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domingo, 4 de mayo de 2025

Antonietta Raco, curada de Esclerosis Lateral, último milagro reconocido en Lourdes: «Sentí un gran dolor en ambas piernas y después una sensación de alivio envolvente; algo le había pasado a mi cuerpo pero tenía miedo»

Antonietta Raco, italiana curada milagrosamente en Lourdes en 2009, milagro reconocido en 2025

* «Los médicos, las enfermeras que siempre me levantaban de la silla de ruedas para ponerme en una cama, estaban inmóviles, observándome. El médico jefe, el profesor Adriano Chiò, vino a recibirme. Se quedó impresionado. Me sometió a una larga serie de pruebas. Finalmente, sin decir palabra, me abrazó y nos emocionamos. La ciencia, señaló, no podía explicarlo… Yo ya era creyente, mi fe sólo se fortaleció. Siempre he considerado a la Virgen como una madre. En mi sencillez siempre he confiado en ella. No niego que, después de lo que me pasó, siento esa presencia a mi lado, como le puede pasar a todas las demás personas que confían en ella. ¿Yo elegida para un milagro? Somos solo un instrumento en las manos de Dios. Por supuesto, cuando escuchaba los pasajes del Evangelio, oía historias de milagros. Pero nunca piensas que aquellos acontecimientos, tan lejanos en el tiempo, pudieran volver a ocurrir. En cambio, nuestra fe nos permite comprender que Dios está siempre presente entre nosotros, entonces como ahora» 

Camino Católico.-  Este mes de abril de 2025 la Iglesia ha reconocido como un milagro por la intercesión de la Virgen de Lourdes la sanación de la italiana Antonietta Raco, que vivió una experiencia especial en las piscinas de Lourdes en 2009 y se curó repentinamente de su esclerosis múltiple, una esclerosis lateral primaria que durante 4 años había ido empeorando.

La Iglesia ha esperado estos años para confirmar que la curación era total y definitiva. Es el milagro número 72 que la Iglesia reconoce en el santuario (aunque muchas más personas han declarado mejorías, curaciones, conversiones, etc…)

En la catedral de Maria Annunziatta, en la diócesis italiana de Tursi, donde vive Antonietta, el obispo Vincenzo Orofino puso su firma solemne en una ceremonia en abril reconociendo el carácter milagroso de la curación. Vito Salinaro, del diario Avvenire, acudió a Francavilla in Sinni (Potenza, Italia) a hablar con la milagrada.

El periodista destaca la «serenidad cotidiana» en los ojos de Antonietta, que hoy tiene 67 años.

En la catedral, en el acto solemne, el obispo la abraza y le dice que aquel hecho inexplicable de 2009, 16 años antes, es ya oficialmente reconocido como milagro. Una pequeña multitud de periodistas quiere hablar con ella.

«Quizás no lo demuestre, pero en realidad siento una gran emoción por lo que sucedió durante la Misa Crismal del miércoles, en Tursi, donde el obispo habló de un signo divino de curación. Soy consciente de lo que pasó. Pero sinceramente os digo que para mí nada ha cambiado [estos días]», explica la milagrada.

El cambio fue el 2009, explica. «Era el 5 de agosto de 2009, cuando, después de 4 años, me levanté de la silla de ruedas y comencé a caminar nuevamente. Pero yo ya era creyente, mi fe sólo se fortaleció», detalla.

El momento exacto de la curación: dolor, alivio y una voz

En realidad, en 2009 acudió a Lourdes más bien para orar por una niña que conocía con ELA. Para ella misma, que llevaba cuatro años de enfermedad, sólo pedía paz para afrontarla. Estaba entonces impresionada por casos de pacientes terminales a quienes se les había retirado el soporte vital.

Unas voluntarias ayudan a una peregrina en una de las llamadas piscinas, o bañeras, de Lourdes

«A finales de julio [de 2009] participé en una peregrinación con Unitalsi, no necesariamente para que rezaran por mí. Cuando llegó mi turno en la piscina, tres ‘damas’ me ayudaron a entrar al agua. Poco después, dos se alejaron, mientras una continuó ayudándome. Entonces esta señora también se alejó un poco de mí. Y he aquí que fue entonces cuando sentí la presencia de otra persona sujetándome el cuello. Entonces, con dificultad, intenté darme la vuelta pero no había nadie allí».

