le rezaba a María: mañana, tarde, noche... Y la Santísima Virgen estaba a mi lado".

Para los escépticos, alegra: "Parece algo completamente loco, pero es realmente lo que viví durante dos años".

Y ésta es la razón: "Todo cambia cuando conoces a Cristo. Te sientes amada, profundamente amada".

viernes, 20 de septiembre de 2024

Mauricio Grisales, abusado en la infancia, adicto a las drogas, las fiestas y las mujeres, fue a un retiro por una chica y «experimenté el amor de Dios: Me hizo una criatura nueva»

 

Mauricio Grisales explicando su camino de conversión

* «En una adoración al Santísimo, cuando miraba al Sagrario, siempre había una chica que me cautivó por su recogimiento y piedad. Nos conocimos, compartimos el apostolado y la invité a salir. Ella estaba preparándose para ser carmelita descalza, pero antes de declararnos le preguntamos a Dios y el sentimiento permaneció. Tras tres años de noviazgo en castidad, basado en las virtudes, la oración y el apostolado, nos casamos. Dios fue el centro»

Vídeo de H.M. Televisión en el que Mauricio Grisales cuenta su testimonio

Camino Católico.- Un suceso traumático marcó la infancia de Mauricio Grisales, cuando sufrió abusos sexuales. Las heridas producidas en él le facilitarán la caída en pecados del ámbito sexual. Influenciado por una profesora, comenzó a moverse en el mundo del ateísmo, cada vez más lejos de Dios. Las mujeres y las drogas no le permitieron tener nunca una relación estable, hasta que conoció a una chica gracias a la cual conoció a Dios. Mauricio cuenta su testimonio de conversión,  desde Valencia,  en el programa “Cambio de Agujas” de H.M. Televisión.

Mauricio Grisales nació en una familia católica, pero sin apenas práctica religiosa por lo que no recuerda figuras en su familia que fuesen un referente de fe. Pese a eso, en su infancia, hasta que cumplió seis años,  coleccionaba estampas de santos y pedía a su madre, que de vez en cuando rezaba el rosario, que le comprase nuevas estampas para hacer un pequeño altar en su cuarto.

Pero luego, "ahí se quedó todo", asegura, porque vivió un "doloroso acontecimiento", cuando sufrió abusos sexuales: "Abrieron unas brechas muy grandes en mi vida sexual y camino a una serie de adicciones" que le determinarían su vida durante décadas.


Mauricio Grisales en su infancia

"Dar muerte a Dios", las fiestas electrónica y las adicciones

Durante  su adolescencia, en un momento dado, su profesora de filosofía alentó a los alumnos a "dar muerte a Dios" para alcanzar "la libertad del hombre", Mauricio no tenía argumentos para defenderse. Su introducción al  ateísmo empezó como "una atractiva provocación" en su vida pero  lo llevó a la lectura de grandes referentes ateos como Marx o Nietzsche.  “Entre los 12 y los 22 años hubo un vacío existencial muy fuerte en mi vida, prácticamente era indiferente y simpaticé mucho con el agnosticismo”.

Mauricio empezó a asistir a fiestas electrónicas de días de duración, donde probó entre otras drogas el éxtasis, el alcohol y comenzó a tener "una vida muy desenfrenada con mujeres". Sin embargo, "un vacío continuo" llamaba a su puerta cada noche al regresar a casa, rompiendo a llorar sin saber por qué.

Reconoce que la raíz de su vacío  "era la ausencia de Dios. Anhelaba con todo mi corazón que existiera y había algo que no me dejaba sucumbir del todo. Me sentía amado por un padre sacrificado que tanto trabajaba, una madre desvivida por sus hijos… algo tenía que haber si recibía amor por todos lados incluso sin buscarlo. Eso era lo que me mantenía".

Que Dios existiese llegó a ser para él "una necesidad". Así, empezó a buscarle, "sin saber dónde ni cómo", hasta que llegó "el momento crucial".


