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miércoles, 29 de enero de 2025

Angela Copenhaver se convirtió al catolicismo cuando su nieta de 3 años le dijo en una Misa: «tú también necesitas la Comunión, abuela»; y ha creado una empresa para cambiar la mentalidad sobre el aborto


Angela Copenhaver sostiene una imagen de Human From Day One durante una Marcha por la Vida en Washington DC. | Foto: Cortesía de Angela Copenhaver.

* «Sabía que para esto Dios me estaba preparando durante toda mi vida.  Aprendí que el 19% de las personas quieren el aborto a demanda en cualquier momento; el 22% son firmemente provida, y el 59% están en el medio: los que dicen: ‘No creo en el aborto, pero…»

Camino Católico.- Cuando Angela Copenhaver se convirtió a la fe católica se entregó casi por completo, pues aunque había dejado el mundo empresarial estadounidense por la familia y la fe, la parte provida del catolicismo no "encajaba" para ella. "Simplemente ignoraré esa parte", decidió.

Pero Dios juntó las piezas de tal manera que Copenhaver llegaría a crear un programa provida único y revolucionario que se dirige a las personas que sienten que no es su asunto decidir por los demás.

"Necesitamos un esfuerzo sostenido, pero estoy altamente confiada de que va a cambiar las cosas", dice Copenhaver al  National Catholic Register sobre We Teach Think, una empresa de marketing educativo que inspira a las personas a valorar y proteger a todos, nacidos y no nacidos.

Bajo ese paraguas se encuentra Human From Day One, que crea mensajes poderosos como parte de una campaña mediática que incluye vallas publicitarias y anuncios de televisión.

El objetivo es utilizar la lógica para mover corazones y mentes de la misma manera que las campañas para usar cinturones de seguridad, no tirar basura, apagar fogatas, no conducir ebrio. De esta manera, temas que en gran medida eran ignorados, han terminado apasionando al público. Así, Copenhaver busca reemplazar el lavado de cerebro cultural con verdades absolutas.

Dios abrió el camino

Esta esposa, madre de dos hijos y abuela de 12 nietos, creció con poca religión. “Mi madre era cristiana no confesional y mi padre no creía en Dios, así que era confuso”, explica.

Su primera chispa de relación con Dios llegó cuando vivía con su esposo Lowell en Virginia. “Una mañana, mientras miraba un hermoso amanecer anaranjado que se alzaba sobre el océano, una voz entró en mi cabeza: ‘Deberías estar viviendo con tu familia y visitando el océano en lugar de visitar a tu familia y vivir con el océano’”. Ella creía que era Dios diciéndole que necesitaban regresar a Nebraska para estar más cerca de sus hijos.

Se mudaron de nuevo a las llanuras. Copenhaver se convirtió en abuela a tiempo completo y Lowell encontró un trabajo. Su hija mayor se había unido a la Iglesia Católica e invitó a sus padres a asistir a Misa. Un domingo, en el momento de la Comunión, su nieta de tres años quiso acompañarla a recibir la Eucaristía. Cuando Copenhaver le explicó que no iba, su nieta se inclinó hacia ella, nariz con nariz, con sus manos sobre las mejillas de su abuela, y dijo: "Pero tú también necesitas la Comunión, abuela".

"Mi hija regresó de la Comunión y yo estaba llorando a lágrima viva", recuerda Copenhaver. Su hija le preguntó qué había sucedido. "Siento como si Dios hubiera puesto sus manos sobre mi rostro y me hubiera dicho que fuera a la Comunión con la única voz a la que nunca digo 'no'", respondió.

Después de unirse con su esposo a la Iglesia Católica, en la Pascua de 2012, Copenhaver dejó de apoyar incondicional el aborto, pero sin ser provida. "Tomé la decisión consciente de ignorar ese tema", dice.

Sin embargo, la fe católica la había encendido. Durante su conversión, EWTN Radio, que se escuchaba en Spirit Catholic Radio en Nebraska, había impactado en su crecimiento espiritual. Pronto fue contratada como directora de desarrollo de la estación.

Cartel de Human From Day One que anima a las personas a evaluar su manera de pensar sobre la vida. Crédito: Human From Day One

Copenhaver afirmó que “fue emocionante” porque “podía ir a la radio para hablar sobre mi fe y, durante el ‘Carathon’, pedirle a la gente que le entregara su vida a Cristo. Me encantó”.

Tres años después, una amiga que era voluntaria en 40 Días por la Vida le entregó un libro sobre la organización. El capítulo 33, Tómatelo como algo personal, la dejó helada. Contaba la historia de una abuela cuya nieta tenía programado un aborto en Helena, Montana, durante el mismo tiempo que Copenhaver había vivido allí.

