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miércoles, 6 de agosto de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 6-8-2025: «La Eucaristía no se celebra solo sobre el altar, sino en la vida cotidiana: estamos llamados a hacer de cada acontecimiento una ofrenda y una acción de gracias al Señor»

* «Cada gesto de disponibilidad, cada acto gratuito, cada perdón ofrecido por adelantado, cada esfuerzo aceptado con paciencia es una forma de preparar un lugar donde Dios puede habitar. Podemos entonces preguntarnos: ¿qué espacios de mi vida necesito reordenar para que estén listos para acoger al Señor? ¿Qué significa para mí hoy «preparar»? Quizás renunciar a una pretensión, dejar de esperar que el otro cambie, dar el primer paso. Quizás escuchar más, obrar menos o aprender a confiar en lo que ya está dispuesto»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Hoy se cumple el 80.º aniversario del bombardeo atómico de la ciudad japonesa de Hiroshima, y dentro de tres días recordaremos el de Nagasaki. Deseo asegurar mis oraciones por todos aquellos que sufrieron sus efectos físicos, psicológicos y sociales… Espero que en el mundo contemporáneo, marcado por fuertes tensiones y conflictos sangrientos, la seguridad ilusoria basada en la amenaza de la destrucción mutua dé paso a los instrumentos de la justicia, a la práctica del diálogo y a la confianza en la fraternidad»

6 de agosto de 2025.- (Camino Católico).- «La Eucaristía no se celebra solamente sobre el altar, sino en la vida cotidiana, donde estamos llamados a hacer de cada acontecimiento una ofrenda y una acción de gracias al Señor», ha dicho el Papa León XIV en su catequesis de la audiencia general, en la plaza de san Pedro, este primer miércoles de agosto.

El Santo Padre ha reflexionado sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Para comenzar, ha invitado a todos a meditar sobre la palabra «preparar», que «parece sencilla, pero encierra un precioso secreto de la vida cristiana».


En el Evangelio de Marcos, en preparación para la Pascua, los doce apóstoles le hacen a Jesús una pregunta muy práctica: «¿Dónde quieres que vayamos a preparar la Pascua?». El Papa León señala que ellos eran conscientes de que algo importante iba a suceder y, a su vez, recibieron una respuesta muy simbólica de Jesús: «Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un jarro de agua».

Al final de la audiencia general, el Papa ha recordado el 80 aniversario de los bombardeos atómicos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, "acontecimientos trágicos" que siguen siendo "una advertencia universal" contra "las devastaciones" causadas por los conflictos y las armas nucleares: que en un mundo marcado por tensiones y guerras, se pueda redescubrir la justicia y se renueve la "confianza en la fraternidad". En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 6 de agosto de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 1. La preparación de la cena. «Prepárennos allí lo necesario» (Mc 14,15)

Queridos hermanos y hermanas,

seguimos nuestro camino jubilar al descubrimiento del rostro de Cristo, en el que nuestra esperanza toma forma y consistencia. Hoy comenzamos a reflexionar sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Iniciemos meditando una palabra que parece sencilla, pero que custodia un secreto precioso de la vida cristiana: preparar.

En el Evangelio de Marcos se cuenta que «el primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”». (Mc 14,12). Es una pregunta práctica, pero también cargada de expectación. Los discípulos intuyen que algo importante está a punto de suceder, pero no conocen los detalles. La respuesta de Jesús parece casi un enigma: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua.» (v. 13). Los detalles se vuelven simbólicos: un hombre que lleva un cántaro —gesto habitualmente femenino en aquella época—, una sala en el piso superior ya preparada, un dueño de la casa desconocido. Es como si todas las cosas hubieran sido preparadas de antemano. De hecho, así es. En este episodio, el Evangelio nos revela que el amor no es fruto del azar, sino de una elección consciente. No se trata de una simple reacción, sino de una decisión que requiere preparación. Jesús no afronta su pasión por fatalidad, sino por fidelidad a un camino acogido y recorrido con libertad y cuidado. Esto es lo que nos consuela: saber que el don de su vida nace de una intención profunda, no de un impulso repentino.

