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sábado, 8 de noviembre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia Jubilar, 8-11-2025: «Como al beato Isidoro Bakanj, la esperanza cristiana debe llevarnos a dar testimonio de la vida nueva en medio de las dificultades»

* «Isidoro, de hecho, se encuentra trabajando como jornalero para un patrón europeo sin escrúpulos, quien no soporta su fe ni su autenticidad. El patrón odiaba el cristianismo y a los misioneros que defendían a los indígenas de los abusos de los colonizadores, pero Isidore llevó su escapulario con la imagen de la Virgen María al cuello hasta el final, soportando toda clase de maltratos y torturas sin perder la esperanza. ¡Esperar es dar testimonio! Isidoro muere declarando a los Padres Trapenses que no guarda rencor; es más, promete rezar incluso en la otra vida por quienes lo han reducido a tal estado»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Doy una cordial bienvenida a los participantes del Jubileo del Mundo del Trabajo. Queridos amigos, el trabajo debe ser fuente de esperanza y vida, permitiendo a las personas expresar su creatividad y capacidad para el bien. Por ello, espero un compromiso colectivo de las instituciones y la sociedad civil para crear oportunidades de empleo dignas que ofrezcan estabilidad y seguridad, garantizando especialmente que los jóvenes puedan realizar sus sueños y contribuir al bien común»

 

8 de noviembre de 2025.- (Camino Católico).- Este sábado, el Papa León XIV se ha encontrado con 45.000 peregrinos y fieles en la Plaza de San Pedro, ante quienes ha asegurado que la esperanza cristiana debe llevarnos a dar “testimonio de la vida nueva” y de que “la luz crece incluso en medio de las dificultades”. La catequesis del Papa León en esta nueva audiencia jubilar se ha centrado en el tema “Esperar es dar testimonio”, poniendo como ejemplo práctico la vida de Isidoro Bakanja, joven beato mártir congoleño.


Finalmente, ha saludado en diversos idiomas a los peregrinos de todo el mundo que durante estos días participan de diversas actividades del Jubileo de la Esperanza, entre ellos los del Jubileo del Mundo del Trabajo a quienes ha dicho que espera que se creen “oportunidades de empleo dignas que ofrezcan estabilidad y seguridad, garantizando especialmente que los jóvenes puedan realizar sus sueños y contribuir al bien común”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

LEÓN XIV

AUDIENCIA JUBILAR

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Sábado, 8 de noviembre de 2025

Catequesis. 8. Esperar es dar testimonio. Isidoro Bakanja



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

La esperanza del Jubileo nace de las sorpresas de Dios. Dios es diferente a como estamos acostumbrados a ser. El Año Jubilar nos impulsa a reconocer esta diversidad y a plasmarla en la vida real. Por eso es un Año de gracia: ¡podemos cambiar! Siempre pedimos esto cuando rezamos el Padre Nuestro y decimos: «En la tierra como en el cielo».

San Pablo escribe a los cristianos de Corinto, invitándolos a darse cuenta de que, entre ellos, la tierra ya ha comenzado a parecerse al cielo. Les dice que reflexionen sobre su vocación y vean cómo Dios ha reunido a personas que, de otro modo, jamás se habrían conocido. Los más humildes y menos poderosos se han vuelto ahora preciosos e importantes (véase 1 Corintios 1:26-27). Los criterios de Dios, que siempre parten de los últimos, son ya en Corinto un «terremoto» que no destruye, sino que revitaliza el mundo. La palabra de la Cruz, de la que Pablo da testimonio, despierta la conciencia y reaviva la dignidad de cada persona Los criterios de Dios, que siempre parten de los más pequeños, son ya en Corinto un «terremoto» que no destruye, sino que revitaliza el mundo. La palabra de la Cruz, de la que Pablo da testimonio, despierta la conciencia y reaviva la dignidad de cada persona.

