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sábado, 8 de noviembre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia Jubilar, 8-11-2025: «Como al beato Isidoro Bakanj, la esperanza cristiana debe llevarnos a dar testimonio de la vida nueva en medio de las dificultades»

* «Isidoro, de hecho, se encuentra trabajando como jornalero para un patrón europeo sin escrúpulos, quien no soporta su fe ni su autenticidad. El patrón odiaba el cristianismo y a los misioneros que defendían a los indígenas de los abusos de los colonizadores, pero Isidore llevó su escapulario con la imagen de la Virgen María al cuello hasta el final, soportando toda clase de maltratos y torturas sin perder la esperanza. ¡Esperar es dar testimonio! Isidoro muere declarando a los Padres Trapenses que no guarda rencor; es más, promete rezar incluso en la otra vida por quienes lo han reducido a tal estado»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Doy una cordial bienvenida a los participantes del Jubileo del Mundo del Trabajo. Queridos amigos, el trabajo debe ser fuente de esperanza y vida, permitiendo a las personas expresar su creatividad y capacidad para el bien. Por ello, espero un compromiso colectivo de las instituciones y la sociedad civil para crear oportunidades de empleo dignas que ofrezcan estabilidad y seguridad, garantizando especialmente que los jóvenes puedan realizar sus sueños y contribuir al bien común»

 

8 de noviembre de 2025.- (Camino Católico).- Este sábado, el Papa León XIV se ha encontrado con 45.000 peregrinos y fieles en la Plaza de San Pedro, ante quienes ha asegurado que la esperanza cristiana debe llevarnos a dar “testimonio de la vida nueva” y de que “la luz crece incluso en medio de las dificultades”. La catequesis del Papa León en esta nueva audiencia jubilar se ha centrado en el tema “Esperar es dar testimonio”, poniendo como ejemplo práctico la vida de Isidoro Bakanja, joven beato mártir congoleño.


Finalmente, ha saludado en diversos idiomas a los peregrinos de todo el mundo que durante estos días participan de diversas actividades del Jubileo de la Esperanza, entre ellos los del Jubileo del Mundo del Trabajo a quienes ha dicho que espera que se creen “oportunidades de empleo dignas que ofrezcan estabilidad y seguridad, garantizando especialmente que los jóvenes puedan realizar sus sueños y contribuir al bien común”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

LEÓN XIV

AUDIENCIA JUBILAR

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Sábado, 8 de noviembre de 2025

Catequesis. 8. Esperar es dar testimonio. Isidoro Bakanja



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

La esperanza del Jubileo nace de las sorpresas de Dios. Dios es diferente a como estamos acostumbrados a ser. El Año Jubilar nos impulsa a reconocer esta diversidad y a plasmarla en la vida real. Por eso es un Año de gracia: ¡podemos cambiar! Siempre pedimos esto cuando rezamos el Padre Nuestro y decimos: «En la tierra como en el cielo».

San Pablo escribe a los cristianos de Corinto, invitándolos a darse cuenta de que, entre ellos, la tierra ya ha comenzado a parecerse al cielo. Les dice que reflexionen sobre su vocación y vean cómo Dios ha reunido a personas que, de otro modo, jamás se habrían conocido. Los más humildes y menos poderosos se han vuelto ahora preciosos e importantes (véase 1 Corintios 1:26-27). Los criterios de Dios, que siempre parten de los últimos, son ya en Corinto un «terremoto» que no destruye, sino que revitaliza el mundo. La palabra de la Cruz, de la que Pablo da testimonio, despierta la conciencia y reaviva la dignidad de cada persona Los criterios de Dios, que siempre parten de los más pequeños, son ya en Corinto un «terremoto» que no destruye, sino que revitaliza el mundo. La palabra de la Cruz, de la que Pablo da testimonio, despierta la conciencia y reaviva la dignidad de cada persona.

