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sábado, 27 de septiembre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia Jubilar, 27-9-2025: «Jesús encontró en las personas de alma humilde, espacio en la mente y en el corazón para que Dios se revele; Dios es sencillo y se revela a los sencillos»

* «Jesús se alegra de ello, se llena de gozo, porque se da cuenta de que los pequeños intuyen. Tienen el sensus fidei, que es como un ‘sexto sentido’ de la gente sencilla para las cosas de Dios. Por esta razón, el pueblo de Dios posee una infalibilidad en su fe, de la cual la infalibilidad del Papa es expresión y servicio»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Hoy, en Bilki, Ucrania, se proclama beato el sacerdote Pedro Pablo Oros, de la Eparquía de Mukachevo, asesinado en 1953 por odio a la fe. Cuando la Iglesia greco-católica fue proscrita, permaneció fiel al Sucesor de Pedro y continuó ejerciendo su ministerio con valentía en la clandestinidad, consciente de los riesgos. Invocamos la intercesión de este nuevo beato para que obtenga para el querido pueblo ucraniano una valiente perseverancia en la fe y la esperanza, a pesar de la tragedia de la guerra»

27 de septiembre de 2025.- (Camino Católico).- “Jesús encontró sobre todo en los pequeños, es decir, en las personas de alma humilde, espacio en la mente y en el corazón para que Dios se revele; Dios es sencillo y se revela a los sencillos” ha subrayado el Papa León XIV, esta mañana, en la audiencia jubilar de este sábado 27 de septiembre en la plaza San Pedro del Vaticano que congregaba en esta ocasión a los 35.000 peregrinos del Jubileo de los Catequistas.

En este sentido, el Pontífice ha recordado un episodio que vivió la Iglesia en el siglo IV en Milán, Italia, “que muestra cómo la esperanza puede nacer de la capacidad de intuición del pueblo”, citando el llamado vocacional de San Ambrosio.

Antes de saludar en italiano, León XIV ha dirigido un pensamiento al país del este de Europa, pidiendo la intercesión del sacerdote Pedro Pablo Oros, asesinado por odio a la fe, y que hoy, 27 de septiembre, es beatificado. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA JUBILAR

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

5. Esperar es intuir. Ambrosio de Milán

Plaza de San Pedro

Sábado, 27 de septiembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

El Jubileo nos convierte en peregrinos de esperanza, porque intuimos una gran necesidad de renovación que nos concierne a nosotros y a toda la tierra.

Acabo de decir «intuimos»: este verbo —intuir— describe un movimiento del espíritu, una inteligencia del corazón que Jesús encontró sobre todo en los pequeños, es decir, en las personas de alma humilde. A menudo, en efecto, las personas instruidas intuyen poco, porque presumen de saber. Es bueno, en cambio, tener todavía espacio en la mente y en el corazón para que Dios se revele. ¡Cuánta esperanza hay cuando surgen nuevas perspectivas en el pueblo de Dios!

Jesús se alegra de ello, se llena de gozo, porque se da cuenta de que los pequeños intuyen. Tienen el sensus fidei, que es como un ‘sexto sentido’ de la gente sencilla para las cosas de Dios. Dios es sencillo y se revela a los sencillos. Por esta razón, el pueblo de Dios posee una infalibilidad en su fe, de la cual la infalibilidad del Papa es expresión y servicio (cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Lumen Gentium, 12; Comisión Teológica Internacional, El Sensus Fidei en la Vida de la Iglesia, 30-40).

Quisiera recordar un momento de la historia de la Iglesia que muestra cómo la esperanza puede nacer de la capacidad de intuición del pueblo. En el siglo IV, en Milán, la Iglesia estaba desgarrada por grandes conflictos y la elección de un nuevo obispo se estaba convirtiendo en un verdadero tumulto. La autoridad civil, el gobernador Ambrosio, intervino y con una gran capacidad de escucha y mediación trajo la calma. Cuenta la historia que entonces se alzó la voz de un niño que gritó: ¡Ambrosio obispo! Y así también todo el pueblo exigió: ¡Ambrosio obispo!