Queridos hermanos y hermanas, tener esperanza es dar testimonio: dar testimonio de que todo ha cambiado, de que nada es como antes. Por eso hoy quiero hablarles de un testigo de la esperanza cristiana en África. Se llama Isidoro Bakanja y, desde 1994, es beatificado y patrono de los laicos en el Congo. Nacido en 1885, cuando su país era colonia belga, no fue a la escuela porque no había ninguna en su ciudad, sino que se convirtió en aprendiz de albañil. Se hizo amigo de los misioneros católicos, los monjes trapenses: le hablaron de Jesús y, alrededor de los veinte años, decidió seguir la instrucción cristiana y recibir el Bautismo. Desde ese momento, su testimonio se hizo cada vez más luminoso. Esperar es dar testimonio: cuando damos testimonio de una nueva vida, la luz crece incluso en medio de las dificultades

Isidoro, de hecho, se encuentra trabajando como jornalero para un patrón europeo sin escrúpulos, quien no soporta su fe ni su autenticidad. El patrón odiaba el cristianismo y a los misioneros que defendían a los indígenas de los abusos de los colonizadores, pero Isidore llevó su escapulario con la imagen de la Virgen María al cuello hasta el final, soportando toda clase de maltratos y torturas sin perder la esperanza. ¡Esperar es dar testimonio! Isidoro muere declarando a los Padres Trapenses que no guarda rencor; es más, promete rezar incluso en la otra vida por quienes lo han reducido a tal estado.

Esta, queridos hermanos y hermanas, es la palabra de la Cruz. Es una palabra viva que rompe las cadenas del mal. Es una nueva fuerza que desconcierta a los orgullosos y derriba a los poderosos de sus tronos. Así nace la esperanza. A menudo, las antiguas Iglesias del norte del mundo reciben este testimonio de las Iglesias jóvenes, que las inspira a caminar juntas hacia el Reino de Dios, un Reino de justicia y paz. África, en particular, clama por esta conversión, y lo hace brindándonos numerosos jóvenes testigos de la fe.

Con frecuencia, las antiguas Iglesias del hemisferio norte reciben este testimonio de las Iglesias jóvenes, lo que las inspira a caminar juntas hacia el Reino de Dios, un Reino de justicia y paz. África, en particular, clama por esta conversión, y lo hace brindándonos numerosos jóvenes testigos de fe. Tener esperanza es dar testimonio de que la tierra puede asemejarse verdaderamente al cielo. Y este es el mensaje del Jubileo.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En este Año jubilar redescubrimos a numerosos testigos de esperanza, cuyos ejemplos nos edifican en nuestro peregrinar hacia la casa del Padre celestial. Hoy presentamos la figura del beato Isidoro Bakanja, patrono de los laicos del Congo, en África.

Isidoro conoció a Cristo gracias a los misioneros, y recibió el bautismo a los veinte años. Sin embargo, tuvo que sufrir todo tipo de maltratos y torturas a causa de su fe. A pesar de ello, su testimonio de vida cristiana era cada vez más luminoso y lleno de esperanza, hasta el punto de morir perdonando y rezando por sus perseguidores.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine para que sepamos dar testimonio de nuestra fe con firmeza y convicción, fuertemente arraigados en Cristo, nuestra esperanza. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Doy una cordial bienvenida a los participantes del Jubileo del Mundo del Trabajo, a la Confederación Italiana de Profesionales Autónomos, a la Sociedad Cooperativa Dedalo de Como y a la Asociación de Brindisi y Caminos Antiguos. Queridos amigos, el trabajo debe ser fuente de esperanza y vida, permitiendo a las personas expresar su creatividad y capacidad para el bien. Por ello, espero un compromiso colectivo de las instituciones y la sociedad civil para crear oportunidades de empleo dignas que ofrezcan estabilidad y seguridad, garantizando especialmente que los jóvenes puedan realizar sus sueños y contribuir al bien común.

Saludo a los participantes del Jubileo de las recreaciones históricas italianas, instándoles a reflexionar sobre cómo los grandes valores de la fe cristiana sustentan la cultura, el arte y la tradición civil y religiosa de la nación. Saludo también a los representantes de los Centros Italianos de Métodos Naturales y a los fieles de Canaro, Cupello, Florencia y Viterbo.

Finalmente, mis pensamientos son para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Espero sinceramente que todos regresen a sus hogares fortalecidos por esta experiencia jubilar y revitalizados en su deseo de seguir el Evangelio y dar un testimonio valiente del mismo.   