Dos imágenes de Mauricio Grisales antes de su conversión, cuando vivía adicto y en continuas fiestas

El crucial retiro al que fue por una chica

A sus 22 años, después de mucho tiempo de  relaciones tóxicas e inestables, "estaba cansado y quería a alguien con quien compartir" un proyecto de vida. Y esa chica llegó, pero no fue como esperaba: poco después, la relación terminó y ella se fue a un retiro espiritual. La joven se quedó con la cámara de fotos de Mauricio, y esta era la única excusa para que el joven hablase con ella.

"Cuando llegó del retiro, la llamé para pedirle la cámara y me dijo que había encontrado lo que llevaba buscando toda su vida: a Dios. Pensé que le habían comido la cabeza, pero acabé yendo a un retiro. No para buscar a Dios, sino para recuperarla.  En el retiro fui consciente de que había vivido sin tener noción de cómo el pecado me esclavizaba, de lo mal que había vivido los noviazgos y experimenté el amor de Dios", relata.

"Me daba cuenta de que también deseaba que Dios no existiese para poder hacer lo que me diese la gana", pero entonces recordó una "experiencia mariana impresionante" del retiro: "experimenté que tenía una madre que me amaba de una manera perfecta, que era un reflejo visible de Dios. Intelectualmente el Señor me sacudió, pero también penetró en mi corazón".

Desde entonces, tuvo un rechazo absoluto por todos los vicios de su antigua vida: el alcohol, la fiesta, las relaciones… "Todo sucumbió ese fin de semana y realidades que me acompañaron más de diez años de mi vida se destruyeron en un momento”.

Mauricio percibió que Dios le había socorrido en el apego que tenía "al mundo", pero quedaba un obstáculo que superar para su conversión definitiva: "Tuve una crisis muy fuerte por todo lo que había leído en la juventud, aquellas doctrinas aparecieron nuevamente y tuve que buscar razones para demostrarme la existencia de Dios. Profundizar en la fe me ayudó mucho en la lucha racional que tenía. Dios había vencido al mundo en mí y en esa lucha contra mí mismo, empezó a ayudarme con lecturas y formación", recuerda.

La larga confesión que le provocó "hambre de Dios" y la adoración en la conoció a su esposa

Se confesó largamente y acabó besando los pies al sacerdote. Tras la confesión, Mauricio desarrolló un "hambre voraz" de Dios, adquirió multitud de libros de oración y comenzó a incluir la Misa y la oración en su día a día, pese a las fuertes "persecuciones" a las que le sometía su familia, que buscaba que desistiera de su nuevo camino.



Mauricio Grisales con su esposa el día de su boda. Se conocieron en una adoración al Santísimo

Mauricio conoció así a la que sería su esposa: "En una adoración al Santísimo, cuando miraba al Sagrario, siempre había una chica que me cautivó por su recogimiento y piedad. Nos conocimos, compartimos apostolado y la invité a salir. Ella estaba preparándose para ser carmelita descalza, pero antes de declararnos le preguntamos a Dios y el sentimiento permaneció. Tras tres años de noviazgo en castidad, basado en las virtudes, la oración y el apostolado, nos casamos. Dios fue el centro".

Mauricio agradece como “Dios rompió una atadura fortísima en su vida" que él no pudo cortar: "Estuve muy  metido en el mundo.  Cuando puse en la balanza lo que Dios me estaba regalando y lo que el mundo me ofrecía,  lo que el mundo me daba era simplemente una máscara, un barniz de felicidad. La verdadera paz me la daba Dios. Él me hizo una criatura nueva".


miércoles, 18 de septiembre de 2024

Rafael Guzmán era alcohólico con 8 años: «Fui a un retiro sin fe y Cristo me lo arrancó, me sanó milagrosamente, me transformó y por eso soy sacerdote»


 Rafael Guzmán superó su adicción por la gracia de Cristo, milagrosamente, y se hizo sacerdote

* En el retiro un joven cogió el micrófono y comenzó a hablar: «El Señor tiene poder para sanar tu vida, para rescatarte, para sanar a tu familia, a tu madre…» En ese momento sin saber por qué, Rafael comenzó a llorar sin poder controlarlo: «No sabía qué me pasaba, se rompió algo dentro de mí, fui sacudido de una manera tan fuerte que me quedé en silencio sin saber lo que ocurría»

