Camino Católico

Mi foto
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.

Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

Mostrando entradas con la etiqueta adicción. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta adicción. Mostrar todas las entradas

jueves, 20 de febrero de 2025

Antonio y Cristina, matrimonio, sin fe, fueron al cine a ver «Medjugorje» por un testimonio con drogas porque su hija era adicta: «Ella dejó la cocaína y el Señor nos arregló el matrimonio»


Antonio y Cristina, después de ver la película «Medjugorje», empezaron a rezar por su hija

Camino Católico.- Antonio y Cristina son un matrimonio español que llevan más de 30 años casados. Han pasado circunstancias duras en la familia por los problemas de adicción de una hija y el desamor entre los esposos. Ellos no tenían interés en temas religiosos… hasta que les sucedió algo asombroso con la película Medjugorje, estrenada en cines en 2021. Lo han contado a Borja Martínez-Echevarría, que fue uno de los directores, en un vídeo de la Asociación Lanza y Pablo J Ginés en Cari Filii hace una amplia síntesis del testimonio. Esta es su historia.

Vídeo de Asociación Lanza en el que Antonio y Cristina cuentan su testimonio

Una relación alejada de Dios

Cristina es la tercera de cinco hermanos. Iban todos a misa «obligados hasta los 14 años, edad en la que mi padre nos liberaba de ir». Y los cinco dejaron de acudir a misa así. «Cuando conocí a Antonio, con 19 años, me sorprendió mucho que él sí iba a misa. Y me gustó. Por un lado me sorprendía, me extrañaba, pero me parecía que si iba a misa tenía que ser un buen chico y mis padres también se alegraron un montón, aunque ellos ya no eran practicantes».

«Yo era un buen chico», admite Antonio. En su casa todos habían ido a misa, y cuando algunos hermanos dejaron de hacerlo, él perseveró en la práctica con sus padres. La vida de fe en la familia consistía en la misa del domingo y rezar algún padrenuestro al viajar en coche, sin más profundización, ni grupos de fe ni cercanía a sacerdotes.

Una vez casados, Cristina respetó al principio que Antonio acudiera a su misa dominical. Pero con el tiempo ella lo fue aceptando menos: en su opinión siempre había algo más importante que hacer. Así él empezó a saltarse misas.

Hijas y máscara de «familia perfecta»

Les costó tener hijos. Acudieron a varios tratamientos. «Eran de estimulación a la ovulación, había una frontera que no queríamos pasar, que era la de la fecundación in vitro». Quedó embarazada de lo que parecían sixtillizos, aunque dos resultaron óvulos huecos, otro embrión no tenía latido y otro más falleció en el tercer trimestre. Al final, nacieron dos mellizas el día que cumplían 7 años de matrimonio. Más adelante, sin tratamiento ninguno, tuvieron otra hija más.

«Nos pusimos la máscara de de familia perfecta. Tres niñas preciosas, buena casa, buen coche, buenos trabajos...» Pero él trabaja sin parar, también los sábados y las mañanas del domingo. Del poco tiempo de estar en casa, Antonio intentaba dedicar parte a su misa de domingo, algo que molestaba a Cristina. «Para mí, un objetivo de mi vida era conseguir que mi marido dejara de ir a misa«, reconoce.

A los 15 años, una de las mellizas, que siempre fue más rebelde, empezó a consumir drogas y a dormir fuera de casa. Además, el matrimonio se iba distanciando, parecía que sólo les unía ya la preocupación por su hija. Él tardó en presentar sus problemas a Dios. Pero en cierto momento llegó a pedir a la Virgen que protegiera a su familia, aunque «creo que por rutina más que por fe».

Preguntas sobre la muerte, atascada en la Nueva Era

Pasados unos años, al morir la madre de Cristina, ella empezó a hacerse preguntas por la vida después de la muerte. Leyó libros sobre experiencias cercanas a la muerte, y luego se fue interesando en el mundo de las terapias alternativas. Durante 9 años, explica, se volcó en todo lo relacionado con la Nueva Era, el reiki, las «constelaciones familiares», «o sea absolutamente todo, porque, además, cada vez que conocía alguna terapia nueva conocía a alguien que me hablaba de otra maravillosa». Pero, a la vez, cada vez estaba más centrada en sí misma y más alejada de su esposo y sus hijas.

