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sábado, 27 de septiembre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia Jubilar, 27-9-2025: «Jesús encontró en las personas de alma humilde, espacio en la mente y en el corazón para que Dios se revele; Dios es sencillo y se revela a los sencillos»

* «Jesús se alegra de ello, se llena de gozo, porque se da cuenta de que los pequeños intuyen. Tienen el sensus fidei, que es como un ‘sexto sentido’ de la gente sencilla para las cosas de Dios. Por esta razón, el pueblo de Dios posee una infalibilidad en su fe, de la cual la infalibilidad del Papa es expresión y servicio»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Hoy, en Bilki, Ucrania, se proclama beato el sacerdote Pedro Pablo Oros, de la Eparquía de Mukachevo, asesinado en 1953 por odio a la fe. Cuando la Iglesia greco-católica fue proscrita, permaneció fiel al Sucesor de Pedro y continuó ejerciendo su ministerio con valentía en la clandestinidad, consciente de los riesgos. Invocamos la intercesión de este nuevo beato para que obtenga para el querido pueblo ucraniano una valiente perseverancia en la fe y la esperanza, a pesar de la tragedia de la guerra»

27 de septiembre de 2025.- (Camino Católico).- “Jesús encontró sobre todo en los pequeños, es decir, en las personas de alma humilde, espacio en la mente y en el corazón para que Dios se revele; Dios es sencillo y se revela a los sencillos” ha subrayado el Papa León XIV, esta mañana, en la audiencia jubilar de este sábado 27 de septiembre en la plaza San Pedro del Vaticano que congregaba en esta ocasión a los 35.000 peregrinos del Jubileo de los Catequistas.

En este sentido, el Pontífice ha recordado un episodio que vivió la Iglesia en el siglo IV en Milán, Italia, “que muestra cómo la esperanza puede nacer de la capacidad de intuición del pueblo”, citando el llamado vocacional de San Ambrosio.

Antes de saludar en italiano, León XIV ha dirigido un pensamiento al país del este de Europa, pidiendo la intercesión del sacerdote Pedro Pablo Oros, asesinado por odio a la fe, y que hoy, 27 de septiembre, es beatificado. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

AUDIENCIA JUBILAR

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

5. Esperar es intuir. Ambrosio de Milán

Plaza de San Pedro

Sábado, 27 de septiembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

El Jubileo nos convierte en peregrinos de esperanza, porque intuimos una gran necesidad de renovación que nos concierne a nosotros y a toda la tierra.

Acabo de decir «intuimos»: este verbo —intuir— describe un movimiento del espíritu, una inteligencia del corazón que Jesús encontró sobre todo en los pequeños, es decir, en las personas de alma humilde. A menudo, en efecto, las personas instruidas intuyen poco, porque presumen de saber. Es bueno, en cambio, tener todavía espacio en la mente y en el corazón para que Dios se revele. ¡Cuánta esperanza hay cuando surgen nuevas perspectivas en el pueblo de Dios!

Jesús se alegra de ello, se llena de gozo, porque se da cuenta de que los pequeños intuyen. Tienen el sensus fidei, que es como un ‘sexto sentido’ de la gente sencilla para las cosas de Dios. Dios es sencillo y se revela a los sencillos. Por esta razón, el pueblo de Dios posee una infalibilidad en su fe, de la cual la infalibilidad del Papa es expresión y servicio (cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Lumen Gentium, 12; Comisión Teológica Internacional, El Sensus Fidei en la Vida de la Iglesia, 30-40).

Quisiera recordar un momento de la historia de la Iglesia que muestra cómo la esperanza puede nacer de la capacidad de intuición del pueblo. En el siglo IV, en Milán, la Iglesia estaba desgarrada por grandes conflictos y la elección de un nuevo obispo se estaba convirtiendo en un verdadero tumulto. La autoridad civil, el gobernador Ambrosio, intervino y con una gran capacidad de escucha y mediación trajo la calma. Cuenta la historia que entonces se alzó la voz de un niño que gritó: ¡Ambrosio obispo! Y así también todo el pueblo exigió: ¡Ambrosio obispo!

