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martes, 4 de marzo de 2025

La conversión de John Pridmore, ex gánster: «Sentí que Jesús me decía: ‘John, te amo tanto que volvería a pasar por la cruz solo por ti’. Recé a la Virgen y sentí: ‘Ve a confesarte’»

 John Pridmore, ex gánster

* «En ese momento me sentí elevado, salí andando de mi piso y pronuncié la primera oración de mi vida. Dije, “Hasta ahora, todo lo que he hecho ha sido aprovecharme de lo que me has dado, Señor, ahora quiero ser yo el que da”. Mientras decía esa oración, el vacío que no podían llenar las drogas, el poder ni las relaciones, fue colmado por el amor de Dios»

Camino Católico.- Me llamo John Pridmore y esta es mi historia.

Nací en el barrio de East End de Londres, en el Hospital del Ejército de Salvación. Aunque fui bautizado en el catolicismo, nunca fui a una escuela católica ni a la iglesia. Con diez años, de vuelta a casa en una noche normal, mis padres me dijeron que tenía que elegir con quién de los dos quería vivir porque se iban a divorciar. Yo quería muchísimo a mis padres; no podía escoger entre esas dos personas a las que más quería pero que, paradójicamente, acababan de dejarme completamente por los suelos. Fue en ese momento cuando, en los más profundo de mi ser, tomé la decisión de no amar a nadie nunca más, porque pensaba que así no me volverían a hacer daño.

Después de que mis padres se separaran, empecé a robar. Creo que lo que quería era que alguien se diera cuenta de cuánto sufría, pero como mi padre era policía, aquello sólo era un aliciente más para las palizas. Con 15 años estuve en un centro de detención, que debió de haber sido una lección tajante, severa, definitiva, pero allí mi odio no hizo sino crecer más y continué metiéndome en peleas.

Con esa misma edad dejé la escuela y, como la única cualificación que tenía era en el robo, a eso me dediqué. Sin amor en la vida, me entregué a los analgésicos, a la bebida, a las drogas, a cualquier cosa que me sirviera para acallar el dolor en mi interior. Con 19 años ya estaba otra vez en prisión y la única forma que tenía de lidiar con toda la ira que guardaba dentro era a golpes, con más peleas. Me pusieron en régimen de aislamiento de 24 horas y fue en este periodo cuando consideré deshacerme del mayor regalo de Dios, mi propia vida. Pero Dios debió de estar allí conmigo, porque no me quité la vida, aunque sí salí de prisión más resentido y violento que nunca.

Pensaba que debía coger yo mismo lo que quisiera del mundo, porque nadie me iba a regalar nada. Empecé a trabajar de segurata en clubes del East-End y del West-End, en Londres; se me ocurrió que, ya que me gustaba pelear, mejor que me pagaran por hacerlo. En aquel ambiente conocí a algunos de los tipos que dirigen la mayor parte del crimen organizado de Londres, así que empecé a trabajar para ellos. No mucho más tarde, dejé de trabajar para ellos y comencé a trabajar con ellos. Mi estilo de vida era el de un gánster clásico, con dinero, drogas y mujeres a montones. Tenía un ático en St. John’s Wood (uno de los más ricos de Londres), un BMW Serie 7, un Mercedes deportivo convertible y no podía gastarme el dinero lo suficientemente rápido, porque los beneficios de los chantajes y del tráfico de drogas se seguían acumulando. Mi chaqueta de cuero de diseño tenía cosido un bolsillo interior donde guardaba un machete para cuando tenía que ir a recuperar algunas deudas y castigar a los que incumplían sus pagos.

De veras creía que lo que el mundo me contaba era verdad, que teniendo todas esas posesiones, relaciones y drogas sería feliz, pero por dentro me sentía enfermo porque esta vida me estaba destruyendo poco a poco. Nada me satisfacía, nada me llenaba. Mientras tanto, intentaba destrozar mi propia conciencia, porque con esta gente con la que trataba, cuanto más despiadado y brutal seas, más respeto recibes, y yo quería ese respeto. Quería que cuando la gente entrara en un club y me viera allí, supiera quién soy y qué es lo que hago.