Papa León XIV








Fotos: Vatican Media, 8-11-2025

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 5-10-2025: «La Resurrección de Cristo es el Acontecimento que fundamenta la fe y el Resucitado nos lo recuerda mediante el Espíritu Santo, para que podamos ser sus testigos»

* «Ante nuestra frágil humanidad, el anuncio pascual se convierte en cura y sanación, alimenta la esperanza frente a los desafíos alarmantes que la vida nos pone por delante cada día a nivel personal y planetario. Desde la perspectiva de la Pascua, la Via Crucis se transfigura en Via Lucis. Necesitamos saborear y meditar la alegría después del dolor, reatravesando con esta nueva luz todas las etapas que precedieron la Resurrección. La Pascua no elimina la cruz, sino que la vence en el duelo prodigioso que ha cambiado la historia humana. También nuestro tiempo, marcado por tantas cruces, invoca el alba de la esperanza pascua»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Os invito a uniros a mi oración por todos aquellos que sufren a causa de los conflictos armados en diversas partes del mundo; pienso especialmente en Myanmar, y exhorto a la comunidad internacional a no olvidar al pueblo birmano y a proporcionar la necesaria ayuda humanitaria»

5 de noviembre de 2025.- (Camino Católico).- “La Resurrección de Cristo no es una idea, una teoría, sino el Acontecimento que fundamenta la fe. Él, el Resucitado, nos lo recuerda siempre mediante el Espíritu Santo, para que podamos ser sus testigos también allí donde la historia humana no ve luz en el horizonte”, reflexiona el Papa León XIV en la audiencia general de hoy, 5 de noviembre, en la plaza de San Pedro, ante más de 40.000 fieles y peregrinos.

El Pontífice centra su catequesis en el tema “La Pascua da esperanza a la vida cotidiana”, la tercera dedicada a “La Resurrección de Cristo y los desafíos del mundo actual”, en el marco del ciclo jubilar “Jesucristo esperanza nuestra”, y afirma que “el misterio pascual constituye el eje de la vida del cristiano en torno al cual giran todos los demás eventos”.

Al final de la audiencia, el Papa invita a los fieles a orar por la paz mundial, especialmente por Myanmar, sumido en una guerra civil y una grave crisis humanitaria. Finalmente, recordando la reciente fiesta de Todos los Santos, exhorta a todos a seguir su vocación a la santidad. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

LEÓN XIV

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 5 de noviembre de 2025


Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. IV. La resurrección de Cristo y los retos del mundo actual 3. La Pascua da esperanza a la vida cotidiana.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

La Pascua de Jesús es un evento que no pertenece a un pasado lejano, ya sedimentado en la tradición, como tantos otros episodios de la historia humana. La Iglesia nos enseña a hacer memoria actualizante de la Resurrección todos los años en el domingo de Pascua y todos los días en la celebración eucarística, durante la que se realiza de modo pleno la promesa del Señor resucitado: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20).

Por eso, el misterio pascual constituye el eje de la vida del cristiano en torno al cual giran todos los demás eventos. Podemos decir entonces, sin irenismo o sentimentalismo, que todos los días es Pascua. ¿De qué modo?

Vivimos cada hora muchas experiencias diversas: dolor, sufrimiento, tristeza, entrelazadas con alegría, estupor, serenidad. Pero, en cada situación, el corazón humano anhela la plenitud, una felicidad profunda. Una gran filósofa del s. XX, Santa Teresa Benedicta de la Cruz -cuyo nombre secular fue Edith Stein-, que tanto profundizó en el misterio de la persona humana, nos recuerda este dinamismo de búsqueda constante de la plenitud. «El ser humano -escribe- anhela siempre volver a recibir el don de la existencia, para poder alcanzar lo que el instante le da y, al mismo tiempo, le quita» (Ser infinito y ser eterno. Intento de un ascenso al sentido del ser). Estamos inmersos en el límite, pero también tendemos a superarlo.

El anuncio pascual es la noticia más hermosa, alegre y conmovedora que jamás ha resonado en el curso de la historia. Es el “Evangelio” por excelencia, que atestigua la victoria del amor sobre el pecado y de la vida sobre la muerte, y por eso es el único capaz de saciar la demanda de sentido que inquieta nuestra mente y nuestro corazón. El ser humano está animado por un movimiento interior, propende hacia un más allá que le atrae constantemente. Ninguna realidad contingente le satisface. Tendemos al infinito y a lo eterno. Esto contrasta con la experiencia de la muerte, anticipada por los sufrimientos, las pérdidas, los fracasos. De la muerte «nullu homo vivente po skampare» (ningún hombre viviente puede escapar), canta San Francisco de Asís (cfr. Cántico del hermano sol).

