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domingo, 17 de noviembre de 2024

Santa Misa de hoy, domingo, Jornada Mundial de los Pobres, presidida por el Papa Francisco, 17-11-2024

Foto: Vatican Media, 17-11-2024

17 de noviembre de 2024.- (Camino Católico) El Pontífice ha presidido la Santa Misa con ocasión de la VIII Jornada Mundial de los pobres, en la Basílica de San Pedro, ante cinco mil fieles, y ha hecho un llamamiento en su homilía a toda la Iglesia, a los gobiernos de los Estados y a las Organizaciones internacionales: “por favor, no se olviden de los pobres”. Y ha invitado a ser coherentes: “Es nuestra vida impregnada de compasión y de caridad la que se vuelve un signo de la presencia del Señor, siempre cercano al sufrimiento de los pobres, para sanar sus heridas y cambiar su suerte”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.

lunes, 4 de noviembre de 2024

Santa Misa, presidida por el Papa Francisco, de hoy, sábado, por los Cardenales y Obispos difuntos, 4-11-2024

4 de noviembre de 2024.- (Camino Católico) El Papa Francisco ha presidido hoy la Santa Misa en sufragio 7 cardenales y 116 obispos fallecidos en el último año desde el altar de la Cátedra en la Basílica de San Pedro del Vaticano. En su homilía, el Santo Padre ha reflexionado sobre las últimas palabras que dirigió al Señor a uno de los dos crucificados que estaban junto a Él y ha afirmado queel amor de Dios libera de la muerte”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.

domingo, 3 de noviembre de 2024

Homilía del Evangelio del Domingo: Método para descubrir lo esencial en la vida y amar a Dios y al prójimo / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

 

* «¿Cuáles son las prioridades en vuestra vida? ¿La salud? ¿La familia? ¿Los amigos? ¿Defender una causa? ¿Llevar a cabo algo que os importa mucho? Lo importante es meter estas cuestiones en primer lugar en vuestra agenda. Si se da prioridad a miles de otras cosas pequeñas (la gravilla, la arena), se llenará la vida de nimiedades y nunca se hallará tiempo para dedicarse a lo verdaderamente importante. A la salud, la familia, los amigos… hay que añadir dos más, que son las mayores de todas: los dos mandamientos mayores: amar a Dios y amar al prójimo. Verdaderamente, amar a Dios, más que un mandamiento es un privilegio, una concesión. Si un día lo descubriéramos, no dejaríamos de dar gracias a Dios por el hecho de que nos mande amarle, y no querríamos hacer otra cosa más que cultivar este amor»

Amarás al Señor tu Dios

     Domingo XXXI del tiempo ordinario - B:

Deuteronomio 6, 2-6 / Salmo 17 / Hebreos 7, 23-28 / Marcos 12, 28b-34

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. / Camino Católico.- Un día se acercó a Jesús uno de los escribas, preguntándole cuál era el primer mandamiento de la Ley y Jesús respondió citando las palabras de ésta: "Escucha Israel: el Señor es nuestro Dios, uno sólo es el Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas", que hemos oído, e hizo de ellas el "primero de los mandamientos". Pero Jesús añadió de inmediato que hay un segundo mandamiento semejante a éste, y es: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

Para comprender el sentido de la pregunta del escriba y de la respuesta de Jesús, es necesario tener en cuenta algo. En el judaísmo del tiempo de Jesús había dos tendencias opuestas. Por un lado estaba la tendencia a multiplicar sin fin los mandamientos y preceptos de la Ley, previendo normas y obligaciones para cada mínimo detalle de la vida. Por otro se advertía la necesidad opuesta de descubrir, por debajo de este cúmulo asfixiante de normas, las cosas que verdaderamente cuentan para Dios, el alma de todos los mandamientos.