Una noche que trabajaba en uno de esos clubes que dirigíamos en el West-End, le di un puñetazo con un puño de acero a un tipo, pero, tras el puñetazo, calló completamente de espaldas y se golpeó la cabeza contra el bordillo. Había sangre por todas partes y la gente alrededor empezó a gritar, así que me marché del lugar y recuerdo haber pensado camino de casa en mi coche: “Me podrían caer diez años por esto”. Lentamente, empecé a darme cuenta de que era posible que acabara de matar a alguien y ni siquiera me importaba. Antes las personas solían importarme y yo solía querer marcar la diferencia, pero ahí estaba, haciendo cumplir mi voluntad a golpes y destruyendo todo lo que me rodeaba. La única persona que me importaba era yo mismo y no pensaba que eso pudiera cambiar.

Llegué a casa y escuché una voz que me hablaba en mi corazón, es una voz que todos conocemos, nuestra conciencia, Dios dentro de nosotros. Hasta ese momento, yo creía que Dios era sólo una historieta bonita para evitar que fuéramos malos, pero entonces me topé de cara con el hecho de que Dios era real y no importaba en absoluto lo que yo pensara.

Aunque nunca había sido consciente del amor o de la presencia de Dios en mi vida hasta ese momento, en un instante sentí cómo Él se separaba a Sí mismo de mí. La gente dice que esa separación de Dios es el infierno; bueno, si el infierno es así, rezo porque nadie vaya nunca allí porque fue la experiencia más aterradora de mi vida. Me han puesto pistolas en la cabeza, me han apuñalado, pero este momento fue el más terrible de todos porque yo era plenamente consciente de las elecciones que había hecho. Clamé a Dios por otra oportunidad, no porque lamentara algo, sino porque no quería seguir experimentando aquella desolación. En ese momento me sentí elevado, salí andando de mi piso y pronuncié la primera oración de mi vida. Dije, “Hasta ahora, todo lo que he hecho ha sido aprovecharme de lo que me has dado, Señor, ahora quiero ser yo el que da”. Mientras decía esa oración, el vacío que no podían llenar las drogas, el poder ni las relaciones, fue colmado por el amor de Dios. No podía creer que Dios pudiera amar a alguien como yo, con todas las cosas horribles que había hecho, pero Él me siguió demostrando que me amaba y me aceptaba. Durante toda mi vida me he sentido inútil y no me importaba si vivía o moría, pero Dios me mostró que sí tenía importancia, porque Él me amaba y me había creado. 

 John Pridmore, ex gánster, miró un crucifijo y supo por primera vez que Cristo había muerto por él en la cruz

La única persona que conocía que tenía fe era mi madre y, aunque no la veía mucho por aquel entonces, fui a visitarla y le conté lo que había pasado. Me dijo que había rezado por mí todos los días de mi vida, pero que, dos semanas antes, había rezado por que Jesús me llevara. Si eso suponía dejarme morir, que así fuera, pero que no me permitiera seguir haciendo daño a los demás ni a mí mismo. Sé cuánto me quiere mi madre y sé que una oración como aquella debió romper su corazón, pero es que ella podía ver el monstruo en que me estaba convirtiendo. Nunca olvidaré las lágrimas cayendo por su rostro cuando le dije cómo había encontrado a Dios.

Probablemente esas lágrimas limpiaron todo el dolor y la miseria que le había causado durante su vida. Mi padrastro me dio mi primera Biblia; nunca había tenido ninguna y una de las primeras historias que leí fue la del Hijo Pródigo. Cómo un padre dio a sus dos hijos todo su sustento y sus propiedades y cómo uno de ellos se marchó a despilfarrar todo el dinero de su padre en una vida de pecado y libertinaje. Después de gastarlo todo y porque estaba hambriento, pensó: “Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre”. Decide volver a su padre para pedirle que le acoja como uno de sus esclavos pero, cuando va camino de la casa de su padre, él está fuera buscándole y, al ver a su hijo, corre hacia él para abrazarle, le pone un anillo en el dedo, sandalias en los pies, ropas de las mejores telas y organiza una fiesta para él y sus amigos. Siempre sería su hijo, que volvió a la familia donde siempre fue amado, incluso después de años de perdición.