Queridos hermanos y hermanas, tener esperanza es dar testimonio: dar testimonio de que todo ha cambiado, de que nada es como antes. Por eso hoy quiero hablarles de un testigo de la esperanza cristiana en África. Se llama Isidoro Bakanja y, desde 1994, es beatificado y patrono de los laicos en el Congo. Nacido en 1885, cuando su país era colonia belga, no fue a la escuela porque no había ninguna en su ciudad, sino que se convirtió en aprendiz de albañil. Se hizo amigo de los misioneros católicos, los monjes trapenses: le hablaron de Jesús y, alrededor de los veinte años, decidió seguir la instrucción cristiana y recibir el Bautismo. Desde ese momento, su testimonio se hizo cada vez más luminoso. Esperar es dar testimonio: cuando damos testimonio de una nueva vida, la luz crece incluso en medio de las dificultades

Isidoro, de hecho, se encuentra trabajando como jornalero para un patrón europeo sin escrúpulos, quien no soporta su fe ni su autenticidad. El patrón odiaba el cristianismo y a los misioneros que defendían a los indígenas de los abusos de los colonizadores, pero Isidore llevó su escapulario con la imagen de la Virgen María al cuello hasta el final, soportando toda clase de maltratos y torturas sin perder la esperanza. ¡Esperar es dar testimonio! Isidoro muere declarando a los Padres Trapenses que no guarda rencor; es más, promete rezar incluso en la otra vida por quienes lo han reducido a tal estado.

Esta, queridos hermanos y hermanas, es la palabra de la Cruz. Es una palabra viva que rompe las cadenas del mal. Es una nueva fuerza que desconcierta a los orgullosos y derriba a los poderosos de sus tronos. Así nace la esperanza. A menudo, las antiguas Iglesias del norte del mundo reciben este testimonio de las Iglesias jóvenes, que las inspira a caminar juntas hacia el Reino de Dios, un Reino de justicia y paz. África, en particular, clama por esta conversión, y lo hace brindándonos numerosos jóvenes testigos de la fe.

Con frecuencia, las antiguas Iglesias del hemisferio norte reciben este testimonio de las Iglesias jóvenes, lo que las inspira a caminar juntas hacia el Reino de Dios, un Reino de justicia y paz. África, en particular, clama por esta conversión, y lo hace brindándonos numerosos jóvenes testigos de fe. Tener esperanza es dar testimonio de que la tierra puede asemejarse verdaderamente al cielo. Y este es el mensaje del Jubileo.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En este Año jubilar redescubrimos a numerosos testigos de esperanza, cuyos ejemplos nos edifican en nuestro peregrinar hacia la casa del Padre celestial. Hoy presentamos la figura del beato Isidoro Bakanja, patrono de los laicos del Congo, en África.

Isidoro conoció a Cristo gracias a los misioneros, y recibió el bautismo a los veinte años. Sin embargo, tuvo que sufrir todo tipo de maltratos y torturas a causa de su fe. A pesar de ello, su testimonio de vida cristiana era cada vez más luminoso y lleno de esperanza, hasta el punto de morir perdonando y rezando por sus perseguidores.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine para que sepamos dar testimonio de nuestra fe con firmeza y convicción, fuertemente arraigados en Cristo, nuestra esperanza. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Doy una cordial bienvenida a los participantes del Jubileo del Mundo del Trabajo, a la Confederación Italiana de Profesionales Autónomos, a la Sociedad Cooperativa Dedalo de Como y a la Asociación de Brindisi y Caminos Antiguos. Queridos amigos, el trabajo debe ser fuente de esperanza y vida, permitiendo a las personas expresar su creatividad y capacidad para el bien. Por ello, espero un compromiso colectivo de las instituciones y la sociedad civil para crear oportunidades de empleo dignas que ofrezcan estabilidad y seguridad, garantizando especialmente que los jóvenes puedan realizar sus sueños y contribuir al bien común.

Saludo a los participantes del Jubileo de las recreaciones históricas italianas, instándoles a reflexionar sobre cómo los grandes valores de la fe cristiana sustentan la cultura, el arte y la tradición civil y religiosa de la nación. Saludo también a los representantes de los Centros Italianos de Métodos Naturales y a los fieles de Canaro, Cupello, Florencia y Viterbo.

Finalmente, mis pensamientos son para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Espero sinceramente que todos regresen a sus hogares fortalecidos por esta experiencia jubilar y revitalizados en su deseo de seguir el Evangelio y dar un testimonio valiente del mismo.   

