Camino Católico.- Durante la Vigilia de Oración por el Jubileo de la Consolación en la Basílica de San Pedro, presidida por el Papa León XIV, la tarde del lunes, 15 de septiembre, Diane Foley ha relatado con valentía y emoción el camino que la llevó a encontrarse, por gracia de Dios, con uno de los yihadistas que primero secuestró y luego asesinó a su hijo Jim, el periodista estadounidense que fue una de las primeras víctimas de ISIS.
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En su testimonio, Diane Foley entrelaza la historia personal de una madre sometida a la prueba más difícil —la muerte de su hijo— con el dolor de la Virgen María bajo la cruz, el Vía Crucis de Jesús en su Pasión. Relata la historia de su hijo mayor, James Wright Foley, quien fue secuestrado en 2012 mientras trabajaba como reportero de guerra independiente en Siria.
«Durante casi dos años», explica, «sufrió hambre, fue torturado y, finalmente, públicamente, decapitado en agosto de 2014, por ser periodista estadounidense y cristiano». Este inmenso dolor comenzó cuando Jim fue secuestrado en Libia durante 44 días y luego liberado. Al regresar a casa, el joven parecía cambiado, con una fe más profunda, la que había desarrollado en cautiverio; esa experiencia lo impulsó a seguir dando voz a los que no la tienen.
A pesar de las súplicas de su madre, Jim partió a Siria y fue secuestrado el 22 de noviembre de 2012. Diane relata un largo silencio al que se niega a rendirse. Busca ayuda en Washington, las Naciones Unidas, el Reino Unido, Francia y España, porque otros ciudadanos secuestrados por ISIS provenían de esos países.
Sigue rezando incesantemente, pidiendo a Dios que salve a Jim, pero de repente llega la noticia de su muerte violenta. "Estaba en shock, incrédula. La ira", dice Diane, "crecía en mi interior: ira hacia ISIS, hacia nuestro gobierno, hacia quienes se negaron a ayudar". A pesar de todo, sigue rezando, y esta vez le pide al Señor que no la consuma la ira. “Me tambaleaba bajo el peso de esa pérdida, insegura de si podría seguir adelante”. “En esos momentos oscuros, recé desesperadamente por la gracia de no volverme amarga, sino de ser misericordiosa y capaz de perdonar”.
Se vuelve hacia la Virgen María, sintiendo su cercanía, como una madre que llora a su hijo. Pasan los años, y dos de los yihadistas que secuestraron y torturaron a Jim son arrestados y juzgados en Virginia. Entre ellos se encuentra Alexanda Kotey, quien se declara culpable y pide conocer a las familias a las que perjudicó.
Diane asegura que “solicité un encuentro con Alexanda porque sabía que Jim habría querido comprender por qué se había radicalizado, y yo quería compartir con él quién había sido Jim. A medida que se acercaba la fecha, empecé a dudar, mientras otros me aconsejaban no reunirme con él, diciendo que solo me mentiría”.
La conversación transcurre en medio del miedo y la incertidumbre. Diane relata quién era Jim, sintiendo que está experimentando un momento de gracia. «El Espíritu Santo nos permitió a ambos escucharnos, llorar, compartir nuestras historias. Alexanda expresó un gran remordimiento. Dios me dio la gracia de verlo como un pecador necesitado de misericordia, igual que yo». Después de tres semanas, Diane funda una fundación dedicada a su hijo. «Cada uno de nosotros», concluye, «lleva una cruz. Todos sufrimos por nuestros pecados, pero cuando invitamos a Jesús y a María a caminar con nosotros, siempre hay esperanza y sanación».
Fotos: Vatican Media, 15-9-2025
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