En esa historia me di cuenta de que Dios siempre había estado buscándome y que nunca se cansaría de buscar ni de intentar arreglar mi corazón roto por mi estilo de vida. Como nunca había ido a la iglesia, empecé a buscar un lugar donde encontrar a Dios y conocí un viejo sacerdote que me habló de un retiro. Los únicos retiros de los que yo había oído hablar eran en los que uno se tumbaba en la playa con un cubata en una mano, un porro en la otra y una buena hembra al lado, así que dije “Me encantaría ir”. Cuando llegué, no era exactamente como había imaginado, pero lo cierto es que vi a cerca de 200 jóvenes que tenían una alegría que yo nunca había sentido. Algunos se acercaron a mí y me abrazaron. Bueno, no sé si conocéis algún ex-gánster, pero a nosotros no nos va mucho eso de los abrazos, a no ser que sea con chicas, pero ¿abrazar a chicos? Si abrazas a un tío delante de unos gánsteres te llevas una torta.

En este lugar asistí a una charla que tenía por título “Dame tu corazón herido” y mientras escuchaba al sacerdote hablando de cómo todos los pecados que cometemos son como una herida en nuestro corazón, miré a un crucifijo y por primera vez supe por qué Jesús había muerto en aquella cruz, para cargar, gracias a su amor, con todos los pecados tan oscuros como terribles que yo haya cometido en mi vida y llevarlos en su corazón hasta la crucifixión. Y entonces sentí una tristeza increíble por todo lo que había hecho, pero por encima de aquella pena estaba una dicha desconocida, sentí que Jesús me decía “John, te amo tantísimo que volvería a pasar por todo esto solamente por ti”. Me eché a llorar, lloré por primera vez desde que tenía diez años porque no podía creer que alguien pudiera amarme tanto como para morir por mí con semejante agonía. Al salir de aquella charla dije una oración a María, madre de Jesús, para decirle: “¿Qué es lo que tu Hijo quiere de mí?”. Y sentí un susurro en mi corazón: ve a confesarte. Nunca había ido antes a confesarme y, con 27 años, sabía que había cometido todos los pecados posibles y tenía miedo. Pero María me dio el valor. Y mientras confesaba todos aquellos pecados terribles, el sacerdote lloraba porque él era Jesús para mí. Me mostraba la misericordia de Dios, que ya podía sentir en mi corazón. Cuando recibí la absolución, supe que Jesús me perdonaba y me daba la libertad. Me había vaciado de todos mis pecados a los pies de la cruz y estaba vivo de nuevo, podía sentir el viento en mi cara, podía escuchar el canto de los pájaros. Mis pecados me habían matado, pero la confesión me había devuelto a la vida.

En aquel mismo retiro, además de reunirme con Jesús a través de la confesión, lo recibí en mi corazón durante la misa. Al avanzar y recibir la Divina Comunión, todos los buenos sentimientos que había tenido en mi vida, incluyendo aquel momento al salir de mi piso y la forma en que me sentí tras la confesión, fueron magnificados un millón de veces. Mi corazón se había abierto en la confesión para sentir y conocer Su presencia en la Eucaristía y Él llenó mi corazón por completo.

Cuando salí del retiro, decidí que quería servir a los demás, así que empecé a trabajar en Kingsmeade Estate en Londres intentando ayudar a los jóvenes a no entrar en la vida de crimen y sufrimiento que yo había elegido. Años más tarde, fui al Bronx y allí conocí a la Madre Teresa, que me enseñó a amar de nuevo, a amarme a mí mismo y a los demás. Me inspiró para dar a los demás y, desde entonces, he estado compartiendo mi historia en escuelas, parroquias y prisiones de todo Reino Unido e Irlanda. En 2007, en la Jornada Mundial de la Juventud en Sídney, tuve el privilegio de hablar para más de medio millón de jóvenes; el mayor regalo de mi vida es compartir con ellos que hay un Dios que les ama, que les cuida y que se regocija en ellos. Desde aquella charla en Sídney, mi ministerio se ha vuelto más internacional. He dirigido retiros, charlas y seminarios en Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos (Nueva York, Florida, Chicago, Phoenix y Los Ángeles), Alemania, Holanda, Hong Kong y por todo el mundo. El año pasado fui a Liberia a hablar sobre el perdón a antiguos niños soldado. Algunos de estos niños habían sido forzados a cometer atrocidades y a combatir, con sólo once años, en la sangrienta guerra civil que arrasó Liberia durante una década. Fue un honor y un privilegio estar entre ellos y ser testigo de la increíble resistencia que tienen para intentar adaptarse y elegir el bien en sus vidas, aun habiendo quedado cubiertas de oscuridad.