«Luego sentí un gran dolor en ambas piernas. Y después una sensación de alivio envolvente. En ese momento oí, a mi izquierda, una hermosa voz femenina: era suave, ligera. Nunca había oído nada igual. Me dijo: ‘¡No tengas miedo, no tengas miedo!’ Pero yo estaba temblando, temblaba de miedo. Algo inexplicable estaba sucediendo, además porque sólo yo podía escuchar esa voz. No sabía en absoluto que estaba curada».

Por ese miedo, explica, en ese momento no se lo contó a nadie. Siguió usando la silla de ruedas. «Algo le había pasado a mi cuerpo pero tenía miedo, no podía revelarme a mí misma ni a mis seres queridos qué era. Después de todo, nuestra fe no se basa en hechos que deban exhibirse».

Volvió a casa. Unos días después, en la tarde del 5 de agosto, «estaba viendo la televisión sentada en el sofá, con mi marido a mi lado, cuando esa voz, la voz de Lourdes, regresó. ¡Qué miedo! “Llama a tu marido”, me dijo, “díselo”. Pero ¿qué se supone que debía decirle?, pensé. Estaba nervioso. Pero aún se oye la voz: «Llama a tu marido y díselo». Entonces llamé a mi marido Antonio y encontré la fuerza para intentar levantarme por mis propios medios. ¡Lo hice! Di algunos pasos y luego incluso algunos giros. Mi marido no podía creer lo que veía. Y le conté todo».

Su marido, Antonio, llamó al médico local, y también avisaron al párroco, que entonces era Franco La Canna (hoy es párroco en Chiaromonte). El párroco reunió la información para comunicarla al obispo Francescantonio Nolè (fallecido en 2022).

Antonietta Raco, a la izquierda en silla de ruedas en 2009, a la derecha curada y como voluntaria de UNITALSI

El asombro de los médicos

El médico dijo que lo que veía no era razonable ni explicable. Encargó a Antonietta acudir al centro de ELA del Hospital Molinette de Turín, donde ella había recibido sus tratamientos.

Antonietta entró caminando en el hospital, donde la conocían. «Los médicos, las enfermeras que siempre me levantaban de la silla de ruedas para ponerme en una cama, estaban inmóviles, observándome. El médico jefe, el profesor Adriano Chiò, vino a recibirme. Se quedó impresionado. Me sometió a una larga serie de pruebas. Finalmente, sin decir palabra, me abrazó y nos emocionamos. La ciencia, señaló, no podía explicarlo».

Los médicos le habían dicho que ella no tenía ninguna posibilidad de recuperación.

Desde entonces, ha sido examinada muchas veces y por muchos médicos. Acudió al Bureau des constatations médicales de Lourdes, la oficina médica oficial que examina este tipo de casos en el santuario. «He sido evaluada por especialistas italianos y extranjeros. También les dije que si mi historia puede ayudar a entender mejor esta enfermedad, todas las pruebas son bienvenidas».

La relación con la Virgen María

Antonietta explica su relación con la Virgen.

«Siempre he considerado a la Virgen como una madre. En mi sencillez siempre he confiado en ella. No niego que, después de lo que me pasó, siento esa presencia a mi lado, como le puede pasar a todas las demás personas que confían en ella. ¿Yo elegida para un milagro? Somos solo un instrumento en las manos de Dios. Por supuesto, cuando escuchaba los pasajes del Evangelio, oía historias de milagros. Pero nunca piensas que aquellos acontecimientos, tan lejanos en el tiempo, pudieran volver a ocurrir. En cambio, nuestra fe nos permite comprender que Dios está siempre presente entre nosotros, entonces como ahora».

