* «Mi mujer no estaba bautizada. Su madre era anglicana y su padre católico, pero no eran creyentes. Cuando nos conocimos Julia estaba buscando esa verdad que todos anhelamos. Yo comencé a hablarle de Dios y le decía: ‘¿Por qué no escuchas estas respuestas que tiene la Iglesia?’. Comenzó a leer algunos libros y al final decidió iniciar las catequesis para recibir el bautismo y el resto de los sacramentos. Decidimos no vivir juntos hasta el matrimonio. Hoy es ir a contracorriente, pero nosotros vimos que era lo que correspondía con lo que creemos. Fue además un paso muy positivo en nuestra relación. Lo hicimos porque compartíamos el mismo proyecto de vida, de querer formar una familia, y hasta aquí nos ha traído, pues queremos más hijos y crecer más. Es lo que nos llena el corazón.. Todos los días le agradezco a Dios lo que hago, los privilegios que me da el baloncesto y también los sacrificios que exige, como estar lejos cuando murió mi padre. He aprendido a ofrecérselos a Cristo, a apoyarme en Él y a encontrar sentido al sufrimiento. Pero de haber tenido otra vida y otra profesión también me sentiría bendecido»