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miércoles, 25 de junio de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 25-6-2025: «Al realizar un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él y su gracia de una forma real nos alcanza y lentamente transforma la vida desde dentro»


* «Jesús nos muestra que Él no solo sana toda enfermedad, sino que también despierta de la muerte. Para Dios, que es Vida eterna, la muerte del cuerpo es como un sueño. La muerte verdadera es aquella del alma: ¡de esta debemos tener miedo!»

  

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz»

 25 de junio de 2025.- (Camino Católico).- “Cada vez que realizamos Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz.un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él e inmediatamente su gracia sale de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una forma secreta y real la gracia nos alcanza y lentamente transforma la vida desde dentro”. Este es el aliento para tener fe en el poder de Jesús el que ha lanzado el Papa León XIV en la catequesis de este 25 de junio, durante la Audiencia general, la sexta de su pontificado.

Continuando con el ciclo de catequesis sobre las curaciones de Jesús como signo de esperanza, el Papa observa cómo muchas veces ante las tribulaciones de la vida “nos apagamos, nos dormimos, en la ilusión de que cuando despertemos las cosas serán diferentes” y “a veces nos sentimos bloqueados por el juicio de quien pretende poner etiquetas a los demás”. Pero el Pontífice se centra en dos episodios del Evangelio de Marcos para mostrar cómo, entrando en relación con Jesús y conociéndolo a fondo, se puede sacar “una fuerza” que cura las heridas más profundas, supera las situaciones más difíciles e incluso despierta las almas muertas.

El Santo Padre, al concluir la Audiencia general, ha expresado su preocupación y esperanza por la situación entre Irán e Israel, deseando que se hagan esfuerzos para seguir "el camino del diálogo, la diplomacia y la paz": "Que se curen las laceraciones causadas por las acciones sangrientas de los últimos días". En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 25 de junio de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las curaciones. 11. La mujer hemorroísa y la hija de Jairo. «No temas, solo ten fe» (Mc 5,36)

Queridos hermanos y hermanas,

hoy también meditamos sobre las curaciones de Jesús como señal de esperanza. En Él hay una fuerza que nosotros también podemos experimentar cuando entramos en relación con su Persona.

Una enfermedad muy difundida en nuestro tiempo es el cansancio de vivir: la realidad nos parece demasiado compleja, pesada, difícil de afrontar. Y entonces nos apagamos, nos adormecemos, con la ilusión que al despertarnos las cosas serán diferentes. Pero la realidad va afrontada, y junto con Jesús podemos hacerlo bien. A veces nos sentimos bloqueados por el juicio de aquellos que pretenden colocar etiquetas a los demás.

Me parece que estas situaciones puedan cotejarse con un pasaje del Evangelio de Marcos, donde se entrelazan dos historias: aquella de una niña de doce años, que yace en su lecho enferma a punto de morir; y aquella de una mujer, que, precisamente desde hace doce años, tiene perdidas de sangre y busca a Jesús para sanarse (cfr Mc 5,21-43).

Entre estas dos figuras femeninas, el Evangelista coloca al personaje del padre de la muchacha: él no se queda en casa lamentándose por la enfermedad de la hija, sino sale y pide ayuda. Si bien sea el jefe de la sinagoga, no pone pretensiones argumentando su posición social. Cuando hay que esperar no pierde la paciencia y espera. Y cuando le vienen a decir que su hija ha muerto y es inútil disturbar al Maestro, él sigue teniendo fe y continúa esperando.

El coloquio de este padre con Jesús es interrumpido por la mujer que padecía flujo de sangre, que logra acercarse a Jesús y tocar su manto (v. 27). Con gran valentía esta mujer ha tomado la decisión que cambia su vida: todos seguían diciéndole que permanezca a distancia, que no se deje ver. La habían condenado a quedarse escondida y aislada.  A veces también nosotros podemos ser víctimas del juicio de los demás, que pretenden colocarnos un vestido que no es el nuestro. Y entonces estamos mal y no logramos salir de eso.

Aquella mujer emboca el camino de la salvación cuando germina en ella la fe que Jesús puede sanarla: entonces encuentra la fuerza para salir e ir a buscarlo. Al menos quiere llegar a tocar sus vestidos.