Un día fue con su hija, «que estaba drogada en una casa de okupas», a una señora que en teoría hacía terapias sanadoras imponiendo las manos, pero sin experimentar nada. «¿Tú has sentido algo?», preguntó a la chica. «Nada», dijo su hija. Cristina se puso a llorar, hundida, y su hija, asombrada, le dijo: «Mamá, ¿quieres dejar ya de buscar fuera lo que tienes dentro?» A la madre le impresionó la firmeza con la que hablaba. Decidió dejar el mundo de la Nueva Era, pero aún no pensaba en Dios ni la Iglesia.

 Antonio y Cristina iniciaron el camino de vuelta a la fe por su hija

Al cine, a ver Medjugorje… por las drogas

Pasado un tiempo, las hermanas de Cristina le hablaron de la película Medjugorje. Lo que la convenció para ir a verla es que le dijeron que había testimonios de personas metidas en drogas. Cristina y Antonio fueron al cine a verla. Al principio, a ella no le enganchó. «Iglesia por aquí, Rosario por allá, pero ¿quién reza hoy el Rosario?» Pero veía que Antonio parecía seguir la película con interés.

Y ahí, en el cine, Cristina dice que recibió «tres mensajes muy potentes», «eran como ideas que se me plantaban en la cabeza».

El primer mensaje era: «este es el camino para mí»; «recuerdo que ahí pensé: la Iglesia es la única y verdadera».

El segundo mensaje, «muy duro, muy contundente, con una firmeza impresionante», decía: «empieza de una vez a rezar por tu hija»; efectivamente, la chica tenía 21 años y su madre nunca había rezado por ella ni por nadie.

El tercer mensaje: «dile a tu padre que rece por tu hija»… pero ¡el padre de Cristina ni rezaba ni creía ni aguantaba a la chica!

Rezar juntos el Rosario por su hija

Cristina pasó llorando el final de la película. No consiguió explicar mucho a Antonio, pero ella empezó a rezar por su hija, a escondidas, en la cama de noche. Del Rosario sabía que era un padrenuestro y 10 avemarías. Tardó tres días en superar su vergüenza y pedir a su marido que le enseñara a rezar. Fue su primer rosario juntos, y lo hicieron por su hija.

Antonio había visto a Cristina metida en muchas cosas absurdas de la New Age. Pero su apuesta sorprendente por el Rosario le gustaba mucho más. Rezando juntos recordó la fe de su infancia y juventud, cuando lo rezaba con su familia.

Antonio y Cristina fueron a un retiro y Cristo renovó su matrimonio y hoy viven una luna de miel

Cristina recuerda que durante unos diez días vivió «como en una nube» y le parecía ver señales de Dios por doquier. Empezó a buscar testimonios en YouTube de gente con una conversión fuerte. Aprendió de la posibilidad de pedir una cadena de oración por whatsapp y escribieron una petición y la enviaron a todos sus conocidos creyentes y practicantes. La cadena se extendió por toda España, grupos de oración en distintas ciudades rezaban por su hija.

Un par de días después, la chica aceptó ingresar en un centro de tratamiento (que ella siempre evitaba). Después supieron que la joven había dejado la cocaína de golpe, de forma radical y sin terapia «y lo más increíble sin síndrome de abstinencia. Ella decía: ‘mamá, yo no he dejado las drogas, ellas me han dejado a mí».

Emaús: encuentro con Jesús, sanación del matrimonio

Poco tiempo después, el matrimonio supo de los Retiros de Emaús. Cristina fue primero, y allí tuvo «un encuentro personal con Jesús, en el que Jesús me dio una colleja importante pero pero yo salí totalmente impactada». Le pidió a Antonio que fuera al retiro. Él empezaba a notar un acercamiento a su esposa, de quien llevaba tantos años distante.

Fue a su propio Emaús. Desvelado por la noche, ante un crucifijo, oró, y Dios le dijo: «Tú no has venido aquí por tu hija, tú has venido aquí por tu matrimonio». Otro asistente al retiro abrió la Biblia para él, por un pasaje revelador: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Antonio salió de ese retiro enamorado de nuevo de su esposa. «Han pasado 3 años y no ha pasado un día en que no siga enamorándome cada vez más. El Señor nos arregló el matrimonio, vivimos una luna de miel ahora«.