El interrogante del escriba y la respuesta de Jesús se introducen en esta línea de búsqueda de lo esencial de la ley, para no dispersarse entre miles preceptos secundarios. Y es justamente esta lección de método la que deberíamos aprender sobre todo del Evangelio de este día. Hay cosas en la vida que son importantes, pero no urgentes (en el sentido de que si no las haces, aparentemente no pasa nada); y viceversa, hay cosas que son urgentes pero no importantes. Nuestro riesgo es sacrificar sistemáticamente las cosas importantes para correr detrás de las urgentes, frecuentemente del todo secundarias.

¿Cómo prevenirnos de este peligro? Una historia nos ayuda a entenderlo. Un día, un anciano profesor fue llamado como experto para hablar sobre la planificación más eficaz del tiempo para los mandos superiores de algunas importantes empresas norteamericanas. Entonces decidió probar un experimento. De pie, frente al grupo listo para tomar apuntes, sacó de debajo de la mesa un gran vaso de cristal vacío. A la vez tomó también una docena de grandes piedras, del tamaño de pelotas de tenis, que colocó con delicadeza, una por una, en el vaso hasta llenarlo. Cuanto ya no se podían meter más, preguntó a los alumnos: "¿Os parece que el vaso está lleno?", y todos respondieron: "¡Sí!". Esperó un instante e insistió: "¿Estáis seguros?".

Se inclinó de nuevo y sacó de debajo de la mesa una caja llena de gravilla que echó con precisión encima de las grandes piedras, moviendo levemente el vaso para que se colara entre ellas hasta el fondo. "¿Está lleno esta vez el vaso?", preguntó. Más prudentes, los alumnos comenzaron a comprender y respondieron: "Tal vez aún no". "¡Bien!", contestó el anciano profesor. Se inclinó de nuevo y sacó esta vez un saquito de arena que, con cuidado, echó en el vaso. La arena rellenó todos los espacios que había entre las piedras y la gravilla. Así que dijo de nuevo: "¿Está lleno ahora el vaso?". Y todos, sin dudar, respondieron: "¡No!". En efecto, respondió el anciano, y, tal como esperaban, tomó la jarra que estaba en la mesa y echó agua en el vaso hasta el borde.

En ese momento, alzó la vista hacia el auditorio y preguntó: "¿Cuál es la gran verdad que nos muestra ese experimento?". El más audaz, pensando en el tema del curso (la planificación del tiempo), respondió: "Demuestra que también cuando nuestra agenda está completamente llena, con un poco de buena voluntad, siempre se puede añadir algún compromiso más, alguna otra cosa por hacer". "No -respondió el profesor-; no es eso. Lo que el experimento demuestra es otra cosa: si no se introducen primero las piedras grandes en el vaso, jamás se conseguirá que quepan después".

La historia del frasco y las piedras escenificada en el vídeo

Tras un instante de silencio, todos se percataron de la evidencia de la afirmación. Así que prosiguió: "¿Cuáles son las piedras grandes, las prioridades, en vuestra vida? ¿La salud? ¿La familia? ¿Los amigos? ¿Defender una causa? ¿Llevar a cabo algo que os importa mucho? Lo importante es meter estas piedras grandes en primer lugar en vuestra agenda. Si se da prioridad a miles de otras cosas pequeñas (la gravilla, la arena), se llenará la vida de nimiedades y nunca se hallará tiempo para dedicarse a lo verdaderamente importante. Así que no olvidéis plantearos frecuentemente la pregunta: '¿Cuáles son las piedras grandes en mi vida?' y situarlas en el primer lugar de vuestra agenda". A continuación, con un gesto amistoso, el anciano profesor se despidió del auditorio y abandonó la sala.

A las "piedras grandes" mencionadas por el profesor -la salud, la familia, los amigos...- hay que añadir dos más, que son las mayores de todas: los dos mandamientos mayores: amar a Dios y amar al prójimo. Verdaderamente, amar a Dios, más que un mandamiento es un privilegio, una concesión. Si un día lo descubriéramos, no dejaríamos de dar gracias a Dios por el hecho de que nos mande amarle, y no querríamos hacer otra cosa más que cultivar este amor.

