Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida dejando a Jesucristo ser quien ocupe el lugar central.
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.
Camino Católico.-Para grabar en nuestros corazones las palabras del Salmo 136 que nos recuerdan “que es eterna la misericordia del Señor”, la Fundación Eukmamie – HM Televisión ofrece este programa especial titulado: “Confío en Ti. Diálogo de un alma con Jesús de la Misericordia”.
Este “Diálogo” audiovisual, entre Jesús y un alma, se ha escrito tomando como base las anotaciones del Diario de la Divina Misericordia de Sta. Faustina Kowalska. Si bien algunos de los comentarios del alma han sido inventados, las palabras que pronunciará el Señor han sido fielmente respetadas de entre las que dijo el mismo Señor a la Apóstol de su Misericordia.
Veinte minutos en diálogo con la Divina Misericordia. Con imágenes y músicas cuidadas y trabajadas con el fin de introducirnos en esta “divina conversación”, que puede ser realmente transcendental en nuestra vida.
P. Carlos García Malo / Camino Católico.- Cada 29 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel. Sus nombres permanecen grabados en el alma de los cristianos de todos los tiempos en virtud a su grandeza y obediencia a la voluntad de Dios.
A Miguel, Rafael y Gabriel los conocemos bien porque aparecen mencionados en la Sagrada Escritura, cada uno llevando a cabo misiones muy importantes, encomendadas por el Señor, dentro de la historia de la salvación.
San Miguel Arcángel es quien está al mando de los ejércitos celestiales. El nombre “Miguel” en hebreo significa “¡Quién como Dios!”, expresión que evoca la omnipotencia del Señor, así como su amor y justicia infinitos. Su nombre es el grito de guerra que resuena triunfante en la batalla contra el Adversario, Satanás, y su corte de ángeles caídos.
“Rafael”, por su parte, quiere decir “medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”. San Rafael es el arcángel amigo de los caminantes y peregrinos; es también el médico de quienes padecen alguna enfermedad.
Por último, “Gabriel” significa “fortaleza de Dios”. A San Gabriel se le encomendó la misión de anunciar a la Virgen María que Ella era la elegida para ser la Madre del Salvador.
En una de sus homilías, el Papa San Gregorio Magno (c. 540-604), Padre y Doctor de la Iglesia, señala que Dios quiso revelar los nombres personales de estos tres arcángeles como una forma de conocer “cuál es la misión específica para la cual nos son enviados”. De esa manera, es posible acudir a ellos en situaciones particulares, de acuerdo al poder que Dios le dio a cada uno.
El 29 de septiembre de 2017, el Papa Francisco, con ocasión de la festividad que hoy se celebra, afirmó: «Hoy celebramos el día de tres de estos arcángeles porque han tenido un papel importante en la historia de la salvación. Y conmemoramos a estos tres porque también tienen un papel importante en nuestro camino hacia la salvación»
Pidamos a los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, la gracias de vivir cumpliendo la voluntad de Dios:
San Miguel Arcángel, sal con las legiones de tu milicia; y como un escudo protector situaros en los cuatro puntos cardinales, vigilantes y reprendiendo toda actuación del enemigo. Lo mismo os pedimos para cada una de nuestras ciudades y pueblos así como vuestra asistencia personal en nuestras vidas…
San Gabriel Arcángel, hoy acudimos pidiendo tu intercesión para no caer en trampa de este mundo que vive en el miedo de las malas noticias e incertidumbres y el hablar mundano; y sepamos vivir en la alegría de la Buena Nueva del Evangelio esparciendo por todas partes la certeza de que Cristo ha vencido al mundo y se puede vivir en la esperanza y en el júbilo que sólo da el Espíritu de Dios….
San Rafael Arcángel límpianos de cualquier ceguera que nos impida ver la voluntad de Dios y condúcenos de tu mano por todo sendero de bien y de amor.
Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, interceded por nosotros. Amén.
* «Santo padre Pío, que crucificado en vida, te inmolaste en la cruz del controvertido siglo XX con las llagas sangrantes como otro Cristo sufriente…. Mírame humillado y afligido en tu presencia… Yo sé que desde el cielo sabes cuánto necesito y desde ahora me abandono a la providencia de Dios que traspasada por tu intercesión alcanzará para mi vida todas las bendiciones que necesito»
P. Carlos García Malo / Camino Católico.- “Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”, escribió una vez San Pío de Pietrelcina, cuya fiesta se celebra cada 23 de septiembre. Su oración fue escuchada y se le concedió el don de los estigmas.
Durante su vida, Dios lo dotó de muchos dones, como el discernimiento extraordinario que le permitió leer los corazones y las conciencias. Por ello muchos fieles acudían a confesarse con él.
El Padre Pío nació en Pietrelcina (Italia) el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione y tomó el nombre de Fray Pío de Pietrelcina en honor a San Pío V, cuando recibió el hábito de Franciscano capuchino.
A los cinco años se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús, quien posó su mano sobre la cabeza del niño. El pequeño, a su vez, prometió a San Francisco que sería un fiel seguidor suyo. Desde entonces su vida quedó marcada y empezó a tener apariciones de la Santísima Virgen.
A los 15 años decide ingresar a la Orden Franciscana de Morcone y tuvo visiones del Señor en la que se le mostró las luchas que tendría que pasar contra el demonio.
El 10 de agosto de 1910 es ordenado sacerdote. Poco tiempo después le volvieron las fiebres y los dolores que lo aquejaban, entonces fue enviado a Pietrelcina para que restablezca su salud.
En 1916 visita el Monasterio de San Giovanni Rotondo. El Padre Provincial, al ver que su salud había mejorado, le manda que retorne a ese convento en donde recibió la gracia de los estigmas.
“Era la mañana del 20 de septiembre de 1918. Yo estaba en el coro haciendo la oración de acción de gracias de la Misa… se me apareció Cristo que sangraba por todas partes. De su cuerpo llagado salían rayos de luz que más bien parecían flechas que me herían los pies, las manos y el costado”,describió San Pío a su director.
“Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado. Las manos, los pies y el costado me sangraban y me dolían hasta hacerme perder todas las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios”, añadió.
El 9 de enero de 1940 animó a sus grandes amigos espirituales a fundar un hospital que se llamaría “Casa Alivio del Sufrimiento”. La cual se inauguró el 5 de mayo de 1956 con la finalidad de curar al enfermo en lo físico y espiritual.
El Padre Pío partió a la Casa del Padre un 23 de septiembre de 1968 después de murmurar por largas horas “¡Jesús, María!”.
San Juan Pablo II, durante su canonización el 16 de junio del 2002, dijo de él: “Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos”. Oremosal Padre Pio para que interceda ante el Señor y se nos concedan las gracias que nuestras almas necesitan para progresar espiritualmente:
Santo padre Pío, que crucificado en vida, te inmolaste en la cruz del controvertido siglo XX con las llagas sangrantes como otro Cristo sufriente.
Tú, que aceptaste vivir la pasión durante tu paso terrenal por la conversión de los pecadores y, así, arrancarle al buen Dios innumerables gracias y milagros en beneficio de todos cuantos se acercaban a ti.
Mírame humillado y afligido en tu presencia suplicándote un favor más para este alma que tanto espera y confía en ti.
Yo sé que desde el cielo sabes cuánto necesito y desde ahora me abandono a la providencia de Dios que traspasada por tu intercesión alcanzará para mi vida todas las bendiciones que necesito.
P. Carlos García Malo / Camino Católico.-Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen que es el de la Semana de la Pasión y también hoy, 15 de septiembre Nuestra Señora de los Dolores.