Papa León XIV








Fotos: Vatican Media, 8-11-2025

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 5-10-2025: «La Resurrección de Cristo es el Acontecimento que fundamenta la fe y el Resucitado nos lo recuerda mediante el Espíritu Santo, para que podamos ser sus testigos»

* «Ante nuestra frágil humanidad, el anuncio pascual se convierte en cura y sanación, alimenta la esperanza frente a los desafíos alarmantes que la vida nos pone por delante cada día a nivel personal y planetario. Desde la perspectiva de la Pascua, la Via Crucis se transfigura en Via Lucis. Necesitamos saborear y meditar la alegría después del dolor, reatravesando con esta nueva luz todas las etapas que precedieron la Resurrección. La Pascua no elimina la cruz, sino que la vence en el duelo prodigioso que ha cambiado la historia humana. También nuestro tiempo, marcado por tantas cruces, invoca el alba de la esperanza pascua»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Os invito a uniros a mi oración por todos aquellos que sufren a causa de los conflictos armados en diversas partes del mundo; pienso especialmente en Myanmar, y exhorto a la comunidad internacional a no olvidar al pueblo birmano y a proporcionar la necesaria ayuda humanitaria»

5 de noviembre de 2025.- (Camino Católico).- “La Resurrección de Cristo no es una idea, una teoría, sino el Acontecimento que fundamenta la fe. Él, el Resucitado, nos lo recuerda siempre mediante el Espíritu Santo, para que podamos ser sus testigos también allí donde la historia humana no ve luz en el horizonte”, reflexiona el Papa León XIV en la audiencia general de hoy, 5 de noviembre, en la plaza de San Pedro, ante más de 40.000 fieles y peregrinos.

El Pontífice centra su catequesis en el tema “La Pascua da esperanza a la vida cotidiana”, la tercera dedicada a “La Resurrección de Cristo y los desafíos del mundo actual”, en el marco del ciclo jubilar “Jesucristo esperanza nuestra”, y afirma que “el misterio pascual constituye el eje de la vida del cristiano en torno al cual giran todos los demás eventos”.

Al final de la audiencia, el Papa invita a los fieles a orar por la paz mundial, especialmente por Myanmar, sumido en una guerra civil y una grave crisis humanitaria. Finalmente, recordando la reciente fiesta de Todos los Santos, exhorta a todos a seguir su vocación a la santidad. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

LEÓN XIV

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 5 de noviembre de 2025


Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. IV. La resurrección de Cristo y los retos del mundo actual 3. La Pascua da esperanza a la vida cotidiana.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

La Pascua de Jesús es un evento que no pertenece a un pasado lejano, ya sedimentado en la tradición, como tantos otros episodios de la historia humana. La Iglesia nos enseña a hacer memoria actualizante de la Resurrección todos los años en el domingo de Pascua y todos los días en la celebración eucarística, durante la que se realiza de modo pleno la promesa del Señor resucitado: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20).

Por eso, el misterio pascual constituye el eje de la vida del cristiano en torno al cual giran todos los demás eventos. Podemos decir entonces, sin irenismo o sentimentalismo, que todos los días es Pascua. ¿De qué modo?

Vivimos cada hora muchas experiencias diversas: dolor, sufrimiento, tristeza, entrelazadas con alegría, estupor, serenidad. Pero, en cada situación, el corazón humano anhela la plenitud, una felicidad profunda. Una gran filósofa del s. XX, Santa Teresa Benedicta de la Cruz -cuyo nombre secular fue Edith Stein-, que tanto profundizó en el misterio de la persona humana, nos recuerda este dinamismo de búsqueda constante de la plenitud. «El ser humano -escribe- anhela siempre volver a recibir el don de la existencia, para poder alcanzar lo que el instante le da y, al mismo tiempo, le quita» (Ser infinito y ser eterno. Intento de un ascenso al sentido del ser). Estamos inmersos en el límite, pero también tendemos a superarlo.

El anuncio pascual es la noticia más hermosa, alegre y conmovedora que jamás ha resonado en el curso de la historia. Es el “Evangelio” por excelencia, que atestigua la victoria del amor sobre el pecado y de la vida sobre la muerte, y por eso es el único capaz de saciar la demanda de sentido que inquieta nuestra mente y nuestro corazón. El ser humano está animado por un movimiento interior, propende hacia un más allá que le atrae constantemente. Ninguna realidad contingente le satisface. Tendemos al infinito y a lo eterno. Esto contrasta con la experiencia de la muerte, anticipada por los sufrimientos, las pérdidas, los fracasos. De la muerte «nullu homo vivente po skampare» (ningún hombre viviente puede escapar), canta San Francisco de Asís (cfr. Cántico del hermano sol).

