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martes, 16 de diciembre de 2025

Álvaro Ferraro, 30 años, era empresario, ha tenido varias novias pero ha optado por ser sacerdote: «Conlleva una renuncia a todo, pero yo confío en Dios; mi único sueño y anhelo es ser santo»


Álvaro Ferraro, el empresario que quiere ser santo / Foto: Cedida

* «Santo hay que serlo en el día a día. Lo veremos el día de la muerte cuando lleguemos al cielo, no vale solamente en el último día. Si me doy cuenta de que Dios no me ha llamado para esto, no pasa absolutamente nada, pero obviamente en 10 años me veo como sacerdote»  

 Vídeo del testimonio de Álvaro Ferraro en el  programa  “Testigos hoy” de Canal Sur 

Camino Católico.- "Mi único sueño y anhelo es ser santo", dice Álvaro Ferraro, sevillano de 30 años que deja sus empresas para ser cura, a Mario Piris en El Español.

Siempre vivió en Sevilla hasta que se tuvo que ir a Madrid, como muchos otros estudiantes. Allí estudió la carrera de Administración de Empresas. Ha viajado mucho por motivos de estudio y de trabajo y conoce hasta nueve países como Irlanda, Francia, Singapur, Australia, Países Bajos…

El sevillano tiene una amplia trayectoria en el mundo empresarial, ya que a sus 30 años ha creado cuatro compañías. Una de ellas es Ladran Gaucho, que se dedica a la venta de collares, correas y accesorios artesanales para perros. También fue fundador de una startup que se encargaba de conectar marcas con influencers.

Pero ahora, con 30 años, ha decidido dar un giro drástico a su vida: quiere ser cura "y santo". "No se toma la decisión de un día para otro, es algo muy meditado, rezado... Es ese proceso que se llama discernimiento. A mí cuando me hablaba alguien del sentido de la llamada, ni me lo creía. Pero es algo que cuando llega te das cuenta y que es muy intenso y que si crees y confías en Dios haces por escuchar", explica Ferraro.

El empresario sevillano Álvaro Ferraro que ha optado por el sacerdocio / Foto: Cedida

Reflexiona respecto al camino vital que ha tomado que “obviamente no es sencillo. Es una decisión muy complicada que conlleva una renuncia a todo, pero yo confío en Dios. Por supuesto, es una decisión difícil y arriesgada sobre la renuncia. Pero yo creo que te sostiene pese a las debilidades de cuando tomas este tipo de decisiones. ¿Puede ser tentador el demonio? Muchas veces está más cerca de ti y ataca de la manera más precisa e insistente, pero yo creo que Dios te sostiene y realmente lo noto, porque si estás cerca de Dios y solamente te apoyas en él, confías y rezas, sientes ese apoyo”.

La llamada de Dios

Álvaro recuerda claramente el momento en el que sintió la llamada de Dios, una experiencia que marcó un antes y un después en su experiencia vital. Todo ocurrió en Lourdes, durante una peregrinación con la Hospitalidad de Madrid. Allí, le pidieron que ayudara como monaguillo en una misa internacional, con la participación de alrededor de seis mil personas, donde había muchísimos sacerdotes.

En medio de aquella celebración, y sin esperarlo, comenzó a experimentar una conexión profunda entre los acontecimientos recientes de su vida y lo que escuchaba en las lecturas del día.

"Empecé a conectar cosas que me habían ido pasando durante meses y que no entendía", relata. El momento coincidió con la proclamación del Evangelio del Joven Rico, un pasaje que cobraría un significado revelador para él.

Se trata de un evangelio de llamada, en el que un joven que era muy rico, le pregunta a Jesús qué debe hacer para llegar al cielo. A lo que Jesús responde "véndelo todo y sígueme y él se va triste porque era muy rico" y dice "todo aquel que deje a su familia yo le daré otra familia, todo aquel que deje a sus amigos yo le daré otros amigos…" Era un evangelio que le venía persiguiendo desde hace un tiempo.