En estos años su hija pequeña «tuvo una conversión muy bonita». El padre de Cristina, que rezó por su nieta, ahora reza por más peticiones. El matrimonio habla de su fe con sus parientes creyentes. Entre ellos hay una relación cordial y esperan ir a Medjugorje a dar gracias a la Virgen por el cambio en su vida.

Borja Martínez-Echevarría, su interlocutor, que fue uno de los directores e impulsores de la película Medjugorje, expresa su alegría por este fruto de la película que ha podido conocer y constatar. «Esto es para ir al cielo y vernos allí el mayor número posible», dicen.

domingo, 2 de febrero de 2025

Carlos Castañón, ‘Pinita’, se drogaba a los 11 años, se intentó suicidar 2 veces, pero Cristo lo ha llevado a atender niños con cáncer terminal: «En un retiro en la Hora Santa me enamoré perdidamente del Señor»


Carlos Castañón, ‘Pinita’, tuvo un encuentro poderoso con Cristo y desde entonces le entregó su vida

* «Le dije al Señor: 'A donde tú me mandes, a donde tú me guíes, yo voy a obedecer'. Sin ser sacerdote, yo tengo un voto de obediencia. Las misiones son algo que me llena el corazón, porque piensas que vas a dar y recibes mucho más. Yo no decidí ser enfermero de la risa, yo no decidí dar conferencias, pero creo que los tiempos de Dios son perfectos y Dios me ha puesto en el lugar y momento preciso para poder ayudar a tantos jóvenes y decirles que la droga no es el camino, la droga es un tropiezo, pero podemos salir de ahí con dedicación y amor, pero sobre todo con mucha fe. La palabra Mucha Fe es mi slogan, porque la fe mueve montañas, la fe movió mi vida cuando sentí que todo estaba perdido»

Camino Católico.-  Carlos Castañón, conocido como "Pinita", es originario de Aguascalientes, México. Actualmente se desempeña como enfermero de la risa, misionero, conferenciante y escritor. Tras una infancia marcada por la adicción a las drogas y dos intentos de suicidio, experimentó un encuentro transformador con Cristo que cambió su vida. Desde entonces, ha sido un instrumento de fe, tocando los corazones de quienes escuchan su historia y acceden a su Fundación Pinita A.C.

De pequeño se introdujo en el mundo de las drogas

A los 3 años, Carlos enfrentó la separación de sus padres, lo que llevó a su madre a emigrar a Estados Unidos en busca de trabajo, dejándolo bajo la tutela de su abuelo. A los 11 años, conoció el mundo de la violencia y comenzó a consumir drogas como marihuana, cocaína, thinner y Resistol 5000, con la finalidad de ser aceptado y pertenecer a grupos de “amigos” del barrio.

"Cuando tenía 13 años me fui un año de mi casa, donde nadie sabía nada de mí, ni mi mamá. Ella regresó de Estados Unidos y me encontró en una casa de drogadicción y decidió sacarme de allí. Cuando me sacó, yo estaba dispuesto a golpearla; la insulté y le falté al respeto. Ella me llevó a casa, me bañó, conversó conmigo y, desde entonces, inicié una lucha interna para dejar las drogas. Sin embargo, en ocasiones le robaba sus cosas para venderlas y conseguir dinero para drogarme. La vida de las adicciones es triste, porque siempre andas con depresión. Cuando te empiezas a drogar, piensas que encontraste la solución, pero lo cierto es que vuelves con la ansiedad y depresión y hay que volverse a drogar", rememora Carlos Castañón en la Revista Encuentros.


Carlos Castañón, ‘Pinita’, fue salvado de suicidarse dos veces por la providencial intervención de un misionero

Un milagro que lo salvó del suicidio

Ya estando casado, descubrió que su esposa lo engañaba con su mejor amigo. Tras ese hecho, perdió a su esposa y a sus hijos, y al mismo tiempo perdió el rumbo; la única salida que encontró para su dolor fue buscar quitarse la vida.

"En el primer intento de suicidio, cuando intenté ahorcarme, me llegó un mensaje de un hermano misionero que decía: 'Valora tu vida, ama a tus hijos, tienes una misión aquí, estás en mis oraciones'.

El segundo intento de suicidio fue exactamente al mes. En ese momento recibí una llamada del mismo hermano misionero y me dijo: '¿Qué vamos a hacer para alabar juntos al Señor? Te estoy esperando para entrar juntos a misa'. Yo lo interpreto como una "Diosidencia", como un milagro para hacer algo por las personas que están pasando por algo similar a lo que yo viví."

