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sábado, 27 de septiembre de 2025

Adam Biały tenía un melanoma metastásico: «Recé: ‘Jesús, confío en ti’ y pedí la intercesión de san Antonio de Padua; me sané y el médico dijo: ‘fue un milagro. Tenías uno de los tipos de cáncer más malignos’»


"Que la paz y la bondad te acompañen siempre y en todas partes", es lema de vida de Adam Biały, en la foto en el Santuario de San Antonio en Radecznica en Polonia

* «Un mecánico sólo puede arreglar algunas cosas en un coche, pero el ingeniero que lo diseñó lo conoce a la perfección. Por eso puede solucionar cualquier problema y sabe exactamente qué necesita. Lo mismo ocurre con las personas. Dios sabe mejor lo que necesitan. Y por eso vale la pena confiar en Él y descubrir su voluntad. Esto es lo que aprendí durante mi enfermedad» 

Camino Católico.- Una mancha roja en el hombro, luego metástasis. El diagnóstico sonaba a sentencia de muerte. Los médicos no le dieron muchas posibilidades a Adam; pero él rezó con insistencia... y su melanoma empezó a desaparecer. Años después, el médico lo miró con emoción: "Fue un milagro. Tenías uno de los tipos de cáncer más malignos". El testimonio de sanación lo publica Dorota Niedźwiecka en Aleteia.

El comienzo de la historia

Era finales de marzo de 2012. Adam Biały, entonces profesor de arte de 48 años de Rozkopaczew, cerca de Lublin, Polonia  notó una mancha roja en el pecho. Le picaba mucho y crecía cada día más rápido, dividiéndose y decolorándose. Cuando aparecieron manchas similares en la parte superior del pie, acudió a un médico de cabecera. 

– Por la expresión de su cara se notaba que el asunto era serio – comenta hoy Adam Biały. 

Juicio en la sombra

"Ese lunar es muy peligroso. Parece un melanoma", dijo un colega biólogo, contando la historia de un amigo que tuvo una lesión idéntica y falleció unas semanas antes. El cirujano oncólogo, considerado uno de los mejores especialistas en la zona, intentó no asustar demasiado a Adam y recomendó una cirugía lo antes posible. 

– Por la reacción de los médicos comprendí que no tenía muchas posibilidades – dice el hombre. 

Unos meses antes de su enfermedad, Adam, previamente involucrado en la Renovación Carismática, se unió a la Tercera Orden Seglar de san Francisco de Asís. Se conocieron en un lugar único: el santuario bernardino de San Antonio de Padua en Radecznica, cerca de Zamość. Este es el único lugar del mundo donde se apareció san Antonio de Padua que la Iglesia, tras una exhaustiva investigación, ha reconocido oficialmente como auténtico. 

"Señor Dios, me has encomendado tantas tareas. Mis seres queridos, mi comunidad... No creo que puedas cambiar de opinión, y no podré terminarlo en dos meses", suplicó con sinceridad. "No entiendo qué está pasando aquí, pero: Jesús, confío en ti". 

“Confío en Ti”, repetía cada día, librando una batalla espiritual. 

Guerra espiritual

"Este tiempo se convirtió en una prueba para mí, para determinar el estado de mi fe. ¿Veo el rostro de Dios en mí o he enterrado mi fe en nombre de la modernidad y una vida desinhibida?", dice Adam Biały. Día a día, intentaba aferrarse cada vez más a Cristo y confiar aún más en él.

Mientras esperaba la operación, junto con sus hermanos de la Tercera Orden Seglar de Radecznica, rezó por la intercesión de los santos franciscanos y, en una novena, confió todos sus dolores y temores a la intercesión del principal santo patrón del lugar, san Antonio de Padua. 

Sueño profético

Y entonces, algo extraordinario comenzó a suceder. Era el 27 de abril de 2012, y se dirigía a reunirse con María Vadia, una mujer carismática y fundadora de la comunidad "Magnificat", para hablar sobre una reunión en su parroquia. Sin embargo, todo pareció interferir. En el camino, sufrió un accidente de coche, y la culpa —de una manera extraña y completamente injusta— recayó directamente sobre él. "Perdón", dijo, reconociendo que era la mejor manera de responder a las injustas acusaciones. Tuvo que superar nuevos obstáculos para llegar a la reunión dos días después. 

