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martes, 16 de diciembre de 2025

Andrea Cueva y Kenji Igei: «Nuestros mellizos nacieron a los 5 meses de gestación, los médicos dijeron que tenían un 10% de probabilidades de sobrevivir, rezamos a la Virgen de Guadalupe y están sanos»


Andrea Cueva y Kenji Igei junto con Iago e Ian y la Virgen de Guadalupe / Foto: @familia.igeicueva

* «A pesar de todo, la Virgen de Guadalupe no nos abandonó. Ella quiso, desde el día 1, hacerse notar. Seguíamos encomendándolos con mucha fe, incluso en medio de las más difíciles tormentas. Muchas personas nos acompañaron en esta plegaria, e Ian y Iago son fruto de la oración de tantos. ¡Infinitas gracias! Verlos tan sanos e inteligentes, a veces nos hace olvidar de dónde los libró Dios. Verlos así debería darnos ganas de recordar que el Señor no abandona, que los milagros existen y que Dios obra. Y … que la Virgen siempre vela»

Camino Católico.-  Con apenas 5 meses de gestación, Iago e Ian nacieron de emergencia, enfrentando un pronóstico desgarrador: solo un 10% de probabilidades de sobrevivir. En medio del miedo y la incertidumbre, su familia se aferró a la fe y rezó todos los días a la Virgen de Guadalupe por la vida de estos pequeños.

Andrea Cueva y Kenji Igei enfrentaban un duro momento por la pérdida de su primer hijo con solo 6 semanas de embarazo, cuando fueron sorprendidos con un regalo de Dios, iban a ser padres nuevamente y esta vez de dos niños.

Desde el inicio, el embarazo fue considerado de alto riesgo, lo que obligó a Andrea a permanecer en reposo absoluto durante las primeras semanas.

“No negaré que ver a otras embarazadas caminando y haciendo su vida normal me cuestionaba de ‘¿por qué yo no?’ Pero bueno, mi útero, mi vida es diferente a la de las otras. Mi trabajo era desde cama, he visto tantas series que hasta me sentía culpable de ‘perder mi tiempo’. Pero entendía que una vida entregada era una vida que vale la pena y así celebrábamos semana tras semana; era una tremenda alegría”, indica en su cuenta de Instagram.

En este tiempo de incertidumbre, la pareja decidió consagrar la vida de sus pequeños a la Virgen y agradecer a Dios por este regalo. “‘Son más tuyos que nuestros’ es nuestra oración de todos los días”, escribieron.

A las 12 semanas, una ecografía confirmó que todo marchaba bien, y la doctora les dio luz verde para retomar una vida más activa. “Al día siguiente mi mamá compró nuestros pasajes a Miami porque en casa estábamos solos”, señala Andrea.

Sin embargo, a pesar de los momentos de tranquilidad, Andrea no dejó de enfrentarse a temores constantes. “De verdad que es muy difícil cuando vas al baño y piensas que en cualquier momento podrías sangrar”, confesó. Aun así, celebraban cada semana como un logro.

El 1 de enero, durante su estancia en Estados Unidos, el embarazo se complicó y con solo 5 meses de gestación, los bebés llegaron al mundo. La pareja decidió darles el nombre de Iago e Ian, por Santiago y Juan, apóstoles hermanos.

“Ellos nacieron de emergencia cuando estábamos de turismo en EEUU y no nos queda duda de que Dios quería que fuese así.

Cuando nacieron nos dijeron que solo tenían un 10% de probabilidades de sobrevivir, que nos preparemos para lo peor porque en cualquier momento podría pasar”.

En medio de este desafío, la fe de Andrea y Kenji no desfalleció. Decidieron bautizar a sus pequeños guerreros, que se encontraban en cuidados intensivos neonatales (UCIN).

Los mellizos Iago e Ian / Foto: @familia.igeicueva

“Creemos en la Santa Iglesia Católica y eso nos hace saber que cuando se bautizan no sólo son miembros de este cuerpo místico de Cristo, sino que se hacen Hijos de Dios 💟. Ian e Iago ahora son hijos de ese padre que los ama tanto, es para festejar!”.

La familia también pidió oraciones a la Virgen de Guadalupe por la salud de los pequeños, confiando en su poderosa intercesión. Y luego de 5 meses y medio, los pequeños lograron salir de UCIN.