"Estando casado fumaba marihuana para relajarme; dejé por completo las drogas cuando mi hijo nació".

Carlos Castañón, ‘Pinita’, visita a niños con cáncer

Su encuentro con Cristo

Después de su separación familiar, un amigo lo invitó a un retiro en el que tuvo un encuentro con Cristo. Aunque su relación con Dios empezó desde muy pequeño, cuando su abuelita y tía materna rezaban a diario el rosario y él lo rezaba con ellas. Al iniciar en el mundo de las drogas se separó de su fe.

"En el retiro, escuché testimonios de vida y descubrí que mi vida tiene sentido, y al entrar a la Hora Santa me enamoré perdidamente del Señor", reconoce humildemente.

¿Cómo se hizo misionero?

Al salir del retiro, en su parroquia se formó un grupo de misiones y de ahí nació su amor por ser misionero. Al tercer año de ir a misiones, junto con dos misioneros más, le tocó ir a una comunidad muy pobre en Oaxaca llamada El Porvenir, en la que solo había una familia para evangelizar. En ese momento sintió enojo, coraje y soberbia; miró a sus compañeros misioneros y decidió irse del lugar porque pensó que allí no había nada que hacer.

"En ese momento me metí a la capilla, vi a Cristo en la cruz, miré al encargado, volví a ver el rostro de Jesús y empecé a llorar. Le dije: 'Señor, uno no elige dónde va; tú eliges a dónde nos mandas', y me quedé a trabajar con esa familia. Desde ese momento, le dije al Señor: 'A donde tú me mandes, a donde tú me guíes, yo voy a obedecer'. Sin ser sacerdote, yo tengo un voto de obediencia".

"Las misiones son algo que me llena el corazón, porque piensas que vas a dar y recibes mucho más", confidencia Carlos.


Carlos Castañón, ‘Pinita’, y los miembros de su fundación acuden a los hospitales de niños con cáncer para llevar esperanza y atender sus necesidades

¿Cómo nace Pinita?

El apodo "Pinita" se originó cuando Carlos tenía 4 años. Un vecino, Don Rubén, lo llamaba "Pinacate" debido a su piel oscura, considerándolo prieto, feo y apestoso (risas). Con el tiempo, el apodo se acortó a "Pina" y, de forma cariñosa, a "Pinita". Este sobrenombre lo ha acompañado desde entonces.

Después de sus dos intentos de suicidio, Carlos conoció a un miembro de los Caballeros de Colón, una organización laica alservicio de la Iglesia. Este grupo realizaba actividades como llevar comida a hospitales y repartir juguetes, aunque inicialmente Carlos sentía que estas acciones carecían de calidez. 

Carlos Castañón, ‘Pinita’, con sus compañeros de la fundación

Inspirado por la película "Patch Adams", decidió visitar hospitales por su cuenta, llevando juguetes y utilizando el humor para alegrar a los niños enfermos. Compartió sus experiencias en redes sociales, lo que atrajo a más personas interesadas en unirse a su causa. Así, comenzó con un grupo de ocho voluntarios que fue creciendo, dando origen a la  Fundación Pinita A.C, que se dedica a diversas actividades altruistas, entre ellas:  Visitar a niños con cáncer, escoliosis y enfermedades terminales como "enfermeros de la risa".

También tienen un comedor comunitario en Aguascalientes, brindan atención psicológica a quienes lo necesitan y organizan fiestas privadas para niños en estado terminal.

Carlos Castañón, ‘Pinita’, ha comprobado como él se sanaba ayudando a los niños enfermos

“La mejor manera de sanar es ayudando a las personas que tienen problemas. Ayudando, robando sonrisas, ayudando a los niños en etapa terminal de cáncer, a los abuelitos que están olvidados en un asilo. La primera intención fue sanarme a mí mismo, porque no puedo ofrecer algo si no estoy bien. No puedo amar ni querer si no me amo ni me respeto a mi mismo”, reflexiona Carlos.

Un milagro guadalupano

A través de su página de Facebook, "Pinita Conferencista", Carlos reza el rosario y ha recibido bendiciones derivadas de esta práctica. Durante la pandemia, al finalizar una de sus transmisiones, invitó a quienes quisieran sumarse a su causa a donar. Una persona desconocida le ofreció despensas y, al acudir al lugar acordado, encontró una habitación llena de provisiones.