Desde entonces, Antonietta se ha hecho voluntaria de Unitalsi, la gran organización italiana que desde 1903 lleva enfermos a Lourdes. Unitalsi tiene entre 6.000 y 7.000 voluntarios, pero sin duda Antonietta es una incorporación muy especial.

«Han hecho mucho por mí [en Unitalsi], con mucho cariño, y quiero hacer algo por los demás. Sin su ayuda no habría tenido la oportunidad de ir a Lourdes. Pero eres voluntario cada día, simplemente estando al lado de una persona que está sufriendo, por ejemplo».

Hoy considera que «Lourdes es mi casa. Y no hay un momento a lo largo del día en que mi mente no regrese a su Gruta».

El mensaje final de Antonietta es: «Nunca debemos perder la esperanza. La vida hay que vivirla hasta el final».

LAS FECHAS

En Julio del 2010 Antonietta declaró su curación ante la oficina médica de Lourdes. Empieza la investigación oficial de la oficina.

En el Año 2017, en reunión de la oficina médica de Lourdes, constatan la curación de Antonietta, calificada de inexplicable, según los conocimientos médicos.

En Noviembre del año 2024, el Comité Médico Internacional de Lourdes, declaró que la Sra Antonietta Raco estaba curada de su dolencia de ELP.

En abril de 2025 el obispo proclama el milagro.

Vídeo en italiano de Antonietta Raco en el que cuenta su testimonio de curación

sábado, 30 de abril de 2011

Joaquín Romero, 21 años en silla de ruedas: “Ofrecemos a la gente una única posibilidad, la muerte digna, pero nadie habla de la vida digna"

* Fe y coraje, dos palabras que definen a este emprendedor aquejado de esclerosis múltiple que decidió apostar por la vida y creó junto a su hermano una empresa para mejorar la autonomía y calidad de vida de las personas con discapacidad

* "Tuve la fortuna de que mis padres, sin yo haberlo preguntado ni buscado, me trasmitieron una fe de pequeño que es lo que ahora me permite aguantar y tirar adelante"

* "Por ejemplo la frase, "Dios es tu padre, tu eres su hijo", eso no tendría especial gracia si no fuera porque mi padre es Dios, y él es poderoso. Si mi padre fuera pobre yo heredaría poca cosa. Si mi padre es Dios heredaré una fortuna, el cielo"

* " El origen de mi fortaleza es prestado, mucha gente me dice: “tú sí que eres fuerte” y en el fondo no saben que la fortaleza me viene de Dios. Es allí donde radica realmente esa fuerza inhumana porque humanamente no tiene mucho sentido que tenga una actividad profesional estando enfermo y que esté contento. Gracias a Dios tengo este cimiento muy sólido"

30 de abril de 2011.-Joaquín Romero Salord es sinónimo de fe y coraje. Lleva 21 años en silla de ruedas sin perder la sonrisa. Su motor es la fe que le han transmitido sus padres, los amigos y su trabajo. Junto a su hermano Borja fundaron BJ Adaptaciones, empresa que trabaja para mejorar la autonomía y calidad de vida de las personas con discapacidad. Sólo así se puede concebir que un hombre pueda levantarse cada día y superar todos los obstáculos que se le interponen para ir al trabajo. La enfermedad que padece, esclerosis múltiple, no ha sido impedimento para que lleve una vida normal: se levanta, asea, desayuna, habla por teléfono, trabaja, charla con sus amigos, va a misa y atiende a las personas que le quieren conocer. Leer más...

viernes, 11 de julio de 2008

Una familia unida, alrededor del cuerpo silencioso de la madre: «¿Qué será de mis hijos, si la enfermedad se agrava?»

(Alfa y Omega) Lejos de sufrir por su enfermedad, Margarita, consciente de que se aproximaba un duro final, se preguntaba por el futuro de sus hijos y su marido, si los brotes de esclerosis se sucedían y se agravaban. Diez años después, su familia sigue viviendo, desde la fe, el dolor de la presencia ausente de su madre. Este testimonio es un extracto de la conferencia Sufrimiento y dependencia, pronunciada por el profesor Enrique Bonete en el Congreso de Bioética de la Universidad Católica San Antonio, de Murcia el año pasado.