Durante los últimos 25 años he trabajado a tiempo completo para traer esperanza a los demás y mostrarles que si Dios puede amar a alguien como yo, puede amar a cualquiera. Que Dios os bendiga con su profundo amor,

John Pridmore
ex gángster convertido al cristianismo que ahora viaja a nivel internacional para hablar sobre cómo ha cambiado su vida. Si quieres saber más sobre John visita su página www.johnpridmore.com donde encontrarás sus tres libros incluida la historia de su vida From Gangland to Promised Land.
Artículo original whyimcatholic.com

martes, 13 de febrero de 2024

Gemma Calabresi: «Me ha llevado toda la vida perdonar a los asesinos de mi marido y al tocar fondo pensaba en la presencia de Dios,  que sentí la mañana en que lo mataron»


  «La fe me ha ayudado mucho. Yo me decía a mí misma: ‘Como cristiana, debes perdonar’, pero cuando creía estar en un buen punto, retrocedía. Entendí que el perdón, como dice la palabra, es un don. El perdón no es una debilidad, sino una fortaleza: te libera, y te hace vivir en paz con Dios y con la humanidad. Para mí, los demás han sido fundamentales. Las oraciones que han rezado por mí, el amor y el cariño que me han demostrado…Quiero permanecer verdaderamente firme en el perdón que he dado. He hablado con un miembro del comando, el que aquella mañana conducía el coche. Nos pidió perdón a través de la prensa y de cartas, y yo lo perdoné. Directamente, entonces. Dos de mis hijos también hablaron con él, y otro de mis hijos habló con uno de ellos que era un jefe. Y a través de este encuentro puedo decir que ellos también se han encontrado con Dios» 

El testimonio de Gemma Calabresi  en El Efecto Avestruz, la serie de entrevistas de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP)

Camino Católico.-  Gemma Capra tenía 25 años cuando un comando terrorista asesinó a su marido, el comisario de policía Luigi Calabresi. Fue el 17 de mayo de 1972. Tres miembros del grupo anarquista Lotta Continua le esperaban en la puerta de su casa, en Milán. Cuando el comisario salió, le dispararon por la espalda, en plena calle. Su viuda quedó sola, con dos niños pequeños y embarazada del tercero.

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sábado, 10 de febrero de 2024

John y Sharon Echaniz perdonan al asesino de su hijo: «Deseo que algún día estés con él en el paraíso. Junto con la justicia, busco la misericordia de Dios para ti» 


 «Y rezo para que tu corazón esté abierto al amor incondicional del Todopoderoso… No te deseo ningún mal. Ruego que elijas dedicar tu vida, que es un regalo para ti, a enmendar la devastación que has causado y, al hacerlo, encontrar la paz» 

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domingo, 5 de febrero de 2023

El sacerdote ruandés Marcel Uwineza se ha encontrado con el asesino de su familia: «Por el poder y la gracia de Dios, he podido perdonarlo»

 


* «El perdón realmente significa muchas cosas, pero para mí es un milagro. En el lenguaje de algunos estudiosos, es realmente hacer lo inimaginable. El perdón aquí puede implicar decidir realmente no ser prisionero del pasado. Es algo que no podemos perdonar por nosotros mismos. Hay que tomar una decisión, pero tenemos el poder de Dios. Le pedí que se levantara y luego nos abrazamos. En ese momento, sentí como si las cadenas se hubieran soltado de mi pierna. Como si yo también hubiera estado en prisión. Ahora era libre»

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jueves, 21 de julio de 2022

El padre Jean Derobert fue fusilado pero un milagro del Padre Pío le devolvió a la vida y explica lo que vio en el Cielo: «Vi a María, detrás de ella estaba Jesús, y detrás, el Padre»