Carlos Castañón, ‘Pinita’, rezando el rosario

Además, este benefactor continuó colaborando y le ayudó a conseguir las instalaciones donde actualmente opera la Fundación Pinita A.C., apoyando con el pago de la renta. En este espacio, se atiende a personas en situación de calle, se ofrece un comedor y se brinda asistencia psicológica gratuita.

Conferenciante y escritor

Carlos fue invitado a dar una plática testimonial, aunque nunca lo había hecho antes. Su primera charla fue ante un grupo de aproximadamente 15 jóvenes, y, gradualmente, recibió más invitaciones para hablar. Buscó cursos de oratoria y conoció a Iván Martz, conferenciante internacional de Guadalajara, quien le proporcionó herramientas para expresarse mejor en público. Esta relación se convirtió en una amistad, y Martz lo invitó a eventos donde tuvo la oportunidad de conocer a destacados conferenciantes como César Lozano y el Padre Ricardo López, con quienes ha compartido escenario en múltiples ocasiones.El Padre Ricardo López, además de ser un gran amigo, es un guía espiritual para Carlos.

Actualmente, Carlos utiliza el personaje de Pinita no solo como enfermero de la risa, sino también para evangelizar y dar conferencias. Ha compartido su testimonio desde Oaxaca hasta Detroit, llenando grandes escenarios. Posteriormente, surgió la idea de escribir un libro testimonial titulado "Mucha Fe", donde relata cómo la fe, la oración, el ayuno y el servicio le han ayudado a transformar vidas. El prólogo del libro está escrito por el Padre Ricardo López, Iván Martz y César Lozano, con la intención de dejar un legado.

Carlos Castañón, ‘Pinita’, impartiendo una conferencia

“Yo no decidí ser enfermero de la risa, yo no decidí dar conferencias, pero creo que los tiempos de Dios son perfectos y Dios me ha puesto en el lugar y momento preciso para poder ayudar a tantos jóvenes y decirles que la droga no es el camino, la droga es un tropiezo, pero podemos salir de ahí con dedicación y amor, pero sobre todo con mucha fe. La palabra Mucha Fe es mi slogan, porque la fe mueve montañas, la fe movió mi vida cuando sentí que todo estaba perdido”.

A través de su testimonio y acciones, Pinita ha impactado a miles de personas, no solo con sus conferencias y solidaridad, sino también mediante su ejemplo de fe, oración y servicio. Nos enseña que las adversidades se superan regalando sonrisas a los demás. Pinita es una vida que inspira.



Carlos
Castañón, ‘Pinita’, llena los auditorios y hace que los jóvenes se interesen mucho en su testimonio de vida

sábado, 16 de noviembre de 2024

Joe Jacobs se hizo líder de una banda de punk con consumo de drogas y violencia de pandillas: «Al conocer a mi esposa volvimos a Dios y a la Iglesia Católica y ahora estoy en un grupo de música de alabanza»

Joe Jacobs usa su talento musical para servir a Dios como miembro de la banda Praise Nation del P. Levi Hartle. | Foto: Cortesía de Juliana Lamb.

* «La alabanza es esencial y fundamental, lo que nos une en nuestra fe, reuniéndonos. Experimentamos eso al cantar durante la misa. Una vez que la misa ha terminado y somos enviados a la misión,  este fuego arden en nuestro interior, tanto para estar juntos como para actuar por el amor de Dios. Fundamentalmente, estamos hechos para alabar a Dios. De ahí el nombre de la banda: Praise Nation»

Camino Católico.- En su juventud, Joe Jacobs vivió inmerso en la intensa subcultura punk de Pittsburgh, en Estados Unidos. Sin embargo, en 2011 regresó a la Iglesia Católica y, desde entonces, dedica su talento en un ministerio de música a cargo del sacerdote Levi Hartle. Una noche de 2016, mientras Jacobs enseñaba catequesis de sexto grado en la parroquia Holy Apostles en el sur de Pittsburgh, el P. Hartle, el recién nombrado vicario parroquial, apareció inesperadamente.

Era una visita de reclutamiento. Con la bendición del Obispo de Pittsburgh, Mons. David Zubik, el P. Hartle estaba organizando un “Festival de Alabanza”. ¿Estaba Jacobs interesado en participar?