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Evangelio

En aquel tiempo, se acercó a Jesús uno de los escribas y le preguntó: 

«¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». 

Jesús le contestó: 

«El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».

Le dijo el escriba: 

«Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». 

Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: 

«No estás lejos del Reino de Dios». 

Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

Marcos 12, 28b-34

sábado, 2 de noviembre de 2024

Santa Misa, presidida por el Papa Francisco, de hoy, sábado, conmemoración de los fieles difuntos, 2-11-2024

2 de noviembre de 2024.- (Camino Católico)  El Papa Francisco ha celebrado la Santa Misa del 2 de noviembre para la conmemoración de los difuntos en el Cementerio Laurentino, en la zona de Castel di Decima. Antes de la celebración, se ha detenido en el «Jardín de los Ángeles», zona dedicada a la sepultura de los niños que no han visto la luz, donde ha rezado ante las lápidas rodeadas de juegos y estatuillas y ha saludado a un padre que perdió a su hija. No ha predicado homilía en la misa, sino que en silencio se ha meditado y orado. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.

A su llegada al «Jardín de los Ángeles», el Pontífice – en silla de ruedas – recorrió toda el camino de tierra mirando una a una las lápidas. Se detuvo en el medio y permaneció unos minutos a solas en oración y silencio. 


El momento de recogimiento se vio interrumpido por el breve intercambio con Stefano, que estuvo esperando al Papa al lado del jardín todo el tiempo. Se arrodilló cuando llegó y le estrechó la mano, le contó brevemente su historia y señaló la tumba de su hijo. Francisco asintió con la cabeza y le estrechó el brazo, luego recogió la carta que el hombre le entregó. Inmediatamente después, el Papa se dirigió a la zona de enfrente, también dedicada a la sepultura de los niños que murieron demasiado pronto.



Fotos: Vatican Media, 2-11-2024

domingo, 27 de octubre de 2024

Santa Misa, presidida por el Papa Francisco, de conclusión de la Asamblea del Sínodo de los Obispos, 27-10-2024

27 de octubre de 2024.- (Camino Católico)  “Dejemos a un lado el manto de la resignación, entreguemos al Señor nuestras cegueras, levantémonos y llevemos la alegría del Evangelio por las calles del mundo”, ha dicho el Papa Francisco en su homilía de la Misa de clausura de la segunda sesión de la XVI Asamblea General del Sínodo sobre la Sinodalidad, que ha presidido en la Basílica de San Pedro. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.

Concluyendo, el Papa invita a venerar la reliquia de la antigua Cátedra de san Pedro, meticulosamente restaurada, recordando “que esta es la cátedra del amor, de la unidad y de la misericordia, según aquella orden que Jesús le dio al apóstol Pedro, no de dominar a los demás, sino de servirlos en la caridad”. Y “el majestuoso baldaquino de Bernini más resplandeciente que nunca” tras la restauración, “encuadra el verdadero punto focal de toda la Basílica, es decir, la gloria del Espíritu Santo”.

Homilía del Evangelio del Domingo: El sacerdote es sólo un «instrumento» de misericordia al servicio de los fieles / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

 


* «Tomado de entre los hombres, el sacerdote es además ‘constituido para los hombres’, esto es, devuelto a ellos, puesto a su servicio. Un servicio que afecta a la dimensión más profunda del hombre, su destino eterno. San Pablo resume el ministerio sacerdotal con una frase: ‘Que nos tengan los hombres por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios’ (1 Co 4,1). Esto no significa que el sacerdote se desinterese de las necesidades también humanas de la gente, sino que se ocupa también de éstas con un espíritu diferente al de los sociólogos o políticos. Frecuentemente la parroquia es el punto más fuerte de agregación, incluso social, en la vida de un pueblo o de un barrio. La que hemos trazado es una visión positiva de la figura del sacerdote. No siempre, lo sabemos, es así. De vez en cuando las crónicas nos recuerdan que existe también otra realidad, hecha de debilidad e infidelidad… De ella la Iglesia no puede hacer más que pedir perdón. Pero hay una verdad que hay que recordar para cierto consuelo de la gente. Como hombre, el sacerdote puede errar, pero los gestos que realiza como sacerdote, en el altar o en el confesionario, no resultan por ello inválidos o ineficaces. El pueblo no es privado de la gracia de Dios a causa de la indignidad del sacerdote. Es Cristo quien bautiza, celebra, perdona; el sacerdote es sólo el instrumento»