Ambrosio ni siquiera estaba bautizado; Era solo un catecúmeno, es decir, se preparaba para el bautismo. Pero el pueblo percibió algo profundo en este hombre y lo eligió. Así, la Iglesia tuvo uno de sus obispos más destacados, un Doctor de la Iglesia.

Ambrosio al principio no quiere, incluso huye. Luego se da cuenta de que es una llamada de Dios, así que se deja bautizar y ordenar obispo. ¡Y se convierte en cristiano siendo obispo! ¿Ven el gran regalo que los pequeños dieron a la Iglesia? Incluso hoy, esta es una gracia que debemos pedir: ¡convertirnos en cristianos viviendo la llamada recibida! ¿Eres mamá, eres papá? Hazte cristiano como mamá y papá. ¿Eres empresario, trabajador, profesor, sacerdote, monja? Hazte cristiano en tu camino. La gente tiene este "olfato": entiende si nos estamos haciendo cristianos o no. Y puede corregirnos, puede indicarnos la dirección de Jesús.

A lo largo de los años, San Ambrosio retribuyó mucho a su pueblo. Por ejemplo, inventó nuevas formas de cantar salmos e himnos, de celebrar y de predicar. Él mismo sabía intuir, y así la esperanza se multiplicó. Agustín se convirtió por su predicación y fue bautizado por él. ¡Intuir es una forma de esperar, ¡no lo olvidemos!

Así es también como Dios hace avanzar a su Iglesia, mostrándole nuevos caminos. Intuir es la nariz de los pequeños para el Reino que viene. ¡Que el Jubileo nos ayude a hacernos pequeños según el Evangelio para intuir y servir los sueños de Dios! 

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis jubilar reflexionamos sobre un aspecto de la esperanza que es la intuición. Somos peregrinos de esperanza, porque intuimos que algo nos espera, y hacemos espacio en la mente y el corazón para que Dios pueda revelarse.

Un ejemplo de esta capacidad de intuición en la historia de la Iglesia es la vocación de san Ambrosio, a quien el pueblo sencillo eligió como obispo, antes incluso de haber sido bautizado. Habiendo acogido la llamada de Dios, Ambrosio supo dar mucho a su pueblo, intuyendo nuevos caminos de evangelización.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española y en modo especial a todos los catequistas. Pidamos al Señor que sepamos intuir su presencia en nuestra vida y, siguiendo sus huellas, sirvamos con generosidad a la Iglesia, irradiando esperanza. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho:                 

Hoy, en Bilki, Ucrania, se proclama beato el sacerdote Pedro Pablo Oros, de la Eparquía de Mukachevo, asesinado en 1953 por odio a la fe. Cuando la Iglesia greco-católica fue proscrita, permaneció fiel al Sucesor de Pedro y continuó ejerciendo su ministerio con valentía en la clandestinidad, consciente de los riesgos. Invocamos la intercesión de este nuevo beato para que obtenga para el querido pueblo ucraniano una valiente perseverancia en la fe y la esperanza, a pesar de la tragedia de la guerra.

Finalmente, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Que Cristo, la Puerta Santa que nos conduce al Padre, esté siempre en el centro de sus vidas, para que sean testigos convencidos y gozosos de su amor.

¡Mi bendición a todos!  

Papa León XIV





Fotos: Vatican Media, 27-9-2025

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 24-9-2025: «Cristo desciende a nuestros infiernos cotidianos de la soledad, la vergüenza, el abandono, el cansancio de vivir, para liberar y salvar»

* «Descender, para Dios, no es una derrota, sino el cumplimiento de su amor. No es un fracaso, sino el camino a través del cual Él muestra que ningún lugar está demasiado lejos, ningún corazón demasiado cerrado, ninguna tumba demasiado sellada para su amor. Esto nos consuela, esto nos sostiene. Y si a veces nos parece tocar el fondo, recordemos: ese es el lugar desde el cual Dios es capaz de comenzar una nueva creación. Una creación hecha de personas que se han vuelto a levantar, de corazones perdonados, de lágrimas secadas»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «El mes de octubre, ya cercano, en la Iglesia está dedicado particularmente al santo Rosario. Por eso invito a todos, cada día del próximo mes, a rezar el Rosario por la paz, personalmente, en familia y en comunidad»


24 de septiembre de 2025.- (
Camino Católico).-  El Papa ha asegurado en la catequesis de la Audiencia General de este miércoles que Cristo, como hizo durante el día del Misterio pascual, entra cada día en los infiernos del hombre, una imagen que se refiere a quien “vive la muerte a causa del mal y del pecado” para salvar y “no para culpabilizar”.