Ambrosio ni siquiera estaba bautizado; Era solo un catecúmeno, es decir, se preparaba para el bautismo. Pero el pueblo percibió algo profundo en este hombre y lo eligió. Así, la Iglesia tuvo uno de sus obispos más destacados, un Doctor de la Iglesia.

Ambrosio al principio no quiere, incluso huye. Luego se da cuenta de que es una llamada de Dios, así que se deja bautizar y ordenar obispo. ¡Y se convierte en cristiano siendo obispo! ¿Ven el gran regalo que los pequeños dieron a la Iglesia? Incluso hoy, esta es una gracia que debemos pedir: ¡convertirnos en cristianos viviendo la llamada recibida! ¿Eres mamá, eres papá? Hazte cristiano como mamá y papá. ¿Eres empresario, trabajador, profesor, sacerdote, monja? Hazte cristiano en tu camino. La gente tiene este "olfato": entiende si nos estamos haciendo cristianos o no. Y puede corregirnos, puede indicarnos la dirección de Jesús.

A lo largo de los años, San Ambrosio retribuyó mucho a su pueblo. Por ejemplo, inventó nuevas formas de cantar salmos e himnos, de celebrar y de predicar. Él mismo sabía intuir, y así la esperanza se multiplicó. Agustín se convirtió por su predicación y fue bautizado por él. ¡Intuir es una forma de esperar, ¡no lo olvidemos!

Así es también como Dios hace avanzar a su Iglesia, mostrándole nuevos caminos. Intuir es la nariz de los pequeños para el Reino que viene. ¡Que el Jubileo nos ayude a hacernos pequeños según el Evangelio para intuir y servir los sueños de Dios! 

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis jubilar reflexionamos sobre un aspecto de la esperanza que es la intuición. Somos peregrinos de esperanza, porque intuimos que algo nos espera, y hacemos espacio en la mente y el corazón para que Dios pueda revelarse.

Un ejemplo de esta capacidad de intuición en la historia de la Iglesia es la vocación de san Ambrosio, a quien el pueblo sencillo eligió como obispo, antes incluso de haber sido bautizado. Habiendo acogido la llamada de Dios, Ambrosio supo dar mucho a su pueblo, intuyendo nuevos caminos de evangelización.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española y en modo especial a todos los catequistas. Pidamos al Señor que sepamos intuir su presencia en nuestra vida y, siguiendo sus huellas, sirvamos con generosidad a la Iglesia, irradiando esperanza. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho:                 

Hoy, en Bilki, Ucrania, se proclama beato el sacerdote Pedro Pablo Oros, de la Eparquía de Mukachevo, asesinado en 1953 por odio a la fe. Cuando la Iglesia greco-católica fue proscrita, permaneció fiel al Sucesor de Pedro y continuó ejerciendo su ministerio con valentía en la clandestinidad, consciente de los riesgos. Invocamos la intercesión de este nuevo beato para que obtenga para el querido pueblo ucraniano una valiente perseverancia en la fe y la esperanza, a pesar de la tragedia de la guerra.

Finalmente, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Que Cristo, la Puerta Santa que nos conduce al Padre, esté siempre en el centro de sus vidas, para que sean testigos convencidos y gozosos de su amor.

¡Mi bendición a todos!  

Papa León XIV





Fotos: Vatican Media, 27-9-2025

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 24-9-2025: «Cristo desciende a nuestros infiernos cotidianos de la soledad, la vergüenza, el abandono, el cansancio de vivir, para liberar y salvar»

* «Descender, para Dios, no es una derrota, sino el cumplimiento de su amor. No es un fracaso, sino el camino a través del cual Él muestra que ningún lugar está demasiado lejos, ningún corazón demasiado cerrado, ninguna tumba demasiado sellada para su amor. Esto nos consuela, esto nos sostiene. Y si a veces nos parece tocar el fondo, recordemos: ese es el lugar desde el cual Dios es capaz de comenzar una nueva creación. Una creación hecha de personas que se han vuelto a levantar, de corazones perdonados, de lágrimas secadas»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «El mes de octubre, ya cercano, en la Iglesia está dedicado particularmente al santo Rosario. Por eso invito a todos, cada día del próximo mes, a rezar el Rosario por la paz, personalmente, en familia y en comunidad»


24 de septiembre de 2025.- (
Camino Católico).-  El Papa ha asegurado en la catequesis de la Audiencia General de este miércoles que Cristo, como hizo durante el día del Misterio pascual, entra cada día en los infiernos del hombre, una imagen que se refiere a quien “vive la muerte a causa del mal y del pecado” para salvar y “no para culpabilizar”.