Ella conocía bien las instalaciones. De hecho, había estado del otro lado donando y trabajando como voluntaria para Planned Parenthood.

“Estaba llorando y angustiada y tuve que dejar el trabajo. Fue uno de los peores días de mi vida. Conduje directamente desde el trabajo hasta mi sacerdote y le pedí confesión”.

“¿Qué voy a hacer?”, le preguntó a su sacerdote.

“Tómate un tiempo y ora al respecto”, le aconsejó. “No tienes idea de lo que Dios tiene planeado para ti. Hace diez años, nunca podrías haber imaginado que estarías en la radio pidiendo a la gente que entregara su vida a Cristo”, le dijo.

Rezó y esperó en el Señor. Luego, en 2018 participó en una procesión eucarística hacia un centro de abortos en Lincoln, Nebraska, con alrededor de 1.000 personas organizadas por el Obispo James Conley.

“Una señora que salía de la entrada de su casa gritó por la ventanilla del coche: ‘Ustedes no tienen idea de lo que están haciendo. Pasé mi vida como enfermera cuidando bebés nacidos de madres drogadictas’”.

Copenhaver reflexionó sobre sus palabras. “Sin duda, hay un lugar en el cielo para quienes cuidan a esos bebés, pero ¿habría sido mejor si esos bebés no hubieran nacido? Mi respuesta fue ‘No’”.

Empezó a investigar, sin saber a dónde la llevaría. “Cada vez que estás desarrollando una estrategia de ventas, necesitas entender a quién se está vendiendo”, explicó, añadiendo que el estudio que realizó en profundidad en 2017 fue esclarecedor.

“Aprendí que el 19% de las personas quieren el aborto a demanda en cualquier momento; el 22% son firmemente provida, y el 59% están en el medio: los que dicen: ‘No creo en el aborto, pero…’” (Encuestas más recientes de EWTN y RealClear Opinion se pueden consultar aquí).

Copenhaver aprendió además que la mayor parte del dinero para luchar contra el aborto iba a mujeres que piensan en abortar, un grupo importante al que dirigirse. Sin embargo, se dio cuenta de que también se debería abordar a la mayoría media, para que dejen de considerar el aborto como algo aceptable y pase a ser impensable.

Copenhaver retiró su dinero de jubilación de UPS y renunció al trabajo que amaba en Spirit Catholic Radio para comenzar una empresa sin fines de lucro cuyo objetivo fuese cambiar la mentalidad sobre el aborto. “Sabía que para esto Dios me estaba preparando durante toda mi vida”, compartió.

Hacer crecer el mercado provida

El mercado objetivo son los potenciales provida. “Quiero hacer crecer la participación en el mercado provida, para que el aborto pase de ser socialmente aceptable a ser socialmente inaceptable”, indicó.

Los comerciales de 30 segundos de Human From Day One tienen vallas publicitarias que los acompañan. Los mensajes transmiten verdades simples y claras, como el aviso que muestra a un espermatozoide y un óvulo unidos, que dice: “Este eres tú en el primer día de tu vida”.

Las vallas publicitarias tienen códigos QR para que las personas obtengan más información. Copenhaver trabaja con personas y grupos para difundir esta campaña en todo Estados Unidos.

Joan Schueler, de Dakota del Sur, conoció a Copenhaver en una convención de Right to Life. “Nadie quiere hablar conmigo sobre el tema porque saben mi postura”, dice, “pero dejar que Angela llegue a la gente a la que yo no llego a través de vallas publicitarias y anuncios de televisión es efectivo”.

Indica que ahora tienen “cuatro grandes vallas publicitarias en el centro de Dakota del Sur” y pagan “por anuncios de televisión que se transmitieron en todo el estado”.

Schueler comparte que un amigo le relató el diálogo de dos mujeres sobre la valla publicitaria que muestra un óvulo humano fertilizado. “Una mujer dijo que el mensaje fue muy acertado y recordó lo difícil que fue cuando sufrió un aborto espontáneo porque había perdido un hijo”, explica.

Kathy Bloom llevó una campaña a su ciudad natal de Rapid City, también en Dakota del Sur. “Simplemente tiene sentido”, dijo. Manifestó su confianza en que ayude cambiar la forma en que “se ve el controvertido tema de cuándo comienza la vida”. “Todos los que han escuchado esta presentación se van pensando sobre lo inteligente que es este enfoque, además de sentir una sensación de entusiasmo”, destaca.