Alrededor de Jesús había una muchedumbre, muchas personas lo tocaban, pero a ellos no les pasó nada. En cambio, cuando esta mujer toca a Jesús, se sana. ¿Dónde está la diferencia? Comentando este punto del texto, San Agustín dice – en nombre de Jesús –: «La multitud apretuja, la fe toca» (Sermones 243, 2, 2). Y así: cada vez que realizamos un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él e inmediatamente su gracia sale de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una forma secreta y real la gracia nos alcanza y lentamente trasforma la vida desde dentro.

Quizás también hoy tantas personas se acercan a Jesús de manera superficial, sin creer de verdad en su potencia. ¡Caminamos la superficie de nuestra iglesia, pero quizás el corazón está en otra parte! Esta mujer, silenciosa y anónima, derrota a sus temores, tocando el corazón de Jesús con sus manos consideradas impuras a causa de la enfermedad. Y he aquí que inmediatamente se siente curada. Jesús le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz» (Mc 5,34).

Mientras tanto, llevaron a aquel padre la noticia que su hija había muerto. Jesús le dice: «¡No temas, basta que creas!» (v. 36). Luego fue a su casa y, viendo que todos lloraban y gritaban, dijo: «La niña no está muerta, sino que duerme» (v. 39). Luego entra donde está la niña, le toma la mano y le dice: «Talitá kum», “¡Niña, levántate!”. La muchacha se levanta y se pone a caminar (cfr vv. 41-42). Aquel gesto de Jesús nos muestra que Él no solo sana toda enfermedad, sino que también despierta de la muerte. Para Dios, que es Vida eterna, la muerte del cuerpo es como un sueño. La muerte verdadera es aquella del alma: ¡de esta debemos tener miedo!

Un último detalle: Jesús, luego de haber resucitado a la niña, dice a los padres que le den de comer (cfr v. 43). Esta es otra señal muy concreta de la cercanía de Jesús a nuestra humanidad. Podemos también entenderlo en sentido más profundo y preguntarnos: ¿cuándo nuestros muchachos se encuentran en crisis y tienen necesidad de nutrición espiritual, sabemos dársela? ¿Y cómo podemos hacerlo si nosotros mismos no nos nutrimos del Evangelio?

Queridos hermanos y hermanas, en la vida hay momentos de desilusión y de desánimo, y hay también la experiencia de la muerte. Aprendamos de aquella mujer, de aquel padre: vamos hacia Jesús: Él puede sanarnos, puede hacernos renacer. ¡Jesús es nuestra esperanza!

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy meditamos sobre las curaciones que Jesús realizó como signo de esperanza. El Evangelio que hemos escuchado nos presenta dos historias: la de una mujer enferma desde hace doce años y la de una niña que está por morir.

La mujer, considerada impura y condenada al aislamiento, se atreve a acercarse a Jesús en silencio, convencida de que basta tocar su manto para sanar. Aunque muchos tocaban a Cristo entre la muchedumbre, sólo ella fue curada. ¿Por qué? Porque lo tocó con fe. Quizás también hoy muchos se acercan a Jesús de manera superficial. Entramos en nuestras iglesias, pero nuestro corazón se queda afuera. Esta mujer, silenciosa y anónima, venció sus miedos y tocó el corazón de Jesús con manos que todos juzgaban impuras. Y el Señor la sanó a causa de su fe.

El padre de la niña tampoco se rinde ante la noticia de la muerte. Jesús le dice: «No temas, sólo ten fe». Entra en la casa, toma a la niña de la mano y la vida vuelve. Es inmensa la fuerza de una fe sincera, que toca a Jesús con confianza —aun desde la debilidad— porque deja que sus benditas manos actúen. Cuando la fe es verdadera, se confirma nuestra esperanza. La gracia de Cristo actúa y nos es devuelta la vida.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los sacerdotes y seminaristas provenientes de España, México, Puerto Rico, Ecuador, Colombia, El Salvador, Venezuela. En la vida hay momentos de desilusión, de desaliento e incluso de muerte. Aprendamos de aquella mujer y de aquel padre: vayamos a Jesús. Él puede sanarnos, puede devolvernos la vida. ¡Él es nuestra esperanza! Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

El domingo pasado, un vil atentado terrorista se llevó a cabo contra la comunidad greco-ortodoxa en la iglesia de Mar Elias en Damasco. Encomendamos a las víctimas a la misericordia de Dios y elevamos nuestras oraciones por los heridos y sus familias. A los cristianos de Oriente Medio, les digo: ¡Estoy cerca de ustedes! ¡Toda la Iglesia está cerca de ustedes!

