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viernes, 27 de junio de 2025

Papa León XIV a sacerdotes: «Solo quien vive en amistad con Cristo impregnado de su Espíritu puede anunciar con autenticidad, consolar con compasión y guiar con sabiduría»

* «El sacerdote, de hecho, es un amigo del Señor, llamado a vivir con Él una relación personal y confidencial, alimentada por la Palabra, la celebración de los sacramentos y la oración diaria. Esta amistad con Cristo es el fundamento espiritual del ministerio ordenado, el sentido de nuestro celibato y la energía del servicio eclesial al que dedicamos nuestra vida; nos sostiene en los momentos de prueba y nos permite renovar cada día el “sí” pronunciado al inicio de la vocación»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la meditación del Santo Padre

* «Nuestro tiempo nos desafía, muchos parecen haberse alejado de la fe, pero en lo profundo de muchas personas, especialmente de los jóvenes, hay sed de infinito y de salvación. Muchos experimentan como una ausencia de Dios, pero cada ser humano está hecho para Él, y el designio del Padre es hacer de Cristo el corazón del mundo»

Camino Católico.- “Sólo quien vive en amistad con Cristo y está impregnado de su Espíritu puede anunciar con autenticidad, consolar con compasión y guiar con sabiduría. Esto requiere escucha profunda, meditación y una vida interior rica y ordenada”. Lo ha subrayado el Papa León XIV en un encuentro internacional con los sacerdotes encargados de la pastoral vocacional y la formación en los seminarios, que se ha celebrado en el Auditorium Conciliazione de Roma, en el marco del Jubileo de los Seminaristas y de los Sacerdotes, en la tarde del miércoles 26 de junio.

El encuentro “Sacerdotes Felices” ha sido organizado por el Dicasterio para el Clero con el tema del Evangelio de Juan: “Los he llamado amigos”. También ha estado presente el Cardenal Lazzaro You Heung-sik, prefecto del Dicasterio vaticano, al que el Pontífice ha agradecido por su labor “amplia y preciosa”, que a menudo se desarrolla “en silencio y discreción”.

El Pontífice ha recordado a los numerosos sacerdotes mártires, ha pedido una formación que fuera un camino de relación con el Señor y ha hablado de la crisis vocacional, afirmando que “Dios sigue llamando”. La invitación es a crear “ambientes y formas de pastoral juvenil imbuidas del Evangelio”, ya que muchos jóvenes parecen estar lejos de la fe.

El Papa León XIV ha llegado poco después de las 17:00 h, tras regresar de la Secretaría General del Sínodo, donde se ha reunido con los miembros del Consejo Ordinario. Entra por la escalera central del Auditorio y es recibido con una larga ovación por las aproximadamente 1700 personas presentes, acompañada de los habituales gritos de "¡Viva el Papa!" y "¡Papa León XIII!". En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:




MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE A LOS PARTICIPANTES EN EL ENCUENTRO INTERNACIONAL

Sacerdotes felices: «Os he llamado amigos» (Jn 15,15)

PROMOVIDO POR EL DICASTERIO PARA EL CLERO

Auditorio de la Conciliazione, Roma

Jueves, 26 de junio de 2025

Comencemos con la señal de la cruz, ya que todos estamos aquí porque Cristo, que murió y resucitó, nos ha dado la vida y nos ha llamado a servir. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡La paz esté con ustedes!

[Saludo del cardenal Lazzaro You Heung-sik, Prefecto del Dicasterio para el Clero]

Queridos hermanos en el sacerdocio,

queridos formadores, seminaristas, animadores vocacionales, amigos en el Señor:

Es para mí una gran alegría estar hoy aquí con ustedes. En el corazón del Año Santo, juntos queremos dar testimonio de que es posible ser sacerdotes felices, porque Cristo nos ha llamado, Cristo nos ha hecho sus amigos (cf. Jn 15,15); es una gracia que queremos acoger con gratitud y responsabilidad.

Deseo agradecer al cardenal Lazzaro y a todos los colaboradores del Dicasterio para el Clero por su servicio generoso y competente; un trabajo vasto y valioso, que a menudo se lleva a cabo en silencio y con discreción y que produce frutos de comunión, formación y renovación.

Con este momento de intercambio fraterno, un intercambio internacional, podemos valorizar el patrimonio de experiencias ya maduradas, fomentando la creatividad, la corresponsabilidad y la comunión en la Iglesia, para que lo que se siembra con dedicación y generosidad en tantas comunidades pueda convertirse en luz y estímulo para todos.