Esa «sala en el piso superior ya preparada» nos dice que Dios siempre nos precede. Incluso antes de que nos demos cuenta de que necesitamos acogida, el Señor ya ha preparado para nosotros un espacio donde reconocernos y sentirnos sus amigos. Este lugar es, en el fondo, nuestro corazón: una “sala” que puede parecer vacía, pero que solo espera ser reconocida, llenada y custodiada. La Pascua, que los discípulos deben preparar, está en realidad ya preparada en el corazón de Jesús. Es Él quien lo ha pensado todo, dispuesto todo, decidido todo. Sin embargo, pide a sus amigos que hagan su parte. Esto nos enseña algo esencial para nuestra vida espiritual: la gracia no elimina nuestra libertad, sino que la despierta. El don de Dios no anula nuestra responsabilidad, sino que la hace fecunda.

Hoy, como entonces, hay una cena que preparar. No se trata solo de la liturgia, sino de nuestra disponibilidad a entrar en un gesto que nos supera. La Eucaristía no se celebra solo en el altar, sino también en la vida cotidiana, donde es posible vivir todo como ofrenda y acción de gracias. Prepararse para celebrar esta acción de gracias no significa hacer más, sino dejar espacio. Significa quitar lo que estorba, rebajar las pretensiones, dejar de cultivar expectativas irreales. Con demasiada frecuencia, de hecho, confundimos los preparativos con las ilusiones. Las ilusiones nos distraen, los preparativos nos orientan. Las ilusiones buscan un resultado, los preparativos hacen posible un encuentro. El amor verdadero —nos recuerda el Evangelio— se da incluso antes de ser correspondido. Es un don anticipado. No se basa en lo que recibe, sino en lo que desea ofrecer. Es lo que Jesús vivió con los suyos: mientras ellos aún no entendían, mientras uno estaba a punto de traicionarlo y otro de renegar de él, Él preparaba una cena de comunión para todos.

Queridos hermanos y hermanas, también nosotros estamos invitados a «preparar la Pascua» del Señor. No solo la litúrgica, sino también la de nuestra vida. Cada gesto de disponibilidad, cada acto gratuito, cada perdón ofrecido por adelantado, cada esfuerzo aceptado con paciencia es una forma de preparar un lugar donde Dios puede habitar. Podemos entonces preguntarnos: ¿qué espacios de mi vida necesito reordenar para que estén listos para acoger al Señor? ¿Qué significa para mí hoy «preparar»? Quizás renunciar a una pretensión, dejar de esperar que el otro cambie, dar el primer paso. Quizás escuchar más, obrar menos o aprender a confiar en lo que ya está dispuesto.

Si acogemos la invitación a preparar el lugar de la comunión con Dios y entre nosotros, descubrimos que estamos rodeados de signos, encuentros, palabras que nos orientan hacia esa sala, espaciosa y ya preparada, en la que se celebra incesantemente el misterio de un amor infinito, que nos sostiene y siempre nos precede. Que el Señor nos conceda ser humildes preparadores de su presencia. Y, en esta disponibilidad cotidiana, crezca también en nosotros esa confianza serena que nos permite afrontar todo con el corazón libre. Porque donde se ha preparado el amor, la vida puede realmente florecer.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas: 

En el ciclo de catequesis jubilares dedicado a Cristo, nuestra esperanza, hoy comenzamos a reflexionar sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Iniciamos meditando sobre un verbo muy valioso en la vida cristiana, que es “preparar”.

Jesús les pide a sus discípulos que “preparen” la sala donde celebrarían la Pascua. En este gesto, vemos la importancia de prepararnos y de hacer espacio para recibir al Señor en nuestra vida. Otra enseñanza es que Jesús no lo hace todo solo, sino que solicita la ayuda de sus amigos. Esto significa que el don de Dios no anula nuestra responsabilidad ni nuestra libertad, sino que las reaviva y las hace fecundas.