Ayer día 14 se celebró la Exaltación de la Santa Cruz “en la que se muere para vivir; para vivir en Dios y con Dios, para vivir en la verdad, en la libertad y en el amor, para vivir eternamente”, como dijo alguna vez San Juan Pablo II. María vivió los dolores de la Pasión de Cristo pero a la vez el gozo de la salvación de la humanidad entera.
En la vida de los santos se narra que San Antonio Abad, al ser atacado por terribles tentaciones del demonio, hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Desde ese tiempo, se dice, que se hizo costumbre el hacer la señal de la cruz para librarse de males.
Otro hecho de lo poderoso y sagrado de este signo lo mostró la Santísima Virgen María, quien al aparecerse por primera vez a Santa Bernardita y al ver que la niña quiso santiguarse, nuestra Señora se persignó muy despacio para enseñarle que es necesario hacerlo calmadamente y con más devoción.
Oremos a Nuestra Señora de los Dolores Santa Cruz para que interceda por nosotros en los momentos difíciles y de cruz de nuestra vida y exaltemos la Cruz de Cristo por su gloriosa victoria sobre el maligno:
…Y a ti una espada te atravesará el alma.
Frase escandalosa dirigida a la Madre de Dios y no por eso menos certera.
Dolores de María que le acompañaron cual pasión de la Virgen: nacimiento de Jesús en un pesebre sin poder darle la hospitalidad que se merece al Hijo de Dios; huida a Egipto huyendo de un martirio prematuro que aún no era su tiempo; el niño perdido en el templo sin saber durante tres jornadas dónde estaba el salvador del mundo; habladurías malintencionadas en Nazaret por los milagros y enseñanzas de Jesús… y la pasión de Cristo que es también tu pasión, madre.
No te privaste de ningún sufrimiento y acompañaste a tu Hijo hasta los pies de la cruz.
Madre, permítenos hoy ser tu consuelo y apoyo.
Ser hijos buenos que busquen con la oración del Santo Rosario amortiguar tu dolor y el desprecio de los hombres por las cosas del Cielo.
Santísima Virgen de los Dolores. Ruega por nosotros.
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Cruz de Cristo, leño bendito tintado de la sangre del Redentor.
Madero Santo donde el Malvado encuentra su derrota definitiva.
Con orgullo y agradecimiento tantos cristianos adornan sus cuellos y te llevan siendo testigos de la victoria del Amor frente al odio y el pecado.
Oh, Cruz gloriosa que no desmerezcamos tus méritos y ayúdanos a cargarte cuando nos visites.
A Yesica González Cristo la ha sanado de sus heridas de haber abortado
* «En el retiro del Viñedo de Raquel, viví una experiencia mística profunda: Jesús me mostró a mis hijos en el Cielo. Los vi correr hacia mi, los abracé. Mi hijo Gabriel me dijo: 'Mamá, no estés triste. Mi hermanita y yo te amamos y te vamos a esperar'. Y yo les pregunté: 'Pero si este es el cielo, ¿dónde está ella, dónde está la Virgen María?'. La vi, a los lejos, en la cima de la colina, vestida toda de blanco, con un bebé entre sus brazos, con niños a su alrededor, y ahí, en ese instante, me di cuenta y me dije: '¡Claro! Mis hijos tienen a la mejor y más bella mamá, ellos tienen a la Virgen María, ella cuida a mis hijos en el cielo'»
Camino Católico.- “Yo también he estado ahí”. Con estas palabras, Yesica González comienza su testimonio. Un testimonio que nace del dolor más profundo: el del aborto, pero que florece en la esperanza, la misericordia y la misión. Desde Nicaragua hasta Medjugorje, Yesica ha recorrido un camino de transformación radical, que hoy la convierte en instrumento de sanación para muchas otras mujeres heridas por el aborto. Su historia no solo conmueve, sino que confirma una verdad eterna: en Dios, el dolor más escondido puede convertirse en semilla de vida nueva.