Además, explica ese proceso: "Por alguna razón, cuando comencé el evangelio era ese, el joven rico, entonces comencé a acatarlo con mi director espiritual, con el que llevaba un año y medio, e igual que yo, él veía que Dios me estaba hablando y él se pudo dar cuenta durante los dos meses anteriores, pero no me lo podía decir. Comenzamos a trabajar, yo por aquel entonces tenía novia, decidí comentárselo a mi novia y decirle que quería comenzar este proceso de discernimiento, que no podía darle la espalda a Dios".

Álvaro se vio representado en el Evangelio del Joven Rico, un pasaje que cobraría un significado revelador para él / Foto: Cedida

Sobre la figura del director espiritual, explica que "es más un acompañante que un guía autoritario". Prefiere llamarlo "acompañamiento", porque, según explica, su función se asemeja a la de un psicólogo, aunque sin tratar cuestiones de esa índole. Es alguien con quien se comparte la vida, la relación con Dios y las inquietudes personales.

Ferraro sostiene que todo cristiano debería contar con uno, ya que se trata de una persona muy formada, que puede ser sacerdote o religioso, y con la que se trabajan distintos temas que generan preguntas o reflexiones, siempre bajo la inspiración del Espíritu Santo y la guía de la palabra de Dios.

Antes de dar el paso se reunió con quienes han marcado su vida sentimental

Álvaro ha querido compartir cómo ha vivido uno de los momentos más importantes y cómo lo han recibido algunas de las personas que marcaron su vida sentimental. Antes de dar el paso definitivo, decidió reunirse con mujeres que han sido significativas en el pasado. Entre ellas, su primera novia, con quien tuvo una relación de dos años y medio.

Ferraro incluso asistió a su boda recientemente y, después del viaje de los recién casados, se encontraron para conversar. Según cuenta, ese reencuentro estuvo marcado por la alegría y el cariño mutuo.

Álvaro Ferraro haciendo el camino de Santiago

También se reunió con otra expareja con la que compartió seis años y un proyecto de futuro que finalmente no se concretó. La cita, que se prolongó durante cuatro horas de desayuno, dejó claro para Ferraro que ella estaba especialmente feliz al ver que su nueva etapa tiene un sentido espiritual muy profundo, ya que "eso venía de Dios".

El seminario es un noviazgo de siete años

La decisión de Álvaro será difícil de comprender para muchas personas que se preguntarán cómo repercute esta decisión en el ámbito empresarial. Sobre si dejará de lado al completo esa faceta, Ferraro explica lo siguiente: "Pues iremos viendo durante los próximos años, ahora mismo me toca un periodo de desprenderme de todo lo que tengo".

A lo que añade "que un seminario conlleva disciplina y obediencia, pero que para la formación es muy importante olvidarte de todo lo que tenías. Yo por mis circunstancias personales no puedo solicitar una excedencia. No, porque al final este camino no es definitivo. Pero como yo digo en el seminario, esto es un noviazgo. Tengo la suerte de que voy a tener un noviazgo de al menos siete años".

"Me servirá para conocer la iglesia de cerca, para ver si me gusta o no me gusta y durante este noviazgo tendré que ver si quiero dar el paso de ordenarme como sacerdote. Yo me he mantenido como socio de algunas de mis empresas, otras las he vendido, pero ya no trabajo en ellas, ya veremos que pasa a futuro si las acabo vendiendo, cediendo o lo que Dios quiera", explica Ferraro.

Para Álvaro Ferraro, cada etapa vivida ha dejado una huella significativa en su forma de entender las relaciones y, ahora, su vínculo con Dios. El empresario y creyente reflexiona sobre cómo todas sus experiencias sentimentales han contribuido a modelar su carácter y su manera de relacionarse.

Convencido de que todo en la vida tiene un propósito, Ferraro afirma que la biografía de cada persona se compone de las vivencias acumuladas, una especie de equipaje que se va llenando con cada paso. "Todo aporta en la vida y al final la biografía de una persona es la experiencia, la mochila que uno tiene, la maleta de equipaje", explica. Para él, tanto los buenos como los malos momentos ofrecen enseñanzas valiosas.