También hoy, como entonces, los discípulos de Jesús tenemos que preparar una cena. Se trata de la Eucaristía, que no se celebra solamente sobre el altar, sino en la vida cotidiana, donde estamos llamados a hacer de cada acontecimiento una ofrenda y una acción de gracias al Señor.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a Jesús, el Pan vivo bajado del cielo, que nos conceda saber preparar con humildad y vivir con buena disposición la celebración de la Santa Misa, así como hacer de toda nuestra vida una continua Eucaristía. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Hoy se cumple el 80.º aniversario del bombardeo atómico de la ciudad japonesa de Hiroshima, y dentro de tres días recordaremos el de Nagasaki. Deseo asegurar mis oraciones por todos aquellos que sufrieron sus efectos físicos, psicológicos y sociales. A pesar del paso de los años, aquellos trágicos acontecimientos constituyen una advertencia universal contra la devastación causada por las guerras y, en particular, por las armas nucleares. Espero que en el mundo contemporáneo, marcado por fuertes tensiones y conflictos sangrientos, la seguridad ilusoria basada en la amenaza de la destrucción mutua dé paso a los instrumentos de la justicia, a la práctica del diálogo y a la confianza en la fraternidad.

Finalmente, pienso en los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración de Cristo: que el rostro luminoso del Señor sea para ustedes fuente de esperanza y consuelo.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV






Fotos: Vatican Media, 6-8-2025

miércoles, 30 de julio de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 30-7-2025: «Necesitamos pedirle al Señor que sane nuestra forma de comunicarnos, no solo para ser más eficaces, sino para evitar herir a los demás con nuestras palabras»

* «Para conocer verdaderamente a Jesús hay que recorrer un camino, hay que estar con Él y atravesar también su Pasión. Cuando lo hayamos visto humillado y sufriendo, cuando experimentemos el poder salvífico de su Cruz, entonces podremos decir que lo hemos conocido verdaderamente. No hay atajos para convertirse en discípulos de Jesús»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Renuevo mi profundo dolor por el brutal ataque terrorista perpetrado en la noche del 26 al 27 de julio pasado en Komanda, en la parte oriental de la República Democrática del Congo, donde más de cuarenta cristianos fueron asesinados en una iglesia durante una vigilia de oración y en sus propias casas. Mientras encomiendo a las víctimas a la amorosa misericordia de Dios, rezo por los heridos y por los cristianos que en todo el mundo siguen sufriendo violencia y persecución, y exhorto a quienes tienen responsabilidad a nivel local e internacional a que colaboren para prevenir similares tragedias»


 30 de julio de 2025.- (Camino Católico).- En la audiencia general en la Plaza de San Pedro, reanudada tras la pausa veraniega, León XIV concluye el «recorrido por la vida pública de Jesús» con una última catequesis sobre las curaciones, proponiendo la del hombre que no hablaba ni oía y deteniéndose en el tema de la falta de comunicación y el exceso de información e imágenes que a menudo recibimos «falsas o distorsionadas». El Pontífice pide rezar para evitar hacer daño a los demás con nuestras palabras: “Todos necesitamos pedirle al Señor que sane nuestra forma de comunicarnos, no solo para ser más eficaces, sino también para evitar herir a los demás con nuestras palabras”.

Al final de la audiencia general, el Papa reitera su profundo pesar por el atentado terrorista en una parroquia de Komanda, República Democrática del Congo e insta a los responsables a colaborar para prevenir la violencia y la persecución contra los creyentes. El Pontífice recuerda a continuación el 50.º aniversario de la firma del Acta Final de Helsinki, de la que, afirma, es esencial preservar el Espíritu. También exhorta a la perseverancia en el diálogo y a fortalecer la cooperación. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 30 de julio de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las curaciones. 12. El sordomudo. «Y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc 7,32-37)

Queridos hermanos y hermanas:

Con esta catequesis terminamos nuestro recorrido por la vida pública de Jesús, hecha de encuentros, parábolas y curaciones.

También este tiempo que estamos viviendo necesita curación. Nuestro mundo está atravesado por un clima de violencia y odio que mortifica la dignidad humana. Vivimos en una sociedad que se está enfermando a causa de una «bulimia» de conexiones en las redes sociales: estamos hiperconectados, bombardeados por imágenes, a veces incluso falsas o distorsionadas. Somos arrollados por múltiples mensajes que suscitan en nosotros una tormenta de emociones contradictorias.