Es 1997. Jesús y Margarita tienen cinco hijos (cuatro chicas -dos gemelas de 15 años, las otras, de 9 y 7-, y un niño de dos años). Jesús es profesor de Física y Química en un colegio de Secundaria. Margarita es enfermera en el Hospital Clínico de Salamanca. Cuentan cada uno con unos cuarenta años. Esta madre trabaja media jornada en el hospital para atender mejor a sus cinco hijos. De vez en cuando tiene fuertes dolores de cabeza que le llevan a pedir la baja. Va a diversos especialistas. Le diagnostican sinusitis. No mejora. Uno de los días de mayor incomodidad sufre un brote de esclerosis múltiple. Es ingresada en el hospital. Queda paralizado el lado derecho de su cuerpo. A duras penas puede caminar. Habla con dificultad. Ante tan inesperada adversidad, Margarita no muestra rebeldía ni amargura, sí confianza en Dios. Su única preocupación es el cuidado de sus cinco pequeños: «¿Qué será de ellos si la enfermedad se agrava?» Así transcurren unas semanas. Hasta que otro brote mucho más fuerte la deja prostrada y en estado de coma vigil. Tras un breve período en el hospital, y al constatar los médicos que su situación es irreversible, Jesús, su marido, decide instalarla en el domicilio familiar. Transcurre todo el día semidormida. Unas horas está sentada en una silla de ruedas, y el resto del tiempo, en cama. Jesús suele recordar la última oración de Margarita poco antes de que sufriera la lesión cerebral irreversible:
«Dios mío, cuida de nuestros hijos, de mi marido, y haz de mí lo que quieras».


Hace ya diez años que sufrió aquel primer brote de esclerosis. Sus hijos han vivido esta década alrededor de su madre enferma, inconsciente, totalmente dependiente de los cuidados de sus seres queridos, y de una señora contratada que durante las mañanas, mientras todos van al colegio, pueda estar atendida Margarita. Los hijos y el padre, tras el primer impacto de la enfermedad, quedan sobresaltados por la incertidumbre del desenlace. Se han ido adaptando a las nuevas circunstancias familiares. Hablan con su madre por si los escucha. Le cuentan sus problemas y le hablan de sus tareas. Rezan con ella los domingos. Todos han aprendido a alimentarla, limpiarla, atenderla. La alimentan e hidratan por sonda nasogástrica. Se distribuyen bien las tareas domésticas y siempre está alguno de sus hijos al cuidado de la madre. Y especialmente, el marido, Jesús, cuando acaba su jornada docente. Está con ella, velando y vigilante, porque, tras diez años de prostración e inconsciencia la situación es cada vez más precaria. Cualquier resfriado puede desencadenar la muerte.

En estos momentos, Margarita sigue necesitando de los cuidados de sus seres queridos. Es una persona dependiente que, aparentemente, no sufre. Los hijos y el padre, desde la fe cristiana, se han situado ante este sufrimiento con una entereza fuera de lo común. Las hijas han crecido y madurado, han atravesado la adolescencia amando a su madre, girando a su alrededor, como atraídas por la presencia de una debilidad luminosa. El niño pequeño, que tenía dos años cuando su madre sufrió el primer brote, hoy tiene doce. No sabe lo que es tener una madre sana. Ha hablado con ella durante años sin recibir nunca respuesta alguna. El cuerpo materno ha sido acariciado sin poder responder con ternura a sus hijos. Con la silenciosa presencia de su madre postrada en la cama ha crecido el pequeño hogar, han madurado las cuatro hijas, se ha fortalecido en la soledad su marido, Jesús, un hombre interrogado por Dios, un cristiano que contempla cada día en el lecho conyugal a su esposa frágil, indefensa, debilitada, yaciente, como presencia real de la cruz de Cristo... Margarita es una persona dependiente en estado vegetativo permanente. Ellos son una familia unida alrededor del cuerpo silencioso de la madre. Aún vive. Hasta hoy la cuidan, hasta hoy le hablan escuchando ecos de afecto a través de su mirada ausente.