Camino Católico

Mi foto
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.

Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

Mostrando entradas con la etiqueta Evangelio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Evangelio. Mostrar todas las entradas

jueves, 14 de agosto de 2025

Documental: ¿Quién es San Maximiliano María Kolbe?


Camino Católico.- Los Siervos del Hogar de la Madre han producido este documental sobre la vida de S. Maximiliano María Kolbe en H.M. Televisión, una figura grandiosa en el catolicismo del siglo XX. Kolbe fue un hombre de un celo apostólico extraordinario, un precursor en el uso de los medios de comunicación social para la transmisión del Evangelio y que consumó su vida con el testimonio del amor más grande: ser mártir de la caridad en Auschwitz.


El manantial de todo su dinamismo fue su amor apasionado a la Madre de Dios. Es conocido como «el loco de la Inmaculada». En medio de muchas dificultades exteriores, limitado físicamente por la tuberculosis, trabajó con pasión por la extensión del Evangelio.


Estuvo como misionero en Japón, y sus publicaciones llegaron a la India, a China, incluso a Arabia. Fundó en Polonia una ciudad para la Inmaculada: Niepokalanow. S. Maximiliano María es un ejemplo vivo de la generosidad apasionada en la entrega a Dios que puede suscitar la devoción a María, cuando es auténtica. Ser posesión de la Inmaculada era su ideal. Ella le llevó al don completo de sí mismo, a ser imitador perfecto de Jesucristo: nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos.


Entrevistas que aparecen en el documental:

• P. Rafaelle di Muro O.F.M conv. — Asistente General de la Milicia de la Inmaculada (Roma).

• P. Francisco Nahoe O.F.M, conv. — Prior del Convento de Reno, Nevada (EEUU).

• D. Javier Paredes — Catedrático de Historia, Universidad de Alcalá de Henares

• P. Félix López S.H.M– Siervos del Hogar de la Madre.


Música : Dexter Britain

miércoles, 13 de agosto de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 13-8-2025: «Aunque podamos traicionar, Dios nunca deja de amarnos y entonces podemos de verdad renacer y empezar a vivir como hijos siempre amados»

* «Nosotros estamos acostumbrados a juzgar. Dios, en cambio, acepta sufrir. Cuando ve el mal, no se venga, sino que se entristece. Y aquel “más le valdría a ese hombre no haber nacido” no es una condena impuesta a priori, sino una verdad que cada uno de nosotros puede reconocer: si renegamos del amor que nos ha engendrado, si traicionando nos volvemos infieles a nosotros mismos, entonces realmente perdemos el sentido de nuestra venida al mundo y nos autoexcluimos de la salvación»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «La fe no nos evita la posibilidad del pecado, sino que nos ofrece siempre una vía para salir: la de la misericordia. Jesús no se escandaliza frente a nuestra fragilidad. Sabe bien que ninguna amistad es inmune al riesgo de traición. Pero sigue fiándose. Sigue sentándose en la mesa con los suyos. No renuncia a partir el pan, incluso para quien lo traicionará. Esta es la fuerza silenciosa de Dios: no abandona nunca la mesa del amor, ni siquiera cuando sabe que lo dejarán solo»

13 de agosto de 2025.- (Camino Católico).- "Jesús no señaló con el dedo ni acusó a Judas durante la última cena. Prefirió hablar de modo que cada discípulo se mirara a sí mismo, y surgió la pregunta que atraviesa los siglos: «¿Seré yo?». Catequesis del Papa León XIV. “Aunque  podamos traicionar, Dios nunca deja de amarnos. Y si nos dejamos alcanzar por este amor – humilde,  herido, pero siempre fiel – entonces podemos de verdad renacer. Y empezar a vivir ya no como traidores,  sino como hijos siempre amados”, ha dicho el Papa en la catequesis de este miércoles 13 de agosto, celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano debido a las altas temperaturas en Roma. La gran afluencia de fieles que han acudido para escuchar al Santo Padre ha hecho que muchos tuvieran que seguir el encuentro desde la Basílica de San Pedro y la Plaza de San Pedro, donde luego ha ido el Pontífice a saludarlos y bendecirlos. 