La noche anterior, tuvo un sueño extraño. Durante la Misa en el santuario de Radecznica, comenzaba a leer un pasaje de la Escritura desde el púlpito cuando una sola palabra emergió del leccionario abierto: "volar". La leyó, y la congregación comenzó a cantar el "Magnificat". Todo a su alrededor se volvió dorado translúcido, como lleno de gracia. Al despertar, estaba seguro de que sanaría. 

‘No hagas el ridículo. Solo te quedan unas semanas de vida y estás ocupado hablando de Dios’. El diablo sembraba malos pensamientos en su mente y hacía todo lo posible para que Adán se rindiera. Sin embargo, seguía concentrado en las palabras: "Jesús, en ti confío". 

Milagro 

Durante la reunión del 29 de abril, María Vadia colocó la mano sobre el melanoma y oró un momento. Adam sintió una sensación cálida y de hormigueo, seguida de alivio y alegría. 

Al día siguiente, durante su rutina matutina, notó algo inusual: el melanoma en su pecho había desaparecido. El anillo rojo que lo rodeaba también había desaparecido, y la picazón había cesado. Solo le quedaban unas pocas manchas grandes en la parte superior del pie izquierdo. Su médico de cabecera estaba encantado. 

El médico confirma: fue un milagro

“¿Puede desaparecer el melanoma?”, le preguntó al oncólogo durante la cita programada. 

– Imposible – respondió el especialista, animándolo a exponer la zona afectada. 

“Por favor, desabrocha tu camisa más abajo, no puedo ver”, le instó. 

—Pero eso es lo que es —respondió Adam, señalando la mancha descolorida.  

El médico se sentó. "Esta zona ni siquiera es apta para tratamiento dermatológico", susurró sorprendido.  

A pesar de esto, Adam decidió extirpar la mancha de cáncer que tenía en el pecho, aunque su médico le aconsejó no hacerlo, y examinar el tejido histopatológicamente. 

"Quería estar 100% seguro de que estaba curado", dice. "No tenía células cancerosas en ningún lugar del cuerpo"; los resultados fueron inequívocos. El médico que habló conmigo en ese momento me dijo que había recibido una nueva oportunidad de vida y me animó a aprovecharla al máximo. 

Una invitación de María

Algunas manchas en su pie persistieron por un tiempo. La última marca desapareció el 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Santísima Virgen María. Adán supo que era una invitación especial de María. 

"Antes, me fascinaban las innovaciones protestantes; y las oraciones tradicionales de la Iglesia, como el rosario y las oraciones del Primero de Mayo, empezaron a molestarme", dice Adam. "Cuando la mancha desapareció, me di cuenta de que ya no debía defenderme de la presencia de María en mi vida, sino confiar en ella con todas mis fuerzas". 

Hoy, Adam sirve con esmero como superior de la Tercera Orden Secular en la región de Lublin. A menudo les cuenta a sus amigos alguna anécdota sobre el mecánico y el diseñador:

"Un mecánico solo puede arreglar algunas cosas en un coche, pero el ingeniero que lo diseñó lo conoce a la perfección. Por eso puede solucionar cualquier problema y sabe exactamente qué necesita", dice. "Lo mismo ocurre con las personas. Dios sabe mejor lo que necesitan. Y por eso vale la pena confiar en Él y descubrir su voluntad". 

– Esto es lo que aprendí durante mi enfermedad – añade.

martes, 23 de septiembre de 2025

Matrimonio esperaba un hijo en la India: «La ecografía no detectó los latidos del corazón, rezamos al venerable Isidoro Zorzano y en otra prueba ya había los latidos normales; fue un milagro y la doctora dijo: ‘Dios es bueno?»

El matrimonio, familiares y amigos rezaron una novena al venerable Isidoro Zorzano, en la imagen, después que la primera ecografía no mostrará el latido del bebé  

* «La doctora, con más de 25 años de experiencia, nos explicó que cuando no había latido, normalmente nunca volvía a presentarse. Insistí en preguntar si existía alguna probabilidad, aunque fuera mínima, pues me aferraba a la esperanza. La respuesta fue clara: no había ninguna posibilidad, salvo un milagro… Dios ha sido inmensamente bueno con nosotros en este episodio. Aunque sabemos que aún nos esperan siete meses de embarazo, nadie podrá quitarnos este momento en el que escuchamos fuerte y claro el corazón de nuestro bebé» 