Jacobs pronto descubrió que un Festival de Alabanza no era simplemente un concierto. Se trataba de un encuentro centrado en alabar a Dios a través de la exposición, adoración, bendición y confesiones, todo entrelazado con música que elevaba los corazones.

Pero para que el festival cobrara vida realmente, el P. Hartle necesitaba más músicos para su ministerio de alabanza y adoración, Praise Nation. Y resultó que Jacobs era justo la persona que estaba buscando.

“No conocía al P. Levi. Así que cuando me pidió unirme a una banda, mi primera pregunta fue: ‘¿Por qué yo?’”, recuerda Jacobs en el National Catholic Register. El sacerdote le explicó que una feligrés de la parroquia había hecho la sugerencia. “Según ella, parecía que debía estar en una banda o algo así,” recordó Jacobs, quien mide 1.90 m y tiene una espesa barba negra.

Quizás la feligresa de la parroquia fue guiada por Dios sin saberlo, porque, aunque ni ella ni el P. Hartle lo sabían, Jacobs era músico, aunque probablemente no del tipo que ellos imaginaban. Y sin que él mismo lo sospechara, estaba a punto de descubrir cuánto su música podría acercar a otros a Jesucristo, mucho más de lo que jamás habría pensado.

La verdad era que durante casi 20 años, Jacobs había estado inmerso en la subcultura de Pittsburgh como líder de una banda de punk.

“De adolescente, vi a un primo tocar la guitarra y fue realmente genial. Pero después de una lección, me dijeron que no podían ayudarme, tal vez incluso que era incorregible. Así que básicamente soy autodidacta. Supe de inmediato que, aunque no pudiera leer música, podía escribir canciones”, dice Jacobs, ahora de 44 años.  

El músico se sintió atraído por el punk rock, donde dijo haber "encontrado un refugio." Mientras tanto, su hogar verdadero se estaba desmoronando.

“Casi no tuve experiencia con la religión. Fui bautizado y asistí a catequesis, pero fue horrible. Íbamos a la iglesia en Semana Santa y Navidad, pero nunca hablábamos de Dios. Después de la Confirmación, dejé la iglesia”, dice Jacobs.   

La “escena” del Punk Rock

A los 16 años, con su vida familiar afectada por el divorcio, Jacobs recurrió a “la escena”, la subcultura underground de Pittsburgh.

“Alguien con una buena familia rara vez termina ahí. A los 17, me echaron de casa. Me sumergí profundamente en la escena”, cuenta.  

Jacobs eventualmente formaría cuatro bandas diferentes, todas llenas, asegura, de “angustia y furia”. Eran populares localmente y tocaban en varios lugares, algunos sórdidos y otros más respetables. Una comunidad de seguidores se unió a sus bandas, y Jacobs dijo que todo comenzó sin consumo de drogas o alcohol. Pero esa línea eventualmente se desdibujó con abuso de sustancias y violencia.

“Esos tiempos estaban marcados por altercados con otras bandas, neonazis y pandillas. La mayoría de los lugares donde tocaban las bandas punk estaban en zonas peligrosas. Luego la heroína apareció en la escena. Perdimos amigos. Nuestro batería se suicidó”, relata.

Jacobs eventualmente escapó del underground cuando se mudó a Michigan para trabajar con su padre y convertirse en electricista (hoy, Jacobs es copropietario de King Electric, una empresa local). Pero su experiencia en el underground no sólo le ayudó a perfeccionar sus habilidades para escribir canciones (escribió más de 200), sino que también lo llevó a conocer a su futura esposa, Anna, otra víctima de un hogar roto que se refugió en la escena punk.

“Cuando nos conocimos, fue un momento profundo de Dios. Sabía que ella era la indicada. Cuando tuvimos a nuestro primer hijo, fue un despertar espiritual para nosotros. Cuando nació nuestro segundo hijo en 2011, volvimos a la Iglesia Católica. Nos acercamos con la misma intensidad con la que habíamos entrado en el underground”, sostiene.

La persistencia del P. Hartle

Cuando el P. Hartle le pidió unirse a la banda, Jacobs sintió que tenía buenas razones para rechazar la invitación. Él y Anna, quienes viven en Pittsburgh, no lejos de la casa de su infancia en un suburbio cercano, seguían ampliando su familia (hoy tienen seis hijos). Jacobs trabajaba a tiempo completo, y ambos eran —y siguen siendo— muy activos en la iglesia.