* “Y bruscamente me encontré en la tierra, con el rostro en el polvo, entre los cuerpos cubiertos de sangre de mis camaradas. Advertí que la puerta ante la que me encontraba estaba acribillada de balas, las balas que me habían atravesado el cuerpo, que mis ropas estaban agujereadas y cubiertas de sangre, que mi pecho y mi espalda estaban manchados de sangre prácticamente seca y ligeramente viscosa. Pero que estaba intacto. Fui a ver al comandante con aquella pinta. Él se acercó a mí y gritó: “¡Milagro!”. Fui a visitar al padre Pío. Me hizo un gesto para que acercara y me ofreció, como siempre, una pequeña muestra de cariño. A continuación me dijo estas sencillas palabras: “¡Ay! ¡Cuánto me has hecho pasar! ¡Pero lo que viste fue muy bello!”. Y ahí se acabó su explicación. Ahora puede entenderse por qué no tengo miedo a la muerte… Porque sé lo que hay al otro lado”

miércoles, 25 de mayo de 2022

Gemma Calabresi quedó viuda, con 2 hijos y embarazada al ser asesinado su esposo por terroristas: «Sentí una extraña paz interior,  fue la presencia de Dios, recibí el don de la fe»

Se va a cumplir el 50 aniversario del asesinato de su marido pero Gemma Calabresi aún lo recuerda como si fuera ayer / Foto: Credere


* «En todos estos años he recibido muchas confesiones, cartas, caricias, abrazos de desconocidos: he sabido que muchos han rezado por mí y mi familia. La oración nos pone en comunión con Dios y nos pone en fraternidad entre nosotros: es algo hermoso. Siempre digo: ‘No lo logré. Lo hicimos’»


lunes, 28 de febrero de 2022

El padre Laurent Rutinduka perdió a sus padres y hermanos en el genocidio ruandés: «Me salvó la Palabra de Dios, rezar y recibí la fuerza del Espíritu Santo para perdonar»

 


* «Averigüé quiénes fueron los verdugos de mis padres y hermanos. Resultó que sus familias estaban conmigo en la iglesia. Sus madres y sus hijos eran inocentes. Algunos vinieron a pedirme perdón en su nombre. ‘Sabemos lo que ha hecho mi papá’, me decían los niños llorando. Y decidí visitarlos en la cárcel para promover la reconciliación»

El padre Laurent Rutinduka explicaba su testimonio en este vídeo en diciembre de 2021

Camino Católico.- El sacerdote Laurent Rutinduka perdió a casi toda su familia, sus padres y siete hermanos, durante la primera semana del genocidio de Ruanda. Y, sin embargo, se despide de Alfa y Omega, en una entrevista con María Martínez López, pidiendo que demos «una visión positiva de la historia; nada de odio ni venganza».

Destinado en España desde hace dos años, este misionero de los Sagrados Corazones recuerda que en tres meses de 1994, entre abril y julio, «milicias radicales hutus mataron a casi todos los tutsis del país». Insiste en que eran «extremistas», y en que «muchos hutus no tienen problemas con nosotros».

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jueves, 6 de enero de 2022

jueves, 16 de diciembre de 2021

Marek Sidło dejó de creer en Dios, bebía, se drogaba, robaba, asesinó a su amigo, fue encarcelado, se confesó y ahora es terapeuta de adicciones: «Para Dios, nada es imposible»

 


* «Con Dios, la maldición se convierte en bendición. El verdadero héroe en mi vida es Jesucristo, y el más fuerte no es el que tiene los músculos más grandes, sino el que cruza las manos en oración. La conversión es una lucha diaria con uno mismo, con la sensualidad, con las tentaciones del cuerpo, pero la experiencia de la presencia de Dios en la vida construye mi humanidad y me muestra lo más importante»

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viernes, 26 de noviembre de 2021

Alessio Alberici, en prisión por asesinato, clamó a Cristo, se convirtió y se ha consagrado a Dios con los votos de pobreza, castidad y obediencia para expiar el mal cometido

 