Este trágico suceso recuerda la profunda fragilidad que aún afecta a Siria, tras años de conflicto e inestabilidad. Por lo tanto, es esencial que la comunidad internacional no aparte la mirada de este país, sino que continúe ofreciéndole apoyo con gestos de solidaridad y con un renovado compromiso con la paz y la reconciliación.

Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz.

Finalmente, mi pensamiento va a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hemos entrado en verano, tiempo de vacaciones y descanso para muchos. Que para ustedes, queridos jóvenes, sea una oportunidad para vivir experiencias sociales y religiosas provechosas; para ustedes, queridos recién casados, un período para consolidar su unión y profundizar su misión en la Iglesia y en la sociedad. También les deseo, queridos enfermos, que no les falte la cercanía de sus seres queridos durante estos meses de verano.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV









Fotos: Vatican Media, 25-6-2025








miércoles, 18 de junio de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 18-6-2025: «Pidamos al Señor el don de entender dónde se ha bloqueado nuestra vida, deseemos sanar y regresar a vivir en el Corazón de Cristo, verdadera casa de la misericordia!»

* «Jesús nos pregunta también a nosotros: '¿Quieres curarte?'. No tengamos miedo de reconocer nuestras parálisis interiores, ni de presentar al Señor nuestros desánimos. Pidamos a María Santísima que nos ayude a responder con fe al llamado de Jesús, que nos invita a levantarnos y caminar con esperanza hacia la vida nueva que Él nos ofrece»

 

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «El corazón de la Iglesia está desgarrado por los gritos que se elevan desde los lugares en guerra, en particular desde Ucrania, Irán, Israel y Gaza. ¡No debemos acostumbrarnos a la guerra! Al contrario, hay que rechazar como una tentación el encanto de las armas poderosas y sofisticadas. En nombre de la dignidad humana y del derecho internacional, repito a los responsables lo que solía decir el Papa Francisco: ¡la guerra es siempre una derrota! Y con Pío XII: ‘Nada se pierde con la paz, todo puede perderse con la guerra’»

18 de junio de 2025.- (Camino Católico).- “Jesús nos pregunta también a nosotros: ‘¿Quieres curarte?’...  Pidamos al Señor el don de entender dónde se ha bloqueado nuestra vida. Intentemos dar voz a nuestro deseo de sanar. Y recemos por todos aquellos que se sienten paralizados, que no ven una salida. ¡Pidamos regresar a vivir en el Corazón de Cristo que es la verdadera casa de la misericordia!”. Lo ha dicho el Papa León XIV en su catequesis de la audiencia general, en la plaza de San Pedro, ante 40.000 peregrinos.

La parálisis, interior y exterior, ha estado en el centro de la catequesis, la quinta desde el inicio de su pontificado. A través de la figura evangélica del paralítico, invita a superar cualquier “visión fatalista de la vida”, exhortando a todos a levantarse y asumir “la responsabilidad de elegir qué camino seguir”.

“Seguimos contemplando a Jesús que cura”, recuerda el Obispo de Roma, invitando a pensar hoy “en las situaciones en las que nos sentimos ‘bloqueados’ y encerrados en un camino sin salida”. "A veces, - afirma -  nos parece que sea inútil continuar a esperar; nos resignamos y no tenemos más ganas de luchar”.