Camino Católico.-  Un matrimonio en Bangalore (India) recibió una noticia desoladora: en la ecografía de su segundo embarazo no se detectaban los latidos del corazón. Gracias a la intercesión del venerable Isidoro Zorzano, todo cambió. Lo cuenta uno de los esposos, que dirma con las iniciales N.N. en el portal del Opus Dei en donde relata todo el proceso que vivieron:

«Para nosotros, fue realmente un milagro concedido por la intercesión de Isidoro»

El 27 de junio de 2023, mi esposa y yo acudimos al médico tras dar positivo en la prueba de embarazo. Después de una breve consulta, el doctor de un prestigioso hospital de Bangalore (India) nos felicitó: estábamos esperando a nuestro segundo hijo. El siguiente paso sería realizar una ecografía para comprobar que todo marchaba bien con el bebé.

Tres días después hicimos la ecografía, y el médico nos informó de inmediato que debíamos ver a nuestro ginecólogo lo antes posible, pues no se detectaban los latidos del corazón. A la mañana siguiente acudimos a la consulta y nos confirmaron que no había ninguna posibilidad de que el latido apareciera. La doctora, con más de 25 años de experiencia, nos explicó que cuando no había latido, normalmente nunca volvía a presentarse. Insistí en preguntar si existía alguna probabilidad, aunque fuera mínima, pues me aferraba a la esperanza. La respuesta fue clara: no había ninguna posibilidad, salvo un milagro.

Mi esposa, mi suegra y yo salimos de la consulta incrédulos. Lo que siguió fueron incontables lecturas en Internet, consultas con varios médicos y, sobre todo, pedir a nuestros seres queridos que rezaran a Dios por un milagro. Mientras pensaba en todo lo que podía haber fallado —quizá el escáner no se había hecho bien, tal vez la doctora no interpretó correctamente el informe, o la máquina utilizada no funcionaba adecuadamente— cada pequeña esperanza se desvanecía frente a la seguridad con la que la especialista había afirmado que el latido no reaparecería.

El 10 de julio nos programaron otra ecografía, más como confirmación del diagnóstico anterior que como una verdadera esperanza. Fue entonces cuando un querido amigo me habló de la novena al venerable Isidoro Zorzano. Decidimos rezarla juntos hasta el día 9, víspera de la exploración decisiva.

Ese día acudimos a otro hospital, con otro radiólogo y otro ginecólogo. Llegó nuestro turno para el escáner y, tras quince angustiosos minutos con mi esposa dentro de la consulta, la doctora finalmente me llamó: con enorme sorpresa, se veía claramente el latido del corazón de nuestro bebé (170 latidos por minuto, perfecto para su edad). Para nosotros, fue realmente un milagro concedido por la intercesión de Isidoro.

Llevamos ambos informes a nuestra nueva ginecóloga, que tampoco podía creer los resultados contradictorios y quiso confirmar personalmente lo que tenía en sus manos. Lo único que dijo fue: «Dios es bueno». Y así es: Dios ha sido inmensamente bueno con nosotros en este episodio. Aunque sabemos que aún nos esperan siete meses de embarazo, nadie podrá quitarnos este momento en el que escuchamos fuerte y claro el corazón de nuestro bebé.

Espero que este testimonio sea de ayuda para muchos otros que rezan a nuestro Dios amoroso, especialmente a través de nuestros amigos en el Cielo, como Isidoro Zorzano.

N.N. – India

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Liliana Valverde, fue a la tumba de Acutis a pedir que sanara a su hija, que podía morir, y obrara el milagro que le ha hecho santo: «Oré: ‘Carlo, quiero que me devuelvan a mi hija tal como me la dio Dios, sana y salva’»



Valeria Vargas Valverde, la joven protagonista del milagro de Carlo Acutis, junto a su madre Liliana Valverde, quien cuenta cómo sucedió el milagro / Foto: Cedida por Liliana Valverde 

* «La enfermera me sentó, me tomó las manos y me dijo: ‘La lesión que tiene es mortal’... Los médicos italianos explicaron la situación a mi hermano, que es doctor y que estaba en Costa Rica. Él me dijo: ‘Liliana, tenemos que rezar y agradecerle a Dios los 21 años que nos ha dado con ella’. Me explicó que la lesión era letal, que no creía que fuera a sobrevivir…Unos cinco días después de mi visita a Asís, llegué al hospital a la una de la tarde y escuché mucho alboroto. Los doctores y enfermeras lloraban. No podían creerlo. Decían: ‘Esto es un milagro’. Yo la abracé. Los médicos no daban crédito. Yo sí porque estaba segura de que se iba a sanar» 

