El padre Brian Jackson fue transformado por el amor de Dios al arrepentirse de sus pecados / Foto: El Debate
* «En ese momento entendí, como un rayo, que si yo moría, me iba al infierno. No dije nada, absolutamente nadie. Me fui a mi casa y el día 1 de enero de 2009 cambié el fondo de la pantalla de mi ordenador por un Jesús crucificado. Cuando lo vi, caí de rodillas y empecé a llorar como un niño, pidiendo perdón a Dios por mis pecados. Repetía mucho: Jesús, perdóname, porque vi todo lo que le había hecho a Jesús. Perdóname, Jesús, perdóname. Y luego también vi lo que le había hecho a otras personas, a mis hermanos, a mis amigos, organizando fiestas, llevando gente, y empecé a decir: Jesús, perdona a las personas a las que yo he hecho daño»
Vídeo de El Debate en el que Brian Jackson cuenta su testimonio
Camino Católico.- Si uno tiene en mente que el prototipo de director de cine es alguien con el aspecto de Quentin Tarantino o de Martin Scorsese, le costará creer que este hombre alto, enjuto, grave –pero de sonrisa fácil–, con acento americano –aunque maneja la jerga juvenil de España, donde vive desde hace 15 años– y enfundado en su sotana también lo es. El padre Brian Jackson comparte con ambos al menos un par de rasgos: es estadounidense y rueda películas.
No son ciertamente superproducciones de Hollywood ni copan las carteleras de las salas de cine de todo el planeta, pero tiene su público. Y no es precisamente reducido. «Con la película Garabandal, catarata imparable, llegamos al medio millón de visualizaciones de YouTube en apenas cuatro o cinco días. Pero, de pronto, la plataforma la suprimió sin previo aviso y con la notificación de contenido inapropiado sin recurso a apelación», relata el sacerdote de la congregación española Siervos del Hogar de la Madre. «No sé, no quiero pensar mal, pero bueno, fue así», comenta resignado, encogiéndose de hombros.
Ahora, acaba de presentar un corto sobre la vida de San Edmundo Campion, un jesuita inglés martirizado por mantenerse fiel a Roma, y dirige el canal de YouTube Catholic Stuff, con casi 80.000 suscriptores. Lo entrevista Álex Navajas en El Debate.
– Pero pasaron muchas cosas antes de que usted se dedicara a grabar cine católico como sacerdote.
– Yo soy de una familia cristiana protestante. Crecí en un ambiente muy cristiano, pero no católico. Entré en la Iglesia cuando yo tenía unos 12 años porque mi madre iba, pero yo no estaba viviendo muy bien mi fe. Creía en Dios y tal, pero ya con 12 o 13 años me he metido bastante en todo lo que es el mundo, la fiesta, probar alguna droga... Con 15 años, en un campamento con el Hogar de la Madre, tuve una experiencia muy fuerte de Dios, pero duró muy poco, igual dos semanas. Pero después volví a como era antes.
– ¿Fue una experiencia concreta la que tuvo?
– Bueno, fue el impacto de hacer oración, de estar con otros jóvenes católicos y tal. Creo que me confesé por primera vez. Volví, pero conocí a una chica y empecé otra vez el plan de fiestas, de salir, de drogas, hasta que entré en la universidad con 18 años. Tenía becas, no tenía problemas con los estudios, todo lo tenía pagado, tenía dinero porque trabajaba. Tenía 18 años cuando salí de casa y entré en todo lo que es la universidad en Estados Unidos. Salía los viernes, sábados, hasta que terminé saliendo de fiesta todos los días; hay noches que no recuerdo por las borracheras; el ambiente era malísimo ahí.
No pensaba nada; no me consideraba malo, pero me dejaba llevar por las emociones y las pasiones. Incluso empecé a meterme un poco a vender droga. Yo decía: Bueno, solo estoy dando cosas a mis amigos, pero en realidad estaba metiéndome en un mundo muy, muy feo.
El padre Brian Jackson era de una familia cristiana protestante y cuando se convirtió se hizo católico / Foto: El Debate
– Trapicheaba, como lo llamamos aquí en España...
– A una escala muy pequeña, pero sí. Sin embargo, recibí una gracia muy fuerte. Yo estaba en un coche con unos amigos y no había tomado nada raro, por decirlo así. Miré a la ventana del coche y empecé a ver mi propia cara, y estaba atormentada. Había otras caras alrededor, también atormentadas. Y, en el otro lado de la ventana, había una nube, de la que salía una mano. Con mi mano intentaba tocarla, pero no lo conseguía. Entonces, escuché una voz que me decía: No estás alcanzando la gloria de Dios.
En ese momento entendí, como un rayo, que si yo moría, me iba al infierno. No dije nada, absolutamente a nadie. Me fui a mi casa y el día 1 de enero de 2009 cambié el fondo de la pantalla de mi ordenador por un Jesús crucificado. Cuando lo vi, caí de rodillas y empecé a llorar como un niño, pidiendo perdón a Dios por mis pecados. Repetía mucho: Jesús, perdóname, porque vi todo lo que le había hecho a Jesús. Perdóname, Jesús, perdóname. Y luego también vi lo que le había hecho a otras personas, a mis hermanos, a mis amigos, organizando fiestas, llevando gente, y empecé a decir: Jesús, perdona a las personas a las que yo he hecho daño.