Al final de la audiencia general, el Papa León XIV ha expresado expresa el dolor que provocan en el corazón de la Iglesia los gritos de los pueblos de Ucrania y Oriente Medio. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:


AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 18 de junio de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las curaciones. 10. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?» (Jn 5,6)

Queridos hermanos y hermanas,

seguimos contemplando a Jesús que sana. Hoy quisiera invitarlos de manera particular a pensar en las situaciones en las que nos sentimos “bloqueados” y encerrados en un camino sin salida. A veces de hecho nos parece que sea inútil continuar a esperar; nos resignamos y no tenemos más ganas de luchar. Esta situación es descrita en los Evangelios con la imagen de la parálisis. Por esta razón desearía detenerme hoy sobre la sanación de un paralítico, narrada en el quinto capítulo del Evangelio de san Juan (5,1-9).

Jesús va Jerusalén para una fiesta de los judíos. No va directamente al Templo; se detiene ante una puerta, donde seguramente se lavaban a las ovejas que luego eran ofrecidas en sacrificio. Cerca a esta puerta, se ubicaban también tantos enfermos, que, a diferencia de las ovejas, ¡eran excluidos del Templo porque eran considerados impuros! Es entonces Jesús mismo quien los alcanza en su dolor. Estas personas esperaban un prodigio que pudiese cambiar su destino; de hecho, junto a la puerta se encontraba una piscina, cuyas aguas eran consideradas taumatúrgicas, o sea capaces de sanar: en algún momento cuando el agua se agitaba, según la creencia del tiempo, quien primero se zambullía, se curaba.

De esta forma se creaba una especie de “guerra de los pobres”: podemos imaginar la triste escena de estos enfermos que se arrastraban con fatiga para tratar de entrar en la piscina. Aquella piscina se llamaba Betzatá, que significa “casa de la misericordia”: podría ser una imagen de la Iglesia, en donde los enfermos y los pobres se juntan y hasta donde el Señor llega para sanar y donar esperanza.

Jesús se dirige específicamente a un hombre que está paralizado desde hace treinta y ocho años. Ya está resignado, porque no logra sumergirse en la piscina cuando el agua se agita (cfr v. 7). En efecto, aquello que muchas veces nos paraliza es precisamente la desilusión. Nos sentimos desanimados y corremos el riesgo de caer en la dejadez.

Jesús dirige a este paralítico una pregunta que puede parecer superficial: «¿Quieres curarte?» (v. 6). En cambio, es una pregunta necesaria, porque, cuando uno se encuentra bloqueado desde hace tantos años, puede también faltarle la voluntad de sanarse. A veces preferimos permanecer en condición de enfermos, obligando a los otros a ocuparse de nosotros. Es a veces también un pretexto para no decidir qué cosa hacer con nuestra vida. Jesús en cambio reconduce a este hombre a su deseo veraz y profundo.

Este hombre de hecho responde de manera más articulada a la pregunta de Jesús, revelando su visión de la vida. Ante todo, dice que no ha tenido nadie que lo sumerja en la piscina : entonces no es suya la culpa, sino de los otros que no se preocupan por él. Esta actitud se convierte en el pretexto para evitar asumirse las propias responsabilidades. ¿Pero es verdad que no había nadie que lo ayudase? He aquí la respuesta iluminadora de San Agustín: «Si, para ser sanado tenía absolutamente necesidad de un hombre, pero de un hombre que fuese también Dios. […] Ha venido por lo tanto el hombre que era necesario; ¿por qué postergar de nuevo la sanación?». [1]

El paralítico agrega que cuando trata de sumergirse en la piscina hay siempre alguien que llega antes que él. Este hombre está expresando una visión fatalista de la vida. Pensamos que las cosas nos pasan porque no somos afortunados, porque el destino nos es adverso. Este hombre está desanimado. Se siente derrotado en la lucha de la vida.

Jesús en cambio lo ayuda a descubrir que su vida también está en sus manos. Le invita a levantarse, a alzarse de su situación crónica, y a recoger su camilla (cfr v. 8). Ese camastro no se deja o se echa: representa su pasado de enfermedad, es su historia. Hasta aquel momento el pasado lo ha bloqueado; lo ha obligado a yacer como un muerto. Ahora es él que puede cargar aquella camilla y llevarla a donde quiera: ¡puede decidir qué cosa hacer con su historia! Se trata de caminar, asumiéndose la responsabilidad de escoger cual camino recorrer. ¡Y esto gracias a Jesús!

Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor el don de entender dónde se ha bloqueado nuestra vida. Intentemos dar voz a nuestro deseo de sanar. Y recemos por todos aquellos que se sienten paralizados, que no ven una salida. ¡Pidamos regresar a vivir en el Corazón de Cristo que es la verdadera casa de la misericordia!

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy nos detenemos en el relato del paralítico de la piscina de Betsata que nos revela a Jesús como Aquel que sana. La actitud de este hombre, paralizado desde hacía 38 años, nos hace pensar cómo, a veces, también nosotros nos resignamos, perdemos la esperanza y dejamos de luchar. A su parálisis física se agregaba una peor: la parálisis de la desesperanza. El Señor va a Jerusalén, pero su primer destino no es el templo, sino que se dirige a los excluidos que yacen cerca de la puerta. Y, al notar la situación de ese hombre, le hace una pregunta que, a simple vista, podría parecer superflua, pero con la cual busca hacerlo volver a su deseo más profundo y verdadero: «¿Quieres curarte?». El enfermo responde culpando a otros y mostrando una visión fatalista: «Señor, no tengo a nadie que me sumerja, […] mientras yo voy, otro desciende antes». Jesús lo ayuda a descubrir que el presente está en sus manos. Lo invita a levantarse, a tomar su camilla —símbolo de su pasado— y a caminar. Así, el pasado ya no lo detiene y su presente se transforma porque ahora camina junto al mismo Dios que vino a su encuentro.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España, México, Honduras, Chile y Argentina. Jesús nos pregunta también a nosotros: «¿Quieres curarte?». No tengamos miedo de reconocer nuestras parálisis interiores, ni de presentar al Señor nuestros desánimos. Pidamos a María Santísima que nos ayude a responder con fe al llamado de Jesús, que nos invita a levantarnos y caminar con esperanza hacia la vida nueva que Él nos ofrece. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Queridos hermanos y hermanas:

El corazón de la Iglesia está desgarrado por los gritos que se elevan desde los lugares en guerra, en particular desde Ucrania, Irán, Israel y Gaza. ¡No debemos acostumbrarnos a la guerra! Al contrario, hay que rechazar como una tentación el encanto de las armas poderosas y sofisticadas. En realidad, ya que en la guerra actual «al emplear en la guerra armas científicas de todo género, su crueldad intrínseca amenaza llevar a los que luchan a tal barbarie, que supere, enormemente la de los tiempos pasados» (Concilio Vaticano II, Const. Past. Gaudium et spes, 79). Por tanto, en nombre de la dignidad humana y del derecho internacional, repito a los responsables lo que solía decir el papa Francisco: ¡la guerra es siempre una derrota! Y con Pío XII: «Nada se pierde con la paz, todo puede perderse con la guerra».

Finalmente, mi pensamiento va a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Que la fiesta del Corpus Christi, que celebraremos mañana, nos brinde la oportunidad de profundizar nuestra fe y nuestro amor por la Eucaristía. ¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV

[1] Omelia 17, 7.







Fotos: Vatican Media, 18-6-2025

sábado, 14 de junio de 2025

Papa León XIV en la Audiencia Jubilar, 14-6-2025: «Jesús no es un muro que separa, sino una puerta que nos une; es necesario permanecer en él y distinguir la realidad de las ideologías»

* «Incluso hoy las ideas pueden enloquecer y las palabras pueden matar. Sin embargo, la carne es de lo que todos estamos hechos; es lo que nos une a la tierra y a las demás criaturas. La carne de Jesús debe ser acogida y contemplada en cada hermano y hermana, en cada criatura. Escuchemos el grito de la carne, escuchemos cómo nos llama el dolor ajeno. El mandamiento que hemos recibido desde el principio es el del amor mutuo. Está escrito en nuestra carne, antes que cualquier ley» 

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «La situación en Irán e Israel se ha deteriorado gravemente, y en un momento tan delicado deseo renovar con fuerza un llamamiento a la responsabilidad y a la razón. El compromiso de construir un mundo más seguro, libre de la amenaza nuclear, debe perseguirse mediante un encuentro respetuoso y un diálogo sincero, para construir una paz duradera, fundada en la justicia, la fraternidad y el bien común. Nadie debería amenazar jamás la existencia del otro. ¡Es deber de todos los países apoyar la causa de la paz, iniciando caminos de reconciliación y favoreciendo soluciones que garanticen la seguridad y la dignidad para todos!»