Tomado de entre los hombres y constituido para los hombres: 

Domingo XXX del tiempo ordinario – B:

Jeremías 31, 7-9 / Salmo 125 / Hebreos 5, 1-6 / Marcos 10, 46-52

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. / Camino Católico.- El pasaje del Evangelio relata la curación del ciego de Jericó, Bartimeo... Bartimeo es alguien que no deja escapar la ocasión. Oyó que pasaba Jesús, entendió que era la oportunidad de su vida y actuó con rapidez. La reacción de los presentes («le gritaban para que se callara») pone en evidencia la inconfesada pretensión de los «acomodados» de todos los tiempos: que la miseria permanezca oculta, que no se muestre, que no perturbe la vista y los sueños de quien está bien. 

El término «ciego» se ha cargado de tantos sentidos negativos que es justo reservarlo, como se tiende a hacer hoy, a la ceguera moral de la ignorancia y de la insensibilidad. Bartimeo no es ciego; es sólo invidente. Con el corazón ve mejor que muchos otros de su entorno, porque tiene la fe y alimenta la esperanza. Más aún, es esta visión interior de la fe la que le ayuda a recuperar también la exterior de las cosas. «Tu fe te ha salvado», le dice Jesús. 

Me detengo aquí en la explicación del Evangelio porque me apremia desarrollar un tema presente en la segunda lectura de este domingo, relativa a la figura y al papel del sacerdote. Del sacerdote se dice ante todo que es «tomado de entre los hombres». No es, por lo tanto, un ser desarraigado o caído del cielo, sino un ser humano que tiene a sus espaldas una familia y una historia como todos los demás. «Tomado de entre los hombres» significa también que el sacerdote está hecho de la misma pasta que cualquier otra criatura humana: con los deseos, los afectos, las luchas, las dudas y las debilidades de todos. La Escritura ve en esto un beneficio para los demás hombres, no un motivo de escándalo. De esta forma, de hecho, estará más preparado para tener compasión, estando también él revestido de debilidad. 

Tomado de entre los hombres, el sacerdote es además «constituido para los hombres», esto es, devuelto a ellos, puesto a su servicio. Un servicio que afecta a la dimensión más profunda del hombre, su destino eterno. San Pablo resume el ministerio sacerdotal con una frase: «Que nos tengan los hombres por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios» (1 Co 4,1). Esto no significa que el sacerdote se desinterese de las necesidades también humanas de la gente, sino que se ocupa también de éstas con un espíritu diferente al de los sociólogos o políticos. Frecuentemente la parroquia es el punto más fuerte de agregación, incluso social, en la vida de un pueblo o de un barrio. 

La que hemos trazado es una visión positiva de la figura del sacerdote. No siempre, lo sabemos, es así. De vez en cuando las crónicas nos recuerdan que existe también otra realidad, hecha de debilidad e infidelidad... De ella la Iglesia no puede hacer más que pedir perdón. Pero hay una verdad que hay que recordar para cierto consuelo de la gente. Como hombre, el sacerdote puede errar, pero los gestos que realiza como sacerdote, en el altar o en el confesionario, no resultan por ello inválidos o ineficaces. El pueblo no es privado de la gracia de Dios a causa de la indignidad del sacerdote. Es Cristo quien bautiza, celebra, perdona; el sacerdote es sólo el instrumento. 

Me gusta recordar, al respecto, las palabras que pronuncia antes de morir el «cura rural» de Bernanos: «Todo es gracia». Hasta la miseria de su alcoholismo le parece gracia, porque le ha hecho más misericordioso hacia la gente. A Dios no le importa tanto que sus representantes en la tierra sean perfectos, cuanto que sean misericordiosos.