En su visión, aprender a querer, a respetar y a entender al otro sirven como lecciones que trascienden los tipos de relación. "Al final esto va de amor y en una relación entre dos personas siempre hay amor", asegura. Con esta reflexión, Ferraro subraya que incluso su nueva etapa espiritual parte de esa misma búsqueda de amor y entrega, ahora dirigida hacia Dios.

Renuncia entrega y camino santo

Para Álvaro, lo más complicado no es abandonar hábitos o comodidades, sino renunciar, como en el Evangelio del Joven Rico, a todo aquello que le hacía sentir "rico" en su vida anterior: amistades, familia, momentos de ocio y un entorno social que disfrutaba plenamente. "No se trata de martirizarse", explica sino de dejar atrás una vida feliz para asumir la nueva que Dios le pide.

Ferraro confiesa que decirle "no" a Dios era muy difícil para él, y que la fuerza para seguir adelante le llegó a través de figuras clave de su fe. Se encomendó a San José, por ser el padre terrenal de Jesús y modelo de entrega silenciosa, a la Virgen, y a su abuela, a la que considera una santa sin ninguna duda.

Su único anhelo es alcanzar la santidad, dejando todo lo demás "en manos de la voluntad de Dios". Por otro lado, recuerda una oración que su madre le regaló en su primera comunión y que representa su entrega absoluta: "Padre me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras…". Para Ferraro, esa oración es la fuente de la fuerza y el refugio en su camino.

Al ser preguntado por su futuro de aquí a diez años, Álvaro explica lo siguiente: "Santo hay que serlo en el día a día. Lo veremos el día de la muerte cuando lleguemos al cielo, no vale solamente en el último día. Si me doy cuenta de que Dios no me ha llamado para esto, no pasa absolutamente nada, pero obviamente en 10 años me veo como sacerdote".

José María Alsina: «Recé años a la Virgen y prometí ser sacerdote si mi hermana, tetrapléjica, se curaba; eso no pasó, pero su alegría fruto del amor del Corazón del Señor me llevó a ser cura»

El padre José María Alsina con su hermana Mercedes, tetrapléjica, que le llevó a confirmar la llamada al sacerdocio

* «Viendo a Mercedes lo feliz que estaba, entendí que yo estaba llamado a llevar esa felicidad como sacerdote al corazón de los hombres, porque hoy en día hay muchas personas que mueven sus brazos y piernas, que pueden correr, que pueden saltar, pero que están muy tristes y deprimidos.  ¿Y  la razón cuál es? Que no tienen el amor del Corazón del Señor. Por lo tanto, para mí la llamada fue comprender que el amor que yo he recibido lo tengo que dar, que es el amor del Corazón del Señor para que la gente pueda encontrar la alegría, la felicidad, la salvación que solamente Jesús nos puede dar» 

Vídeo de la H.M. Televisión en el que el padre José María Alsina cuenta su testimonio de vocación

Camino Católico.-  José María Alsina siempre ha sentido una fuerte atracción por Jesús. Su familia le transmitió la fe a la par que la vida y la educación y la cultura cristiana. La llamada a ser sacerdote le llegó a través de varias “voces”, pero la de su hermana pequeña, Mercedes, fue determinante.

“Cuando pienso un poco en que momento empezó esta amistad con Jesús que me llevaría al sacerdocio, yo no puedo poner fecha  porque creo que desde la cuna el Señor me llamó. ¿Y cómo explicarlo? El Señor desde muy niño puso en mi corazón un amor muy especial, como un deseo muy grande de ser de Él. Yo he entendido siempre el sacerdocio como ser de Jesús”, dice José María Alsina en el video-testimonio de HM Televisión.