Vídeo de El rosario de las 11 pm en el que Rafael Guzmán cuenta su testimonio

Camino Católico.-   En Bolivia, Rafael Guzmán desde que era un niño, por pura inocencia, comenzó a beber precozmente cuando tenía 8 años hasta que quedó completamente enganchado. Invitado al canal El rosario de las 11 pm, Guzmán relata que “no deseaba ser alcohólico», pero mientras cuidaba al ganado en los campos de Bolivia vio como los vaqueros comenzaban a beber dulces licores y, «por curiosidad», empezó a consumir con ellos cada noche durante tres meses.

Al volver a la ciudad tres meses después, se sintió perdido. «En cada fiesta o cumpleaños, cogía una botella de ron y comenzaba a beber hasta que quedaba atontado. Creé un vicio no por gusto personal, sino por el gusto de lo dulce e imitar lo que otros hacían», explica. Pero pronto quedó atrapado en la «euforia y enajenación» que le producía y con 14 años estaba completamente adicto. Bebía al antes, durante y después del colegio y cuando no bebía, «no entendía por qué comenzaba a sudar, a temblar y a sentirme perdido. Necesitaba hacerlo».

En distintas entrevistas ha subrayado que “yo era alcohólico, andaba borracho y peleando en las calles, hacía escándalos en mi casa. Humillé a mi madre y casi la mato, peleaba con mi hermano por todo y por nada. Era una vida que yo creía que era normal. Era increíble porque cuando uno se ata a los vicios y a la mediocridad uno piensa que todo es normal. Yo creía que era normal, pero era una desgracia de vida…”.

Sin embargo, Fray Rafael Guzmán, conocido por sus hijos espirituales como el Padre Rafael, confiesa que experimentó la presencia del Espíritu Santo y su vida cambió radicalmente y sus ganas de beber se esfumaron para siempre. Todo se transformó cuando sin fe ni práctica religiosa, acudió a regañadientes a un retiro de oración y al ver la felicidad de los católicos, supuso que repartían drogas en los confesionarios que les hacía estar alegres. Lo que no podía pensar es que Cristo le sanaría milagrosamente de su adicción.

Peleas y sin control

Fue a los 14 cuando comenzó a meterse en peleas, sus resultados escolares eran desastrosos y empezó a ser consciente trató de dejarlo por sus propios medios, pero no pudo. Explica que llegó un punto que perdió todo control sobre sus capacidades motrices y su propia voluntad.

De pronto, su madre cayó gravemente enferma. «No sabían lo que tenía, la operaron, la ingresaron y por último la devolvieron a casa sin saber qué hacer», en medio de «fiebres muy altas» y sin sensibilidad en brazos y piernas, explica.

En aquel tiempo, la poca voluntad que le quedaba la destinaba por completo al alcohol: «Pensaba que mi madre lo hacía a propósito para que yo no saliese de noche. Creía que mentía y comencé a desearle la muerte mientras se deterioraba».

La salud de su madre acaparó todos los gastos, muchas veces no tenían «ni para comer» y el alcohol empezó a ser difícil de conseguir. «Caminaba como loco, sin dinero, caminando sin rumbo kilómetros y kilómetros hasta que oscurecía y volvía a casa, pero no aguantaba el vacío que sentía», menciona.


Rafael Guzmán fue a un retiro y Dios transformó su vida y ahora predica él enseñanzas para que cada persona ponga su vida en las manos del Señor

Invitado a un retiro va creyendo que iban a beber

Una noche de Semana Santa, un conocido le invitó a un retiro de oración pero lo único que conocía de la fe era la imagen «vieja, arisca y castigadora» de Dios que le presentaron las religiosas en la escuela. «Algo en mi corazón hacía que le rechazase y prefería no creer», explica.

No quiso saber nada del retiro hasta que al día siguiente, su amigo consiguió que le rebajasen el precio a la mitad. «Con tal de no ver tus mentiras, me voy a un retiro», le dijo a su madre enferma. El mismo Rafael cuenta que sus intenciones no eran buenas, pues creía que iban «a beber pasarlo bien en el sentido mundano con mujeres».