En este escenario, es posible que surja en nosotros el deseo de apagar todo. Podemos llegar a preferir no sentir nada. Nuestras palabras también corren el riesgo de ser malinterpretadas, y podemos sentir la tentación de encerrarnos en el silencio, en una incomunicación en la que, por muy cercanos que estemos, ya no somos capaces de decirnos las cosas más simples y profundas.

A este respecto, me gustaría detenerme hoy en un texto del Evangelio de Marcos que nos presenta a un hombre que no habla ni oye (cf. Mc 7, 31-37). Precisamente como nos podría pasar a nosotros hoy, este hombre quizá decidió no hablar más porque no se sentía comprendido, y apagar toda voz porque se sentía decepcionado y herido por lo que había oído. De hecho, no es él quien acude a Jesús para ser sanado, sino que lo llevan otras personas. Se podría pensar que quienes lo conducen al Maestro son los que están preocupados por su aislamiento. Sin embargo, la comunidad cristiana ha visto en estas personas también la imagen de la Iglesia, que acompaña a cada ser humano hasta Jesús para que escuche su palabra. El episodio tiene lugar en un territorio pagano, por lo que nos encontramos en un contexto en el que otras voces tienden a cubrir la voz de Dios.

El comportamiento de Jesús puede parecer extraño al principio, porque toma consigo a esta persona y la lleva aparte (v. 33a). Parece así acentuar su aislamiento; pero, mirándolo bien, este gesto nos ayuda a comprender lo que se esconde detrás del silencio y la cerrazón de este hombre, como si hubiera captado su necesidad de intimidad y cercanía.

Jesús le ofrece ante todo una proximidad silenciosa, a través de gestos que hablan de un encuentro profundo: toca los oídos y la lengua de este hombre (cf. v. 33b). Jesús no usa muchas palabras, dice lo único que es necesario en este momento: «¡Ábrete!» (v. 34). Marcos reproduce la palabra en arameo, “efatà”, casi para hacernos sentir «en vivo» el sonido y el soplo. Esta palabra, sencilla y hermosa, contiene la invitación que Jesús dirige a este hombre que ha dejado de escuchar y de hablar. Es como si Jesús le dijera: «¡Ábrete a este mundo que te asusta! ¡Ábrete a las relaciones que te han decepcionado! ¡Ábrete a la vida que has renunciado a afrontar!». Cerrarse, de hecho, nunca es una solución.

Después del encuentro con Jesús, esa persona no solo vuelve a hablar, sino que lo hace «normalmente» (v. 35). Este adverbio insertado por el evangelista parece querer decirnos algo más sobre los motivos de su silencio. Quizás este hombre dejó de hablar porque le parecía que decía las cosas mal, quizás no se sentía adecuado. Todos experimentamos que se nos malinterpreta y que no nos sentimos comprendidos. Todos necesitamos pedirle al Señor que sane nuestra forma de comunicarnos, no solo para ser más eficaces, sino también para evitar herir a los demás con nuestras palabras.

Volver a hablar “normalmente” es el comienzo de un camino, no es todavía el punto de llegada. De hecho, Jesús prohíbe a ese hombre contar lo que le ha sucedido (cf. v. 36). Para conocer verdaderamente a Jesús hay que recorrer un camino, hay que estar con Él y atravesar también su Pasión. Cuando lo hayamos visto humillado y sufriendo, cuando experimentemos el poder salvífico de su Cruz, entonces podremos decir que lo hemos conocido verdaderamente. No hay atajos para convertirse en discípulos de Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor que podamos aprender a comunicarnos con honestidad y prudencia. Oremos por todos aquellos que han sido heridos por las palabras de los demás. Oremos por la Iglesia, para que nunca falte en su tarea de llevar a las personas a Jesús, para que puedan escuchar

su Palabra, ser sanadas por ella y convertirse, a su vez, en portadoras de su anuncio de salvación.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta última catequesis dedicada a la vida pública de Jesús, reflexionamos sobre el texto evangélico de la curación del sordomudo. Aquella persona enferma, que no podía hablar ni oír, fue llevada por otros a la presencia de Jesús. En este gesto de fraternidad podemos ver la imagen de la Iglesia, que acompaña a todos al encuentro del Señor.   