“A pesar de todo, la Virgen de Guadalupe no nos abandonó. Ella quiso, desde el día 1, hacerse notar. Seguíamos encomendándolos con mucha fe, incluso en medio de las más difíciles tormentas. Muchas personas nos acompañaron en esta plegaria, e Ian y Iago son fruto de la oración de tantos. Infinitas gracias!”.

Hoy, con el corazón lleno de gratitud, Andrea y Kenji celebran la vida de sus hijos, recordando que los milagros existen. Aunque el camino no ha sido fácil, incluso enfrentando el cáncer del pequeño Iago, cáncer del pequeño Iago, la familia ha seguido adelante con fe y esperanza. Cuando la enfermedad se hizo presente escribían: “Quien lo iba a creer que el cáncer llegaría a nuestra vida... Justo a un bebé de menos de un año que había pasado 5 meses y medio en el hospital, por 3 operaciones y por muchos percances y dolores en su corta vida. Iago hermoso, ya venciste, ya estas bien!!!”.

“Verlos tan sanos e inteligentes, a veces nos hace olvidar de dónde los libró Dios. Verlos así debería darnos ganas de recordar que el Señor no abandona, que los milagros existen y que Dios obra. Y … que la Virgen siempre vela”.

En 2023, la pareja recibió una nueva alegría: la llegada de Iáela, una pequeña que nació totalmente sana. “El Señor con su vida nos está curando las heridas…”, resaltaron.

Andrea Cueva y Kenji Igei junto con Iago e Ian y la bebé Iáela / Foto: @familia.igeicueva

Esta es la oración a la Virgen de Guadalupe que la familia rezó por los pequeños Iago e Ian.

Hermosa Virgencita de Guadalupe,

te entrego la salud de Iago e Ian,

recién nacidos prematuramente,

para que los cobijes con tu manto de madre

y reciban todo tu calor, tu amor y protección.  


Acércalos a tu regazo,

para que sus cuerpos se fortalezcan,

que sus órganos se desarrollen por completo

y sus defensas se multipliquen,

para que nada pueda dañarlos.  


Te pido, Virgen de Guadalupe,

que seas tú quien intervenga para que

estos bebés crezcan sanos,

fuertes y llenos de vida;

que el tiempo que les faltó

por permanecer en el vientre

no sea un impedimento

para su completo y total desarrollo físico y mental;

que siempre estés tú a su lado, cuidándolos,

protegiéndolos, sanándolos y llenándolos

de amor y de salud perfecta.  


Confío plenamente a ti, Virgen de Guadalupe,

estas nuevas vidas que ahora son vida,

esperanza y alegría de sus padres y familiares.  

Amén. 

El milagro con un suicida que llevó a San Juan Diego a los altares: «Morirá por el impacto», aseguraban los médicos, pero luego dijeron que «el caso es único, sorprendente, científicamente inexplicable»


San Juan Diego

Camino Católico.- Fue un 6 de mayo de 1990. Juan Pablo II se encontraba en Ciudad de México con motivo de la beatificación de Juan Diego, «el confidente de la dulce Señora del Tepeyac -la Virgen de Guadalupe-» en sus propias palabras, con miles de personas enfervorizadas de fe y devoción. Juan José Barragán Silva estaba muy lejos de aquel acontecimiento, física y espiritualmente, sin saber que sería el protagonista del milagro que haría llegar a San Juan Diego a los altares.

La historia del milagro del joven de 20 años comenzó tiempo atrás, durante la adolescencia de Juan José. Sus padres se habían separado y él no lograba  superarlo, cayendo en una profunda depresión, tal como explica el Boletín Guadalupano y que sintetiza José María Carrera en Cari Filii.

Deprimido y en las drogas con 15 años

Buscando paliar los estragos de la ruptura, Barragán decidió ir a buscar a su padre por su propia cuenta a Estados Unidos. Allí encontró a su progenitor con su nueva familia, pero no tuvo ni la bienvenida ni la respuesta que esperaba. Rechazado por su padre, comenzó a vivir como indigente, adentrándose en el consumo de alcohol y drogas desde los 15 años.

Cinco años después y de vuelta con su madre, Esperanza, el joven permanecía apático, sin ánimos de levantarse de la cama o salir de casa. La invitación de su madre para acompañarla al mercado aquel 3 de mayo logró hacerle cambiar de opinión. Al terminar, el joven decidió salir con un amigo, Manuel, para beber y fumar marihuana.

Al volver a casa, Esperanza notó que algo no iba bien. Su hijo Juan José estaba muy alterado, sin que los tranquilizantes que ella le daba pareciesen surtir efecto. La tensión llegó a su punto álgido cuando, al servirle la comida, el joven empezó a clavarse el cuchillo en la cabeza y el ojo.