14 de junio de 2025.- (Camino Católico).- «Jesús no es un muro que separa, sino una puerta que nos une. Es necesario permanecer en él y distinguir la realidad de las ideologías. Queridos hermanos y hermanas, también hoy las ideas pueden enloquecer y las palabras pueden matar… Volvamos a construir puentes donde hoy hay muros», es el enésimo llamamiento a la unidad que hace el Papa León XIV. La ocasión ha sido la reanudación esta mañana, 14 de junio, en la Basílica de San Pedro de las audiencias jubilares inauguradas por el Papa Francisco en el mes de enero. 

Siguiendo los pasos de su predecesor, León XIV centra la catequesis en un aspecto particular de la virtud teologal de la esperanza y en una figura espiritual que dio testimonio de ella, «uno de los más grandes teólogos cristianos», el obispo Ireneo de Lyon. Nacido en Asia Menor, se formó en la escuela de quienes habían aprendido directamente de los apóstoles. Más tarde se trasladó a Lyon, «donde se había formado una comunidad de cristianos procedentes de su misma tierra».

El Papa ingresa en la Basílica Vaticana saludando y bendiciendo a los fieles situados a los lados de la nave central. Introduciendo su discurso señala que la esperanza que reúne a los fieles en San Pedro es la «transmitida por los Apóstoles desde el principio». «Los apóstoles vieron en Jesús la unión entre la tierra y el cielo: con los ojos, los oídos y las manos acogieron el Verbo de la vida. El Jubileo es una puerta abierta a este misterio. El año jubilar conecta más radicalmente el mundo de Dios con el nuestro».

Además, al final de la audiencia, el Papa expresa su preocupación por la situación en Oriente Medio e invita a un compromiso colectivo para liberar al mundo de la «amenaza nuclear», a través de «un encuentro respetuoso y un diálogo sincero». Llama a todos los países a «apoyar la causa de la paz iniciando caminos de reconciliación y favoreciendo soluciones que garanticen la seguridad y la dignidad para todos». En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:


AUDIENCIA JUBILAR

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Basílica de San Pedro

Sábado, 14 de junio de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

Las audiencias especiales del Jubileo que  el Papa Francisco inició en enero se reanudan esta mañana, proponiendo cada vez un aspecto particular de la virtud teologal de la esperanza y una figura espiritual que la testimonia. ¡Continuemos, pues, el camino iniciado, como peregrinos de la esperanza!

Nos une la esperanza transmitida por los Apóstoles desde el principio. Los Apóstoles vieron en Jesús la tierra unida al cielo: con sus ojos, oídos y manos acogieron la Palabra de vida. El Jubileo es una puerta abierta a este misterio. El Año Jubilar conecta el mundo de Dios con el nuestro de forma más radical. Nos invita a tomar en serio lo que rezamos cada día: «En la tierra como en el cielo». Esta es nuestra esperanza. Este es el aspecto que nos gustaría explorar hoy: esperar es  conectar .

Uno de los más grandes teólogos cristianos, el obispo Ireneo de Lyon, nos ayudará a reconocer la belleza y la actualidad de esta esperanza. Ireneo nació en Asia Menor y se educó entre quienes conocieron directamente a los Apóstoles. Luego vino a Europa, porque en Lyon ya se había formado una comunidad de cristianos de su tierra. ¡Qué bien nos hace recordar esto aquí, en Roma, en Europa!

El Evangelio llegó a este continente desde fuera. Y aún hoy, las comunidades migrantes son presencias que reavivan la fe en los países que las acogen. El Evangelio viene de fuera. Ireneo conecta Oriente y Occidente. Esto ya es un signo de esperanza, porque nos recuerda cómo los pueblos se enriquecen mutuamente.