“Luego, ya vendría a comprender el sacerdocio desde el punto de vista sacramental unido a la Eucaristía, pero para mí el sacerdocio siempre ha sido ser de Jesús. Por eso cuando yo me ponía delante de Jesús entendía que el Señor me iba atrayendo hacia Él”, asegura


José María, el niño en el centro de la imagen, fue el padrino de bautismo de su hermana Mercedes / Foto: Cortesía de José María Alsina

Una promesa a la Virgen

“Un momento en mi vida que me marcó mucho fue a los 12 años, cuando el Señor atravesó mi vida a través del sufrimiento porque vivimos en mi casa un momento de dolor fuerte con la enfermedad de una de mis hermanas, Mercedes, a quien llamábamos Memé. Era una niña normal, tenía un año y medio, y de repente se puso a morir. Aquella noche mis padres nos dijeron que estaba muy enfermita y yo ante una imagen de la Virgen le dije: ‘madre si se cura Mercedes voy a ser sacerdote’. Le prometí el sacerdocio a la Virgen y la Virgen -lo que se da no se quita santa Rita bendita- y la Virgen esa promesa que hice la guardó en su corazón”, comparte el padre Jose María Alsina.

Lourdes lugar de peregrinación para la familia para rezar por la curación de Mercedes 

Pero los sentidos encontrados se manifiestan en Jose María durante la adolescencia: “A los 15 años, empiezan a agradarte las niñas y pienso que a mi también me gustaría casarme, pero a la vez siempre guardaba en mi corazón aquella promesa. Y por otro lado, seguía sintiendo lo que sentía de niño, que cuando me ponía delante de Jesús, había algo que me atraía muy fuerte”. 

“Me gustaba mucho ir a Lourdes porque desde que mi hermana pequeñita Mercedes se puso enferma, mi padre siempre dijo que iríamos todos los veranos a Lourdes a pedir que se curara y si se curaba a dar gracias. Por lo tanto, estábamos comprometidos con Lourdes y  fuimos muchas veces en familia y yo empecé a ir también con jóvenes, con lo que para mí Lourdes era un lugar muy especial”, cuenta.

Mercedes no se curó, pero él entendió que se confirmaba la llamada al sacerdocio

La familia Alsina (falta una hermana, carmelita en Tiana, España) / Foto: Cortesía de José María Alsina

“A los 16 años, rezando delante de la Virgen de Lourdes rezando le dije: ‘Madre yo te prometí aquello cuando era un niño, pero Mercedes sigue enfermita, mi hermana se quedó tetrapléjica, y, ¿tú qué me has querido decir con todo esto?”, relata Jose María, a quien le vino la respuesta a su mente:

“Empecé a pensar que a través de ella el Señor me había enseñado lo que es ser sacerdote. Porque mi hermana Mercedes no se curó pero estaba siempre contenta, siempre tenía una felicidad, una alegría que nos la iba transmitiendo. Nosotros éramos siete hermanos y luego vino otro hermanito pequeñito, Miguel. Y yo creía que Mercedes se pondría triste viendo como Miguel camina. Y pasó todo lo contrario. Mercedes era motivo de alegría para nosotros”, asegura.

“Y entonces empecé a pensar que a través de ella el Señor también me había enseñado que era ser sacerdote. Ese deseo que yo tenía de niño de ser de Jesús. Ser sacerdote es llenar el corazón de las personas del amor del Señor. Y Mercedes estaba contenta porque tenía el amor de mis padres, el amor nuestro, el amor de la familia, es decir que se sabía muy amada, y por otro lado tenía el amor Corazón del Señor, que era el centro de nuestra familia”, relata.

“Viendo a Mercedes lo feliz que estaba, entendí que yo estaba llamado a llevar esa felicidad como sacerdote al corazón de los hombres, porque hoy en día hay muchas personas que mueven sus brazos y piernas, que pueden correr, que pueden saltar, pero que están muy tristes y deprimidos.  ¿Y  la razón cuál es? Que no tienen el amor del Corazón del Señor. Por lo tanto, para mí la llamada fue comprender que el amor que yo he recibido lo tengo que dar, que es el amor del Corazón del Señor para que la gente pueda encontrar la alegría, la felicidad, la salvación que solamente Jesús nos puede dar”, dice.