El Santo Padre ha destacado el dramatismo de la escena relatada por San Marcos, cuando Jesús anuncia que uno de los Doce lo traicionará (Mc 14,18). El ambiente se llenó de silencio, preguntas y sospechas. “Jesús no condena; muestra que el amor verdadero no puede prescindir de la verdad”, ha explicado. León XIV subraya que el lamento de Jesús — ¡Ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre será entregado!”(Mc 14,21)— no es una maldición, sino un dolor profundo por la traición". En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:


AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Aula Pablo VI

Miércoles, 13 de agosto de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 1. La traición. «¿Seré yo?» (Mc 14,19)

Queridos hermanos y hermanas:

Continuamos nuestro camino en la escuela del Evangelio, siguiendo los pasos de Jesús en los últimos días de su vida. Hoy nos detenemos en una escena íntima, dramática, pero también profundamente verdadera: el momento en el que durante la cena pascual Jesús revela que uno de los Doce está a punto de traicionarlo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo» (Mc 14,18).

Son palabras contundentes. Jesús no las pronuncia para condenar, sino para mostrar que el amor, cuando es verdadero, no puede prescindir de la verdad. La habitación del piso superior, donde poco antes se había preparado todo con atención, se llena de repente de un dolor silencioso, hecho de preguntas, de sospechas, de vulnerabilidad. Es un dolor que conocemos bien también nosotros, cuando en las relaciones más queridas se insinúa la sombra de la traición.

Sin embargo, el modo en el que Jesús habla de lo que está a punto de suceder es sorprendente. No levanta la voz, no señala con el dedo, no pronuncia el nombre de Judas. Habla de tal modo que cada uno pueda cuestionarse a sí mismo. Y es precisamente eso lo que sucede: «Ellos comenzaron a entristecerse y a preguntarle uno tras otro: ‘¿Seré yo?’» (Mc 14,19).

Queridos amigos, esta pregunta – “¿Seré yo?” – es quizá una de las preguntas más sinceras que podemos hacernos a nosotros mismos. No es la pregunta del inocente, sino la del discípulo que descubre su fragilidad. No es el grito del culpable, sino el susurro de quien, aunque queriendo amar, sabe que puede herir. Es en esta consciencia donde inicia el camino de la salvación.

Jesús no denuncia para humillar. Dice la verdad porque quiere salvar. Y para ser salvados hay que sentir: sentir que se está involucrado, sentir que se es amado a pesar de todo, sentir que el mal es real pero no tiene la última palabra. Solo quien ha conocido la verdad de un amor profundo puede aceptar también la herida de una traición.

La reacción de los discípulos no es rabia, sino tristeza. No se indignan, se entristecen. Es un dolor que nace de la posibilidad real de ser involucrados. Y precisamente esta tristeza, si se acoge con sinceridad, se convierte en un lugar de conversión. El Evangelio no nos enseña a negar el mal, sino a reconocerlo como una ocasión dolorosa para renacer.

Jesús, después, añade una frase que nos inquieta y nos hace pensar: «El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre será entregado!; ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!» (Mc 14,21). Son palabras duras, ciertamente, pero hay que entenderlas bien: no se trata de una maldición, es más bien un grito de dolor. En griego ese “ay de aquel” suena como un lamento, como un “ay”, una exclamación de compasión sincera y profunda.

Nosotros estamos acostumbrados a juzgar. Dios, en cambio, acepta sufrir. Cuando ve el mal, no se venga, sino que se entristece. Y aquel “más le valdría a ese hombre no haber nacido” no es una condena impuesta a priori, sino una verdad que cada uno de nosotros puede reconocer: si renegamos del amor que nos ha engendrado, si traicionando nos volvemos infieles a nosotros mismos, entonces realmente perdemos el sentido de nuestra venida al mundo y nos autoexcluimos de la salvación.