Las campañas suelen durar doce semanas. Algunas son caras, como la de un cartel de 4,2 x 14,7 metros frente al estadio Huskers Memorial de la Universidad de Nebraska en Lincoln, que costó 9.000 dólares durante ocho semanas. Pero a los partidos suelen asistir más de 80.000 personas, por lo que es una buena relación costo-beneficio. También hay agricultores y ganaderos que patrocinan carteles publicitarios en sus propiedades de forma gratuita.

“No es una solución rápida”, observa Copenhaver sobre el trabajo que hay que hacer para cambiar los corazones y las mentes para que valoren toda vida.

Sin embargo, reitera que su objetivo es asegurar el futuro de la humanidad. Señala que las personas que están en medio del espectro no van a investigar sobre el aborto por su cuenta.

“Queremos llegar a ellas en su espacio personal: teléfonos, televisión, radio. Ahí es donde son más receptivos a la nueva información, donde no tienen que defenderse ante nadie. Por eso funciona la radio católica, escuchándolas en el coche o en casa, en un lugar cómodo donde la información penetra”.

Enfatiza que todo vale la pena: “Cuando tu corazón y tu mente cambian, es un cambio verdadero, y entonces es más probable que lo apoyes públicamente”.

martes, 28 de enero de 2025

Kevin Reilly era portero y camarero de discoteca, ganaba mucho dinero, tenía novia pero leyendo un libro de la Virgen tuvo una visión y es sacerdote: «Cristo tenía lágrimas en sus mejillas que eran por mí»


P. Kevin Reilly

Camino Católico.- La mayoría de la gente considera al P. Kevin Reilly, de la iglesia de San Patricio en Mystic, como un exmilitar, especialmente porque la base de submarinos de la Marina de los Estados Unidos está a solo 10 millas de distancia, en Groton.

Alto y musculoso, presenta una figura imponente en esta ciudad costera conocida por su pintoresca atmósfera colonial y por su pizza. Los feligreses dicen que su voz de barítono resuena desde el atril durante la Misa, y sus homilías casi siempre tocan elementos prácticos de la disciplina espiritual, especialmente la necesidad de confesarse regularmente.

El presbítero de 55 años, quien lleva 14 años en la iglesia de San Patricio, desarrolló unas disciplinas diferentes antes de abrazar el sacerdocio: como portero y camarero en Washington D.C., y más tarde en San Francisco.

Después de una juventud y adultez llenas de turbulencias, recibió una visión del rostro de Cristo que lo envió por el camino del sacerdocio. Ahora es un faro para las familias jóvenes con niños pequeños en una región geográfica (Nueva Inglaterra) que ha visto un descenso constante en los comulgantes católicos en las últimas décadas.

Una vocación improbable

Tras un breve período trabajando en Capitol Hill, luego de graduarse de Georgetown a principios de la década de 1990, Reilly regresó al mundo de la coctelería y la música en Washington DC, algo que ya había hecho en la universidad. Pagaban mejor, según Reilly, y le permitían bebidas gratis. Tampoco le faltaban novias.

"Llegué a un punto en el que me había convertido en un modelo de lo que vendía la cultura", recordó el sacerdote en una homilía reciente. "Todo el mundo me decía lo maravillosa que era mi vida. Sólo trabajaba tres o cuatro días a la semana. Ganaba un montón de dinero. Básicamente me pagaban por hacer lo que la gente hacía en su día libre. Y, sin embargo, me sentía muy miserable”.

Decidió que era necesario un cambio de aires, así que se mudó a San Francisco, donde unos amigos se enriquecían vendiendo ordenadores. Consiguió un trabajo de camarero y una novia y se dirigió al oeste. Pero, como suele suceder, el traslado no supuso ninguna diferencia en su vida espiritual.

Fue entonces cuando Reilly decidió abrir un libro sobre la Santísima Virgen María que su madre le había regalado años antes. El libro alteró el curso de su vida. Mientras lo leía, tuvo una visión del rostro de Jesús y se sentó a contemplarlo. Podrían haber pasado minutos u horas, no lo sabe.

“Cristo tenía lágrimas en sus mejillas y me mostró a un santo, yo me sentí asombrado por esa persona. Entonces, comencé a darme cuenta de que esa persona era yo mismo. Eso era lo que Dios quería que fuera. Descubrí que las lágrimas que corrían por su rostro eran por mí. Estaba llorando por el daño que me había infligido a mí mismo”, asegura.

La experiencia lo transformó y lo puso en el camino hacia el sacerdocio. En la homilía, describió la sensación de ser guiado por la Santísima Madre hacia Jesús de la mano. La Virgen le comunicó que la razón por la que no había podido encontrar la felicidad en el mundo era porque había sido creado para ser sacerdote.