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Evangelio

En aquel tiempo, cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.

 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar:

 «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!».

Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más:

«¡Hijo de David, ten compasión de mí!». 

Jesús se detuvo y dijo:

«Llamadle». 

Llaman al ciego, diciéndole: 

«¡Ánimo, levántate! Te llama». 

Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. 

Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: 

«¿Qué quieres que te haga?».

El ciego le dijo: 

«Rabbuní, ¡que vea!». 

Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». 

Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.

Marcos 10, 46-52


domingo, 20 de octubre de 2024

Santa Misa, presidida por el Papa Francisco, con la canonización de Manuel Ruiz López y compañeros, Giuseppe Allamano, Marie-Léonie Paradis y Elena Guerra, 20-10-2024

20 de octubre de 2024.- (Camino Católico)  El Papa Francisco ha presidido la Santa Misa con rito de canonización de 14 beatos en la Plaza de san Pedro y ha recordado en su homilía que estos nuevos santos vivieron según el estilo de Jesús: el servicio. “La fe y el apostolado que llevaron a cabo no alimentaron en ellos deseos mundanos ni ansias de poder, sino que, por el contrario, se hicieron servidores de sus hermanos”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.

Los nuevos santos son Manuel Ruiz López y siete compañeros de la Orden de Frailes Menores, y Francisco, Mooti y Rafaele Massabki, fieles laicos, todos ellos conocidos como los mártires de Damasco; Marie-Léonie Paradis, Elena Guerra y José Allamano, sacerdote, fundador de los Institutos de los Misioneros de la Consolata y de las Hermanas Misioneras de la Consolata. 

viernes, 11 de octubre de 2024

Margaret Fellker cayó en depresión tras perder a su hijo, pero la Eucaristía le llevó a ayudar a jóvenes en necesidad: «Estoy sorprendida de la bendición de Dios, porque recibí de Él lo que permitió avanzar»


Margaret Fellker, fundadora de David’s Educational Opportunity Fund. - Foto: Cortesía de IEC2024

* «En la capilla del Santísimo vi pintadas en la pared las palabras que me hicieron saber que pertenecía a ese lugar. Desde entonces, las llevo siempre en mi mente y corazón: 'Venid a mí, los que estáis fatigados y angustiados, y yo os aliviaré'»

Camino Católico.-  En medio de la depresión y la desesperanza tras la pérdida de su hijo David en las montañas de Ecuador, Margaret Fellker, fundadora de la ONG caritativa David’s Educational Opportunity Fund, encontró el amor redentor de Dios y despertó en su corazón la misión de ayudar a jóvenes en situación de pobreza.

Originaria de Madison, Wisconsin (Estados Unidos), el viaje de fe de Margaret marcado por la tragedia y un encuentro con Jesús Eucaristía, se transformó en una poderosa fuente de inspiración para muchos en Quito, Ecuador, al desarrollar junto a su esposo una ONG dedicada a apoyar a estudiantes talentosos que enfrentan dificultades económicas.

La pérdida de David

“David era, es y siempre será nuestro único hijo, nacido en 1981. Siempre fue una buena aventura ser su mamá: empezó a leer a la edad de 2 años; era actor adolescente en un teatro de Shakespeare y luego en teatro de improvisación”, cuenta Margaret en una reciente entrevista concedida a ACI Prensa.

Margaret recuerda que, desde joven, su hijo demostró una notable pasión por explorar el mundo y conectar con diversas culturas. A la edad de 17 años, David fue un estudiante de intercambio en Hungría. Su deseo de aprender y experimentar la vida en el extranjero lo llevó a África, donde pasó un mes en Ghana. No se detuvo allí; a la misma edad, comenzó a hacer voluntariado en un barrio hispanohablante en Chicago, donde también comenzó a aprender español.