“Dios me está cobrando el negarle la vida a mi primer bebé”
Yesica tenía apenas 16 años cuando se enfrentó a una prueba de embarazo positiva. Su novio reaccionó con temor: “Te amo, pero no podemos ser padres”. En menos de una semana, se encontraba sedada en una clínica en Nicaragua, un país donde el aborto es ilegal en todas sus formas. Nunca vio nada. No sintió dolor. Solo despertó con un vacío imposible de nombrar.
"Busqué pruebas físicas de que algo había pasado. Pero todo estaba limpio, como si nada hubiese ocurrido. Y, sin embargo, mi alma gritaba lo contrario", comparte a Ingrid Basaldúa Guzmán en Aleteia.
Tras confesar el aborto, recibió la absolución de un sacerdote franciscano gracias a una dispensa especial de san Juan Pablo II. Pero la paz no llegó. “Jesús me perdonó, pero yo no me perdoné a mí misma”, explica la joven nicaragüense.
Cuatro años más tarde, estando en otra relación con propuesta de matrimonio, volvió a quedar embarazada. Esta vez escuchó las siguientes palabras: "Sé que no hicimos las cosas correctamente, pero a pesar de ello yo, estoy Feliz 'Voy a ser papá'".
Estas palabras resonaron en el corazón de Yesica y le dieron la seguridad de que podía enfrentar este momento; sin embargo, el dolor volvió pronto. A los siete meses de gestación, su bebé, Alicia Marcela, murió en el vientre. El impacto fue devastador. “Yo pensé: esto es un castigo. No merezco ser madre. Dios me está cobrando el negarle la vida a mi primer bebé, yo me merezco sufrir”. Aquella noche, en el hospital, rodeada de madres que sí pudieron tener a sus hijos vivos, Yesica vivió “el viernes más doloroso” de su vida.
Después de vivir sumida en la tristeza y el silencio y de no contarle a nadie sobre su aborto, la vida de Yesica comenzó a cambiar en 2012, gracias a un retiro de castidad organizado por la misión Corazón Puro. Por primera vez escuchó hablar del verdadero sentido del amor, de la virtud de la castidad, del significado de la feminidad y masculinidad, del Sacramento del Matrimonio, y del perdón real.
"Allí supe que quería cambiar porque erróneamente yo buscaba algo pero era alguien a quien yo necesitaba, Dios. Volví a confesar mi historia, mi pecado del aborto, y algo en mí comenzó a sanar", cuenta Yesica
Yesica González del Viñedo de Raquel hoy ayuda a personas a sanar de los traumes del aborto
“Fui con miedo, con vergüenza, con dudas… pero decidí dar el salto de fe. En ese retiro, viví una experiencia mística profunda: Jesús me mostró a mis hijos en el Cielo. Los vi correr hacia mi, los abracé. Mi hijo Gabriel me dijo: 'Mamá, no estés triste. Mi hermanita y yo te amamos y te vamos a esperar''"
Yésica cuenta que, en ese momento, les hizo una pregunta: 'Pero si este es el cielo, ¿dónde está ella, dónde está la Virgen María?' . Y continúa: "La vi, a los lejos, en la cima de la colina, vestida toda de blanco ,con un bebé entre sus brazos, con niños a su alrededor, y ahí, en ese instante, me di cuenta y me dije: '¡Claro! Mis hijos tienen a la mejor y más bella mamá, ellos tienen a la Virgen María, ella cuida a mis hijos en el cielo'”.
Desde entonces, Yesica se entregó a la misión provida, compartiendo su testimonio en colegios, retiros y comunidades, y colaborando con el Viñedo de Raquel en Nicaragua. Con la ayuda del Padre Agustín, la comunidad Oasis de la Paz y la organización de Peregrinando con María, uno de sus sueños se concretó.