“Cristo entra en todas estas realidades oscuras para testimoniarnos el amor del Padre. No para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Lo hace sin clamor, de puntillas, como quien entra en una habitación de hospital para ofrecer consuelo y ayuda”, afirma el Pontífice.

De esta forma, ha insistido en que si Cristo ha podido descender hasta allí, “nada puede ser excluido de su redención”. “Ni siquiera nuestras noches, ni siquiera nuestros pecados más antiguos, ni siquiera nuestros vínculos rotos. No hay pasado tan arruinado, no hay historia tan comprometida que no pueda ser tocada por su misericordia”, expresa el Santo Padre que ha continuado este miércoles con la catequesis del misterio del Sábado Santo, en la plaza de San Pedro, ante decenas de miles de fieles, pese a la lluvia. Precisamente, a causa del tiempo el Santo Padre saludó previamente en el aula Pablo VI a los peregrinos que se han resguardado allí.

Al término de la audiencia general, el Papa anuncia la iniciativa de oración en el día en que la Iglesia recuerda a San Juan XXIII y en el aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. Invita a todos a rezar por la paz durante todo el mes de octubre, dedicado al Santo Rosario, «personalmente, en familia, en comunidad». Y a quienes prestan servicio en el Vaticano, el Pontífice les pide que vivan la oración en la Basílica de San Pedro, todos los días, a las 19 hora. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Saludo del Santo Padre en el Aula Pablo VI antes de la Audiencia general


¡Una bendición para todos vosotros!

Después podréis ver la Audiencia aquí en la pantalla, o también si queréis podéis salir, pero pensando en las previsiones del tiempo, era mejor venir aquí antes de comenzar la Audiencia General.

Así que, bendeciré a cada uno de vosotros que habéis venido esta mañana. Me alegra mucho estar con vosotros, ¡gracias por estar aquí! Ahora mismo hace sol fuera, pero dicen que va a llover, así que queremos que estéis bajo techo. Por tanto, sin extenderme más, que Dios os bendiga a todos y que el Señor os dé mucha paz en vuestros corazones. ¡Gracias!

LEÓN XIV

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 24 de septiembre de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 8. El descenso. «Y en el Espíritu fue a hacer su anuncio también a los espíritus que estaban prisioneros» (1 P 3,19)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

también hoy nos detenemos en el misterio del Sábado Santo. Es el día del Misterio pascual en el que todo parece inmóvil y silencioso, mientras que en realidad se cumple una invisible acción de salvación: Cristo desciende al reino de los infiernos para llevar el anuncio de la Resurrección a todos aquellos que estaban en las tinieblas y en la sombra de la muerte.

Este evento, que la liturgia y la tradición nos han entregado, representa el gesto más profundo y radical del amor de Dios por la humanidad. De hecho, no basta decir ni creer que Jesús ha muerto por nosotros: es necesario reconocer que la fidelidad de su amor ha querido buscarnos allí donde nosotros mismos nos habíamos perdido, allí donde se puede empujar solo la fuerza de una luz capaz de atravesar el dominio de las tinieblas.

Los infiernos, en la concepción bíblica, no son tanto un lugar, sino una condición existencial: esa condición en la que la vida está debilitada y reinan el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios y de los demás. Cristo nos alcanza también en este abismo, atravesando las puertas de este reino de tinieblas. Entra, por así decir, en la misma casa de la muerte, para vaciarla, para liberar a los habitantes, tomándoles de la mano uno por uno. Es la humildad de un Dios que no se detiene delante de nuestro pecado, que no se asusta frente al rechazo extremo del ser humano.