Todo cambia gracias a aquella mañana en la que las mujeres que habían ido al sepulcro para ungir el cuerpo del Señor lo encuentran vacío. La pregunta de los Magos de Oriente en Jerusalén («¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?», Mt 2,1-2) halla la respuesta definitiva en las palabras del misterioso joven vestido de blanco que habla a las mujeres en el alba pascual: «¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado» (Mc 16,6).

Desde esa mañana hasta hoy, cada día, Jesús posee también este título: el Viviente, como Él mismo se presenta en el Apocalipsis: «Yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ahora vivo para siempre» (Ap 1,17-18). Y en Él tenemos la seguridad de poder encontrar perennemente la estrella polar hacia la que dirigir nuestra vida de aparente caos, marcada por hechos que, a menudo, nos parecen confusos, inaceptables, incomprensibles: el mal, en sus múltiples facetas; el sufrimiento, la muerte: eventos que nos afectan a todos y cada uno. Meditando el misterio de la Resurrección, encontramos respuesta a nuestra sed de sentido.

Ante nuestra frágil humanidad, el anuncio pascual se convierte en cura y sanación, alimenta la esperanza frente a los desafíos alarmantes que la vida nos pone por delante cada día a nivel personal y planetario. Desde la perspectiva de la Pascua, la Via Crucis se transfigura en Via Lucis. Necesitamos saborear y meditar la alegría después del dolor, reatravesando con esta nueva luz todas las etapas que precedieron la Resurrección.

La Pascua no elimina la cruz, sino que la vence en el duelo prodigioso que ha cambiado la historia humana. También nuestro tiempo, marcado por tantas cruces, invoca el alba de la esperanza pascual.

La Resurrección de Cristo no es una idea, una teoría, sino el Acontecimento que fundamenta la fe. Él, el Resucitado, nos lo recuerda siempre mediante el Espíritu Santo, para que podamos ser sus testigos también allí donde la historia humana no ve luz en el horizonte. La esperanza pascual no defrauda. Creer verdaderamente en la Pascua en el camino cotidiano significa revolucionar nuestra vida, ser transformados para transformar el mundo con la fuerza suave y valiente de la esperanza cristiana.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis reflexionamos sobre la esperanza que representa la Pascua de Jesús en nuestra vida cotidiana. La resurrección de Cristo no es un acontecimiento del pasado, la Iglesia nos enseña a hacer memoria viva de este misterio en cada Celebración eucarística, en la que se realiza de manera plena la promesa del Señor resucitado, de permanecer con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

El anuncio pascual colma nuestra vida de alegría y de paz, sana nuestras heridas y alimenta nuestra esperanza. Meditando el misterio de la resurrección encontramos respuesta a nuestra sed de significado, a nuestra búsqueda del sentido de la vida. En Jesucristo encontramos con seguridad la estrella polar hacia la cual orientar nuestra existencia, superar los límites de nuestra frágil humanidad y afrontar los desafíos que se nos presentan cada día a nivel personal y comunitario, tendiendo hacia el infinito y hacia lo eterno.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor que envíe su Espíritu Santo sobre nosotros, para que seamos testigos de la esperanza pascual y llevemos la luz del Resucitado hasta los confines de la tierra. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho:     

Hermanos y hermanas, os invito a uniros a mi oración por todos aquellos que sufren a causa de los conflictos armados en diversas partes del mundo; pienso especialmente en Myanmar, y exhorto a la comunidad internacional a no olvidar al pueblo birmano y a proporcionar la necesaria ayuda humanitaria.

Finalmente, saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. La reciente fiesta de Todos los Santos nos invita a reflexionar sobre nuestra vocación común a la santidad. Todos estamos llamados a ser santos. Por eso, los invito a acercarse cada vez más a Cristo, siguiendo el ejemplo de autenticidad que nos dieron los santos.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV






Fotos: Vatican Media, 5-11-2025

miércoles, 29 de octubre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 29-10-2025: «’Dios es espíritu, y los adoradores deben hacerlo en espíritu y verdad’; la oración tiene el poder de transformar las actitudes, pensamientos, palabras y acciones»