Las palabras de Jesús: «Yo los llamo amigos» (Jn 15,15) no sólo son una declaración afectuosa hacia los discípulos, sino una auténtica clave para comprender el ministerio sacerdotal. El sacerdote, de hecho, es un amigo del Señor, llamado a vivir con Él una relación personal y confidencial, alimentada por la Palabra, la celebración de los sacramentos y la oración diaria. Esta amistad con Cristo es el fundamento espiritual del ministerio ordenado, el sentido de nuestro celibato y la energía del servicio eclesial al que dedicamos nuestra vida; nos sostiene en los momentos de prueba y nos permite renovar cada día el “sí” pronunciado al inicio de la vocación.

En particular, queridos hermanos, me gustaría extraer tres implicaciones de esta palabra clave para la formación al ministerio sacerdotal.

En primer lugar, la formación es un camino de relación. Convertirse en amigos de Cristo significa formarse en la relación, no sólo en las competencias. La formación sacerdotal, por lo tanto, no puede reducirse a la adquisición de nociones, sino que es un camino de familiaridad con el Señor que involucra a toda la persona: el corazón, la inteligencia, la libertad, y la moldea a imagen del Buen Pastor. Sólo quien vive en amistad con Cristo y está impregnado de su Espíritu puede anunciar con autenticidad, consolar con compasión y guiar con sabiduría. Esto requiere una escucha profunda, meditación y una vida interior rica y ordenada.

En segundo lugar, la fraternidad es un estilo esencial de la vida presbiteral. Convertirse en amigos de Cristo implica vivir como hermanos entre sacerdotes y entre obispos, no como competidores o de forma individualista. La formación debe ayudar a construir vínculos sólidos en el presbiterio como expresión de una Iglesia sinodal, en la que se crece juntos compartiendo las fatigas y las alegrías del ministerio. De hecho, ¿cómo podríamos nosotros, ministros, ser constructores de comunidades vivas, si no reinara ante todo entre nosotros una fraternidad efectiva y sincera?

Además, formar sacerdotes amigos de Cristo significa formar hombres capaces de amar, escuchar, orar y servir juntos. Por eso es necesario especialmente cuidar la preparación de los formadores, porque la eficacia de su trabajo depende ante todo del ejemplo de vida y de la comunión entre ellos. La misma institución de los seminarios nos recuerda que la formación de los futuros ministros ordenados no puede llevarse a cabo de manera aislada, sino que requiere la participación de todos los amigos y las amigas del Señor que viven como discípulos misioneros al servicio del Pueblo de Dios.

A este respecto, quisiera decir también unas palabras sobre las vocaciones. A pesar de los signos de crisis que atraviesan la vida y la misión de los presbíteros, Dios sigue llamando y permanece fiel a sus promesas. Es necesario que haya espacios adecuados para escuchar su voz. Por eso son importantes los ambientes y las formas de pastoral juvenil impregnadas del Evangelio, donde puedan manifestarse y madurar las vocaciones a la entrega total de sí. ¡Tengan el valor de hacer propuestas fuertes y liberadoras! Al mirar a los jóvenes que en nuestro tiempo dicen su generoso “aquí estoy” al Señor, todos sentimos la necesidad de renovar nuestro “sí”, de redescubrir la belleza de ser discípulos misioneros en el seguimiento de Cristo, el Buen Pastor.

Queridos hermanos, celebramos este encuentro en la víspera de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús: es de esta “zarza ardiente” de donde proviene nuestra vocación; es de esta fuente de gracia de donde queremos dejarnos transformar.

La Encíclica del Papa Francisco Dilexit nos, si bien es un don precioso para toda la Iglesia, lo es de manera especial para nosotros, los sacerdotes. Esta nos interpela con fuerza, nos pide que custodiemos juntos la mística y el compromiso social, la contemplación y la acción, el silencio y el anuncio. Nuestro tiempo nos desafía, muchos parecen haberse alejado de la fe, pero en lo profundo de muchas personas, especialmente de los jóvenes, hay sed de infinito y de salvación. Muchos experimentan como una ausencia de Dios, pero cada ser humano está hecho para Él, y el designio del Padre es hacer de Cristo el corazón del mundo.