El apóstol Pedro, en el breve pasaje de su primera Carta que hemos escuchado, nos dice que Jesús, vivificado en el Espíritu Santo, fue a llevar el anuncio de salvación también «a los espíritus encarcelados» (1 Pe 3,19). Es una de las imágenes más conmovedoras, que no se encuentra desarrollada en los Evangelios canónicos, sino en un texto apócrifo llamado Evangelio de Nicodemo. Según esta tradición, el Hijo de Dios se adentró en las tinieblas más espesas para alcanzar también al último de sus hermanos y hermanas, para llevar también allí abajo su luz. En este gesto está toda la fuerza y la ternura del anuncio pascual: la muerte nunca es la última palabra.

Queridos, este descenso de Cristo no tiene que ver solo con el pasado, sino que toca la vida de cada uno de nosotros. Los infiernos no son solo la condición de quien está muerto, sino también de quien vive la muerte a causa del mal y del pecado. Es también el infierno cotidiano de la soledad, de la vergüenza, del abandono, del cansancio de vivir. Cristo entra en todas estas realidades oscuras para testimoniarnos el amor del Padre. No para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Lo hace sin clamor, de puntillas, como quien entra en una habitación de hospital para ofrecer consuelo y ayuda.

Los Padres de la Iglesia, en páginas de extraordinaria belleza, han descrito este momento como un encuentro: entre Cristo y Adán. Un encuentro que es símbolo de todos los encuentros posibles entre Dios y el hombre. El señor desciende allí donde el hombre se ha escondido por miedo, y lo llama por nombre, lo toma de la mano, lo levanta, lo lleva de nuevo a la luz. Lo hace con plena autoridad, pero también con infinita dulzura, como un padre con el hijo que teme que ya no es amado.

En los iconos orientales de la Resurrección, Cristo es representado mientras derriba las puertas de los infiernos y, extendiendo sus brazos, agarra las muñecas de Adán y Eva. No se salva solo a sí mismo, no vuelve a la vida solo, sino que lleva consigo a toda a la humanidad. Esta es la verdadera gloria del Resucitado: es poder de amor, es solidaridad de un Dios que no quiere salvarse sin nosotros, sino solo con nosotros. Un Dios que no resucita si no es abrazando nuestras miserias y nos levanta de nuevo para una vida nueva.

El Sábado Santo es, por tanto, el día en el que el cielo visita la tierra más en profundidad. Es el tiempo en el que cada rincón de la historia humana es tocado por la luz de la Pascua. Y si Cristo ha podido descender hasta allí, nada puede ser excluido de su redención. Ni siquiera nuestras noches, ni siquiera nuestros pecados más antiguos, ni siquiera nuestros vínculos rotos. No hay pasado tan arruinado, no hay historia tan comprometida que no pueda ser tocada por su misericordia.

Queridos hermanos y hermanas, descender, para Dios, no es una derrota, sino el cumplimiento de su amor. No es un fracaso, sino el camino a través del cual Él muestra que ningún lugar está demasiado lejos, ningún corazón demasiado cerrado, ninguna tumba demasiado sellada para su amor. Esto nos consuela, esto nos sostiene. Y si a veces nos parece tocar el fondo, recordemos: ese es el lugar desde el cual Dios es capaz de comenzar una nueva creación. Una creación hecha de personas que se han vuelto a levantar, de corazones perdonados, de lágrimas secadas. El Sábado Santo es el abrazo silencioso con el que Cristo presenta toda la creación al Padre para volver a colocarla en su diseño de salvación.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis continuamos contemplando el misterio del Sábado Santo, en el que todo parece inmóvil y de un silencio absoluto, concentrándonos en el descenso de Jesús a los infiernos. Lo que acontece es una acción salvífica. Cristo desciende a la profundidad de la muerte para llevar el anuncio de la Resurrección a todos los que yacían en tinieblas.