* «El Evangelio revela la esencia del auténtico diálogo religioso: un intercambio que se establece cuando las personas se abren unas a otras con sinceridad, escucha atenta y enriquecimiento mutuo. Es un diálogo nacido de la sed: la sed de Dios por el corazón humano y la sed humana de Dios. En el pozo de Sicar, Jesús supera las barreras de la cultura, el género y la religión. Invita a la mujer samaritana a una nueva comprensión del culto, que no se limita a un lugar concreto —«ni en este monte ni en Jerusalén»—, sino que se realiza en Espíritu y en verdad. Este momento capta la esencia misma del diálogo interreligioso: el descubrimiento de la presencia de Dios más allá de toda frontera y la invitación a buscarlo juntos con reverencia y humildad»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «En estos días, el huracán «Melissa», una tormenta de potencia catastrófica, ha azotado Jamaica, provocando violentas inundaciones y, en estas horas, con la misma fuerza devastadora, está atravesando Cuba. Hay miles de personas desplazadas, y se han dañado casas, infraestructuras y varios hospitales. Les aseguro a todos mi cercanía, rezando por quienes han perdido la vida, por quienes están huyendo y por aquellas poblaciones que, a la espera de la evolución de la tormenta, están viviendo horas de ansiedad y preocupación. Animo a las autoridades civiles a hacer todo lo posible y agradezco a las comunidades cristianas, junto con las organizaciones de voluntariado, la ayuda que están prestando»

29 de octubre de 2025.- (Camino Católico).- “‘Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad’; la oración tiene el poder de transformar nuestras actitudes, nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones” ha reflexionado el Papa León XIV en la catequesis de la audiencia general de hoy, miércoles 29 de octubre, en la Plaza de San Pedro, repleta de decenas de miles de fieles, y dedicada -como él mismo ha anunciado- al "diálogo interreligioso". La ocasión es la celebración del 60 aniversario de la Declaración Nostra Aetate, aprobada por el Concilio Vaticano II el 28 de octubre de 1965. La audiencia ha esta precedida de un largo paseo en papamóvil durante el cual León XIV ha saludado a varios niños, matrimonios y a la multitud de fieles que llegaba hasta la plaza de Pío XII.

“Todos mis predecesores han condenado el antisemitismo con palabras claras. Y así también yo confirmo que la Iglesia no tolera el antisemitismo y lo combate, por el mismo Evangelio”, ha afirmado el Papa, reiterando la total incompatibilidad entre el Evangelio, el Magisterio de la Iglesia y el antisemitismo.

Recordando el diálogo entre Jesús y la Samaritana, nacido de la sed de Dios y superando las barreras de la cultura, el género y la religión, el Papa recuerda que este momento capta el núcleo mismo del diálogo interreligioso. En esta estela, recuerda que el documento conciliar redefinió las relaciones entre la Iglesia católica y las religiones no cristianas, en particular el judaísmo, y "abrió -subraya el Pontífice- un nuevo horizonte de encuentro, respeto y hospitalidad espiritual". 

El Santo Padre miró a los seguidores de otras religiones de un modo enriquecedor. “Como compañeros de viaje en el camino de la verdad; para honrar las diferencias afirmando nuestra común humanidad; y para discernir, en toda búsqueda religiosa sincera, un reflejo del único Misterio divino que abarca toda la creación”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

LEÓN XIV

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 29 de octubre de 2025

Catequesis con motivo del 60.º aniversario de la Declaración conciliar Nostra aetate



¡Queridos hermanos y hermanas, peregrinos en la fe y representantes de las diversas tradiciones religiosas! ¡Buenos días, bienvenidos!

En el centro de la reflexión de hoy, en esta Audiencia general dedicada al diálogo interreligioso, deseo colocar las palabras del Señor Jesús a la mujer samaritana: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad» (Jn 4,24). En el Evangelio, este encuentro revela la esencia del auténtico diálogo religioso: un intercambio que se establece cuando las personas se abren unas a otras con sinceridad, escucha atenta y enriquecimiento mutuo. Es un diálogo nacido de la sed: la sed de Dios por el corazón humano y la sed humana de Dios. En el pozo de Sicar, Jesús supera las barreras de la cultura, el género y la religión. Invita a la mujer samaritana a una nueva comprensión del culto, que no se limita a un lugar concreto —«ni en este monte ni en Jerusalén»—, sino que se realiza en Espíritu y en verdad. Este momento capta la esencia misma del diálogo interreligioso: el descubrimiento de la presencia de Dios más allá de toda frontera y la invitación a buscarlo juntos con reverencia y humildad.