Su hermana Mercedes impulsó a ser sacerdote a José María Alsina, que en la imagen está dando la Comunión a ella / Foto: Cortesía de José María Alsina

“Me enamoré de Jesucristo”

“A los 18 años entré en el seminario de una manera providencial. Estaba pensando pues ir al seminario y una religiosa del colegio me preguntó: ’¿José María tú no has pensado ser sacerdote’. Comencé a hablar con ella y un día me dijo: ‘si tú tienes tan clara tu vocación, te tienes que ir al seminario’. Yo le respondí que iba a hacer una carrera universitaria y ella me replicó: ‘No, te tienes que ir al seminario’”, comparte.

Y concluye: “En los seis años que estuve en el seminario de Toledo, lo más importante fue que la amistad con el Señor se hizo fuerte y me enamoré de Jesucristo y nunca dudé que el Señor me llamaba. Y llegó el día de la ordenación como la confirmación de que la llamada que yo había recibido de niño era verdad. Y desde entonces tengo esa certeza en mi corazón cuando estoy con Jesús: que soy de Él, que le pertenezco y que mi sacerdocio configura totalmente mi existencia”.

Mercedes Alsina da gr acias a Dios por el don de la vida porque los médicos dijeron que no pasaría de los 15 años

El 12 de junio de este 2025 se han cumplido 42 años desde que Mercedes Alsina, conocida en su familia como Memé, sufrió el ataque de un virus y el efecto negativo de una vacuna que la dejó tetrapléjica. Los médicos dijeron a su familia que la niña no pasaría de los 15 años. Otros dijeron que estaría siempre atada a la cama y el respirador artificial. Se equivocaron.

"Dios es el Señor de la vida", explica su hermano sacerdote José María. "Ella salió del hospital, hizo una carrera universitaria, trabaja. Con una tetraplejia del 98% lleva la librería online Balmes y es tía de 24 sobrinos", decía en 2019

Es una vida intensa, con sus alegrías y dificultades, que ella celebró con un texto de agradecimiento a Dios el 12 de junio de 2019.

Mercedes Alsina rodeada de sobrinos

Esa carta empieza contando lo que le sucedió: “Si fue hace ya muchooo tiempo... un día que parecía que transcurriría con normalidad. Pasaríamos ese día en casa de unos amigos y a la noche volveríamos cansados pero felices comentando las anécdotas. Sin embargo, aquel día no fue normal ni volvimos a casa. De repente, cambió mi vida. Bueno, y la de mi familia, para siempre. Dejé de andar, de respirar y podría haber sido mi último día. Pero no lo fue porque miles de personas rezaron y Dios les escuchó y mucho. Por eso es un día para celebrar, para dar gracias, para recordar. Porque superé aquel bache y otros muchos que han ido apareciendo”.

Y sigue desgranando razones de porque es un día para celebrar, para dar gracias, para recordar: “Porque he crecido junto a mi familia. Porque juntos hemos disfrutado y celebrado miles de acontecimientos. Porque durante estos años he conocido a gente maravillosa que ha hecho de este viaje una aventura impresionante. Y porque después de 36 años de mucha felicidad y alguna que otra lágrima sólo puedo decir ¡GRACIAS Dios mío!, por haberme regalado estos 36 años de VIDA maravillosa”.

Para concluir, publicamos a continuación el vídeo del año 2010 en que Mercedes Alsina daba gracias al Sagrado Corazón por el don de la vida.

lunes, 24 de noviembre de 2025

Hermana Paulina Porczynska, OP: «Conocí a gente alocada y me convertí en punk, pese a no tener fe fuí con amigas a una peregrinación a la Virgen de Czestochowa, me confesé, volví un año después y soy monja»

La hermana Paulina Porczynska, OP, pasa tiempo con los estudiantes al aire libre./ Foto: Cortesía de la hermana Paulina Porczynska, OP

* «Después de hablar un rato con el sacerdote, me preguntó: ‘¿Quieres confesarte?’, y le dije: ‘No sé si quiero, pero sé que no puedo seguir viviendo así. Además, hace años que no me confieso’. Así que me confesé con él y fue la experiencia más hermosa que he tenido jamás. Han pasado unos veintitrés años desde entonces y todavía no sé cómo expresar con palabras lo que sentí en aquel momento. En ese momento decidí cambiar mi estilo de vida y empezar a orar. Pero al regresar a casa, me di cuenta de que intentar vivir mi antigua vida y estar con Jesús al mismo tiempo era imposible. Tenía que elegir entre Jesús y mi antigua vida, y elegí a Jesús» 