– ¿Qué ocurrió después?
– Resumiéndolo un poco, me metí otra vez con los protestantes, pero estudiando y haciendo todo por la gracia de Dios. Después volví, me confesé bien y entré en la Iglesia católica. Dejé todo mis malos amigos, la fiesta, porque enseguida Dios me cambió muy fuertemente.
– ¿Le costó?
– ¡Nada! Cero. No sé cómo explicarlo, pero ese momento de arrepentirme de mis pecados y experimentar el amor de Dios tan grande, hizo que todo lo que yo había hecho me pareciera absurdo comparado con una sola gota de lo que recibí de Dios.
– ¿Usted era adicto a algo, o no llegaba a ese extremo?
– No, no; no había hecho cosas con drogas muy fuertes. No, no era adicto. Pero estaba bebiendo mucho, por ejemplo. Pude romper de un día para otro con el ambiente, los amigos y eso fue una gracia muy grande. Yo estaba estudiando finanzas, siempre me movía como temas como la Bolsa y tal, pero no me veía trabajando detrás de un escritorio. Solo podía hablar de Dios a mis amigos, a la gente de mi clase, a mi familia...
Padre Brian Jackson / Foto: El Debate
– Todos ellos, claro, notarían su cambio...
– Sí; mi madre, no sé si se lo creía de verdad, pero mis amigos de antes, los de la fiesta, realmente pensaban que me había vuelto loco...
– ¿Apareció entonces su vocación sacerdotal?
– Sí, poco a poco. Después de la conversión, pensé que quería casarme con una chica católica. Y tuve muy buenas vibraciones con algunas, pero no tenía paz y me sentía incómodo. A la vez, iba llevando grupos de jóvenes, organizaba campamentos, rezaba... y todo eso me atraía un montón más. No es que no me atrajesen las chicas; ¡me atraían y me atraen! Pero sentía como que Dios me llamaba a algo mucho más grande.
Muy providencialmente, los mismos sacerdotes del Hogar de la Madre que conocí en el campamento cinco años atrás vinieron a dar una charla a mi parroquia. Hice un retiro con ellos; de hecho, era un retiro para matrimonios. No sé cómo, yo acabé ahí, y sentí muy fuertemente la llamada. Sentí que no me podía negar a Dios y sentí una paz inexplicable. Vine a España en 2010 para hacer el Camino de Santiago y discernir mi vocación, y entré como postulante ese año, y hace dos años y medio fui ordenado sacerdote.
– Háblenos del Hogar de la Madre.
– Fue fundado por un sacerdote de Toledo que aún vive, Rafael Alonso Reymundo. Tenemos tres misiones en la Iglesia: la defensa de la Eucaristía, la defensa del honor de la Virgen María y la conquista de los jóvenes. Yo ahora mismo estoy más dedicado a la evangelización en los medios de comunicación: YouTube, redes sociales y muchos campamentos. También soy capellán en el Holy Mary Catholic School de Madrid. Muchos nos conocen por una hermana, la primera fallecida del Hogar de la Madre, llamada Clare Crockett.
– Sí, la recuerdo…
– Tuvo también una vida muy movida. Tenía mucho talento. Con 18 años vino a España y tuvo una conversión bestial. Quería ser famosa y quería ser monja. Su conversión se produjo en un encuentro de Semana Santa y la recuerdo ahí, delante de todo el mundo, con un cigarrillo. Nos dijo: «Quiero ser famosa, pero también quiero ser monja. Así que voy a ser una monja famosa»...
– Y lo consiguió...
– En 2016 murió en Ecuador en un terremoto, y hace unas semanas se acaba de abrir su proceso de beatificación. Yo tuve la dicha de conocerla, y era increíble.
– Oiga, ¿y usted cómo se metió a dirigir películas?
– Había hecho los típicos vídeos en el colegio, pero nada. En el noviciado hice algunas grabaciones, tomaba fotos y tal, pero nuestro fundador siempre nos lanzaba a hacer más. En torno a 2013 hice un curso de medios de comunicación para jóvenes. Allí se apuntaron dos chicos llamados Pablo Fernández y Luis Candelas, y con ellos fundé el canal Catholic Stuff. Con humor y acción intentamos llegar a los jóvenes. Son como catequesis pero con muchos chistes y buenos ejemplos.
– Su último trabajo es una cinta sobre San Edmundo Campion...
– Sí; es fruto de un campamento de líderes católicos en medios de comunicación. Llevamos unos cuatro o cinco años organizándolo, y ya hemos hecho tres cortos: uno sobre Gereon Goldmann, un seminarista que estuvo en las SS nazis; el año pasado hicimos otro sobre San Sebastián, que está teniendo mucha difusión, y este año hemos rodado el de San Edmundo Campion, un mártir jesuita de Inglaterra que salió de su país para ser formado en Roma. Luego volvió clandestinamente a su país. ¡Pero no voy a hacer spoiler!
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