Hace sesenta años, el 28 de octubre de 1965, el Concilio Vaticano II, con la promulgación de la Declaración Nostra aetate, abrió un nuevo horizonte de encuentro, respeto y hospitalidad espiritual. Este luminoso documento nos enseña a tratar a los seguidores de otras religiones no como extraños, sino como compañeros de viaje en el camino hacia la verdad; a honrar las diferencias afirmando nuestra humanidad común; y a discernir, en toda búsqueda religiosa sincera, un reflejo del único Misterio divino que abarca toda la creación.

No hay que olvidar que la primera orientación de Nostra aetate fue hacia el mundo judío, con el que San Juan XXIII quiso refundar la relación original. Por primera vez en la historia de la Iglesia, debía tomar forma un tratado doctrinal sobre las raíces judías del cristianismo, que representara un punto de no retorno en el plano bíblico y teológico. «El pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente vinculado con la estirpe de Abraham. La Iglesia de Cristo reconoce, en efecto, que los orígenes de su fe y de su elección se encuentran ya, según el misterio divino de la salvación, en los patriarcas, en Moisés y en los profetas» (NA, 4). Así, la Iglesia, «consciente del patrimonio que tiene en común con los judíos, y movida no por motivos políticos, sino por la caridad religiosa evangélica, deplora los odios, las persecuciones y todas las manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos» (ibíd.). Desde entonces, todos mis predecesores han condenado el antisemitismo con palabras claras. También yo confirmo que la Iglesia no tolera el antisemitismo y lo combate, en razón del Evangelio mismo.

Hoy podemos mirar con gratitud todo lo que se ha logrado en el diálogo judeo-católico en estas seis décadas. Esto no se debe solo al esfuerzo humano, sino a la asistencia de nuestro Dios que, según la convicción cristiana, es en sí mismo diálogo. No podemos negar que en este período también ha habido malentendidos, dificultades y conflictos, pero estos nunca han impedido la continuación del diálogo. Tampoco hoy debemos permitir que las circunstancias políticas y las injusticias de algunos nos alejen de la amistad, sobre todo porque hasta ahora hemos logrado mucho.

El espíritu de Nostra aetate sigue iluminando el camino de la Iglesia. Esta reconoce que todas las religiones pueden reflejar «un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres» (n. 2) y buscan respuestas a los grandes misterios de la existencia humana, por lo que el diálogo debe ser no solo intelectual, sino profundamente espiritual. La Declaración invita a todos los católicos —obispos, clero, personas consagradas y fieles laicos— a participar sinceramente en el diálogo y la colaboración con los seguidores de otras religiones, reconociendo y promoviendo todo lo que es bueno, verdadero y santo en sus tradiciones (cf. ibíd.). Esto es necesario hoy en día prácticamente en todas las ciudades del mundo donde, debido a la movilidad humana, nuestras diversidades espirituales y de pertenencia están llamadas a encontrarse y a convivir fraternalmente. Nostra aetate nos recuerda que el verdadero diálogo tiene sus raíces en el amor, único fundamento de la paz, la justicia y la reconciliación, al tiempo que rechaza con firmeza toda forma de discriminación o persecución, afirmando la igual dignidad de todo ser humano (cf. NA, 5).

Por lo tanto, queridos hermanos y hermanas, sesenta años después de Nostra Aetate, podemos preguntarnos: ¿qué podemos hacer juntos? La respuesta es sencilla: actuar juntos. Más que nunca, nuestro mundo necesita nuestra unidad, nuestra amistad y nuestra colaboración. Cada una de nuestras religiones puede contribuir a aliviar el sufrimiento humano y a cuidar de nuestra casa común, nuestro planeta Tierra. Nuestras respectivas tradiciones enseñan la verdad, la compasión, la reconciliación, la justicia y la paz. Deben reafirmar el servicio a la humanidad, en todo momento. Juntos, debemos estar atentos al abuso del nombre de Dios, de la religión y del diálogo mismo, así como a los peligros que representan el fundamentalismo religioso y el extremismo. También debemos abordar el desarrollo responsable de la inteligencia artificial, ya que, si se concibe como una alternativa al ser humano, puede violar gravemente su dignidad infinita y neutralizar sus responsabilidades fundamentales. Nuestras tradiciones tienen una inmensa contribución que aportar a la humanización de la tecnología y, por lo tanto, a inspirar su regulación, en defensa de los derechos humanos fundamentales.