 Vídeo del programa 'Ecclesia' de 13 TV en el que Liliana Valverde cuenta su testimonio

Camino Católico.- «Cuando conocí a la mamá de Carlo Acutis, la abracé y la abracé», relata Liliana Valverde. La curación completa en menos de diez días de su hija Valeria, a la que tras un accidente solo pronosticaban la muerte o graves secuelas, hizo posible la canonización del primer santo milenial el pasado domingo, 7 de septiembre. «Ahora para mí, Carlo es como un tercer hijo»

El 2 de julio de 2022 Valeria Vargas Valverde, estudiante costarricense de 21 años, sufrió un accidente en bicicleta que le provocó un daño cerebral irreversible. En aquel entonces estudiaba en Florencia (Italia). Tres días antes había llegado a la ciudad su madre, Liliana, con la idea de emprender juntas un viaje por Europa. «Gracias a Dios yo estaba allí en ese momento, porque si no… no sé qué habría pasado». En conversación con Alfa y Omega, explica cómo esta trágica historia dio lugar al milagro que ha permitido la canonización de Carlo Acutis. 

—¿Cómo ocurrió el accidente?

—Fue el 2 de julio, a las tres de la madrugada. Mi hija había quedado con una amiga que aún no se había ido de vacaciones. Se despidieron y Valeria siguió con la bicicleta eléctrica. Cayó y quedó inconsciente. Sufrió un trauma craneoencefálico.

Pasaban las horas y me extrañaba que no llegara, porque al día siguiente teníamos que ir a Milán, era nuestro primer destino. Entonces me llamó una mujer: «Soy de la Policía». Me explicó que mi hija había sufrido un accidente y respondí: «No estoy para bromas, es muy tarde, ponme a mi hija». Y ella insistió: «Tu hija no puede atenderte, está inconsciente. La están llevando a emergencias». Me preguntó dónde estaba y la Policía vino al apartamento para llevarme al hospital. 

—¿Qué pasó allí?

—Estuve unas dos o tres horas sin saber de qué emergencia se trataba. Pensaba que se había lastimado una mano o un pie, jamás imaginé que fuera algo tan grave. La agente con la que había hablado por teléfono llegó al hospital y me entregó sus pertenencias. Le pregunté qué había pasado y me advirtió: «No serán buenas noticias». Dijo que, por protocolo, no podía decirme nada; que pronto vendría la enfermera y me explicaría la situación.

—Y llegó la enfermera.

—Me sentó, me tomó las manos y me dijo: «La lesión que tiene es mortal». «¡Dios mío!», pensé… Me dijo que había sufrido un trauma craneoencefálico, que estaba muy mal. Estaban llamando al neurocirujano, pero que no sabían si iba a sobrevivir. En ese momento le estaban colocando un drenaje en el cráneo, porque tenía presión cerebral incompatible con la vida. Me dijeron que había ingresado en estado de premuerte, prácticamente ya sin signos vitales. Entró en coma y tuvieron que inducírselo nuevamente. No podía respirar por sí misma.

—¿Se consultó con otros doctores?

—Sí. Los médicos italianos explicaron la situación a mi hermano, que es doctor y que estaba en Costa Rica. Él me dijo: «Liliana, tenemos que rezar y agradecerle a Dios los 21 años que nos ha dado con ella». Me explicó que la lesión era letal, que no creía que fuera a sobrevivir. Otro médico me advirtió de que, si sobrevivía, tendría secuelas: lesiones físicas permanentes o semipermanentes, y probablemente cognitivas.

—¿Cómo entra Carlo Acutis en esta historia?

—Unos días después del accidente, me llamó mi asistente y mientras hablábamos de cosas de la oficina me preguntó si recordaba a Carlo Acutis. Le respondí que sí. Cuando lo beatificaron vimos la ceremonia por televisión. Nos llamó la atención que fuera tan joven, tan lindo, de clase alta y que hubiera hecho tanto por los pobres. Nos conmovió su historia. «¿Sabe que su cuerpo está en Asís?», me dijo. «Voy a ir a verlo», respondí. 