Sin embargo, precisamente allí, en el punto más oscuro, la luz no se apaga. Es más, comienza a brillar. Porque si reconocemos nuestro límite, si nos dejamos tocar por el dolor de Cristo, entonces podemos finalmente nacer de nuevo. La fe no nos evita la posibilidad del pecado, sino que nos ofrece siempre una vía para salir: la de la misericordia.

Jesús no se escandaliza frente a nuestra fragilidad. Sabe bien que ninguna amistad es inmune al riesgo de traición. Pero sigue fiándose. Sigue sentándose en la mesa con los suyos. No renuncia a partir el pan, incluso para quien lo traicionará. Esta es la fuerza silenciosa de Dios: no abandona nunca la mesa del amor, ni siquiera cuando sabe que lo dejarán solo.

Queridos hermanos y hermanas, también nosotros podemos preguntarnos hoy, con sinceridad: “¿Seré yo?”. No para sentirnos acusados, sino para abrir un espacio a la verdad en nuestro corazón. La salvación comienza aquí: en la conciencia de que podremos ser nosotros los que rompamos la confianza en Dios, pero que podemos ser también nosotros los que la recojamos, la custodiemos y la renovemos.

En el fondo, esta es la esperanza: saber que, aunque podamos fallar, Dios nunca nos falla. Aunque podamos traicionar, Él nunca deja de amarnos. Y si nos dejamos alcanzar por este amor – humilde, herido, pero siempre fiel – entonces podemos de verdad renacer. Y empezar a vivir ya no como traidores, sino como hijos siempre amados.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Continuamos reflexionando sobre los últimos días de la vida de Jesús. Hoy contemplamos el momento de la última cena en el que Jesús revela a sus apóstoles que uno de ellos lo iba a traicionar. La posibilidad de una traición entristece a todos. Y precisamente esta tristeza, si se acoge con sinceridad, se convierte en un lugar de conversión. Jesús no dice estas palabras para humillar, sino para salvar; y esto nos enseña que no debemos negar el mal, sino reconocerlo como una ocasión dolorosa para poder renacer. 

También nosotros estamos llamados a examinar nuestra vida, con sus luces y sus sombras. Si reconocemos nuestros límites, si nos dejamos tocar por el dolor de Cristo, entonces podemos nacer de nuevo. Queridos amigos, a pesar de nuestras traiciones, Jesús nunca nos abandona. Acudamos a Él con sinceridad y confianza, pidiéndole que seamos siempre capaces de acoger el don de su amistad.  

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor Jesús un corazón humilde y abierto a su gracia para que, como hacemos en la Eucaristía, esté dispuesto a reconocer las faltas, a pedir perdón y a empezar de nuevo cada día, con la certeza de sabernos infinitamente amados por Él. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Saludo a los peregrinos polacos. En vísperas de la memoria litúrgica de San Maximiliano María Kolbe, los animo a seguir el ejemplo de su heroica actitud de sacrificio por los demás. Por su intercesión, imploren a Dios que conceda la paz a todos los pueblos que sufren la tragedia de la guerra. Los bendigo de todo corazón.

Finalmente, mi pensamiento va a los enfermos, a los recién casados —un aplauso para todos los que nos acompañan— y a los jóvenes, especialmente a los que participan en el Campamento Internacional de la Organización Juvenil "Giorgio La Pira". A medida que se acerca la Solemnidad de la Asunción, quisiera animarlos a rezar constantemente a la Virgen María, siguiendo su ejemplo al abrazar plenamente la vocación a la familiaridad con Dios y al cuidado de cada persona.

¡Mi bendición a todos!

Saludo improvisado a los fieles en el patio de Petriano:

¡Muchas gracias por su paciencia! ¡Un aplauso para todos!

Gracias a todos, incluso con el sol que calienta tanto… pero son conscientes. ¡Saludos!