«¡Ya no quiero vivir!»

«¡No seas tonto! ¿Hijo, por qué lo haces?», le gritaba su madre mientras trataba de quitarle los cuchillos.

«¡Yo ya no quiero vivir, ya no quiero vivir!», respondió Juan José, sangrando por la cara mientras abría la ventana de su casa. Esperanza corrió sin éxito para detener a su hijo, que cayó de cabeza e impactó contra el suelo de cemento a 10 metros de altura.

Tal y como recoge el portal de la basílica de Guadalupe en México, en el preciso instante en que el joven cayó al vacío, la madre ya encomendaba su vida a Dios y a la intercesión de Juan Diego, cuya beatificación estaba prevista para aquellos días, confiando en que el beato estaría más cerca de Dios. «Dame una prueba, ¡salva a mi hijo!», imploró al santo.

Al asomarse por el balcón, la señora Esperanza vio que Juan José estaba sentado sobre la acera, bajó corriendo y al llegar junto a su hijo este le dijo: «Mamá, ¡perdóname!», mientras brotaba sangre de la cabeza, ojos, nariz, boca y orejas.

El milagro que llevó a San Juan Diego a los altares

Unos 15 minutos después llegó la ambulancia que trasladó al moribundo y a la madre al sanatorio Durango, colonia Roma. El impacto fue según el informe empleado para la canonización, «dramático«, y los médicos aseguraban que la muerte del joven era cuestión de tiempo.

Pero esta, misteriosamente, se alejaba. Mientras, a pesar de los dictámenes, la sufrida madre no perdía la fe y la esperanza. Durante los cinco días que su hijo permaneció en cuidados intensivos, Esperanza pedía a la Virgen y a Juan Diego que enviasen su ayuda, mientras el joven mejoraba poco a poco y sin sentido alguno. Los especialistas definieron el caso como «único, sorprendente, inconcebible, científicamente inexplicable».

Finalmente, el martes 15 de mayo de 1990, Juan José fue dado de alta, presentando únicamente dificultad para parpadear del ojo izquierdo y con la boca algo desviada.

Un mes y medio después, madre e hijo estaban visitando a la Virgen de Guadalupe en la basílica construida años atrás en el cerro Tepeyac, donde tuvieron lugar las apariciones marianas y donde reposan los restos del santo que se recuerda cada 9 de diciembre.

San Juan Diego, «camino que lleva a la Virgen Morena»

Doce años después de su visita de beatificación, Juan Pablo II regresaba a Ciudad de México el 31 de julio de 2002 para canonizar al indígena ante cientos de miles de personas.

Juan Pablo II, durante su llegada a la basílica de la Virgen de Guadalupe el 31 de julio de 2002, donde tendría lugar la canonización que llevaría a San Juan Diego a los altares 

¡Dichoso Juan Diego, hombre fiel y verdadero!, exclamó el Papa, «bendice a las familias, fortalece a los esposos en su matrimonio, apoya los desvelos de los padres por educar cristianamente a sus hijos. Mira propicio el dolor de los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, de cuantos padecen pobreza, soledad, marginación o ignorancia. Que todos, gobernantes y súbditos, actúen siempre según las exigencias de la justicia y el respeto de la dignidad de cada hombre, para que así se consolide la paz. ¡Amado Juan Diego, `el águila que habla´! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de su corazón, pues Ella es la Madre amorosa y compasiva que nos guía hasta el verdadero Dios».

domingo, 2 de noviembre de 2025

Juwa Bosco, milagrado de Sor María Troncatti, asiste a su canonización: «Dije a Dios: ‘Te ofrezco mi cuerpo y mis manos’. Recé por mis hijos y dije a la Beata: ‘No me lleves, porque quiero vivir hasta que mis hijos sean grandes’»


Juwà Bosco (de pie en el centro) con su familia en la Casa Generalicia de las Hijas de María Auxiliadora (HMA) en Roma / Foto: InfoANS.

* «En un sueño, la madre me dijo: ‘Soy Sor María Troncatti’. Tomó unos ungüentos, me dijo: ‘Tú sabes m’hijito, que he venido a curarte, sé que sufres, ofrece todo tu sacrificio a Dios y yo te curaré de todo lo que sufres’... Se sentó a mi lado y me dijo: ‘Poco a poco, irás mejorando’; me masajeó la boca, el cuello y me dijo: ‘Mañana hablarás y caminarás’; ya en ese momento me sentí bien, me sentí feliz» 

Camino Católico.- Juwa Bosco es el carpintero indígena ecuatoriano y protagonista del milagro que hace santa a la monja salesiana Sor María Troncatti, que entregó su vida evangelizando al pueblo shuar en Ecuador.