Fui el 8 o 9 de julio de 2022, justo una semana después del accidente. Salí temprano del hospital, tomé el último tren de Florencia a Asís y fui a un hotel cerca del santuario. Por la mañana pregunté por la iglesia donde está enterrado Carlo y el recepcionista me dijo que estaba muy cerca, pero me recomendó visitar primero la tumba de san Francisco y de santa Clara. Le respondí: «No. Yo vengo única y exclusivamente para ver a Carlo Acutis». Se quedó sorprendido y dijo que era raro ver turistas levantarse tan temprano. Pero yo lo tenía claro.

—¿Qué pasó cuando llegó a la tumba?

—Desde que entré en esa iglesia sentí una paz inmensa; que se me quitaba un peso enorme de encima. Y ese fue el primer milagro de Carlo: devolverme la fe. Yo era una católica de nombre. Mi hija estaba bautizada, confirmada. Yo también. Íbamos a Misa cuando tocaba, pero nada más. Ese día fui al santuario y llegué directamente a la tumba de Carlo. No había nadie. Estuve ahí desde las ocho de la mañana hasta el mediodía. 

—¿Qué milagro pidió?

—Me habían dicho que uno debía pedirle a Dios tal como un niño le pide a sus padres, describiendo con detalle lo que desea. Y eso hice. Le dije: «Carlo, quiero que intercedas para que me devuelvan a mi hija tal como me la dio Dios hace 21 años. Sana, salva, bien física y mentalmente. Totalmente intacta». Escribí la primera de muchas cartas a Carlo, que se dejan en el santuario. Estuve ahí, llorando, pidiendo, contemplando. Al salir de la iglesia mandé un WhatsApp a una amiga: «No me vas a creer, pero estoy saliendo de la iglesia donde está el cuerpo de Carlo. Estoy completamente segura de que Dios y Carlo van a hacer el milagro. Valeria se va a sanar completamente». Ese mensaje está ahí, con fecha y hora. Yo lo sentía con total certeza.

—¿Qué pasó cuando regresó a Florencia?

—Cuando volví, Valeria ya había superado el momento más crítico. Se movía mucho y como estaba estable, decidieron retirarle algunas máquinas y hacerle una traqueotomía. Nos explicaron que necesitaría terapia física, cognitiva, de lenguaje… todo. Tendría que volver a aprender a caminar, a hablar, hacer todo desde cero. A la vez, empecé a ver cosas sorprendentes. Yo le preguntaba al doctor: «¿Es posible que esté deglutiendo por sí misma? ¿Que esté aspirando sus secreciones?». Y me decía: «Pues sí, señora. Lo que observa es cierto». 

—La oración ya daba frutos.

—Unos cinco días después de mi visita a Asís, llegué al hospital a la una de la tarde y escuché mucho alboroto y también una voz que gritaba: «¡Mami! ¡Mami!». Era Valeria. Le habían quitado la traqueotomía, estaba en silla de ruedas, amarrada porque quería salir corriendo. Los doctores y enfermeras lloraban. No podían creerlo. Decían: «Esto es un milagro». Yo la abracé. «¡Mami, te amo! ¡Sácame de aquí!», me dijo. Los médicos no daban crédito. Yo sí porque estaba segura de que se iba a sanar.

—¿Cómo reaccionaron los doctores?

—Habían dicho que necesitaría entre nueve meses y un año para que desapareciera la inflamación del cerebro, pero en un TAC del 18 de julio vieron que estaba completamente desinflamado. Fue una noticia maravillosa. 

—¿Pudo retormar los estudios?

—Los retomó desde que comenzó el curso, a distancia desde Costa Roca. Y regresó a Florencia para terminar su carrera. No le dio miedo. Fue impresionante.

—¿Le impresionó que el Vaticano haya aprobado el milagro para la canonización?

—Cuando conocí a la mamá de Carlo, la abracé y la abracé. Ahora para mí, Carlo es como un tercer hijo. Tengo un sobrino que es como mi hijo, y Carlo… Carlo está en mi corazón. Lo más cercano que tengo a él es su madre. Y poder decirle «gracias» fue muy profundo.

—¿Qué ha cambiado en su vida?

—Bueno… Ahora voy cada 8 y 9 de julio a Asís, a dar las gracias a Carlo por el milagro. Para mí, es un día de celebración.