¡Que Dios los bendiga a todos! Que siempre los sostenga en sus manos. Y que siempre sean bendecidos por esta gracia de saber que Dios es misericordioso.

Y que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes hoy y siempre.

¡Que Dios los bendiga a todos!

Saludo improvisado en la Basílica de San Pedro:

¡Buenos días a todos!

Si escucharon la catequesis, habrán oído que Jesús nunca nos abandona, que siempre nos invita a la conversión y a buscar el camino que nos lleva a Él, a Dios Padre. Por eso, queremos vivir este momento de despedida con la alegría de poder encontrarnos y renovar nuestra fe aquí, a los pies de San Pedro; para renovar el espíritu de esperanza tan importante durante este Año Jubilar.

Que Dios esté con todos ustedes, que Él sea siempre fuente de luz y gracia. Jesús, que nunca nos abandona, siempre estará con nosotros si nuestros corazones están abiertos, si estamos dispuestos a vivir unidos en la fe.

Que Dios los bendiga a todos. Que tengan un buen viaje. Que la gracia del Señor los acompañe, llenando sus corazones de ese deseo que todos compartimos de experimentar una auténtica conversión, de caminar unidos en la Iglesia, de renovar nuestra fe y de ser auténticos testigos de Jesucristo y su Evangelio a través de la Palabra.

Hermanos y hermanas, que el Señor esté con ustedes. Que Dios Todopoderoso los bendiga y los acompañe siempre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Les deseo lo mejor a todos! Que Dios los bendiga.

Papa León XIV












Fotos: Vatican Media, 13-8-2025

martes, 12 de agosto de 2025

La Transfiguración: Bajada al Tabor interior personal, la contemplación / Por Cardenal Raniero Cantalamessa Ofm Cap

Camino Católico.- El Cardenal Rainiero Cantalamessa, profundiza en una meditación a jóvenes consagradas en el año 2011 sobre la Transfiguración centrándose en la bajada al Tabor interior personal, la contemplación.

lunes, 11 de agosto de 2025

La Transfiguración en el Tabor nos invita a buscar solo a Jesús / Por Cardenal Raniero Cantalamessa Ofm Cap

Camino Católico.- El Cardenal Rainiero Cantalamessa, profundiza en una meditación a jóvenes consagradas en el año 2011 sobre la Transfiguración en el Tabor que nos invita a querer y buscar solo a Jesús para invocando al Espíritu Santo conocer a Dios Padre.

domingo, 10 de agosto de 2025

miércoles, 6 de agosto de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 6-8-2025: «La Eucaristía no se celebra solo sobre el altar, sino en la vida cotidiana: estamos llamados a hacer de cada acontecimiento una ofrenda y una acción de gracias al Señor»

* «Cada gesto de disponibilidad, cada acto gratuito, cada perdón ofrecido por adelantado, cada esfuerzo aceptado con paciencia es una forma de preparar un lugar donde Dios puede habitar. Podemos entonces preguntarnos: ¿qué espacios de mi vida necesito reordenar para que estén listos para acoger al Señor? ¿Qué significa para mí hoy «preparar»? Quizás renunciar a una pretensión, dejar de esperar que el otro cambie, dar el primer paso. Quizás escuchar más, obrar menos o aprender a confiar en lo que ya está dispuesto»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Hoy se cumple el 80.º aniversario del bombardeo atómico de la ciudad japonesa de Hiroshima, y dentro de tres días recordaremos el de Nagasaki. Deseo asegurar mis oraciones por todos aquellos que sufrieron sus efectos físicos, psicológicos y sociales… Espero que en el mundo contemporáneo, marcado por fuertes tensiones y conflictos sangrientos, la seguridad ilusoria basada en la amenaza de la destrucción mutua dé paso a los instrumentos de la justicia, a la práctica del diálogo y a la confianza en la fraternidad»

6 de agosto de 2025.- (Camino Católico).- «La Eucaristía no se celebra solamente sobre el altar, sino en la vida cotidiana, donde estamos llamados a hacer de cada acontecimiento una ofrenda y una acción de gracias al Señor», ha dicho el Papa León XIV en su catequesis de la audiencia general, en la plaza de san Pedro, este primer miércoles de agosto.