Todo cambia gracias a aquella mañana en la que las mujeres que habían ido al sepulcro para ungir el cuerpo del Señor lo encuentran vacío. La pregunta de los Magos de Oriente en Jerusalén («¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?», Mt 2,1-2) halla la respuesta definitiva en las palabras del misterioso joven vestido de blanco que habla a las mujeres en el alba pascual: «¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado» (Mc 16,6).

Desde esa mañana hasta hoy, cada día, Jesús posee también este título: el Viviente, como Él mismo se presenta en el Apocalipsis: «Yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ahora vivo para siempre» (Ap 1,17-18). Y en Él tenemos la seguridad de poder encontrar perennemente la estrella polar hacia la que dirigir nuestra vida de aparente caos, marcada por hechos que, a menudo, nos parecen confusos, inaceptables, incomprensibles: el mal, en sus múltiples facetas; el sufrimiento, la muerte: eventos que nos afectan a todos y cada uno. Meditando el misterio de la Resurrección, encontramos respuesta a nuestra sed de sentido.

Ante nuestra frágil humanidad, el anuncio pascual se convierte en cura y sanación, alimenta la esperanza frente a los desafíos alarmantes que la vida nos pone por delante cada día a nivel personal y planetario. Desde la perspectiva de la Pascua, la Via Crucis se transfigura en Via Lucis. Necesitamos saborear y meditar la alegría después del dolor, reatravesando con esta nueva luz todas las etapas que precedieron la Resurrección.

La Pascua no elimina la cruz, sino que la vence en el duelo prodigioso que ha cambiado la historia humana. También nuestro tiempo, marcado por tantas cruces, invoca el alba de la esperanza pascual.

La Resurrección de Cristo no es una idea, una teoría, sino el Acontecimento que fundamenta la fe. Él, el Resucitado, nos lo recuerda siempre mediante el Espíritu Santo, para que podamos ser sus testigos también allí donde la historia humana no ve luz en el horizonte. La esperanza pascual no defrauda. Creer verdaderamente en la Pascua en el camino cotidiano significa revolucionar nuestra vida, ser transformados para transformar el mundo con la fuerza suave y valiente de la esperanza cristiana.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis reflexionamos sobre la esperanza que representa la Pascua de Jesús en nuestra vida cotidiana. La resurrección de Cristo no es un acontecimiento del pasado, la Iglesia nos enseña a hacer memoria viva de este misterio en cada Celebración eucarística, en la que se realiza de manera plena la promesa del Señor resucitado, de permanecer con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

El anuncio pascual colma nuestra vida de alegría y de paz, sana nuestras heridas y alimenta nuestra esperanza. Meditando el misterio de la resurrección encontramos respuesta a nuestra sed de significado, a nuestra búsqueda del sentido de la vida. En Jesucristo encontramos con seguridad la estrella polar hacia la cual orientar nuestra existencia, superar los límites de nuestra frágil humanidad y afrontar los desafíos que se nos presentan cada día a nivel personal y comunitario, tendiendo hacia el infinito y hacia lo eterno.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor que envíe su Espíritu Santo sobre nosotros, para que seamos testigos de la esperanza pascual y llevemos la luz del Resucitado hasta los confines de la tierra. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho:     

Hermanos y hermanas, os invito a uniros a mi oración por todos aquellos que sufren a causa de los conflictos armados en diversas partes del mundo; pienso especialmente en Myanmar, y exhorto a la comunidad internacional a no olvidar al pueblo birmano y a proporcionar la necesaria ayuda humanitaria.

Finalmente, saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. La reciente fiesta de Todos los Santos nos invita a reflexionar sobre nuestra vocación común a la santidad. Todos estamos llamados a ser santos. Por eso, los invito a acercarse cada vez más a Cristo, siguiendo el ejemplo de autenticidad que nos dieron los santos.