Por eso queremos recuperar juntos el impulso misionero. Una misión que propone con valentía y amor el Evangelio de Jesús. A través de nuestra acción pastoral, es el Señor mismo quien cuida de su rebaño, reúne a los dispersos, se inclina sobre los heridos, sostiene a los desanimados. Imitando el ejemplo del Maestro, crecemos en la fe y nos convertimos así en testigos creíbles de la vocación que hemos recibido. Cuando uno cree, se nota, la felicidad del ministro refleja un verdadero encuentro con Cristo, que lo sostiene en la misión y en el servicio.

Queridos hermanos en el sacerdocio, ¡gracias a ustedes que han venido desde lejos! Gracias a cada uno por su entrega cotidiana, especialmente en los lugares de formación, en las periferias existenciales y en los lugares difíciles, a veces peligrosos. Al recordar a los sacerdotes que han dado su vida, incluso hasta derramar su sangre, renovamos hoy nuestra disponibilidad a vivir sin reservas un apostolado de compasión y alegría.

¡Gracias por lo que son!, porque recuerdan a todos que es hermoso ser sacerdotes, y que cada llamada del Señor es ante todo una llamada a su alegría. No somos perfectos, pero somos amigos de Cristo, hermanos entre nosotros e hijos de su tierna Madre María, y esto nos basta.

Dirijámonos al Señor Jesús, a su Corazón misericordioso que arde de amor por cada persona. Pidámosle la gracia de ser discípulos misioneros y pastores según su voluntad: buscando a los que están perdidos, sirviendo a los pobres, guiando con humildad a los que nos han sido confiados. Que su Corazón inspire nuestros planes, transforme nuestros corazones y nos renueve en la misión. Los bendigo con afecto y rezo por todos ustedes.

[Un sacerdote le pregunta al Santo Padre si puede abrazarlo]

¡Que sea uno que represente a todos!, porque después los demás también querrán un abrazo. ¿Están de acuerdo? [Los sacerdotes responden: ¡Sí!] ¡Uno en nombre de todos! Entonces, ¡uno en nombre de todos!

[en español] ¡Que levante la mano quien viene de América Latina!

[en inglés] ¿Cuántos vienen de África?... ¿Cuántos de Asia?... ¿De Europa?... ¿De Estados Unidos?...

[Llega el sacerdote, se presenta y abraza al Santo Padre]

En representación de todos los presentes en este momento.

[en español] Para concluir, proponemos un momento de oración. [en italiano] Un momento muy breve, pero lo que he dicho antes en mis palabras es muy importante. Quiero subrayar la importancia de la vida espiritual del sacerdote. Tantas veces, cuando necesitamos ayuda: busquen un buen «acompañante», un director espiritual, un buen confesor. Nadie aquí está solo. Y aunque estés trabajando en la misión más lejana, ¡nunca estás solo! Traten de vivir lo que el Papa Francisco llamaba tantas veces la «cercanía»: cercanía con el Señor, cercanía con el obispo o el superior religioso, y cercanía también entre ustedes, porque realmente deben ser amigos, hermanos; vivir esta hermosa experiencia de caminar juntos sabiendo que estamos llamados a ser discípulos del Señor. Tenemos una gran misión y juntos podemos llevarla a cabo. Contemos siempre con la gracia de Dios, también con mi cercanía, y juntos podremos ser verdaderamente esta voz en el mundo. ¡Gracias!

Entonces, recemos juntos: Padre nuestro...

Y a María, nuestra Madre, digamos: Ave María...

[Bendición]

¡Felicidades a todos! ¡Que Dios los bendiga siempre!

Papa León XIV




Fotos: Vatican Media, 26-6-2025

miércoles, 25 de junio de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 25-6-2025: «Al realizar un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él y su gracia de una forma real nos alcanza y lentamente transforma la vida desde dentro»


* «Jesús nos muestra que Él no solo sana toda enfermedad, sino que también despierta de la muerte. Para Dios, que es Vida eterna, la muerte del cuerpo es como un sueño. La muerte verdadera es aquella del alma: ¡de esta debemos tener miedo!»

  

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz»

 25 de junio de 2025.- (Camino Católico).- “Cada vez que realizamos Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz.un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él e inmediatamente su gracia sale de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una forma secreta y real la gracia nos alcanza y lentamente transforma la vida desde dentro”. Este es el aliento para tener fe en el poder de Jesús el que ha lanzado el Papa León XIV en la catequesis de este 25 de junio, durante la Audiencia general, la sexta de su pontificado.