El Santo Padre ha reflexionado sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Para comenzar, ha invitado a todos a meditar sobre la palabra «preparar», que «parece sencilla, pero encierra un precioso secreto de la vida cristiana».


En el Evangelio de Marcos, en preparación para la Pascua, los doce apóstoles le hacen a Jesús una pregunta muy práctica: «¿Dónde quieres que vayamos a preparar la Pascua?». El Papa León señala que ellos eran conscientes de que algo importante iba a suceder y, a su vez, recibieron una respuesta muy simbólica de Jesús: «Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un jarro de agua».

Al final de la audiencia general, el Papa ha recordado el 80 aniversario de los bombardeos atómicos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, "acontecimientos trágicos" que siguen siendo "una advertencia universal" contra "las devastaciones" causadas por los conflictos y las armas nucleares: que en un mundo marcado por tensiones y guerras, se pueda redescubrir la justicia y se renueve la "confianza en la fraternidad". En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 6 de agosto de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 1. La preparación de la cena. «Prepárennos allí lo necesario» (Mc 14,15)

Queridos hermanos y hermanas,

seguimos nuestro camino jubilar al descubrimiento del rostro de Cristo, en el que nuestra esperanza toma forma y consistencia. Hoy comenzamos a reflexionar sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Iniciemos meditando una palabra que parece sencilla, pero que custodia un secreto precioso de la vida cristiana: preparar.

En el Evangelio de Marcos se cuenta que «el primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”». (Mc 14,12). Es una pregunta práctica, pero también cargada de expectación. Los discípulos intuyen que algo importante está a punto de suceder, pero no conocen los detalles. La respuesta de Jesús parece casi un enigma: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua.» (v. 13). Los detalles se vuelven simbólicos: un hombre que lleva un cántaro —gesto habitualmente femenino en aquella época—, una sala en el piso superior ya preparada, un dueño de la casa desconocido. Es como si todas las cosas hubieran sido preparadas de antemano. De hecho, así es. En este episodio, el Evangelio nos revela que el amor no es fruto del azar, sino de una elección consciente. No se trata de una simple reacción, sino de una decisión que requiere preparación. Jesús no afronta su pasión por fatalidad, sino por fidelidad a un camino acogido y recorrido con libertad y cuidado. Esto es lo que nos consuela: saber que el don de su vida nace de una intención profunda, no de un impulso repentino.

Esa «sala en el piso superior ya preparada» nos dice que Dios siempre nos precede. Incluso antes de que nos demos cuenta de que necesitamos acogida, el Señor ya ha preparado para nosotros un espacio donde reconocernos y sentirnos sus amigos. Este lugar es, en el fondo, nuestro corazón: una “sala” que puede parecer vacía, pero que solo espera ser reconocida, llenada y custodiada. La Pascua, que los discípulos deben preparar, está en realidad ya preparada en el corazón de Jesús. Es Él quien lo ha pensado todo, dispuesto todo, decidido todo. Sin embargo, pide a sus amigos que hagan su parte. Esto nos enseña algo esencial para nuestra vida espiritual: la gracia no elimina nuestra libertad, sino que la despierta. El don de Dios no anula nuestra responsabilidad, sino que la hace fecunda.