Como todos sabemos, nuestras religiones enseñan que la paz comienza en el corazón del ser humano. En este sentido, la religión puede desempeñar un papel fundamental. Debemos devolver la esperanza a nuestras vidas personales, a nuestras familias, a nuestros barrios, a nuestras escuelas, a nuestros pueblos, a nuestros países y a nuestro mundo. Esta esperanza se basa en nuestras convicciones religiosas, en la convicción de que un mundo nuevo es posible.

Hace sesenta años, Nostra aetate trajo esperanza al mundo que salía de la Segunda Guerra Mundial. Hoy estamos llamados a refundar esa esperanza en nuestro mundo devastado por la guerra y en nuestro entorno natural degradado. Colaboremos, porque si estamos unidos todo es posible. Hagamos que nada nos divida. Y con este espíritu, deseo expresar una vez más mi gratitud por su presencia y su amistad. Transmitamos este espíritu de amistad y colaboración también a la generación futura, porque es el verdadero pilar del diálogo.

Y ahora, detengámonos un momento en oración silenciosa: la oración tiene el poder de transformar nuestras actitudes, nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas, peregrinos en la fe y representantes de las diversas tradiciones religiosas:

Nuestra reflexión está dedicada al diálogo interreligioso cuyo centro es el diálogo del Señor Jesús con la mujer samaritana: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad».  

La esencia del auténtico diálogo interreligioso son las personas que se abren y escuchan recíprocamente con sinceridad. Este diálogo nace de la sed que tiene Dios del corazón humano y de la sed que la humanidad tiene de Dios. Es un diálogo no limitado a un lugar específico: «ni en esta montaña ni en Jerusalén» sino que se establece «en espíritu y en verdad».

La Declaración conciliar Nostra aetate ―de la cual celebramos el sesenta aniversario de su promulgación―, nos enseña a ver a los seguidores de otras religiones como compañeros en el camino hacia la verdad; a honrar las diferencias afirmando nuestra humanidad común.

Queridos hermanos y hermanas, sesenta años después de Nostra aetate, ¡actuémos juntos!. Transmitamos el espíritu de amistad y colaboración entre religiones a la generación futura, porque es el verdadero pilar del diálogo.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Roguemos al Señor para que todas las tradiciones religiosas puedan contribuir a aliviar el sufrimiento humano y a cuidar de la creación. Sabemos que la oración tiene el poder de transformar nuestras actitudes, nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones. Que Dios los bendiga.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho:     

En los próximos días, la liturgia conmemorará a los fieles difuntos. La oración por nuestros seres queridos nos recuerda que nuestra patria está en el cielo. Que los esfuerzos por obtener los bienes temporales necesarios en la vida terrenal siempre broten del amor y la fidelidad a la verdad del Evangelio, que nunca perecen porque tienen su origen en Dios mismo.

En estos días, el huracán «Melissa», una tormenta de potencia catastrófica, ha azotado Jamaica, provocando violentas inundaciones y, en estas horas, con la misma fuerza devastadora, está atravesando Cuba. Hay miles de personas desplazadas, y se han dañado casas, infraestructuras y varios hospitales. Les aseguro a todos mi cercanía, rezando por quienes han perdido la vida, por quienes están huyendo y por aquellas poblaciones que, a la espera de la evolución de la tormenta, están viviendo horas de ansiedad y preocupación. Animo a las autoridades civiles a hacer todo lo posible y agradezco a las comunidades cristianas, junto con las organizaciones de voluntariado, la ayuda que están prestando.

Finalmente, saludo a los enfermos, a los recién casados ​​y a los jóvenes, en especial a los alumnos del Instituto Nostra Signora del Suffragio de Roma, del Colegio del Sagrado Corazón de Roma y del Colegio Santa Teresa del Niño Jesús de Santa Marinella. Ayer, la liturgia conmemoró a los santos apóstoles Simón y Judas Tadeo. Que su ejemplo os anime, enfermos, a seguir siempre a Jesús en el camino de la prueba; que os ayude, recién casados, a hacer de vuestra familia un lugar de encuentro con el amor de Dios y de vuestros hermanos; que os fortalezca, jóvenes, en vuestro compromiso de fidelidad a Cristo. ¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV

















Fotos: Vatican Media, 29-10-2025