En 2023 se celebró el primer retiro del Viñedo de Raquel en Medjugorje, Allí, en la tierra de María, Yesica acompaña hoy a hombres y mujeres a reconciliarse con sus hijos en el Cielo, a experimentar la misericordia de Jesús, y a abrirse a la ternura infinita de la Reina de la Paz.
Cada retiro es un milagro; una experiencia que une retiro y peregrinación, sanación y contemplación, en el corazón del santuario donde María, la Reina de la Paz, sigue tocando almas cada día.
Hoy, desde esa tierra bendita, su voz se levanta para todos aquellos que han vivido el drama del aborto en silencio: "Sí, hay sanación. Sí, hay perdón. Sí, hay un cielo esperándonos. Y mi Madre te espera en Medjugorje", invita Yesi a todos aquellos que hayan pasado por el dolor del aborto.
Fouad Hassoun perdió los ojos en un atentado con coche bomba en Beirut. Gracias a la Virgen ha podido perdonar, rezar y amar al terrorista que se lo causó
* «Una vez más fue la Virgen María la que vino en mi ayuda e hizo que cayeran las escamas de mis ojos. Tras intensas súplicas –explica Fouad- sentí que este ‘sí, quiero perdonar’ surgió en mí. Este camino se me abrió. Y día tras día vi crecer en mí este perdón. El conflicto ya no formaba parte de mi vida sino que estaba comenzando a construir una vida en paz»
Camino Católico.-El 21 de enero de 1986 un brutal atentado con un coche bomba cargado con 250 kilos de explosivos en la zona cristiana de Beirut provocó el caos y un reguero de muerte. Un total de 30 personas fallecieron y 120 resultaron heridas de gravedad. Fue tal la fuerza de la explosión que cuatro edificios y decenas de automóviles quedaron completamente destrozados.
Uno de los que resultó gravemente herido fue Fouad Hassoun, un jovencísimo católico, brillante estudiante de Medicina que soñaba con ser oftalmólogo. En un momento dado se asomó a la ventana de su casa cuando justo enfrente explotó la bomba. Ahí perdió sus ojos para siempre.
De lo poco que recuerda de aquel momento antes de perder el conocimiento fue invocar a la Virgen María. “Pensé que me estaba muriendo y grité: ¡Oh, Santísima Virgen, no quiero morir!”. Más de tres décadas después cuenta esta experiencia de sufrimiento, fe y sobre todo perdón en el libro J'ai pardonné : témoignage.
Sus padres, católicos maronitas, le habían enseñado desde niño a rezar a la Virgen. Y así lo hizo hasta el borde de la muerte, tanto que relata a Famille Chretienneque “pensaron que estaba muerto y me llevaron a la morgue”. Fue un primo suyo que recorrió todos los hospitales buscándole el que detectó un pequeño movimiento en su cuerpo y convenció a los médicos en medio del caos de que estaba vivo.
Fouad Hassoun rezó a la Virgen María en el momento del atentado
Hassoun se despertó ya en el hospital. Tenía los ojos tapados, vendas por todo el cuerpo así como cientos de puntos de sutura. “Cuando me desperté en mi cama del hospital no podía ver nada. Estaba rodeado de todos mis familiares que lamentaban mi suerte”, recuerda.
Pasaron unas semanas antes de que fuera consciente que el problema en sus ojos era muy grave y que necesitaría cirugía. El esperaba un milagro para recuperar la vista, aunque el verdadero milagro era que estuviera vivo, algo que tardó más tiempo en comprender.
Tras varios intentos, e incluso en el extranjero, Fouad asegura que otra bomba le estalló en la cara. Se confirmó que nunca más volvería a ver. Apenas había llegado a la mayoría de edad y se había quedado ciego esfumándose así su sueño de ser médico oftalmólogo.
“Estaba ciego, esto fue un gran impacto. Me preguntaba por qué el Señor permitía esto”, relata este católico libanés.