Bosco está ya en Roma, adonde llegó el 15 de octubre, para participar en la Misa de canonización del domingo 19 de octubre en la que el Papa León XIV ha elevado a los altares a la religiosa junto a Vicenta María Poloni, Bartolo Longo, Mons. Ignacio Maloyan, Pedro To Rot,  la hermana María del Monte Carmelo Rendiles Martínez  y el médico José Gregorio Hernández. Estos dos últimos serán los primeros santos de Venezuela.

Juwa Bosco llegó a Roma acompañado por su familia y un grupo de las Hijas de María Auxiliadora (HMA) de Ecuador, a la que perteneció Sor María Troncatti, y fue recibido en la Casa General de la congregación por la superiora general, la Madre Chiara Cazzuola, las consejeras generales y la comunidad local.

Con ellas, el indígena shuar —pueblo de la Amazonía en el sur de Ecuador y parte de Perú— oró ante la reliquia de la futura santa, según informa la agencia de noticias salesianas.

El milagro que permite la canonización de Sor María Troncatti

Juwa Juank Kankua Bosco nació en 1975 en Tuutin Entsa, una parroquia rural ubicada en el cantón Taisha, en provincia de Morona Santiago (Ecuador). Está casado con Natalina y tiene seis hijos.

Logo oficial de la canonización de Sor María Troncatti. Crédito: Hijas de María Auxiliadora (HMA)

Martha Riccioli, religiosa argentina HMA, relata en el boletín salesiano que la mañana del 2 de febrero de 2015, cuando afilaba la cuchilla de su máquina para lijar madera, el indígena fue golpeado violentamente en la parte frontal de la cabeza, haciéndolo perder masa cerebral y dejándolo inconsciente.

De inmediato fue auxiliado por su hijo Romel y dos compañeros, quienes lo llevaron a un puesto de salud local, desde donde fue transferido al Hospital de Macas. Allí lo vendaron y entubaron, para ser nuevamente trasladado, esta vez al Hospital de Ambato, donde fue diagnosticado con “traumatismo craneal encefálico abierto, con exposición de tejido cerebral”.

Con el pronóstico reservado y la gravedad de su estado, su cuñado Pedro colocó una estampa de Sor María Troncatti debajo de la camisa y le rezó así: “Madre Troncatti, tú que tanto amaste a los shuar, haz lo que puedas, no lo dejes morir, y si te lo llevas, hazlo rápido para que sus niños no sufran”.

Reliquia de Sor María Troncatti / Foto: Info ANS

“Me dirigí a la Beata María Troncatti como a una amiga: Hermana María Troncatti, te entrego a tu hijo. Sé que estarás con él en la operación, no lo dejes solo porque tiene muchos hijos que lo necesitan”, dijo por su parte Leticia Tsere, cuñada de Bosco, ante otra estampa de la religiosa, que le había obsequiado el misionero italiano Luigi Bolla, cuya causa de beatificación se abrió en Perú en 2021.

Juwa Bosco fue operado y, al final, el médico le dijo a Pedro que no había esperanzas pero, si lograba sobrevivir, no volvería nunca a la normalidad.

Bosco fue llevado a una casa en Macas y, frente a su cama, colocaron un cuadro grande de Sor María Troncatti, para que la familia rezara por él.

El protagonista del milagro reconoce que “sentía todo lo que decían a mi alrededor, pero no podía hablar, caminar, conmoverme. En mi corazón decía: ‘Me pongo en tus manos’. Yo no había sido bueno en la vida, pero en ese momento le dije a Dios: ‘Te ofrezco mi cuerpo y mis manos’. Recé por mis hijos y le dije a la Beata María Troncatti: ‘No me lleves, porque quiero vivir hasta que mis hijos sean grandes’”.