Rubin, 16 años:: «Mi amiga Rosie O’Connor se ha curado de una enfermedad degenerativa gracias a San Carlo Acutis al rezar un sacerdote por ella con una reliquia; le dijeron que nunca se pondría bien»


Rubin, de 16 años, en la cola para acceder a la plaza de San Pedro / Foto: Victoria Cardiel-EWTN News

Camino Católico.- A las 6:30 de la mañana se han abierto las barreras de la plaza de San Pedro para permitir la entrada de peregrinos a la canonización de Carlo Acutis y de Pier Giorgio Frassati. En medio de las colas interminables, estaba Rubin, de 16 años, para quien poder vivir el momento en el que el Papa León XIV ha pronunciado la fórmula solemne de canonización es un “sueño hecho realidad”.

Ha venido a Roma desde Dublin (Irlanda) en peregrinación con un grupo de chicas de su colegio donde el joven italiano, fallecido en Monza en 2006 a los 15 años, es muy querido. Y es que asegura que la intercesión del primer santo del siglo XXI fue crucial en la curación de una de sus mejores amigas.

“En nuestra escuela aprendemos mucho sobre Carlo Acutis. Para nosotras estar aquí es muy importante porque una amiga nuestra estaba muy enferma de pequeña y le dijeron que nunca se pondría bien”, explica a  ACI Prensa, acompañada por su madre, Catherine, y su hermana pequeña, Eme.

Rubin, de 16 años, junto a su hermana y su madre en la cola para acceder a la plaza de San Pedro / Foto: Victoria Cardiel-EWTN News

La amiga de la que habla se llama Rosie O’Connor. Según relata, llegó un momento en el que ni si quiera podía comer de forma autónoma y “tenía una sonda de alimentación”.

“Era una gran deportista, jugaba al fútbol, pero no podía hacer nada de eso. Tuvo que estar postrada en la cama muchos meses. Fue muy duro para todas”, detalla.

Un día un sacerdote la bendijo con unas reliquias dealgunos cabellos del joven y a los pocos meses su situación mejoró inexplicablemente: “Después de ser bendecida con las reliquias de Carlo, volvió a jugar y ahora está completamente recuperada. Incluso le ha ido muy bien en los exámenes y regresó con normalidad a la escuela”, subraya con emoción.

“Mi amiga se curó de una enfermedad degenerativa gracias a él”, declara sin ambages.

La chica beneficiada por el milagro, que aunque no ha sido catalogado como tal por el Vaticano ha marcado para siempre a esta comunidad escolar, también viajó a Roma para la canonización. De hecho, el Papa pudo saludar este sábado tras la audiencia jubilar a su padre y a su abuela tal y como demuestra con una fotografía que enseña con su teléfono.

Para su hermana pequeña, Eme, la canonización de Acutis tiene además un significado personal: en su confirmación eligió al primer santo millenial. “Es mi santo de confirmación”, cuenta con una sonrisa tímida.

Detalle del colgante con la imagen de Acutis que acompaña a esta niña irlandesa / Foto: Victoria Cardiel - EWTN News

La familia había planeado venir a la canonización prevista inicialmente en abril, pero las fechas coincidieron con los exámenes escolares. “Cuando anunciaron la nueva fecha, no lo dudamos y compramos los billetes”, relata a su lado, su madre, Catherine.

El testimonio de esta pequeña peregrina irlandesa refleja cómo la figura de Carlo Acutis, el “ciberapóstol de la Eucaristía”, inspira ya a nuevas generaciones de jóvenes y familias de todo el mundo, convirtiendo la canonización en un acontecimiento de fe viva que trasciende fronteras.

domingo, 4 de mayo de 2025

Antonietta Raco, curada de Esclerosis Lateral, último milagro reconocido en Lourdes: «Sentí un gran dolor en ambas piernas y después una sensación de alivio envolvente; algo le había pasado a mi cuerpo pero tenía miedo»

Antonietta Raco, italiana curada milagrosamente en Lourdes en 2009, milagro reconocido en 2025