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV






Fotos: Vatican Media, 5-11-2025

viernes, 31 de octubre de 2025

Papa León XIV a los educadores, 31-10-2025: «Dice San Agustín: ‘A los que no enseña interiormente el Espíritu Santo, regresan con la misma ignorancia’»

* «Como quizá sepan, mi “lema” es In Illo uno unum. También esta es una expresión agustiniana (cf. Ennaratio in Psalmum 127, 3), que recuerda que sólo en Cristo encontramos verdaderamente la unidad, como miembros unidos a la Cabeza y como compañeros de camino en el proceso de continuo aprendizaje de la vida»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News del discurso del Papa León XIV

* «Es muy iluminador un dístico agustiniano que afirma: ‘El amor a Dios es primero en el orden de lo preceptuado; el amor al prójimo, en cambio, es primero en el orden de la acción’ (In Evangelium Ioannis Tractatus 17, 8). En el ámbito formativo, entonces, cada uno podría preguntarse cuál es su compromiso para captar las necesidades más urgentes, qué esfuerzo realiza para construir puentes de diálogo y de paz, incluso dentro de las comunidades docentes; cuál es su capacidad de superar prejuicios o visiones limitadas; cuál su apertura en los procesos de co-aprendizaje; y qué empeño pone en responder a las necesidades de los más frágiles, pobres y excluidos»

31 de octubre de 2025.- (Camino Católico).- En ocasión del Jubileo del Mundo Educativo, el Papa León XIV se ha reunido esta mañana con más de 20.000 educadores de todo el mundo a quienes ha destacado cuatro pilares fundamentales para la educación cristiana:la interioridad, la unidad, el amor y la alegría y les recordó que “dice San Agustín: ‘A los que no enseña interiormente el Espíritu Santo, regresan con la misma ignorancia’”.

Inspirándose en san Agustín, el Papa ha recordado que el verdadero Maestro “está dentro de cada persona”. La educación —afirma— no se reduce a técnicas o estructuras, sino que es un camino interior de encuentro entre maestros y alumnos. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha el discurso del Santo Padre, cuyo texto completo es el siguiente:


ENCUENTRO CON LOS EDUCADORES CON MOTIVO DEL JUBILEO DEL MUNDO EDUCATIVO

DISCURSO DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza San Pedro
Viernes, 31 de octubre de 2025

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

La paz esté con ustedes.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

Estoy muy contento de poder encontrarme con ustedes, educadores provenientes de todo el mundo y comprometidos en todos los niveles, desde la escuela primaria hasta la universidad.

Como sabemos, la Iglesia es Madre y Maestra (cf. S. Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra, 15 mayo 1961, 1), y ustedes contribuyen a encarnar su rostro para tantos alumnos y estudiantes a cuya educación se dedican. Gracias a la luminosa constelación de carismas, metodologías, pedagogías y experiencias que representan, y gracias a su compromiso “polifónico” en la Iglesia, en las diócesis, en congregaciones, institutos religiosos, asociaciones y movimientos, ustedes garantizan a millones de jóvenes una formación adecuada, manteniendo siempre en el centro, en la transmisión del saber humanístico y científico, el bien de la persona.

Yo también fui docente en instituciones educativas de la Orden de San Agustín y por eso quisiera compartir con ustedes mi experiencia, retomando cuatro aspectos de la doctrina del Doctor Gratiae que considero fundamentales para la educación cristiana: la interioridad, la unidad, el amor y la alegría. Son principios que quisiera que se conviertan en los pilares de un camino a recorrer juntos, haciendo de este encuentro el inicio de un proceso común de crecimiento y enriquecimiento mutuo.

Respecto a la interioridad, san Agustín dice que «el sonido de nuestras palabras golpea los oídos de ustedes, pero el verdadero Maestro está dentro» (In Epistolam Ioannis ad Parthos Tractatus 3,13), y añade: «A los que no enseña interiormente el Espíritu Santo, regresan con la misma ignorancia» (ibíd.). Nos recuerda así que es un error pensar que para enseñar son suficientes palabras bonitas o aulas escolares en buen estado, laboratorios o bibliotecas. Estos son sólo medios y espacios físicos, ciertamente útiles, pero el Maestro está dentro. La verdad no circula a través de sonidos, muros y pasillos, sino en el encuentro profundo entre las personas, sin el cual cualquier propuesta educativa está destinada al fracaso.