El sueño de Bosco con Sor María Troncatti

Entre finales de marzo e inicios de abril de 2015, Juwà soñó con una mujer vestida de blanco que decía ser Sor María Troncatti: “La madre me dijo: ‘Soy Sor María Troncatti’. Tomó unos ungüentos, me dijo: ‘Tú sabes m’hijito, que he venido a curarte, sé que sufres, ofrece todo tu sacrificio a Dios y yo te curaré de todo lo que sufres’. Me preguntó: ‘¿Dónde te duele?’, y me masajeaba donde yo le señalaba: mi cuello, mi pierna izquierda… diciendo: ‘Mañana caminarás’; y no me masajeó el hombro, dijo que mi esposa debería masajearlo… Sor María me preguntó: ‘¿Por qué no hablas?’. Le respondí que me dolía lo que me habían puesto en el cuello y ella me respondió: ‘No es por eso’; me dio una palmadita en la boca y me dijo: ‘Mañana hablarás’. Se sentó a mi lado y me dijo: ‘Poco a poco, irás mejorando’; me masajeó la boca, el cuello y me dijo: ‘Mañana hablarás y caminarás’; ya en ese momento me sentí bien, me sentí feliz”.

La recuperación fue instantánea: esa mañana, al despertar, Juwa inmediatamente sintió que estaba curado. Ya no le dolía la pierna. Pidió a su esposa, con señas, que lo ayudara a caminar, primero con muletas, muy pronto sin ellas. También empezó a hablar, a decir palabras, ese mismo día.

Cuatro días después, el 5 de abril de 2015, con la ayuda de su cuñado, fue a la Catedral de la Purísima en Macas. Volvió el 6 de julio de 2015, él solo, para participar en la Eucaristía.

Los médicos no encontraron razón para la recuperación, ya que además de unas pocas fisioterapias, no hubo ningún otro tipo de tratamiento que la explicara.

El médico que lo operó, cuando vio su recuperación, se mostró completamente desconcertado. "Tengo a un muerto resucitado frente a mí", dijo. Lo volvió a ver en 2017, estaba perfectamente curado. Caminaba, hablaba, movía bien el brazo y trabajaba.

"Lo hemos visto y podemos decir que de verdad Dios es grande y se toma cuidado de los pequeños que confían en Él", escribían doña Fanny Tones y sor Gladys Ruiz en su testimonio de 2017, publicado en 2018 en “Il Cielo risponde” (n. 42).

Un cambio radical de vida

La hermana de Juwa Bosco cuenta que “antes del accidente, él no era una persona correcta. Ahora está dedicado a su familia y a Dios”. Su esposa Natalina comparte por su parte que “al ver a mi esposo, la gente dice que lo que sucedió es un milagro de Dios”.

“Después de este incidente —concluyó— mi esposo cambió por completo: antes, le daba poca importancia a Dios y a la oración. Ahora él, es el primero en rezar y en hacerme rezar. Ese fue un cambio radical en su vida”.

El retrato oficial de la canonización de Sor María Troncatti que está colgado en la plaza de San Pedro del Vaticano

De enfermera en la Guerra Mundial a misionera en la selva

La canonización de María Troncatti ha llenado de alegría a los católicos de todo Ecuador, a la Familia Salesiana, al Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, a la diócesis italiana de Brescia (donde nació la misionera) y al Vicariato Apostólico de Méndez (Ecuador), donde vivió las misiones.

Troncatti entró en las Hijas de María Auxiliadora en 1908 y durante la Primera Guerra Mundial trabajó como enfermera de la Cruz Roja en hospitales militares. Sobrevivió a unas inundaciones en las que pensó que podía morir y prometió irse a misiones: llegó a Ecuador con unos 40 años, ya en 1922.

Como misionera enfermera fundó dispensarios y hospitales en la selva, entrenó a más enfermeras y parteras y defendió la dignidad de las mujeres fundando familias cristianas, en una cultura indígena donde la mujer era vista como una propiedad. También educó en la cultura cristiana de la paz y el perdón a los shuar, que tradicionalmente eran violentos y muy vengativos.

Murió en accidente aéreo en 1969, en un bimotor que despegaba de Sucúa hacia Cuenca (Ecuador). Hubo un fallo en el motor y el piloto intentó un aterrizaje forzoso, pero la avioneta se partió en dos. Sólo murió la misionera, pero hubo otros cinco heridos. Tenía 86 años al morir, y llevaba 45 en el Amazonas.

Pierluigi Cameroni, postulador general de su causa, señala que "la canonización de María Troncatti es un signo de esperanza por su fuerte testimonio de transmisión de vida y fe a las nuevas generaciones y a los pueblos indígenas de la selva amazónica, que se convirtió en su patria del corazón. Fue una mujer de reconciliación y de paz con el don de una maternidad que tocaba los corazones".