* «Los médicos, las enfermeras que siempre me levantaban de la silla de ruedas para ponerme en una cama, estaban inmóviles, observándome. El médico jefe, el profesor Adriano Chiò, vino a recibirme. Se quedó impresionado. Me sometió a una larga serie de pruebas. Finalmente, sin decir palabra, me abrazó y nos emocionamos. La ciencia, señaló, no podía explicarlo… Yo ya era creyente, mi fe sólo se fortaleció. Siempre he considerado a la Virgen como una madre. En mi sencillez siempre he confiado en ella. No niego que, después de lo que me pasó, siento esa presencia a mi lado, como le puede pasar a todas las demás personas que confían en ella. ¿Yo elegida para un milagro? Somos solo un instrumento en las manos de Dios. Por supuesto, cuando escuchaba los pasajes del Evangelio, oía historias de milagros. Pero nunca piensas que aquellos acontecimientos, tan lejanos en el tiempo, pudieran volver a ocurrir. En cambio, nuestra fe nos permite comprender que Dios está siempre presente entre nosotros, entonces como ahora» 

Camino Católico.-  Este mes de abril de 2025 la Iglesia ha reconocido como un milagro por la intercesión de la Virgen de Lourdes la sanación de la italiana Antonietta Raco, que vivió una experiencia especial en las piscinas de Lourdes en 2009 y se curó repentinamente de su esclerosis múltiple, una esclerosis lateral primaria que durante 4 años había ido empeorando.

La Iglesia ha esperado estos años para confirmar que la curación era total y definitiva. Es el milagro número 72 que la Iglesia reconoce en el santuario (aunque muchas más personas han declarado mejorías, curaciones, conversiones, etc…)

En la catedral de Maria Annunziatta, en la diócesis italiana de Tursi, donde vive Antonietta, el obispo Vincenzo Orofino puso su firma solemne en una ceremonia en abril reconociendo el carácter milagroso de la curación. Vito Salinaro, del diario Avvenire, acudió a Francavilla in Sinni (Potenza, Italia) a hablar con la milagrada.

El periodista destaca la «serenidad cotidiana» en los ojos de Antonietta, que hoy tiene 67 años.

En la catedral, en el acto solemne, el obispo la abraza y le dice que aquel hecho inexplicable de 2009, 16 años antes, es ya oficialmente reconocido como milagro. Una pequeña multitud de periodistas quiere hablar con ella.

«Quizás no lo demuestre, pero en realidad siento una gran emoción por lo que sucedió durante la Misa Crismal del miércoles, en Tursi, donde el obispo habló de un signo divino de curación. Soy consciente de lo que pasó. Pero sinceramente os digo que para mí nada ha cambiado [estos días]», explica la milagrada.

El cambio fue el 2009, explica. «Era el 5 de agosto de 2009, cuando, después de 4 años, me levanté de la silla de ruedas y comencé a caminar nuevamente. Pero yo ya era creyente, mi fe sólo se fortaleció», detalla.

El momento exacto de la curación: dolor, alivio y una voz

En realidad, en 2009 acudió a Lourdes más bien para orar por una niña que conocía con ELA. Para ella misma, que llevaba cuatro años de enfermedad, sólo pedía paz para afrontarla. Estaba entonces impresionada por casos de pacientes terminales a quienes se les había retirado el soporte vital.

Unas voluntarias ayudan a una peregrina en una de las llamadas piscinas, o bañeras, de Lourdes

«A finales de julio [de 2009] participé en una peregrinación con Unitalsi, no necesariamente para que rezaran por mí. Cuando llegó mi turno en la piscina, tres ‘damas’ me ayudaron a entrar al agua. Poco después, dos se alejaron, mientras una continuó ayudándome. Entonces esta señora también se alejó un poco de mí. Y he aquí que fue entonces cuando sentí la presencia de otra persona sujetándome el cuello. Entonces, con dificultad, intenté darme la vuelta pero no había nadie allí».

«Luego sentí un gran dolor en ambas piernas. Y después una sensación de alivio envolvente. En ese momento oí, a mi izquierda, una hermosa voz femenina: era suave, ligera. Nunca había oído nada igual. Me dijo: ‘¡No tengas miedo, no tengas miedo!’ Pero yo estaba temblando, temblaba de miedo. Algo inexplicable estaba sucediendo, además porque sólo yo podía escuchar esa voz. No sabía en absoluto que estaba curada».

Por ese miedo, explica, en ese momento no se lo contó a nadie. Siguió usando la silla de ruedas. «Algo le había pasado a mi cuerpo pero tenía miedo, no podía revelarme a mí misma ni a mis seres queridos qué era. Después de todo, nuestra fe no se basa en hechos que deban exhibirse».