Este evento representa el gesto más profundo y radical del amor de Dios por la humanidad. Él ha querido buscarnos allí en los infiernos, es decir, en esa condición existencial en donde reina el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios y de los demás. Cristo desciende allí para liberar también hoy a los que viven la muerte a causa del mal y del pecado, a los que viven el infierno cotidiano de la soledad, de la vergüenza, del abandono o del cansancio de la vida. Cristo entra en todas estas oscuras realidades no para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Cristo desciende entre los muertos para manifestar el amor del Padre. Por tanto, no existe un pasado tan dañado o una historia irreparable que no pueda ser tocada por su misericordia.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Queridos hermanos y hermanas, si a veces nos parece que hemos tocado fondo, recordemos que ese es el lugar desde el que Dios es capaz de comenzar una nueva creación hecha de corazones perdonados. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Queridos hermanos y hermanas, el mes de octubre, ya cercano, en la Iglesia está dedicado particularmente al santo Rosario

Por eso invito a todos, cada día del próximo mes, a rezar el Rosario por la paz, personalmente, en familia y en comunidad.

Además invito a quienes prestan servicio en el Vaticano a vivir esta oración en la Basílica de San Pedro, cada día, a las 19.00.

En particular, la tarde del sábado 11 de octubre, a las 18.00, lo haremos juntos en la plaza de San Pedro, en la Vigilia del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, recordando también el aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.

Finalmente, pienso en los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Que su amistad con Jesús sea fuente de alegría, inspiración para cada decisión y consuelo en momentos de sufrimiento y prueba. 

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV


Fotos: Vatican Media, 24-9-2025

domingo, 21 de septiembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 21-9-2025: «Quien sirve a Dios se hace libre de la riqueza, ¡pero quien sirve a la riqueza queda esclavo de ella! Quien busca la justicia transforma la riqueza en bien común»

* «La sed de riqueza corre el riesgo de ocupar el lugar de Dios en nuestro corazón, cuando creemos que es ella la que salva nuestra vida, como piensa el administrador deshonesto de la parábola (cf. Lc 16,3-7). La tentación es esta: pensar que sin Dios igualmente podríamos vivir bien, mientras que sin riqueza estaríamos tristes y agobiados por mil necesidades. Ante la prueba de la necesidad nos sentimos amenazados, pero en lugar de pedir ayuda con confianza y compartir con fraternidad, tendemos a calcular, a acumular, volviéndonos suspicaces y desconfiados hacia los demás»

 

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «Pueblos enteros son hoy aplastados por la violencia y aún más por un descarado desinterés que los abandona a un destino de miseria. Ante estos dramas, no queremos ser pasivos, sino anunciar con la palabra y con las obras que Jesús es el Salvador del mundo, Aquel que nos libera de todo mal. Que su Espíritu convierta nuestros corazones para que, alimentados por la Eucaristía, supremo tesoro de la Iglesia, podamos convertirnos en testigos de caridad y de paz» 

21 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) “Quien sirve a Dios se hace libre de la riqueza, ¡pero quien sirve a la riqueza queda esclavo de ella! Quien busca la justicia transforma la riqueza en bien común; quien busca el dominio transforma el bien común en la presa de su avidez”, ha subrayado el Papa León XIV en su homilía al presidir esta mañana la celebración eucarística en la parroquia de Santa Ana, confiada desde  1929 a la orden de los Agustinos.


Han Concelebraron con él, el nuevo prior de los agustinos, padre Joseph Farrell y el párroco padre Mario Millardi. Entre los presentes, el agustino padre Gioele Schiavella, que mencionó el Papa en su homilía, por estar cumpliendo 103 años. Fue párroco de Santa Anna desde 1991 hasta 2006 y hoy en día vive allí, en la parroquia. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:


SANTA MISA DEL XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Parroquia Pontificia de Santa Ana en el Vaticano

21 de septiembre de 2025


A propósito, el Evangelio que acaba de proclamarse nos provoca a examinar con atención nuestro vínculo con el Señor y, por lo tanto, entre nosotros. Jesús plantea una alternativa clarísima entre Dios y la riqueza, pidiéndonos que tomemos una posición clara y coherente. «Ningún siervo puede servir a dos señores», por eso «no podéis servir a Dios y al dinero» (cf. Lc 16,13).