Vemos en este relato que Jesús le ofrece al sordomudo una proximidad silenciosa, realiza gestos significativos y pronuncia una sola palabra: “Efatá”, que significa “Ábrete”. Esta palabra es una invitación a no encerrarse ni aislarse, sino a comunicarse y relacionarse con los demás de un modo nuevo.

En el mundo de hoy, donde estamos “hiperconectados”, tantas veces bombardeados de imágenes y mensajes que nos provocan emociones contradictorias, y podemos tener la tentación de cerrarnos en nosotros mismos, el Evangelio nos invita a una comunicación profunda con Dios y con los hermanos.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los numerosos grupos de jóvenes aquí reunidos para el Jubileo de los Jóvenes. Pidamos hoy de manera especial por la Iglesia, para que nunca deje de llevar a las personas al encuentro con el Señor, para que escuchen su Palabra, curen sus heridas y sean asimismo mensajeras de la Buena Noticia. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Renuevo mi profundo dolor por el brutal ataque terrorista perpetrado en la noche del 26 al 27 de julio pasado en Komanda, en la parte oriental de la República Democrática del Congo, donde más de cuarenta cristianos fueron asesinados en una iglesia durante una vigilia de oración y en sus propias casas. Mientras encomiendo a las víctimas a la amorosa misericordia de Dios, rezo por los heridos y por los cristianos que en todo el mundo siguen sufriendo violencia y persecución, y exhorto a quienes tienen responsabilidad a nivel local e internacional a que colaboren para prevenir similares tragedias.

El 1 de agosto se cumplirá el 50.º aniversario de la firma del Acta Final de Helsinki. Animados por el deseo de garantizar la seguridad en el contexto de la Guerra Fría, 35 países inauguraron una nueva etapa geopolítica, favoreciendo un acercamiento entre Oriente y Occidente. Ese acontecimiento marcó también un renovado interés por los derechos humanos, con especial atención a la libertad religiosa, considerada uno de los fundamentos de la entonces naciente arquitectura de cooperación «de Vancouver a Vladivostok». La participación activa de la Santa Sede en la Conferencia de Helsinki, representada por el arzobispo Agostino Casaroli, contribuyó a fomentar el compromiso político y moral por la paz. Hoy, más que nunca, es indispensable custodiar el espíritu de Helsinki: perseverar en el diálogo, reforzar la cooperación y hacer de la diplomacia la vía privilegiada para prevenir y resolver los conflictos.

Queridos jóvenes, los invito a orar para que estos días de fe, reflexión y amistad den fruto.

Finalmente, mi pensamiento se dirige a los enfermos y a los recién casados, a quienes animo a confiar plenamente en la benevolencia de Dios, fuente de consuelo.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV



 









Fotos: Vatican Media, 30-7-2025

miércoles, 25 de junio de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 25-6-2025: «Al realizar un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él y su gracia de una forma real nos alcanza y lentamente transforma la vida desde dentro»


* «Jesús nos muestra que Él no solo sana toda enfermedad, sino que también despierta de la muerte. Para Dios, que es Vida eterna, la muerte del cuerpo es como un sueño. La muerte verdadera es aquella del alma: ¡de esta debemos tener miedo!»

  

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz»

 25 de junio de 2025.- (Camino Católico).- “Cada vez que realizamos Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz.un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él e inmediatamente su gracia sale de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una forma secreta y real la gracia nos alcanza y lentamente transforma la vida desde dentro”. Este es el aliento para tener fe en el poder de Jesús el que ha lanzado el Papa León XIV en la catequesis de este 25 de junio, durante la Audiencia general, la sexta de su pontificado.

Continuando con el ciclo de catequesis sobre las curaciones de Jesús como signo de esperanza, el Papa observa cómo muchas veces ante las tribulaciones de la vida “nos apagamos, nos dormimos, en la ilusión de que cuando despertemos las cosas serán diferentes” y “a veces nos sentimos bloqueados por el juicio de quien pretende poner etiquetas a los demás”. Pero el Pontífice se centra en dos episodios del Evangelio de Marcos para mostrar cómo, entrando en relación con Jesús y conociéndolo a fondo, se puede sacar “una fuerza” que cura las heridas más profundas, supera las situaciones más difíciles e incluso despierta las almas muertas.