 “Le dije al P. Levi ‘no’ al menos 10 veces. Me llamó un par de días después invitándome a una práctica el jueves. Le dije que no podía asistir. Nuestro cuarto hijo estaba por nacer en cualquier momento y yo estaba ocupado en el trabajo. Él dijo: ‘Está bien, te veo el jueves’”, narra.

Jacobs accedió a reunirse con el padre antes. La conversación duró cuatro horas, la mayor parte en oración. Después, Jacobs le dijo a Anna: “El padre Levi realmente ama a Jesús. Voy a quedarme un tiempo y ver qué sucede”.

Jacobs sabía el riesgo que estaba tomando.

“Mis amigos simplemente no podían entender”, dice. Pensaban que era ridículo y una pérdida de tiempo. Se notaba que mis compañeros de banda estaban heridos, diciendo: “Literalmente elegiste esto sobre nosotros”.

“Decirle sí al P. Levi fue lo más ‘punk’ que había hecho. Dejar todo lo que habías construido para seguir a Jesús”, subraya.

Anna admitió que, especialmente al principio, no era fanática de la música de alabanza. “Como ex rockera punk, simplemente no lo entendía. Cuando Joe dijo que se uniría a la banda del P. Levi, le dije: ‘Está bien, pero sabes que me voy a burlar de ti’”, cuenta.

Anna pronto vio un cambio en su esposo. Mientras Jacobs siempre había escrito canciones, ahora su esfuerzo se volvía más intenso.

“Las canciones simplemente le venían a él”, recuerda. “Ahora, cuando una idea venía a Joe, tenía que escribirla de inmediato”.

“Una vez en la mañana, Joe estaba en la ducha cuando una canción se le ocurrió. Continuó orando mientras terminaba de ducharse, pero cuando terminó, no podía recordar lo que había recibido. Nunca lo vi tan nervioso, tan ansioso. Finalmente entendí lo que todo esto significaba para él”.

Jacobs estaba decidido a no permitir que eso sucediera de nuevo.

“Recuerdo una vez que estábamos preparando a los niños para un viaje y a punto de subir al auto. Y Joe dijo: ‘Perdón, Anna, tengo que escribir algo ahora mismo’”, relata Anna.

Hoy, Jacobs lidera Praise Nation y ha escrito más de 100 canciones para el grupo. La banda, integrada por siete miembros voluntarios, practica semanalmente en el Monasterio de San Pablo de la Cruz, una icónica instalación de retiros en el Southside de Pittsburgh. La banda es diversa en edad y antecedentes, pero lo que sus miembros comparten es un amor inquebrantable por Jesús y el deseo de alabar a Dios a través de la música.

“Este fuego que arde en nuestro interior”

Las prácticas comienzan con oración; las sesiones son animadas y felices.

“Soy un defensor de la idea de que la fe es divertida. Dios es divertido. Él hizo la diversión en el mundo. Debería tratarse de disfrutar de Dios, de la vida y de las personas. Mucha alegría proviene de la intensidad del amor”, comenta el sacerdote.

Hoy, Praise Nation comparte su arte tanto en vivo como a través de las redes sociales, incluyendo YouTube, Instagram, Facebook, TikTok, Spotify, Amazon y iTunes. Hasta la fecha, la banda ha tenido más de 80 presentaciones en vivo ante más de 30.000 personas y ha lanzado 62 videos que han alcanzado a más de un millón de espectadores y oyentes. Sin embargo, este no es el verdadero indicador del éxito de Praise Nation.

“Nuestro público es el Señor. Mi objetivo es ver a las personas edificadas en caridad y amor. A medida que continuamos alabando a Dios, ese amor es contagioso y se extiende. No importa si alcanzamos a 10.000 personas o sólo a 10. Si fallamos en alabar a Dios, si lo perdemos de vista, si fallamos en nuestra misión, ese sería el verdadero fracaso”, comenta el P. Hartle.

Para Jacobs, Praise Nation busca construir sobre el fuego que la Misa enciende en las personas.

“La alabanza es esencial y fundamental, lo que nos une en nuestra fe, reuniéndonos. Experimentamos eso al cantar durante la misa. Una vez que la misa ha terminado y somos enviados a la misión,  este fuego arden en nuestro interior, tanto para estar juntos como para actuar por el amor de Dios. Fundamentalmente, estamos hechos para alabar a Dios. De ahí el nombre Praise Nation”, concluye.