Reilly comenzó a asistir a Misa todos los días, lo que era difícil porque el bar en el que trabajaba en Capitol Hill no cerraba hasta las 3 a.m. Lloraba cada vez que el sacerdote elevaba la Hostia porque lo llevaba de regreso al momento de su visión. Para un tipo duro, como se describe a sí mismo, este era otro obstáculo para presentarse todos los días.

“Un tipo duro no puede dejarse ver de esa manera”, dijo. “Era una iglesia grande, al menos, y podía esconderme en la parte de atrás con los policías del Capitolio”, dice.

Pero Reilly siguió acercándose al Señor y a su llamado. Fue ordenado en la Diócesis de Norwich en mayo de 2003 y en 2011 fue nombrado párroco de San Patricio, que está cerca de la ciudad en la que creció y donde aún viven sus padres. Lleva allí 14 años.

Matthew Farrell, un padre de dos hijos, con 43 años de edad, dice que lo que hace de San Patricio un lugar especial, son las homilías del P. Reilly, centradas en un mensaje contrario al mundo y que desafían a los fieles a ser santos.

“Él dice las cosas como son”, dice Farrell al National Catholic Register. “Me desafía en áreas en las que necesito ser desafiado. Escucho lo que necesito escuchar cada semana, no lo que quiero escuchar. Se preocupa profundamente por el crecimiento espiritual de los feligreses. Además, ¡la iglesia está llena todas las semanas, con muchas familias jóvenes y todos cantan!”.

Las familias jóvenes están encantadas con su párroco, el padre Kevin Reilly / Foto: Parroquia St. Patrick 

Un imán para las familias jóvenes

El catolicismo en el noreste ha estado en declive durante décadas, y el estado natal del P. Reilly, Connecticut, no ha sido una excepción. El último estudio de Pew sobre la afiliación religiosa en el país mostró una disminución de los católicos en el noreste del 36 % en 2009 al 27 % en 2019. Las historias de cierres y fusiones de iglesias debido al envejecimiento de los feligreses y la desafiliación han sido rampantes desde entonces.

Y, sin embargo, la asistencia a la iglesia San Patricio, particularmente entre las familias jóvenes con niños pequeños, está en auge.

Todas las señales indican un crecimiento continuo. Solo en 2024, la parroquia de la pequeña ciudad celebró más de 60 bautismos y 30 estudiantes postularon para ser monaguillos.

De vuelta a lo básico

A pesar del cambio de atender un bar a cuidar un rebaño, el P. Reilly ha mantenido su hábito de poner orden en el caos, incluso si eso significa decir cosas que la gente no quiere oír. “Los quiero a todos”, repite a menudo durante sus homilías. “Así que necesito decirles lo que necesitan saber. De lo contrario, algún día tendré que responder por eso”.

En la parroquia se han instalado dos nuevas vidrieras en 2024 que se parecieran a las originales de 1870. En un lado se representa a una niña arrodillada ante un confesionario, mientras que Jesús está sentado escuchándola. La otra muestra a Cristo consagrando la Eucaristía en la Última Cena.

El P. Reilly eligió estas imágenes porque con frecuencia recuerda a los feligreses que la Confesión y la Eucaristía son “las dos alas que nos elevan al cielo”.

Para Faith Carpenter, una feligresa madre de seis niños, está claro que este mensaje es el responsable de atraer a tantas familias jóvenes de nuevo al seno de la Iglesia.

“Las filas para confesarse son cada vez más largas, así que sé que otros están empezando a escuchar el mensaje”, dice. “Realmente hay algo especial en juego aquí, en esta pequeña parroquia”, afirma.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Anne Yoches, jugadora de fútbol americano, llevó una vida de excesos, hasta que una homilía y la adoración la llevaron a ser monja: «Quería más de Jesús»


Anne Yoches, a la izquierda jugando al fútbol americano, y al lado como monja que al hacer los votos tomó el nombre de Rita Clare Yoches 

* «Salía toda la noche del viernes y toda la noche del sábado, pero siempre, siempre, iba a misa los domingos. Aun así, nunca me paraba a escuchar realmente a lo que Dios me estaba intentando decir… El sacerdote hablaba sobre la Comunión, y me di cuenta de que yo estaba comulgando en pecado. Necesitaba confesarme urgentemente… En la Adoración Eucarística es donde realmente sentí que Dios Padre me abrazaba y me apretaba contra su pecho como solo un padre puede abrazar a su hija. Y mi vida cambió para siempre» 

Camino Católico.- Anne Yoches, exjugadora de baloncesto de la Universidad de Detroit Mercy, dejó atrás su prometedora carrera deportiva para dedicarse a una vida de oración y servicio como monja franciscana. Conocida ahora como Sr. Rita Clare, vive en una comunidad religiosa en Steubenville, Ohio, donde combina su amor por el trabajo en equipo con una devoción profunda a Dios, ayudando a jóvenes y personas necesitadas.