Camino Católico.- Uno o dos encuentros aparentemente fortuitos pueden marcar la diferencia en la vida de una persona. La hermana Paulina Porczynska, OP, maestra de preescolar en la escuela Gahanna St. Matthew the Apostle de Columbus, Estados Unidos, cuenta que un par de conversaciones durante peregrinaciones, hace unos 23 años, la ayudaron a dejar atrás un estilo de vida punk rock y dedicar su vida al servicio de Dios y de los niños.

La hermana Paulina creció en la ciudad polaca de Zary, cerca de la frontera con Alemania, siendo la menor de tres hermanas. Polonia es un país mayoritariamente católico, pero su familia no participaba en actividades de la iglesia.

“Mis padres y mis hermanas mayores no eran creyentes. Nadie me habló de Jesús ni de cómo rezar. Cuando mis hermanas eran adolescentes, simplemente dejaron de ir a la iglesia. Dos o tres años después, yo estaba en séptimo grado y un domingo anuncié que sería la última vez que iría a la iglesia. Nadie se opuso”, relata a Catholic Times.

“En ese momento, las cosas empezaron a ponerse muy locas para mí. Al principio de la secundaria, conocí a gente bastante alocada y me convertí en lo que se podría llamar un punk. Seguí así casi hasta el final de la secundaria.”

Miles de polacos realizan cada verano peregrinaciones a pie al santuario de la Virgen Negra, Nuestra Señora de Czestochowa, patrona de Polonia. Un verano, cuando era adolescente, la hermana Paulina y algunas amigas decidieron hacer la peregrinación a pesar de no ser católicas practicantes.

Miles de polacos en la tradicional peregrinación al santuario de Virgen Negra de Czestochowa (Polonia)

“Caminar desde mi ciudad natal hasta Czestochowa es un viaje de ida y vuelta de aproximadamente 560 Kilómetros y toma dos semanas, con gente caminando, cantando y rezando durante todo el camino”, cuenta la hermana Paulina.

“Es maravilloso verlo. Pero la peregrinación fue un poco difícil para mí porque no oré. No tenía ninguna relación con Jesús. No era feliz y sabía que buscaba algo, pero no sabía qué. Los tres primeros días de la peregrinación fueron muy duros porque no entendía por qué tanta gente sonreía. El jueves de esa semana, de camino al santuario, me enfadé tanto que decidí hablar con un sacerdote franciscano que estaba entre los peregrinos”, comparte.

“Después de hablar un rato con él, me preguntó: «¿Quieres confesarte?», y le dije: «No sé si quiero, pero sé que no puedo seguir viviendo así. Además, hace años que no me confieso». Así que me confesé con él y fue la experiencia más hermosa que he tenido jamás. Han pasado unos veintitrés años desde entonces y todavía no sé cómo expresar con palabras lo que sentí en aquel momento”, asegura.

“En ese momento decidí cambiar mi estilo de vida y empezar a orar. Pero al regresar a casa, me di cuenta de que intentar vivir mi antigua vida y estar con Jesús al mismo tiempo era imposible. Tenía que elegir entre Jesús y mi antigua vida, y elegí a Jesús”, cuenta.

Al verano siguiente, volvió a hacer la peregrinación. “El mismo día y en el mismo lugar (donde se encontró con el sacerdote el año anterior), estaba frente a la iglesia y supe que algo pasaba en mi interior. Un amigo se acercó y me preguntó: ‘¿Estás bien?’. Le dije: ‘Físicamente me siento bien, pero algo me pasa y no sé qué es’” transparenta.