* «En la cárcel de Parma pasé tres días y tres noches sin comer ni beber. A medida que el efecto de las drogas iba desapareciendo, me daba cuenta de lo que había hecho. Había matado a un hombre y yo también me sentía muerto. Estaba desesperado. No podía hacer otra cosa que dirigirme al Señor. No quería fingir que estaba loco. Quería afrontar mi responsabilidad, consciente de correr el riesgo de una condena muy dura. En la cárcel he encontrado la verdadera libertad, la libertad del espíritu. Y he comprendido que la verdadera cadena perpetua se puede sufrir fuera, cuando se vive sin la luz de Cristo. Estoy vivo, resucitado en Cristo a una vida nueva»

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martes, 25 de mayo de 2021

Mari Paz Artolazábal, esposa de José Luis López de Lacalle asesinado por ETA: «Hoy ya he perdonado. Si quiero ser seguidora de Jesús, solo puedo hacer lo que hizo Él»

 


* «Mi vida han sido la fe y Dios, y ha sido eso lo que me ha salvado durante todo estos años.  Pero la ayuda sobre todo me vino de arriba. Eso lo tengo clarísimo. Dios es amor, y no somos nosotros los que vamos a Él, es Él el que viene hacia nosotros. ¿Quién nos conoce mejor que Él? Siempre me acuerdo de Jesús de Nazaret, que iba perdonando, sanando y amando y que, cuando estaba en la cruz, murió perdonando. Aunque soy consciente de que hacerlo a veces no es fácil»

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viernes, 23 de octubre de 2020

Billy Moore, condenado a muerte por asesinato, encontró a Cristo en la cárcel y fue perdonado por la familia de su víctima: «Me bauticé poco antes de la ejecución y encontré la paz»


* La propia familia de la víctima, cuando estaban en marcha los últimos trámites para paralizar la ejecución, manifestó públicamente que no solo no querían que Billy muriera, sino que recuperara la libertad. «Dijeron que ya habían tenido suficiente con perder a un miembro de su familia y no querían que les pasara con otro. Ellos no solo me perdonaron, lucharon por mi vida. Cuando cambió mi situación ya no era reo de muerte, me pidieron que fuese la mejor persona posible y que ayudara a otra gente. Y esta es parte de la misión que Dios me ha encomendado y por eso recorro Estados Unidos y todo el mundo para contar mi historia»

jueves, 1 de octubre de 2020

‘Los 7 mártires de Canet de Mar’, el corto dirigido por Martín García, joven de 18 años: «Ellos se sabían débiles pero muy amados por Dios y en Él pusieron su confianza»

 


* «Soy el mayor de una familia numerosa católica. Pertenecemos al Apostolado de la Oración, en concreto a Schola Cordis Iesu, fundada en Barcelona en 1925 por el padre Ramón Orlandis, S.I.  Schola Cordis Iesu es una sección del Apostolado de la Oración, es una familia de familias que nos reunimos semanalmente para compartir un rato de formación y la Santa Misa. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es el pilar y el carisma de este grupo, complementado con la doctrina de Santo Tomás de Aquino, de San Ignacio de Loyola y de Santa Teresita del Niño Jesús. Soy de Schola desde que nací, porque iba con mis padres. Allí formé también parte del primer grupo de Tarsicios, niños adoradores en el Tibidabo de Barcelona. Schola me ha aportado y me aporta la formación básica y sólida de un cristiano y la posibilidad de convivir con jóvenes de mi edad con los que compartimos una misma forma de ver la vida»

El corto ‘Los 7 mártires de Canet de Mar’ de Martín García 

Camino Católico.-  “Me gusta hacer cine desde los 10 años más o menos. Cuando tenía 14 años grabé en el colegio con mis compañeros mi primer corto para la asignatura de inglés. Lo hacíamos durante el recreo. Era algo que me gustaba. Cuando terminé quise hacer otro corto que me aportase no sólo experiencia sino un poco de ingresos también para seguir mejorando. Por eso pensé en hacer ‘Los 7 mártires de Canet de Mar’”, que se estrenó este pasado sábado en el canal de youtube  de Martín García, su joven autor que tiene actualmente 18 años.