Cuando era estudiante-atleta en la Universidad de Detroit Mercy, Anne Yoches se levantaba a las 5 a.m. para asistir a los entrenamientos de baloncesto que comenzaban una hora después y duraban tres horas. Hoy en día, sigue levantándose al amanecer, pero por un propósito completamente distinto. 

La hermana Rita Clare Yoches, TOR, asiste a un partido de baloncesto de la Universidad de Detroit Mercy contra Toledo el 16 de noviembre, acompañada por la ex entrenadora Anne Rexford y sus compañeras de equipo Molly Peterson, Tia Winters y Michelle James. En el entretiempo, la hermana Rita Clare recibió el prestigioso premio Fr. Norbert Huetter de la universidad, otorgado a quienes sirvieron en la misión de San Ignacio de Loyola como "hombres y mujeres para los demás" / Fotografía de Wright Wilson | Especial para Detroit Catholic

«Ahora me despierto a las 5 a.m., rezo durante cuatro horas al día y luego realizo labores ministeriales con jóvenes universitarios o con personas necesitadas, enfermas o pobres», explica Yoches al Detroit Catholic, quien ahora es conocida como Sr. Rita Clare, miembro de las Hermanas Franciscanas T.O.R. de la Penitencia de la Madre Dolorosa. «Vivo en una comunidad con 24 hermanas, así que es como estar en un equipo de baloncesto, pero en un convento en lugar de un dormitorio».

Sr. Rita Clare siempre fue una atleta. En la secundaria Divine Child, en Dearborn, practicó baloncesto, voleibol, fútbol, sóftbol y golf. En la cancha de baloncesto, ayudó a su equipo, los Falcons, a ganar dos campeonatos estatales. 

Anteriormente conocida como Anne Yoches, la Hna. Rita Clare jugó cuatro temporadas de baloncesto en la Universidad de Detroit Mercy desde 1997-98 hasta 2000-01 / Fotografía de Wright Wilson | Especial para Detroit Catholic

Recibió una beca completa para jugar baloncesto en la Universidad de Detroit Mercy. Durante cuatro temporadas, promedió 5.3 puntos, 3.3 rebotes y 2.0 asistencias por partido. Durante ese tiempo, los Titans ganaron 60 partidos, terminaron entre los tres mejores equipos de la Horizon League en tres ocasiones y llegaron a la final del campeonato de la liga en 1999. 

«Cuando llegó al equipo, jugaba como delantera, pero en su último año la movimos a la posición de base, y fue simplemente extraordinaria», comenta su entrenadora universitaria, Anne Rexford. «Conocía todas las jugadas, sabía dónde debía estar cada jugadora, podía pasar el balón al poste y era una gran líder, obviamente». 

¿Alguna vez se le ocurrió a Rexford que su jugadora terminaría convirtiéndose en monja? 

«Nunca», respondió Rexford. «Bueno, tal vez, porque siempre resplandecía su bondad». 

¿Y a Sr. Rita Clare? ¿Se le había pasado por la mente que se convertiría en monja? 

«Fui educada por hermanas franciscanas toda mi vida en Divine Child, y definitivamente tuve a Sr. Beth aquí (en la Universidad de Detroit Mercy) como ministra de campus, además de los sacerdotes jesuitas, pero nunca pensé que sería una», confiesa Sr. Rita Clare. «Siempre pensé que viviría en el mundo, quizás casándome, pero trabajando en el mundo. Dios realmente irrumpió en mi vida y me llevó por un camino que no esperaba». 

El director de atletismo de la Universidad de Detroit Mercy, Robert Vowels, y el presidente Donald Taylor, Ph.D., entregan el premio Padre Huetter a la Hna. Rita Clare Yoches en la mitad de la cancha durante el entretiempo del partido del 16 de noviembre contra Toledo / Fotografía de Wright Wilson | Especial para Detroit Catholic

Después de graduarse en 2001 con un título en Medicina Deportiva, Sr. Rita Clare trabajó como entrenadora de fuerza y acondicionamiento en Notre Dame. Dos años después, se unió al equipo de fútbol americano femenino Detroit Demolition, donde jugó como fullback durante cuatro años (2003-2006) y ayudó al equipo a ganar cuatro títulos nacionales. 

