Carlos Castañón, ‘Pinita’, tuvo un encuentro poderoso con Cristo y desde entonces le entregó su vida
* «Le dije al Señor: 'A donde tú me mandes, a donde tú me guíes, yo voy a obedecer'. Sin ser sacerdote, yo tengo un voto de obediencia. Las misiones son algo que me llena el corazón, porque piensas que vas a dar y recibes mucho más. Yo no decidí ser enfermero de la risa, yo no decidí dar conferencias, pero creo que los tiempos de Dios son perfectos y Dios me ha puesto en el lugar y momento preciso para poder ayudar a tantos jóvenes y decirles que la droga no es el camino, la droga es un tropiezo, pero podemos salir de ahí con dedicación y amor, pero sobre todo con mucha fe. La palabra Mucha Fe es mi slogan, porque la fe mueve montañas, la fe movió mi vida cuando sentí que todo estaba perdido»
Camino Católico.- Carlos Castañón, conocido como "Pinita", es originario de Aguascalientes, México. Actualmente se desempeña como enfermero de la risa, misionero, conferenciante y escritor. Tras una infancia marcada por la adicción a las drogas y dos intentos de suicidio, experimentó un encuentro transformador con Cristo que cambió su vida. Desde entonces, ha sido un instrumento de fe, tocando los corazones de quienes escuchan su historia y acceden a su Fundación Pinita A.C.
De pequeño se introdujo en el mundo de las drogas
A los 3 años, Carlos enfrentó la separación de sus padres, lo que llevó a su madre a emigrar a Estados Unidos en busca de trabajo, dejándolo bajo la tutela de su abuelo. A los 11 años, conoció el mundo de la violencia y comenzó a consumir drogas como marihuana, cocaína, thinner y Resistol 5000, con la finalidad de ser aceptado y pertenecer a grupos de “amigos” del barrio.
"Cuando tenía 13 años me fui un año de mi casa, donde nadie sabía nada de mí, ni mi mamá. Ella regresó de Estados Unidos y me encontró en una casa de drogadicción y decidió sacarme de allí. Cuando me sacó, yo estaba dispuesto a golpearla; la insulté y le falté al respeto. Ella me llevó a casa, me bañó, conversó conmigo y, desde entonces, inicié una lucha interna para dejar las drogas. Sin embargo, en ocasiones le robaba sus cosas para venderlas y conseguir dinero para drogarme. La vida de las adicciones es triste, porque siempre andas con depresión. Cuando te empiezas a drogar, piensas que encontraste la solución, pero lo cierto es que vuelves con la ansiedad y depresión y hay que volverse a drogar", rememora Carlos Castañón en la Revista Encuentros.
Carlos Castañón, ‘Pinita’, fue salvado de suicidarse dos veces por la providencial intervención de un misionero
Un milagro que lo salvó del suicidio
Ya estando casado, descubrió que su esposa lo engañaba con su mejor amigo. Tras ese hecho, perdió a su esposa y a sus hijos, y al mismo tiempo perdió el rumbo; la única salida que encontró para su dolor fue buscar quitarse la vida.
"En el primer intento de suicidio, cuando intenté ahorcarme, me llegó un mensaje de un hermano misionero que decía: 'Valora tu vida, ama a tus hijos, tienes una misión aquí, estás en mis oraciones'.
El segundo intento de suicidio fue exactamente al mes. En ese momento recibí una llamada del mismo hermano misionero y me dijo: '¿Qué vamos a hacer para alabar juntos al Señor? Te estoy esperando para entrar juntos a misa'. Yo lo interpreto como una "Diosidencia", como un milagro para hacer algo por las personas que están pasando por algo similar a lo que yo viví."
"Estando casado fumaba marihuana para relajarme; dejé por completo las drogas cuando mi hijo nació".
Carlos Castañón, ‘Pinita’, visita a niños con cáncer
Su encuentro con Cristo
Después de su separación familiar, un amigo lo invitó a un retiro en el que tuvo un encuentro con Cristo. Aunque su relación con Dios empezó desde muy pequeño, cuando su abuelita y tía materna rezaban a diario el rosario y él lo rezaba con ellas. Al iniciar en el mundo de las drogas se separó de su fe.
"En el retiro, escuché testimonios de vida y descubrí que mi vida tiene sentido, y al entrar a la Hora Santa me enamoré perdidamente del Señor", reconoce humildemente.
¿Cómo se hizo misionero?
Al salir del retiro, en su parroquia se formó un grupo de misiones y de ahí nació su amor por ser misionero. Al tercer año de ir a misiones, junto con dos misioneros más, le tocó ir a una comunidad muy pobre en Oaxaca llamada El Porvenir, en la que solo había una familia para evangelizar. En ese momento sintió enojo, coraje y soberbia; miró a sus compañeros misioneros y decidió irse del lugar porque pensó que allí no había nada que hacer.
"En ese momento me metí a la capilla, vi a Cristo en la cruz, miré al encargado, volví a ver el rostro de Jesús y empecé a llorar. Le dije: 'Señor, uno no elige dónde va; tú eliges a dónde nos mandas', y me quedé a trabajar con esa familia. Desde ese momento, le dije al Señor: 'A donde tú me mandes, a donde tú me guíes, yo voy a obedecer'. Sin ser sacerdote, yo tengo un voto de obediencia".