No se trata de una elección contingente, como tantas otras, ni de una opción revisable con el tiempo, según las situaciones. Es necesario decidir un verdadero estilo de vida. Se trata de elegir dónde colocar nuestro corazón, de aclarar a quién amamos sinceramente, a quién servimos con dedicación y cuál es realmente nuestro bien.


Por eso Jesús contrapone precisamente la riqueza a Dios: el Señor habla así porque sabe que somos criaturas necesitadas, que nuestra vida está llena de carencias. Desde que nacemos, pobres, desnudos, todos tenemos necesidad de cuidados y afecto, de una casa, de alimento, de vestido.


La sed de riqueza corre el riesgo de ocupar el lugar de Dios en nuestro corazón, cuando creemos que es ella la que salva nuestra vida, como piensa el administrador deshonesto de la parábola (cf. Lc 16,3-7). La tentación es esta: pensar que sin Dios igualmente podríamos vivir bien, mientras que sin riqueza estaríamos tristes y agobiados por mil necesidades.


Ante la prueba de la necesidad nos sentimos amenazados, pero en lugar de pedir ayuda con confianza y compartir con fraternidad, tendemos a calcular, a acumular, volviéndonos suspicaces y desconfiados hacia los demás.


Estos pensamientos transforman al prójimo en un competidor, en un rival, o en alguien del que obtener provecho. Como advierte el profeta Amós, quienes quieren hacer de la riqueza un instrumento de dominio no ven la hora de «comprar por dinero a los indigentes» (Am 8,6), explotando su pobreza.


Por el contrario, Dios destina los bienes de la creación a todos. Nuestra indigencia de criaturas atestigua entonces una promesa y un vínculo de los que el Señor se hace cargo en primera persona. El salmista describe este estilo providente: Dios «se inclina para mirar sobre los cielos y la tierra»; Él «levanta del polvo al débil, del estiércol alza al pobre» (Sal 113,6-7).


Así actúa el Padre bueno, siempre y hacia todos: no solo hacia quien es pobre de bienes materiales, sino también hacia aquella miseria espiritual y moral que aflige a los poderosos como a los débiles, a los indigentes como a los ricos.


La Palabra del Señor, en efecto, no contrapone a los hombres en clases rivales, sino que exhorta a todos a una revolución interior, una conversión que comienza en el corazón. Entonces se abrirán nuestras manos: para dar, no para arrebatar.


Entonces se abrirán nuestras mentes: para proyectar una sociedad mejor, no para buscar negocios al mejor precio. Como escribe san Pablo: «Ante todo recomiendo que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que tienen autoridad» (1 Tim 2,1).


Hoy, en particular, la Iglesia ora para que los gobernantes de las naciones estén libres de la tentación de usar la riqueza contra el hombre, transformándola en armas que destruyen a los pueblos y en monopolios que humillan a los trabajadores.


Quien sirve a Dios se hace libre de la riqueza, ¡pero quien sirve a la riqueza queda esclavo de ella! Quien busca la justicia transforma la riqueza en bien común; quien busca el dominio transforma el bien común en la presa de su avidez.


Las Sagradas Escrituras arrojan luz sobre este apego a los bienes materiales, que confunde nuestro corazón y distorsiona nuestro futuro.


Queridísimos, les agradezco porque, de diversas maneras, colaboran para mantener viva la comunidad de esta parroquia y ejercen también un generoso apostolado. Los animo a perseverar con esperanza en un tiempo gravemente amenazado por la guerra.


Pueblos enteros son hoy aplastados por la violencia y aún más por un descarado desinterés que los abandona a un destino de miseria. Ante estos dramas, no queremos ser pasivos, sino anunciar con la palabra y con las obras que Jesús es el Salvador del mundo, Aquel que nos libera de todo mal.


Que su Espíritu convierta nuestros corazones para que, alimentados por la Eucaristía, supremo tesoro de la Iglesia, podamos convertirnos en testigos de caridad y de paz.

PAPA LEÓN XIV









Fotos: Vatican Media, 21-9-2025