A lo largo de su vida, David llegó a hablar con fluidez cuatro idiomas: inglés, español, húngaro y alemán. Este amor por el aprendizaje y la conexión lo llevó a Ecuador, donde, como estudiante universitario, decidió pasar un semestre de intercambio en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador desde febrero hasta junio de 2002.


Jóvenes ecuatorianos que reciben ayuda de David’s Educational Opportunity Fund. - Foto: Cortesía de David’s Educational Opportunity Fund

La vida de David se apagó repentinamente cuando desapareció cerca de la ciudad ecuatoriana de Zamora en 2002, un suceso que dejó a su madre en un profundo duelo. Ella tuvo que viajar a Ecuador para buscar a su hijo, cuyo paradero es desconocido hasta el día de hoy. Su cuerpo nunca fue encontrado.

“Me encontré solita en Zamora, hospedándome con una familia bondadosa y saliendo cada día con varios policías en la búsqueda de pistas que nos pudieran revelar algo acerca de David”, relata.

La Eucaristía como fuente de consuelo y un nuevo llamado

En esos días oscuros, Margaret encontró refugio en la iglesia local, donde la capilla del Santísimo se convirtió en su lugar de consuelo. “Vi pintadas en la pared las palabras que me hicieron saber que pertenecía a ese lugar. Desde entonces, las llevo siempre en mi mente y corazón: 'Venid a mí, los que estáis fatigados y angustiados, y yo os aliviaré'”, comparte, recordando las palabras de Cristo que la acompañaron en su dolor.

Lo que comenzó como una búsqueda desesperada se convirtió en una revelación de amor. “Recibí un don totalmente inesperado, creativo, de la infinita imaginación divina: una capacidad mucho más amplia que nunca, para amar a cada persona que me extendió la mano en esa situación tan mala”, expresa.

Margaret Fellker - Foto: David’s Educational Opportunity Fund

Esta experiencia transformó su perspectiva sobre el sufrimiento. “Era como un maná y recibí justo lo necesario cada día, cada mañana”, agrega, enfatizando cómo el amor la ayudó a conectarse con aquellos que también sufrían.

Margaret no sólo reflexionó sobre su propia pérdida, sino que también se abrió a las historias de los demás. “Podía acercarme a las otras personas con ese amor, escuchando sus historias con mucho interés. No pude quedarme en mí misma con mi dolor”, insiste.

La fundación de David’s Educational Opportunity Fund

Su camino hacia la sanación la llevó a fundar el David’s Educational Opportunity Fund, dedicado ofrecer apoyo financiero, educativo y emocional a estudiantes de secundaria y universitarios de familias de escasos recursos en Quito. Su objetivo es proporcionar un acompañamiento integral y constante para que estos jóvenes puedan completar su educación y desarrollar plenamente sus talentos, habilidades de liderazgo y cualidades de carácter.  

Margaret Fellker y los estudiantes ecuatorianos que forman parte del David’s Educational Opportunity Fund. - Foto: David’s Educational Opportunity Fund

“Fueron dos cosas las que me hicieron inevitable regresar a Ecuador con mi esposo Mike y nuestra hija Rachel en 2003: la bondad de todos que me habían ayudado, y la belleza que había visto. Así que empezamos con una señorita, Gaby Lima, que quería estudiar Ingeniería Ambiental. Luego otra, Verónica Guamba, que quería ser maestra de la educación temprana”, explica.  

A lo largo de los años, la organización ha crecido significativamente, y ha apoyado a 24 estudiantes actualmente graduados y 16 estudiantes en curso. “Nuestro trabajo es la alegría mía y de mi esposo, y nos llena la vida con lo que todos necesitamos: un propósito que nos llena la vida con sentido”, subraya.

Finalmente, Margaret reflexiona sobre su viaje, reconociendo que no quiere “que Dios sepa o crea que estoy satisfecha”, sino que desea seguir sirviendo a los jóvenes más necesitados. “Siempre he quedado atónita, sorprendida de la bendición de Dios, porque recibí de Él lo que permitió avanzar”, concluye.