Continuando con el ciclo de catequesis sobre las curaciones de Jesús como signo de esperanza, el Papa observa cómo muchas veces ante las tribulaciones de la vida “nos apagamos, nos dormimos, en la ilusión de que cuando despertemos las cosas serán diferentes” y “a veces nos sentimos bloqueados por el juicio de quien pretende poner etiquetas a los demás”. Pero el Pontífice se centra en dos episodios del Evangelio de Marcos para mostrar cómo, entrando en relación con Jesús y conociéndolo a fondo, se puede sacar “una fuerza” que cura las heridas más profundas, supera las situaciones más difíciles e incluso despierta las almas muertas.

El Santo Padre, al concluir la Audiencia general, ha expresado su preocupación y esperanza por la situación entre Irán e Israel, deseando que se hagan esfuerzos para seguir "el camino del diálogo, la diplomacia y la paz": "Que se curen las laceraciones causadas por las acciones sangrientas de los últimos días". En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA GENERAL

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Miércoles, 25 de junio de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las curaciones. 11. La mujer hemorroísa y la hija de Jairo. «No temas, solo ten fe» (Mc 5,36)

Queridos hermanos y hermanas,

hoy también meditamos sobre las curaciones de Jesús como señal de esperanza. En Él hay una fuerza que nosotros también podemos experimentar cuando entramos en relación con su Persona.

Una enfermedad muy difundida en nuestro tiempo es el cansancio de vivir: la realidad nos parece demasiado compleja, pesada, difícil de afrontar. Y entonces nos apagamos, nos adormecemos, con la ilusión que al despertarnos las cosas serán diferentes. Pero la realidad va afrontada, y junto con Jesús podemos hacerlo bien. A veces nos sentimos bloqueados por el juicio de aquellos que pretenden colocar etiquetas a los demás.

Me parece que estas situaciones puedan cotejarse con un pasaje del Evangelio de Marcos, donde se entrelazan dos historias: aquella de una niña de doce años, que yace en su lecho enferma a punto de morir; y aquella de una mujer, que, precisamente desde hace doce años, tiene perdidas de sangre y busca a Jesús para sanarse (cfr Mc 5,21-43).

Entre estas dos figuras femeninas, el Evangelista coloca al personaje del padre de la muchacha: él no se queda en casa lamentándose por la enfermedad de la hija, sino sale y pide ayuda. Si bien sea el jefe de la sinagoga, no pone pretensiones argumentando su posición social. Cuando hay que esperar no pierde la paciencia y espera. Y cuando le vienen a decir que su hija ha muerto y es inútil disturbar al Maestro, él sigue teniendo fe y continúa esperando.

El coloquio de este padre con Jesús es interrumpido por la mujer que padecía flujo de sangre, que logra acercarse a Jesús y tocar su manto (v. 27). Con gran valentía esta mujer ha tomado la decisión que cambia su vida: todos seguían diciéndole que permanezca a distancia, que no se deje ver. La habían condenado a quedarse escondida y aislada.  A veces también nosotros podemos ser víctimas del juicio de los demás, que pretenden colocarnos un vestido que no es el nuestro. Y entonces estamos mal y no logramos salir de eso.

Aquella mujer emboca el camino de la salvación cuando germina en ella la fe que Jesús puede sanarla: entonces encuentra la fuerza para salir e ir a buscarlo. Al menos quiere llegar a tocar sus vestidos.

Alrededor de Jesús había una muchedumbre, muchas personas lo tocaban, pero a ellos no les pasó nada. En cambio, cuando esta mujer toca a Jesús, se sana. ¿Dónde está la diferencia? Comentando este punto del texto, San Agustín dice – en nombre de Jesús –: «La multitud apretuja, la fe toca» (Sermones 243, 2, 2). Y así: cada vez que realizamos un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él e inmediatamente su gracia sale de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una forma secreta y real la gracia nos alcanza y lentamente trasforma la vida desde dentro.

Quizás también hoy tantas personas se acercan a Jesús de manera superficial, sin creer de verdad en su potencia. ¡Caminamos la superficie de nuestra iglesia, pero quizás el corazón está en otra parte! Esta mujer, silenciosa y anónima, derrota a sus temores, tocando el corazón de Jesús con sus manos consideradas impuras a causa de la enfermedad. Y he aquí que inmediatamente se siente curada. Jesús le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz» (Mc 5,34).