Sin embargo, finalmente dejó el equipo cuando descubrió que su corazón estaba en otro lugar. 

«Salía toda la noche del viernes y toda la noche del sábado, pero siempre, siempre, iba a misa los domingos», ha contado Yoches en un vídeo de Redeemed Online sobre su conversión. «Aun así, nunca me paraba a escuchar realmente a lo que Dios me estaba intentando decir».

«Tuve una gran conversión de regreso a la fe a los 23 años, a través de una homilía. El sacerdote hablaba sobre la Comunión, y me di cuenta de que yo estaba comulgando en pecado. Necesitaba confesarme urgentemente y me confesé», explica. El mismo sacerdote que dio la homilía, su párroco, le ayudó en este nuevo camino. Yoches comenzó a leer la palabra de Dios cada día y a ir a la Adoración Eucarística. «Ahora pienso que, igual que vemos la tele o miramos Facebook durante una hora, también podemos leer la Biblia, la Palabra, durante un rato al día».

«Fui a un viaje a Roma y Asís, y sentí mi llamado a la vida religiosa mientras estaba en Asís. El Señor siguió llamándome durante tres años, y finalmente, un chico con el que estaba saliendo me llevó a una sesión de oración en la Universidad Franciscana de Steubenville, y después de ese momento, terminé la relación y decidí convertirme en monja». 

Recuerda vívidamente esa experiencia. 

«La homilía era sobre 1 Corintios 11:27: “Quien come y bebe el cuerpo y la sangre de Cristo sin discernirse a sí mismo, come y bebe su propia condenación. Por eso muchos entre ustedes están enfermos y débiles”», relata. «Y pensé: “Esa soy yo”. Tenía una vida social increíble, un gran trabajo, jugaba fútbol profesional para los Detroit Demolition y tenía una familia y amigos maravillosos, pero me estaba muriendo por dentro porque no cuidaba mi alma». 

«En la Adoración Eucarística es donde realmente sentí que Dios Padre me abrazaba y me apretaba contra su pecho como solo un padre puede abrazar a su hija», explica Yoches. “Y mi vida cambió para siempre. Quería más de Jesús».

Ese fue el comienzo de un cambio profundo en su vida. Hizo sus votos temporales en 2012 y sus votos perpetuos seis años después. 

«Nadie lo esperaba; fue realmente Dios quien me lo dijo, y yo escuché. Todos los demás estaban realmente sorprendidos», recuerda Sr. Rita Clare. «Nunca lo había hablado antes con mis amigos o mi familia». 

El equipo de porristas de la Universidad de Detroit Mercy se reúne a su alrededor después de que la Hna. Rita Clare recibió el Premio Padre Huetter / Fotografía de Wright Wilson | Especial para Detroit Catholic

Después de profesar sus votos, se convirtió en ministra de campus en la Universidad Estatal de Florida, donde coincidió nuevamente con su antigua entrenadora universitaria. 

«Mi hijo murió en Tallahassee en 2021», comparte Rexford, la entrenadora. «No lo sabía en ese momento, pero Sr. Rita estaba a cargo del ministerio familiar en la universidad. La mañana del funeral, que fue muy temprano, se enteró gracias a su padre y llegó justo a tiempo para la misa. Fue un consuelo enorme para todos nosotros». 

Sr. Rita Clare sirvió en Florida durante siete años y, a principios de 2024, se trasladó a un convento en Steubenville, Ohio. 

«Lo mejor de mi vida actual es que vivo con Jesús», dice. «Tenemos un sagrario, una iglesia —la presencia de Dios en nuestra casa. No tengo que trabajar en un horario de 9 a 5 y buscar tiempo para Dios. Dios está integrado en mi día, y eso me encanta». 

Durante el medio tiempo de un partido de baloncesto en Detroit Mercy el 16 de noviembre, recibió el prestigioso Premio Fr. Norbert Huetter por su dedicación a la misión de formar «hombres y mujeres para los demás». «Estoy agradecida de estar de regreso y de la experiencia que tuve aquí”, dice. «Definitivamente me siento como los 10 leprosos de las Escrituras: uno regresó para agradecerle a Dios por haberlo curado y yo siento que esta es mi oportunidad de regresar y agradecerle».

Sor Rita Clare asegura que no ha abandonado la actividad física personal después de convertirse en monja.«Camino o corro, levanto pesas y, siempre que puedo, juego un partidito de fútbol americano o de baloncesto con las dos manos», afirma. 