Volvió a casa. Unos días después, en la tarde del 5 de agosto, «estaba viendo la televisión sentada en el sofá, con mi marido a mi lado, cuando esa voz, la voz de Lourdes, regresó. ¡Qué miedo! “Llama a tu marido”, me dijo, “díselo”. Pero ¿qué se supone que debía decirle?, pensé. Estaba nervioso. Pero aún se oye la voz: «Llama a tu marido y díselo». Entonces llamé a mi marido Antonio y encontré la fuerza para intentar levantarme por mis propios medios. ¡Lo hice! Di algunos pasos y luego incluso algunos giros. Mi marido no podía creer lo que veía. Y le conté todo».

Su marido, Antonio, llamó al médico local, y también avisaron al párroco, que entonces era Franco La Canna (hoy es párroco en Chiaromonte). El párroco reunió la información para comunicarla al obispo Francescantonio Nolè (fallecido en 2022).

Antonietta Raco, a la izquierda en silla de ruedas en 2009, a la derecha curada y como voluntaria de UNITALSI

El asombro de los médicos

El médico dijo que lo que veía no era razonable ni explicable. Encargó a Antonietta acudir al centro de ELA del Hospital Molinette de Turín, donde ella había recibido sus tratamientos.

Antonietta entró caminando en el hospital, donde la conocían. «Los médicos, las enfermeras que siempre me levantaban de la silla de ruedas para ponerme en una cama, estaban inmóviles, observándome. El médico jefe, el profesor Adriano Chiò, vino a recibirme. Se quedó impresionado. Me sometió a una larga serie de pruebas. Finalmente, sin decir palabra, me abrazó y nos emocionamos. La ciencia, señaló, no podía explicarlo».

Los médicos le habían dicho que ella no tenía ninguna posibilidad de recuperación.

Desde entonces, ha sido examinada muchas veces y por muchos médicos. Acudió al Bureau des constatations médicales de Lourdes, la oficina médica oficial que examina este tipo de casos en el santuario. «He sido evaluada por especialistas italianos y extranjeros. También les dije que si mi historia puede ayudar a entender mejor esta enfermedad, todas las pruebas son bienvenidas».

La relación con la Virgen María

Antonietta explica su relación con la Virgen.

«Siempre he considerado a la Virgen como una madre. En mi sencillez siempre he confiado en ella. No niego que, después de lo que me pasó, siento esa presencia a mi lado, como le puede pasar a todas las demás personas que confían en ella. ¿Yo elegida para un milagro? Somos solo un instrumento en las manos de Dios. Por supuesto, cuando escuchaba los pasajes del Evangelio, oía historias de milagros. Pero nunca piensas que aquellos acontecimientos, tan lejanos en el tiempo, pudieran volver a ocurrir. En cambio, nuestra fe nos permite comprender que Dios está siempre presente entre nosotros, entonces como ahora».

Desde entonces, Antonietta se ha hecho voluntaria de Unitalsi, la gran organización italiana que desde 1903 lleva enfermos a Lourdes. Unitalsi tiene entre 6.000 y 7.000 voluntarios, pero sin duda Antonietta es una incorporación muy especial.

«Han hecho mucho por mí [en Unitalsi], con mucho cariño, y quiero hacer algo por los demás. Sin su ayuda no habría tenido la oportunidad de ir a Lourdes. Pero eres voluntario cada día, simplemente estando al lado de una persona que está sufriendo, por ejemplo».

Hoy considera que «Lourdes es mi casa. Y no hay un momento a lo largo del día en que mi mente no regrese a su Gruta».

El mensaje final de Antonietta es: «Nunca debemos perder la esperanza. La vida hay que vivirla hasta el final».

LAS FECHAS

En Julio del 2010 Antonietta declaró su curación ante la oficina médica de Lourdes. Empieza la investigación oficial de la oficina.

En el Año 2017, en reunión de la oficina médica de Lourdes, constatan la curación de Antonietta, calificada de inexplicable, según los conocimientos médicos.

En Noviembre del año 2024, el Comité Médico Internacional de Lourdes, declaró que la Sra Antonietta Raco estaba curada de su dolencia de ELP.

En abril de 2025 el obispo proclama el milagro.

Vídeo en italiano de Antonietta Raco en el que cuenta su testimonio de curación