Mientras tanto, llevaron a aquel padre la noticia que su hija había muerto. Jesús le dice: «¡No temas, basta que creas!» (v. 36). Luego fue a su casa y, viendo que todos lloraban y gritaban, dijo: «La niña no está muerta, sino que duerme» (v. 39). Luego entra donde está la niña, le toma la mano y le dice: «Talitá kum», “¡Niña, levántate!”. La muchacha se levanta y se pone a caminar (cfr vv. 41-42). Aquel gesto de Jesús nos muestra que Él no solo sana toda enfermedad, sino que también despierta de la muerte. Para Dios, que es Vida eterna, la muerte del cuerpo es como un sueño. La muerte verdadera es aquella del alma: ¡de esta debemos tener miedo!

Un último detalle: Jesús, luego de haber resucitado a la niña, dice a los padres que le den de comer (cfr v. 43). Esta es otra señal muy concreta de la cercanía de Jesús a nuestra humanidad. Podemos también entenderlo en sentido más profundo y preguntarnos: ¿cuándo nuestros muchachos se encuentran en crisis y tienen necesidad de nutrición espiritual, sabemos dársela? ¿Y cómo podemos hacerlo si nosotros mismos no nos nutrimos del Evangelio?

Queridos hermanos y hermanas, en la vida hay momentos de desilusión y de desánimo, y hay también la experiencia de la muerte. Aprendamos de aquella mujer, de aquel padre: vamos hacia Jesús: Él puede sanarnos, puede hacernos renacer. ¡Jesús es nuestra esperanza!

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy meditamos sobre las curaciones que Jesús realizó como signo de esperanza. El Evangelio que hemos escuchado nos presenta dos historias: la de una mujer enferma desde hace doce años y la de una niña que está por morir.

La mujer, considerada impura y condenada al aislamiento, se atreve a acercarse a Jesús en silencio, convencida de que basta tocar su manto para sanar. Aunque muchos tocaban a Cristo entre la muchedumbre, sólo ella fue curada. ¿Por qué? Porque lo tocó con fe. Quizás también hoy muchos se acercan a Jesús de manera superficial. Entramos en nuestras iglesias, pero nuestro corazón se queda afuera. Esta mujer, silenciosa y anónima, venció sus miedos y tocó el corazón de Jesús con manos que todos juzgaban impuras. Y el Señor la sanó a causa de su fe.

El padre de la niña tampoco se rinde ante la noticia de la muerte. Jesús le dice: «No temas, sólo ten fe». Entra en la casa, toma a la niña de la mano y la vida vuelve. Es inmensa la fuerza de una fe sincera, que toca a Jesús con confianza —aun desde la debilidad— porque deja que sus benditas manos actúen. Cuando la fe es verdadera, se confirma nuestra esperanza. La gracia de Cristo actúa y nos es devuelta la vida.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los sacerdotes y seminaristas provenientes de España, México, Puerto Rico, Ecuador, Colombia, El Salvador, Venezuela. En la vida hay momentos de desilusión, de desaliento e incluso de muerte. Aprendamos de aquella mujer y de aquel padre: vayamos a Jesús. Él puede sanarnos, puede devolvernos la vida. ¡Él es nuestra esperanza! Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

El domingo pasado, un vil atentado terrorista se llevó a cabo contra la comunidad greco-ortodoxa en la iglesia de Mar Elias en Damasco. Encomendamos a las víctimas a la misericordia de Dios y elevamos nuestras oraciones por los heridos y sus familias. A los cristianos de Oriente Medio, les digo: ¡Estoy cerca de ustedes! ¡Toda la Iglesia está cerca de ustedes!

Este trágico suceso recuerda la profunda fragilidad que aún afecta a Siria, tras años de conflicto e inestabilidad. Por lo tanto, es esencial que la comunidad internacional no aparte la mirada de este país, sino que continúe ofreciéndole apoyo con gestos de solidaridad y con un renovado compromiso con la paz y la reconciliación.

Seguimos con atención y esperanza la evolución de la situación en Irán, Israel y Palestina. Las palabras del profeta Isaías resuenan con más urgencia que nunca: «No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,4). Escuchemos esta voz, que viene del Altísimo. Que las heridas causadas por los sangrientos actos de los últimos días sean sanadas. Que se rechace toda lógica de arrogancia y venganza, y que se elija con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz.

Finalmente, mi pensamiento va a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hemos entrado en verano, tiempo de vacaciones y descanso para muchos. Que para ustedes, queridos jóvenes, sea una oportunidad para vivir experiencias sociales y religiosas provechosas; para ustedes, queridos recién casados, un período para consolidar su unión y profundizar su misión en la Iglesia y en la sociedad. También les deseo, queridos enfermos, que no les falte la cercanía de sus seres queridos durante estos meses de verano.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV









Fotos: Vatican Media, 25-6-2025