Vivimos en un mundo dominado por pantallas y filtros tecnológicos, a menudo superficiales, en el que los estudiantes, para entrar en contacto con su propia interioridad, necesitan ayuda. Y no sólo ellos. También los educadores, con frecuencia cansados y sobrecargados de tareas burocráticas, corren el riesgo real de olvidar lo que san John Henry Newman sintetizaba con la expresión cor ad cor loquitur —“el corazón habla al corazón—, y que san Agustín recomendaba diciendo: «No quieras derramarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la verdad» (De vera religione, 39, 72). Son expresiones que invitan a considerar la formación como un camino en el que maestros y discípulos caminan juntos (cf. S. Juan Pablo II, Const. ap. Ex corde Ecclesiae, 15 agosto 1990, 1), conscientes de no buscar en vano, pero, al mismo tiempo, sabiendo que deben seguir buscando incluso después de haber encontrado. Sólo este esfuerzo humilde y compartido —que en los contextos escolares se configura como proyecto educativo— puede acercar a alumnos y docentes a la verdad.

Y llegamos así a la segunda palabra: unidad. Como quizá sepan, mi “lema” es In Illo uno unum. También esta es una expresión agustiniana (cf. Ennaratio in Psalmum 127, 3), que recuerda que sólo en Cristo encontramos verdaderamente la unidad, como miembros unidos a la Cabeza y como compañeros de camino en el proceso de continuo aprendizaje de la vida.

Esta dimensión del “con”, constantemente presente en los escritos de san Agustín, es fundamental en los contextos educativos, como desafío para “salir de sí mismo” y como estímulo para crecer. Por esta razón, he decidido retomar y actualizar el proyecto del Pacto Educativo Global, que fue una de las intuiciones proféticas de mi venerado predecesor, el Papa Francisco. Además, como enseña el Maestro de Hipona, nuestro ser no nos pertenece: «Tu alma —dice— no es tuya propia, sino de todos tus hermanos» (Ep. 243, 4, 6). Y si esto es verdad en sentido general, lo es con mayor razón en la reciprocidad propia de los procesos educativos, en donde el compartir el saber no puede tomar otra forma que la de un gran acto de amor.

Precisamente, la tercera palabra es amor. Resulta muy iluminador, al respecto, un dístico agustiniano que afirma: «El amor a Dios es primero en el orden de lo preceptuado; el amor al prójimo, en cambio, es primero en el orden de la acción» (In Evangelium Ioannis Tractatus 17, 8). En el ámbito formativo, entonces, cada uno podría preguntarse cuál es su compromiso para captar las necesidades más urgentes, qué esfuerzo realiza para construir puentes de diálogo y de paz, incluso dentro de las comunidades docentes; cuál es su capacidad de superar prejuicios o visiones limitadas; cuál su apertura en los procesos de co-aprendizaje; y qué empeño pone en responder a las necesidades de los más frágiles, pobres y excluidos. Compartir el conocimiento no basta para enseñar, se necesita amor. Sólo así el conocimiento será provechoso para quien lo recibe, en sí mismo y, sobre todo, por la caridad que comunica. La enseñanza nunca puede separarse del amor, y una de las dificultades actuales de nuestras sociedades es no saber valorar suficientemente la gran contribución que los maestros y educadores brindan a la comunidad en este sentido. Pero tengamos cuidado, dañar el papel social y cultural de los formadores es hipotecar el propio futuro y una crisis en la transmisión del saber conlleva una crisis de esperanza.

Y llegamos así a la última palabra clave: alegría. Los verdaderos maestros educan con una sonrisa, y su apuesta es lograr despertar sonrisas en el fondo del alma de sus discípulos. Hoy, en nuestros contextos educativos, preocupa ver crecer los síntomas de una fragilidad interior generalizada, en todas las edades. No podemos cerrar los ojos ante estos reclamos silenciosos de auxilio; al contrario, debemos esforzarnos por identificar sus causas profundas. La inteligencia artificial, en particular, con su conocimiento técnico, frío y estandarizado, puede aislar aún más a estudiantes ya aislados, dándoles la ilusión de no necesitar a los demás o, peor aún, la sensación de no ser dignos de ellos. El papel de los educadores, en cambio, es un compromiso humano, y la alegría misma del proceso educativo es plenamente humana, una llama que «funde las almas y de muchas hace una sola» (S. Agustín, Confesiones, IV, 8,13).

Por eso, queridos amigos, quiero invitarlos a hacer de estos valores —interioridad, unidad, amor y alegría— los “puntos cardinales” de la misión de ustedes para con sus alumnos, recordando las palabras de Jesús: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40). Hermanos y hermanas, ¡les agradezco el valioso trabajo que realizan! Los bendigo de corazón y rezo por ustedes.

Papa León XIV







Fotos: Vatican Media, 31-10-2025