Santuario de la Virgen de Czestochowa, Polonia

“Me miró fijamente un par de segundos y luego me preguntó: ‘¿Quieres ser monja?’. ‘¿Estás loco?’, le dije. Cuando me preguntó eso, me asusté, pero en el fondo sabía que tenía razón. Era la primera vez que pensaba en ser religiosa y la idea se me quedó grabada para siempre”, asegura.

“Cuando llegué a casa, encontré un director espiritual y le conté lo que había sucedido. Me dijo que mi fe aún no era lo suficientemente fuerte (para entrar en un convento) y me recomendó que obtuviera un título universitario, terminara mis estudios y luego me uniera a una congregación”, dice la hermana Paulina. 

“Empecé a estudiar una carrera en educación infantil y los dos o tres primeros meses fueron bien. Pero Dios me estaba dando muchas señales y sentí en mi interior que me estaba mostrando que este no era el camino. Recuerdo una vez que, después de una clase con él, estaba hablando con un profesor y me dijo: ‘Cuando te miro, creo que serías una gran hermana’. Apenas lo conocía, así que sentí que era una señal, y había otras señales que me decían que estaría realmente ciega si no veía lo que Dios quería de mí”, asegura.

“Cada día, en mi corazón, sentía que no estaba en el lugar correcto. Después de dos años, renuncié a mi voluntad y le dije 'Sí' a Dios”, dice.

Paulina Porczynska confirmó su llamada a ser dominica al contemplar el cuadro en que la Virgen María le hizo entrega del Rosario a Santo Domingo

Por aquel entonces, una monja dominica me invitó a un retiro. La primera noche, estaba rezando frente a un cuadro de la Virgen María entregando el Rosario a Santo Domingo. Miré mi rosario y vi que era del mismo tipo que el del cuadro. En ese momento comprendí que Dios me llamaba no solo a ser religiosa, sino a ser monja dominica”, subraya.

“Tras dos años en la universidad, me tomé un descanso y luego le conté a mi madre mi decisión. No le fue fácil aceptarla, pero lo hizo, y me fui a Cracovia para comenzar mi formación. ¡Ahora, después de 18 años como religiosa dominica, aquí estoy!” 

La hermana Paulina Porczynska, OP, disfruta enseñando a los niños de preescolar en la escuela St. Matthew the Apostle de Gahanna / Foto: Cortesía de la hermana Paulina Porczynska, OP.

La hermana Paulina es miembro de las Hermanas Dominicas, Provincia de la Inmaculada Concepción, que tienen su casa provincial en Justice, Illinois, y prestan servicio allí y en Columbus; Mountain Home, Arkansas y Calgary, Alberta, así como en localidades de Polonia, Bielorrusia, Ucrania, Rusia, Siberia, Italia y Camerún. 

Otras dos integrantes de su congregación sirven en la Diócesis de Columbus y viven en un convento ubicado en el 2575 de la Avenida Livingston Este, en la zona este de Columbus. La Hermana Andrea Andrzejewska, OP, trabaja en la Oficina Diocesana de Escuelas Católicas y la Hermana Marta Gawron, OP, es la directora de educación religiosa en la Iglesia de San Patricio de Columbus.

La hermana Paulina hizo sus primeros votos como religiosa dominica en 2007. En Polonia, fue maestra, trabajó con niños con discapacidades durante cinco años y pasó un año trabajando en una guardería.

Llegó a Estados Unidos y realizó sus votos perpetuos en 2014 y desde entonces ha estado en Columbus, donde trabajó durante dos años como asistente de maestra en la escuela St. Mary en German Village de Columbus y durante los últimos nueve años en el jardín de infancia St. Matthew.

«Me encanta todo de los niños de esa edad», dice. “Son abiertos, cariñosos y alegres. Me recuerdan la belleza y la importancia de las cosas sencillas de la vida diaria. Disfruto preparándolos para el jardín de infancia, pero sobre todo, me encanta enseñarles sobre Jesús. Rezar con ellos, asistir a misa o adorar a Jesús en la Eucaristía son momentos muy especiales para mí. En este servicio, siento que recibo más de lo que doy. Siento el amor de Dios por mí a través de ellos. Me resulta difícil imaginarme haciendo otra cosa.”