Entonces apareció en él algo que le acompañaría durante un tiempo. Recuerda que “un tremendo sentimiento de ira y odio me invadió. Una nueva bomba acaba de explotar de nuevo. Quería vengarme y matar al que había puesto la bomba”.
Fouad Hassoun se acabaría mudando a Francia, donde conoció a Laetitia, su futura esposa y madre de sus cuatro hijos. Junto a ella y con la ayuda de nuevo de la Virgen comenzó un nuevo proceso de curación, pero esta vez no eran sus ojos sino su corazón lo que debía sanarse del odio que acumulaba.
“Una vez más fue la Virgen María la que vino en mi ayuda e hizo que cayeran las escamas de mis ojos”, afirma este católico. Y el punto de inflexión se produjo cuando se enteró de que el autor de aquel atentado había sido detenido. En ese momento, el Señor intervino y un pasaje del Evangelio de San Juan se repetía una y otra vez en su interior: “¿Me amas? Sí, Señor, sí te amo”.
Finalmente, este proceso vivió el paso definitivo en 1988, durante un retiro en la Abadía de Notre Dame des Neiges. “Tras intensas súplicas –explica Fouad- sentí que este ‘sí, quiero perdonar’ surgió en mí. Este camino se me abrió. Y día tras día vi crecer en mí este perdón. El conflicto ya no formaba parte de mi vida sino que estaba comenzando a construir una vida en paz”.
Desde ese momento, el perdón no le ha abandonado nunca, sino que lo guió “hacia la locura del amor”. “El Señor me llamó a lo más grande, a amar al que más daño me había hecho y al que me había arrancado los ojos”. Este católico pudo perdonar e incluso ha llegado a amar al terrorista, rezando todos los días por él. Y esto –asegura- le ha transformado el corazón.
Fouad Hassoun junto a su esposa Laetitia
Hace algún tiempo Fouad Hassoun también ofrecía en La Viedesde su propia experiencia cinco pequeños consejos para perdonar:
1. No esperes nada a cambio
El perdón es un “regalo total", tal y como se extrae de su origen. El perdón debe darse libremente. La imagen del hijo pródigo en los brazos de su padre es importante para comprender su esencia. Se da sin condiciones, es la fiesta. Debe proporcionarnos esta felicidad absoluta. No se entrega en el enfrentamiento: “Doy un paso si tú también das”. El perdón no es una moneda de cambio, es una dinámica para lograr la paz. El perdón es gratis, pero vale mucho.
2. Perdona todos los días
El perdón se aplica a las cosas grandes y pequeñas. No esperes a perdonar a alguien que te arranque los ojos o te atropelle. Incluso en la vida cotidiana, el perdón no es un acto trivial. Puede ser diario, administrarse varias veces al día, nunca es inofensivo. Es algo muy importante, nos lo mostró Cristo durante su Pasión: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen".
3. Cambia tu mirada hacia el otro
Recuerda la mirada de Jesús hacia el joven rico: “Él lo miró y lo amó”. Para estar listo para perdonar debes preguntarte por qué el otro hizo lo que hizo. El mal sigue siendo malvado, pero el perdón nos aleja de la indiferencia, nos hace preocuparnos por los demás. El perdón sin respeto es condescendencia. El perdón con respeto es justicia.
4. Cree en ti mismo
El perdón no es solo un requisito cristiano, está en la naturaleza del hombre, como la risa y las lágrimas. Cualquiera puede hacerlo, solo tienes que creerlo.
5. Expresa tu perdón
Está la voluntad de perdonar y está el acto. Ambos son buenos, pero no puedes ceñirte a la fuerza de voluntad. Tienes que ir al otro lado. Cada uno lo expresa como lo siente, con una palabra, con una mirada. A veces, incluso la situación exige que se exprese en silencio. Pero el perdón debe expresarse y, si es posible, debe expresarse a la persona involucrada.
Publicado originariamente en Camino Católico en diciembre de 2020