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miércoles, 3 de julio de 2019

El Sagrado Corazón impidió que la madre de Omar Jesús Maytorena le abortara y luego que él la asesinara a ella 3 veces y se suicidara: se convirtió a Cristo tras 3 días en coma y se recuperó al rezar por él

* «Mi madre, estando embarazada de mí, con 3 meses de gestación, sufrió la pérdida de mi padre en un accidente de avión. Esto la desmoronó. Tomó un avión para volar a Estados Unidos e ir a una clínica clandestina para abortarme. Mi madre estaba en el lugar a minutos de abortarme, voltea la vista y a su derecha, inexplicablemente, vio el Sagrado Corazón de Jesús. Su impacto fue tal que en un par de segundos se incorporó se vistió y escapó”

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viernes, 14 de junio de 2019

Valerie Gatto, Miss Pennsylvania: «Nací de una violación y doy gracias a Dios por haberme traído hasta aquí»

«Dios es la razón de mi estar en el mundo»


«Saber cómo he sido concebida no me ha impedido crecerver el sacrificio de mi madre y de mi familia me ha hecho entender que no importa lo que te haya podido pasar sino que más bien, al contrario, los límites y las dificultades te refuerzan. He aprendido a sacar partido de cada obstáculo»

domingo, 24 de diciembre de 2017

Ángel Benavides, católico, perdona al asesino de su hija Emilia, de 9 años: «Que sea juzgado por Dios y por la justicia. Mi esposa y yo le perdonamos»

* «No voy a permitir que el odio me saque la energía, la fuerza, mi alegría, mi capacidad de ser mejor hombre cada día. Yo no puedo darme ese gusto, no puedo ir en contra de lo que mi hija quiere de mí. Entonces por favor no aten lo que ustedes no tienen por qué atar. Lo que a nosotros nos toca es vivir con una absoluta fe, con una absoluta pureza la vida de mi hija, la resurrección de mi hija»
Video completo de las palabras de Ángel Benavides perdonando al asesino de su hija 

lunes, 11 de septiembre de 2017

Pastora Mira cuenta al Papa como ha perdonado “gracias a Dios” a los asesinos de su padre, esposo y dos hijos

“En 2005, el Bloque Héroes de Granada, de los paramilitares, asesinó a Jorge Aníbal, mi hijo menor. Tres días después de haberlo sepultado, atendí, herido, a un jovencito y lo puse a descansar en la misma cama que había pertenecido a Jorge Aníbal. Al salir de la casa, el joven vio sus fotos y reaccionó contándome que era uno de sus asesinos y cómo lo habían torturado antes de matarlo. Doy gracias a Dios que, con la ayuda de Mamita María, me dio la fuerza de servirle sin causarle daño, a pesar de mi indecible dolor”


martes, 5 de septiembre de 2017

El padre Dámaso Ruiz va a las Ramblas de Barcelona a anunciar a Cristo a testigos del atentado terrorista: «Dios actúa en medio del dolor»

* «En la fuente de Canaletas recé ante las velas el Padrenuestro. Muchos lo siguieron y se escuchaban lágrimas. Algunos me dieron las gracias. Esta escena se repitió en diversos memoriales instalados. Un urbano me pidió bendición para él y sus compañeros. Luego me informaron de que intentó salvar a Xavier, el niño de 3 años… Encuentro una silla vacía y me siento con la estola. Un joven me pide que bendiga el lugar “para que no vuelva el mal”. Así lo hago. Le invito a confesarse. En la absolución le cambia la cara y asegura que cambiará de camino… Paseo con una persona sin recursos. Renuncia a un negocio de drogas que le proponían, recordando a su abuela: “trafican con la muerte”»

martes, 15 de agosto de 2017

Agnes Fernandes vivió en un año el asesinato de su marido y su hijo: «Me volví a Dios para pedirle consuelo, fuerza y sanación»

«Nunca me enfadé o culpé a Dios. Creo firmemente que sólo Dios puede sanar. Me dirigí a él con absoluta desesperación, fe y confianza. Dios nos da la fuerza para llevar nuestras cruces en la vida si le abrimos nuestros corazones. Como mi esposo siempre decía: ‘¿quiénes somos nosotros para cuestionar la voluntad de Dios? Cuando Dios pone una prueba en nuestra vida, ¿quiénes somos nosotros para hacer una pregunta? No deseo ningún mal a los asesinos que trajeron tanto dolor y desesperación a nuestra familia. Solo rezo para que se reconcilien con Dios»