"Las misiones son algo que me llena el corazón, porque piensas que vas a dar y recibes mucho más", confidencia Carlos.
¿Cómo nace Pinita?
El apodo "Pinita" se originó cuando Carlos tenía 4 años. Un vecino, Don Rubén, lo llamaba "Pinacate" debido a su piel oscura, considerándolo prieto, feo y apestoso (risas). Con el tiempo, el apodo se acortó a "Pina" y, de forma cariñosa, a "Pinita". Este sobrenombre lo ha acompañado desde entonces.
Después de sus dos intentos de suicidio, Carlos conoció a un miembro de los Caballeros de Colón, una organización laica alservicio de la Iglesia. Este grupo realizaba actividades como llevar comida a hospitales y repartir juguetes, aunque inicialmente Carlos sentía que estas acciones carecían de calidez.
Carlos Castañón, ‘Pinita’, con sus compañeros de la fundación
Inspirado por la película "Patch Adams", decidió visitar hospitales por su cuenta, llevando juguetes y utilizando el humor para alegrar a los niños enfermos. Compartió sus experiencias en redes sociales, lo que atrajo a más personas interesadas en unirse a su causa. Así, comenzó con un grupo de ocho voluntarios que fue creciendo, dando origen a la Fundación Pinita A.C, que se dedica a diversas actividades altruistas, entre ellas: Visitar a niños con cáncer, escoliosis y enfermedades terminales como "enfermeros de la risa".
También tienen un comedor comunitario en Aguascalientes, brindan atención psicológica a quienes lo necesitan y organizan fiestas privadas para niños en estado terminal.
Carlos Castañón, ‘Pinita’, ha comprobado como él se sanaba ayudando a los niños enfermos
“La mejor manera de sanar es ayudando a las personas que tienen problemas. Ayudando, robando sonrisas, ayudando a los niños en etapa terminal de cáncer, a los abuelitos que están olvidados en un asilo. La primera intención fue sanarme a mí mismo, porque no puedo ofrecer algo si no estoy bien. No puedo amar ni querer si no me amo ni me respeto a mi mismo”, reflexiona Carlos.
Un milagro guadalupano
A través de su página de Facebook, "Pinita Conferencista", Carlos reza el rosario y ha recibido bendiciones derivadas de esta práctica. Durante la pandemia, al finalizar una de sus transmisiones, invitó a quienes quisieran sumarse a su causa a donar. Una persona desconocida le ofreció despensas y, al acudir al lugar acordado, encontró una habitación llena de provisiones.
Carlos Castañón, ‘Pinita’, rezando el rosario
Además, este benefactor continuó colaborando y le ayudó a conseguir las instalaciones donde actualmente opera la Fundación Pinita A.C., apoyando con el pago de la renta. En este espacio, se atiende a personas en situación de calle, se ofrece un comedor y se brinda asistencia psicológica gratuita.
Conferenciante y escritor
Carlos fue invitado a dar una plática testimonial, aunque nunca lo había hecho antes. Su primera charla fue ante un grupo de aproximadamente 15 jóvenes, y, gradualmente, recibió más invitaciones para hablar. Buscó cursos de oratoria y conoció a Iván Martz, conferenciante internacional de Guadalajara, quien le proporcionó herramientas para expresarse mejor en público. Esta relación se convirtió en una amistad, y Martz lo invitó a eventos donde tuvo la oportunidad de conocer a destacados conferenciantes como César Lozano y el Padre Ricardo López, con quienes ha compartido escenario en múltiples ocasiones.El Padre Ricardo López, además de ser un gran amigo, es un guía espiritual para Carlos.
Actualmente, Carlos utiliza el personaje de Pinita no solo como enfermero de la risa, sino también para evangelizar y dar conferencias. Ha compartido su testimonio desde Oaxaca hasta Detroit, llenando grandes escenarios. Posteriormente, surgió la idea de escribir un libro testimonial titulado "Mucha Fe", donde relata cómo la fe, la oración, el ayuno y el servicio le han ayudado a transformar vidas. El prólogo del libro está escrito por el Padre Ricardo López, Iván Martz y César Lozano, con la intención de dejar un legado.
Carlos Castañón, ‘Pinita’, impartiendo una conferencia
“Yo no decidí ser enfermero de la risa, yo no decidí dar conferencias, pero creo que los tiempos de Dios son perfectos y Dios me ha puesto en el lugar y momento preciso para poder ayudar a tantos jóvenes y decirles que la droga no es el camino, la droga es un tropiezo, pero podemos salir de ahí con dedicación y amor, pero sobre todo con mucha fe. La palabra Mucha Fe es mi slogan, porque la fe mueve montañas, la fe movió mi vida cuando sentí que todo estaba perdido”.
A través de su testimonio y acciones, Pinita ha impactado a miles de personas, no solo con sus conferencias y solidaridad, sino también mediante su ejemplo de fe, oración y servicio. Nos enseña que las adversidades se superan regalando sonrisas a los demás. Pinita es una vida que inspira.
Carlos Castañón, ‘Pinita’, llena los auditorios y hace que los jóvenes se interesen mucho en su testimonio de vida
No hay comentarios:
Publicar un comentario