Al reflexionar sobre su vida, Sr. Rita Clare anima a aquellos que consideran la vida religiosa: «Visiten una orden religiosa y hablen con una monja para saber cómo es, pero también pasen tiempo en silencio y oración para escuchar lo que Dios les dice. No se preocupen por lo que digan los demás o el mundo, hagan lo que Dios les pida»

La hermana Rita Clare Yoches, TOR, cuenta su historia de conversión y vocación en este vídeo en inglés

miércoles, 18 de septiembre de 2024

Rafael Guzmán era alcohólico con 8 años: «Fui a un retiro sin fe y Cristo me lo arrancó, me sanó milagrosamente, me transformó y por eso soy sacerdote»


 Rafael Guzmán superó su adicción por la gracia de Cristo, milagrosamente, y se hizo sacerdote

* En el retiro un joven cogió el micrófono y comenzó a hablar: «El Señor tiene poder para sanar tu vida, para rescatarte, para sanar a tu familia, a tu madre…» En ese momento sin saber por qué, Rafael comenzó a llorar sin poder controlarlo: «No sabía qué me pasaba, se rompió algo dentro de mí, fui sacudido de una manera tan fuerte que me quedé en silencio sin saber lo que ocurría»

Vídeo de El rosario de las 11 pm en el que Rafael Guzmán cuenta su testimonio

Camino Católico.-   En Bolivia, Rafael Guzmán desde que era un niño, por pura inocencia, comenzó a beber precozmente cuando tenía 8 años hasta que quedó completamente enganchado. Invitado al canal El rosario de las 11 pm, Guzmán relata que “no deseaba ser alcohólico», pero mientras cuidaba al ganado en los campos de Bolivia vio como los vaqueros comenzaban a beber dulces licores y, «por curiosidad», empezó a consumir con ellos cada noche durante tres meses.

Al volver a la ciudad tres meses después, se sintió perdido. «En cada fiesta o cumpleaños, cogía una botella de ron y comenzaba a beber hasta que quedaba atontado. Creé un vicio no por gusto personal, sino por el gusto de lo dulce e imitar lo que otros hacían», explica. Pero pronto quedó atrapado en la «euforia y enajenación» que le producía y con 14 años estaba completamente adicto. Bebía al antes, durante y después del colegio y cuando no bebía, «no entendía por qué comenzaba a sudar, a temblar y a sentirme perdido. Necesitaba hacerlo».

En distintas entrevistas ha subrayado que “yo era alcohólico, andaba borracho y peleando en las calles, hacía escándalos en mi casa. Humillé a mi madre y casi la mato, peleaba con mi hermano por todo y por nada. Era una vida que yo creía que era normal. Era increíble porque cuando uno se ata a los vicios y a la mediocridad uno piensa que todo es normal. Yo creía que era normal, pero era una desgracia de vida…”.

Sin embargo, Fray Rafael Guzmán, conocido por sus hijos espirituales como el Padre Rafael, confiesa que experimentó la presencia del Espíritu Santo y su vida cambió radicalmente y sus ganas de beber se esfumaron para siempre. Todo se transformó cuando sin fe ni práctica religiosa, acudió a regañadientes a un retiro de oración y al ver la felicidad de los católicos, supuso que repartían drogas en los confesionarios que les hacía estar alegres. Lo que no podía pensar es que Cristo le sanaría milagrosamente de su adicción.

Peleas y sin control

Fue a los 14 cuando comenzó a meterse en peleas, sus resultados escolares eran desastrosos y empezó a ser consciente trató de dejarlo por sus propios medios, pero no pudo. Explica que llegó un punto que perdió todo control sobre sus capacidades motrices y su propia voluntad.

De pronto, su madre cayó gravemente enferma. «No sabían lo que tenía, la operaron, la ingresaron y por último la devolvieron a casa sin saber qué hacer», en medio de «fiebres muy altas» y sin sensibilidad en brazos y piernas, explica.

En aquel tiempo, la poca voluntad que le quedaba la destinaba por completo al alcohol: «Pensaba que mi madre lo hacía a propósito para que yo no saliese de noche. Creía que mentía y comencé a desearle la muerte mientras se deterioraba».

La salud de su madre acaparó todos los gastos, muchas veces no tenían «ni para comer» y el alcohol empezó a ser difícil de conseguir. «Caminaba como loco, sin dinero, caminando sin rumbo kilómetros y kilómetros hasta que oscurecía y volvía a casa, pero no aguantaba el vacío que sentía», menciona.