La realidad fue bien distinta y quedó sorprendido ante la oración, los cánticos de alabanza y el fervor con que los jóvenes adoraban al Señor animados por el sacerdote. «¿Qué es todo esto?», se preguntó. Especialmente al ver una larga fila de personas que esperaba a ver al sacerdote. «Vamos a confesar nuestros pecados», le dijeron.

Su sorpresa llegó al extremo cuando veía que no pocos entraban llorando y salían con una sonrisa en la cara. «Ya sé por qué la gente es así en este lugar, el sacerdote reparte marihuana a los muchachos y por eso salen riendo», pensaba.

Una sacudida del poder sanador de Dios

El último día de retiro, el joven comenzó a sentir de nuevo como su cuerpo se revolvía y demandaba el alcohol cuando un joven cogió el micrófono y comenzó a hablar: «El Señor tiene poder para sanar tu vida, para rescatarte, para sanar a tu familia, a tu madre…»

En ese momento había captado su atención y sin saber por qué, comenzó a llorar sin poder controlarlo. «No sabía qué me pasaba, se rompió algo dentro de mí, fui sacudido de una manera tan fuerte que me quedé en silencio sin saber lo que ocurría», explica.

«Cuando volví a casa y vi a mi madre temblando, me di cuenta de que realmente yo la estaba matando con mi vida», recuerda.

Desde aquel momento, una serie de extraños sucesos comenzaron a perseguirle. El primero fue el siguiente fin de semana, cuando comenzó a beber sin control, como en una especie de «venganza» por no haber podido hacerlo durante el retiro. «Fue como si hubiese tomado agua, no me afectó«, recuerda.

«¿Qué me han hecho en ese retiro?», se preguntó durante días. Poco tiempo después, su amigo le invitó nuevamente a unas jornadas de oración y testimonios, donde escuchó multitud de sanaciones de padres, madres e hijos… y también de alcohólicos.


Rafael Guzmán predicando una enseñanza del evangelio

Rafael Guzmán predicando una enseñanza del evangelio

El final milagroso de una adicción

«Llegué a casa, me encerré en el baño y, sin saber rezar, dije: `Señor, si es verdad lo que dijo la gente, no quiero beber más´», rezó. Durante un mes no pudo dormir, temblaba histérico y se encerraba toda la noche en el baño de rodillas, pidiendo ayuda para evitar el alcohol. Desde entonces, son 21 años los que lleva sin beber: «Cristo me lo arrancó».  

El joven no entendía nada, pero continuó yendo a los retiros «ansioso por saber qué había pasado». Guzmán iba a contar su testimonio cuando el sacerdote dijo: «No quiero nada de hablar de cómo has dejado de fumar, de beber… ¡Eso es fácil! Quiero que des testimonio de lo que Dios ha hecho en tu vida».

Entonces comprendió que él no había sido el único salvado por el Señor: «Lo que los médicos, el hombre, el dinero o la medicina no pudieron hacer lo hizo el Señor. Mi madre estaba totalmente sana y también la relación en mi familia, los estudios… me dijeron que no servía para nada y terminé mi carrera de ingeniería ambiental, un grado superior y trabajando en una empresa de importaciones», relata.

“Fue increíble, me quitó las ganas de beber, comencé a tener insomnio, dolores en mi cabeza, en mi pecho y creí que me estaba volviendo loco. Pero vino el Espíritu Santo a mi vida fue una libertad total, como si me hubieran sacado un casco de la cabeza y comencé a hacer muchas cosas en mi vida. El Señor me transformó, se lo debía todo y se lo sigo debiendo, y nunca voy a poder pagarle lo que ha hecho en mi vida. Por eso me hice sacerdote. Y eso es lo que también quiere hacer en tu vida, si tienes el valor. Depende de ti»; concluye.

Fray Rafael hoy en día es un sacerdote de la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán, conocidos como los Padre Dominicos y desde el inicio de su ministerio ejerció la pastoral de sanación física, interior y de liberación.