Hoy, como entonces, hay una cena que preparar. No se trata solo de la liturgia, sino de nuestra disponibilidad a entrar en un gesto que nos supera. La Eucaristía no se celebra solo en el altar, sino también en la vida cotidiana, donde es posible vivir todo como ofrenda y acción de gracias. Prepararse para celebrar esta acción de gracias no significa hacer más, sino dejar espacio. Significa quitar lo que estorba, rebajar las pretensiones, dejar de cultivar expectativas irreales. Con demasiada frecuencia, de hecho, confundimos los preparativos con las ilusiones. Las ilusiones nos distraen, los preparativos nos orientan. Las ilusiones buscan un resultado, los preparativos hacen posible un encuentro. El amor verdadero —nos recuerda el Evangelio— se da incluso antes de ser correspondido. Es un don anticipado. No se basa en lo que recibe, sino en lo que desea ofrecer. Es lo que Jesús vivió con los suyos: mientras ellos aún no entendían, mientras uno estaba a punto de traicionarlo y otro de renegar de él, Él preparaba una cena de comunión para todos.

Queridos hermanos y hermanas, también nosotros estamos invitados a «preparar la Pascua» del Señor. No solo la litúrgica, sino también la de nuestra vida. Cada gesto de disponibilidad, cada acto gratuito, cada perdón ofrecido por adelantado, cada esfuerzo aceptado con paciencia es una forma de preparar un lugar donde Dios puede habitar. Podemos entonces preguntarnos: ¿qué espacios de mi vida necesito reordenar para que estén listos para acoger al Señor? ¿Qué significa para mí hoy «preparar»? Quizás renunciar a una pretensión, dejar de esperar que el otro cambie, dar el primer paso. Quizás escuchar más, obrar menos o aprender a confiar en lo que ya está dispuesto.

Si acogemos la invitación a preparar el lugar de la comunión con Dios y entre nosotros, descubrimos que estamos rodeados de signos, encuentros, palabras que nos orientan hacia esa sala, espaciosa y ya preparada, en la que se celebra incesantemente el misterio de un amor infinito, que nos sostiene y siempre nos precede. Que el Señor nos conceda ser humildes preparadores de su presencia. Y, en esta disponibilidad cotidiana, crezca también en nosotros esa confianza serena que nos permite afrontar todo con el corazón libre. Porque donde se ha preparado el amor, la vida puede realmente florecer.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas: 

En el ciclo de catequesis jubilares dedicado a Cristo, nuestra esperanza, hoy comenzamos a reflexionar sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Iniciamos meditando sobre un verbo muy valioso en la vida cristiana, que es “preparar”.

Jesús les pide a sus discípulos que “preparen” la sala donde celebrarían la Pascua. En este gesto, vemos la importancia de prepararnos y de hacer espacio para recibir al Señor en nuestra vida. Otra enseñanza es que Jesús no lo hace todo solo, sino que solicita la ayuda de sus amigos. Esto significa que el don de Dios no anula nuestra responsabilidad ni nuestra libertad, sino que las reaviva y las hace fecundas.

También hoy, como entonces, los discípulos de Jesús tenemos que preparar una cena. Se trata de la Eucaristía, que no se celebra solamente sobre el altar, sino en la vida cotidiana, donde estamos llamados a hacer de cada acontecimiento una ofrenda y una acción de gracias al Señor.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a Jesús, el Pan vivo bajado del cielo, que nos conceda saber preparar con humildad y vivir con buena disposición la celebración de la Santa Misa, así como hacer de toda nuestra vida una continua Eucaristía. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Hoy se cumple el 80.º aniversario del bombardeo atómico de la ciudad japonesa de Hiroshima, y dentro de tres días recordaremos el de Nagasaki. Deseo asegurar mis oraciones por todos aquellos que sufrieron sus efectos físicos, psicológicos y sociales. A pesar del paso de los años, aquellos trágicos acontecimientos constituyen una advertencia universal contra la devastación causada por las guerras y, en particular, por las armas nucleares. Espero que en el mundo contemporáneo, marcado por fuertes tensiones y conflictos sangrientos, la seguridad ilusoria basada en la amenaza de la destrucción mutua dé paso a los instrumentos de la justicia, a la práctica del diálogo y a la confianza en la fraternidad.

Finalmente, pienso en los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración de Cristo: que el rostro luminoso del Señor sea para ustedes fuente de esperanza y consuelo.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV






Fotos: Vatican Media, 6-8-2025