El Santo Padre, al concluir la Audiencia general, ha expresado su preocupación y esperanza por la situación entre Irán e Israel, deseando que se hagan esfuerzos para seguir "el camino del diálogo, la diplomacia y la paz": "Que se curen las laceraciones causadas por las acciones sangrientas de los últimos días". En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 25 de junio de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las curaciones. 11. La mujer hemorroísa y la hija de Jairo. «No temas, solo ten fe» (Mc 5,36)

Queridos hermanos y hermanas,

hoy también meditamos sobre las curaciones de Jesús como señal de esperanza. En Él hay una fuerza que nosotros también podemos experimentar cuando entramos en relación con su Persona.

Una enfermedad muy difundida en nuestro tiempo es el cansancio de vivir: la realidad nos parece demasiado compleja, pesada, difícil de afrontar. Y entonces nos apagamos, nos adormecemos, con la ilusión que al despertarnos las cosas serán diferentes. Pero la realidad va afrontada, y junto con Jesús podemos hacerlo bien. A veces nos sentimos bloqueados por el juicio de aquellos que pretenden colocar etiquetas a los demás.

Me parece que estas situaciones puedan cotejarse con un pasaje del Evangelio de Marcos, donde se entrelazan dos historias: aquella de una niña de doce años, que yace en su lecho enferma a punto de morir; y aquella de una mujer, que, precisamente desde hace doce años, tiene perdidas de sangre y busca a Jesús para sanarse (cfr Mc 5,21-43).

Entre estas dos figuras femeninas, el Evangelista coloca al personaje del padre de la muchacha: él no se queda en casa lamentándose por la enfermedad de la hija, sino sale y pide ayuda. Si bien sea el jefe de la sinagoga, no pone pretensiones argumentando su posición social. Cuando hay que esperar no pierde la paciencia y espera. Y cuando le vienen a decir que su hija ha muerto y es inútil disturbar al Maestro, él sigue teniendo fe y continúa esperando.

El coloquio de este padre con Jesús es interrumpido por la mujer que padecía flujo de sangre, que logra acercarse a Jesús y tocar su manto (v. 27). Con gran valentía esta mujer ha tomado la decisión que cambia su vida: todos seguían diciéndole que permanezca a distancia, que no se deje ver. La habían condenado a quedarse escondida y aislada.  A veces también nosotros podemos ser víctimas del juicio de los demás, que pretenden colocarnos un vestido que no es el nuestro. Y entonces estamos mal y no logramos salir de eso.

Aquella mujer emboca el camino de la salvación cuando germina en ella la fe que Jesús puede sanarla: entonces encuentra la fuerza para salir e ir a buscarlo. Al menos quiere llegar a tocar sus vestidos.

Alrededor de Jesús había una muchedumbre, muchas personas lo tocaban, pero a ellos no les pasó nada. En cambio, cuando esta mujer toca a Jesús, se sana. ¿Dónde está la diferencia? Comentando este punto del texto, San Agustín dice – en nombre de Jesús –: «La multitud apretuja, la fe toca» (Sermones 243, 2, 2). Y así: cada vez que realizamos un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él e inmediatamente su gracia sale de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una forma secreta y real la gracia nos alcanza y lentamente trasforma la vida desde dentro.

Quizás también hoy tantas personas se acercan a Jesús de manera superficial, sin creer de verdad en su potencia. ¡Caminamos la superficie de nuestra iglesia, pero quizás el corazón está en otra parte! Esta mujer, silenciosa y anónima, derrota a sus temores, tocando el corazón de Jesús con sus manos consideradas impuras a causa de la enfermedad. Y he aquí que inmediatamente se siente curada. Jesús le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz» (Mc 5,34).