Rafael Guzmán fue a un retiro y Dios transformó su vida y ahora predica él enseñanzas para que cada persona ponga su vida en las manos del Señor

Invitado a un retiro va creyendo que iban a beber

Una noche de Semana Santa, un conocido le invitó a un retiro de oración pero lo único que conocía de la fe era la imagen «vieja, arisca y castigadora» de Dios que le presentaron las religiosas en la escuela. «Algo en mi corazón hacía que le rechazase y prefería no creer», explica.

No quiso saber nada del retiro hasta que al día siguiente, su amigo consiguió que le rebajasen el precio a la mitad. «Con tal de no ver tus mentiras, me voy a un retiro», le dijo a su madre enferma. El mismo Rafael cuenta que sus intenciones no eran buenas, pues creía que iban «a beber pasarlo bien en el sentido mundano con mujeres».

La realidad fue bien distinta y quedó sorprendido ante la oración, los cánticos de alabanza y el fervor con que los jóvenes adoraban al Señor animados por el sacerdote. «¿Qué es todo esto?», se preguntó. Especialmente al ver una larga fila de personas que esperaba a ver al sacerdote. «Vamos a confesar nuestros pecados», le dijeron.

Su sorpresa llegó al extremo cuando veía que no pocos entraban llorando y salían con una sonrisa en la cara. «Ya sé por qué la gente es así en este lugar, el sacerdote reparte marihuana a los muchachos y por eso salen riendo», pensaba.

Una sacudida del poder sanador de Dios

El último día de retiro, el joven comenzó a sentir de nuevo como su cuerpo se revolvía y demandaba el alcohol cuando un joven cogió el micrófono y comenzó a hablar: «El Señor tiene poder para sanar tu vida, para rescatarte, para sanar a tu familia, a tu madre…»

En ese momento había captado su atención y sin saber por qué, comenzó a llorar sin poder controlarlo. «No sabía qué me pasaba, se rompió algo dentro de mí, fui sacudido de una manera tan fuerte que me quedé en silencio sin saber lo que ocurría», explica.

«Cuando volví a casa y vi a mi madre temblando, me di cuenta de que realmente yo la estaba matando con mi vida», recuerda.

Desde aquel momento, una serie de extraños sucesos comenzaron a perseguirle. El primero fue el siguiente fin de semana, cuando comenzó a beber sin control, como en una especie de «venganza» por no haber podido hacerlo durante el retiro. «Fue como si hubiese tomado agua, no me afectó«, recuerda.

«¿Qué me han hecho en ese retiro?», se preguntó durante días. Poco tiempo después, su amigo le invitó nuevamente a unas jornadas de oración y testimonios, donde escuchó multitud de sanaciones de padres, madres e hijos… y también de alcohólicos.


Rafael Guzmán predicando una enseñanza del evangelio

Rafael Guzmán predicando una enseñanza del evangelio

El final milagroso de una adicción

«Llegué a casa, me encerré en el baño y, sin saber rezar, dije: `Señor, si es verdad lo que dijo la gente, no quiero beber más´», rezó. Durante un mes no pudo dormir, temblaba histérico y se encerraba toda la noche en el baño de rodillas, pidiendo ayuda para evitar el alcohol. Desde entonces, son 21 años los que lleva sin beber: «Cristo me lo arrancó».  

El joven no entendía nada, pero continuó yendo a los retiros «ansioso por saber qué había pasado». Guzmán iba a contar su testimonio cuando el sacerdote dijo: «No quiero nada de hablar de cómo has dejado de fumar, de beber… ¡Eso es fácil! Quiero que des testimonio de lo que Dios ha hecho en tu vida».

Entonces comprendió que él no había sido el único salvado por el Señor: «Lo que los médicos, el hombre, el dinero o la medicina no pudieron hacer lo hizo el Señor. Mi madre estaba totalmente sana y también la relación en mi familia, los estudios… me dijeron que no servía para nada y terminé mi carrera de ingeniería ambiental, un grado superior y trabajando en una empresa de importaciones», relata.

“Fue increíble, me quitó las ganas de beber, comencé a tener insomnio, dolores en mi cabeza, en mi pecho y creí que me estaba volviendo loco. Pero vino el Espíritu Santo a mi vida fue una libertad total, como si me hubieran sacado un casco de la cabeza y comencé a hacer muchas cosas en mi vida. El Señor me transformó, se lo debía todo y se lo sigo debiendo, y nunca voy a poder pagarle lo que ha hecho en mi vida. Por eso me hice sacerdote. Y eso es lo que también quiere hacer en tu vida, si tienes el valor. Depende de ti»; concluye.

Fray Rafael hoy en día es un sacerdote de la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán, conocidos como los Padre Dominicos y desde el inicio de su ministerio ejerció la pastoral de sanación física, interior y de liberación.