Ireneo, sin embargo, tiene un tesoro aún mayor que ofrecernos. Las divisiones doctrinales que encontró dentro de la comunidad cristiana, los conflictos internos y las persecuciones externas no lo desanimaron. Al contrario, en un mundo fragmentado, aprendió a pensar mejor, centrando su atención cada vez más en Jesús.

Se convirtió en un cantor de su persona, incluso de su carne. Reconoció, de hecho, que en Él lo que parece opuesto a nosotros se recompone en unidad. Jesús no es un muro que separa, sino una puerta que nos une. Debemos permanecer en Él y distinguir la realidad de las ideologías.

Queridos hermanos y hermanas, incluso hoy las ideas pueden enloquecer y las palabras pueden matar. Sin embargo, la carne es de lo que todos estamos hechos; es lo que nos une a la tierra y a las demás criaturas. La carne de Jesús debe ser acogida y contemplada en cada hermano y hermana, en cada criatura.

Escuchemos el grito de la carne, escuchemos cómo nos llama el dolor ajeno. El mandamiento que hemos recibido desde el principio es el del amor mutuo. Está escrito en nuestra carne, antes que cualquier ley.

Ireneo, maestro de la unidad, nos enseña a no oponernos, sino a conectar. Hay inteligencia no donde separa, sino donde conecta. Distinguir es útil, pero nunca dividir. Jesús es vida eterna entre nosotros: reúne los opuestos y hace posible la comunión.

Somos peregrinos de esperanza, porque entre las personas, los pueblos y las criaturas debe haber alguien que decida caminar hacia la comunión. Otros nos seguirán. Como Ireneo en Lyon en el siglo II, así en cada una de nuestras ciudades volvemos a tender puentes donde hoy hay muros. Abramos puertas, conectemos mundos y habrá esperanza.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis reanudamos las audiencias extraordinarias que el Papa Francisco comenzó en enero con motivo del Jubileo, en las que se resaltaba un aspecto de la virtud teologal de la esperanza. Continuando en esa línea, quisiera que hoy, como los apóstoles que vieron en Jesús la tierra unida al cielo, nosotros tomemos en serio lo que a diario rezamos en el padrenuestro: “Así en la tierra como en el cielo”. Y de este modo, seamos conscientes de que esperar es conectar.  

Deseo proponerles la figura de un gran teólogo cristiano: san Ireneo de Lyon. Él, movido por la esperanza, unió el Oriente con el Occidente, llevando a este último la fe que aprendió y cultivo en el primero. Pero eso no es todo; en una época dividida por discrepancias doctrinales, conflictos internos entre la comunidad cristiana y persecuciones externas, lejos de desanimarse, profundizó su fe en Jesús, hasta el punto de comprender que, en el Señor, en su propia carne, se une lo que aparentemente es irreconciliable. De san Ireneo podemos aprender que la carne de Jesús debe ser acogida y contemplada en todo hermano y recordarnos que, sólo en Cristo se realiza la comunión.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y de América Latina. Los animo a contemplar la humanidad de Jesús como posibilidad de comunión entre nosotros, y entre las demás criaturas para que, permaneciendo en Cristo, acrecentemos nuestra esperanza. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

En estos días llegan noticias muy preocupantes. La situación en Irán e Israel se ha deteriorado gravemente, y en un momento tan delicado deseo renovar con fuerza un llamamiento a la responsabilidad y a la razón. El compromiso de construir un mundo más seguro, libre de la amenaza nuclear, debe perseguirse mediante un encuentro respetuoso y un diálogo sincero, para construir una paz duradera, fundada en la justicia, la fraternidad y el bien común. Nadie debería amenazar jamás la existencia del otro. ¡Es deber de todos los países apoyar la causa de la paz, iniciando caminos de reconciliación y favoreciendo soluciones que garanticen la seguridad y la dignidad para todos!

Mi pensamiento se dirige ahora a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Encomiendo a la Virgen María las expectativas e intenciones de bien que alberan en sus corazones.

¡Mi bendición a todos!

Papa León XIV








Fotos: Vatican Media, 14-6-2025