Mientras tanto, llevaron a aquel padre la noticia que su hija había muerto. Jesús le dice: «¡No temas, basta que creas!» (v. 36). Luego fue a su casa y, viendo que todos lloraban y gritaban, dijo: «La niña no está muerta, sino que duerme» (v. 39). Luego entra donde está la niña, le toma la mano y le dice: «Talitá kum», “¡Niña, levántate!”. La muchacha se levanta y se pone a caminar (cfr vv. 41-42). Aquel gesto de Jesús nos muestra que Él no solo sana toda enfermedad, sino que también despierta de la muerte. Para Dios, que es Vida eterna, la muerte del cuerpo es como un sueño. La muerte verdadera es aquella del alma: ¡de esta debemos tener miedo!

Un último detalle: Jesús, luego de haber resucitado a la niña, dice a los padres que le den de comer (cfr v. 43). Esta es otra señal muy concreta de la cercanía de Jesús a nuestra humanidad. Podemos también entenderlo en sentido más profundo y preguntarnos: ¿cuándo nuestros muchachos se encuentran en crisis y tienen necesidad de nutrición espiritual, sabemos dársela? ¿Y cómo podemos hacerlo si nosotros mismos no nos nutrimos del Evangelio?

Queridos hermanos y hermanas, en la vida hay momentos de desilusión y de desánimo, y hay también la experiencia de la muerte. Aprendamos de aquella mujer, de aquel padre: vamos hacia Jesús: Él puede sanarnos, puede hacernos renacer. ¡Jesús es nuestra esperanza!

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy meditamos sobre las curaciones que Jesús realizó como signo de esperanza. El Evangelio que hemos escuchado nos presenta dos historias: la de una mujer enferma desde hace doce años y la de una niña que está por morir.

La mujer, considerada impura y condenada al aislamiento, se atreve a acercarse a Jesús en silencio, convencida de que basta tocar su manto para sanar. Aunque muchos tocaban a Cristo entre la muchedumbre, sólo ella fue curada. ¿Por qué? Porque lo tocó con fe. Quizás también hoy muchos se acercan a Jesús de manera superficial. Entramos en nuestras iglesias, pero nuestro corazón se queda afuera. Esta mujer, silenciosa y anónima, venció sus miedos y tocó el corazón de Jesús con manos que todos juzgaban impuras. Y el Señor la sanó a causa de su fe.

El padre de la niña tampoco se rinde ante la noticia de la muerte. Jesús le dice: «No temas, sólo ten fe». Entra en la casa, toma a la niña de la mano y la vida vuelve. Es inmensa la fuerza de una fe sincera, que toca a Jesús con confianza —aun desde la debilidad— porque deja que sus benditas manos actúen. Cuando la fe es verdadera, se confirma nuestra esperanza. La gracia de Cristo actúa y nos es devuelta la vida.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los sacerdotes y seminaristas provenientes de España, México, Puerto Rico, Ecuador, Colombia, El Salvador, Venezuela. En la vida hay momentos de desilusión, de desaliento e incluso de muerte. Aprendamos de aquella mujer y de aquel padre: vayamos a Jesús. Él puede sanarnos, puede devolvernos la vida. ¡Él es nuestra esperanza! Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

El domingo pasado, un vil atentado terrorista se llevó a cabo contra la comunidad greco-ortodoxa en la iglesia de Mar Elias en Damasco. Encomendamos a las víctimas a la misericordia de Dios y elevamos nuestras oraciones por los heridos y sus familias. A los cristianos de Oriente Medio, les digo: ¡Estoy cerca de ustedes! ¡Toda la Iglesia está cerca de ustedes!

Este trágico suceso recuerda la profunda fragilidad que aún afecta a Siria, tras años de conflicto e inestabilidad. Por lo tanto, es esencial que la comunidad internacional no aparte la mirada de este país, sino que continúe ofreciéndole apoyo con gestos de solidaridad y con un renovado compromiso con la paz y la reconciliación.

Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz.

Finalmente, mi pensamiento va a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hemos entrado en verano, tiempo de vacaciones y descanso para muchos. Que para ustedes, queridos jóvenes, sea una oportunidad para vivir experiencias sociales y religiosas provechosas; para ustedes, queridos recién casados, un período para consolidar su unión y profundizar su misión en la Iglesia y en la sociedad. También les deseo, queridos enfermos, que no les falte la cercanía de sus seres queridos durante estos meses de verano.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV









Fotos: Vatican Media, 25-6-2025