“Cristo entra en todas estas realidades oscuras para testimoniarnos el amor del Padre. No para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Lo hace sin clamor, de puntillas, como quien entra en una habitación de hospital para ofrecer consuelo y ayuda”, afirma el Pontífice.

De esta forma, ha insistido en que si Cristo ha podido descender hasta allí, “nada puede ser excluido de su redención”. “Ni siquiera nuestras noches, ni siquiera nuestros pecados más antiguos, ni siquiera nuestros vínculos rotos. No hay pasado tan arruinado, no hay historia tan comprometida que no pueda ser tocada por su misericordia”, expresa el Santo Padre que ha continuado este miércoles con la catequesis del misterio del Sábado Santo, en la plaza de San Pedro, ante decenas de miles de fieles, pese a la lluvia. Precisamente, a causa del tiempo el Santo Padre saludó previamente en el aula Pablo VI a los peregrinos que se han resguardado allí.

Al término de la audiencia general, el Papa anuncia la iniciativa de oración en el día en que la Iglesia recuerda a San Juan XXIII y en el aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. Invita a todos a rezar por la paz durante todo el mes de octubre, dedicado al Santo Rosario, «personalmente, en familia, en comunidad». Y a quienes prestan servicio en el Vaticano, el Pontífice les pide que vivan la oración en la Basílica de San Pedro, todos los días, a las 19 hora. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Saludo del Santo Padre en el Aula Pablo VI antes de la Audiencia general


¡Una bendición para todos vosotros!

Después podréis ver la Audiencia aquí en la pantalla, o también si queréis podéis salir, pero pensando en las previsiones del tiempo, era mejor venir aquí antes de comenzar la Audiencia General.

Así que, bendeciré a cada uno de vosotros que habéis venido esta mañana. Me alegra mucho estar con vosotros, ¡gracias por estar aquí! Ahora mismo hace sol fuera, pero dicen que va a llover, así que queremos que estéis bajo techo. Por tanto, sin extenderme más, que Dios os bendiga a todos y que el Señor os dé mucha paz en vuestros corazones. ¡Gracias!

LEÓN XIV

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 24 de septiembre de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 8. El descenso. «Y en el Espíritu fue a hacer su anuncio también a los espíritus que estaban prisioneros» (1 P 3,19)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

también hoy nos detenemos en el misterio del Sábado Santo. Es el día del Misterio pascual en el que todo parece inmóvil y silencioso, mientras que en realidad se cumple una invisible acción de salvación: Cristo desciende al reino de los infiernos para llevar el anuncio de la Resurrección a todos aquellos que estaban en las tinieblas y en la sombra de la muerte.

Este evento, que la liturgia y la tradición nos han entregado, representa el gesto más profundo y radical del amor de Dios por la humanidad. De hecho, no basta decir ni creer que Jesús ha muerto por nosotros: es necesario reconocer que la fidelidad de su amor ha querido buscarnos allí donde nosotros mismos nos habíamos perdido, allí donde se puede empujar solo la fuerza de una luz capaz de atravesar el dominio de las tinieblas.

Los infiernos, en la concepción bíblica, no son tanto un lugar, sino una condición existencial: esa condición en la que la vida está debilitada y reinan el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios y de los demás. Cristo nos alcanza también en este abismo, atravesando las puertas de este reino de tinieblas. Entra, por así decir, en la misma casa de la muerte, para vaciarla, para liberar a los habitantes, tomándoles de la mano uno por uno. Es la humildad de un Dios que no se detiene delante de nuestro pecado, que no se asusta frente al rechazo extremo del ser humano.

El apóstol Pedro, en el breve pasaje de su primera Carta que hemos escuchado, nos dice que Jesús, vivificado en el Espíritu Santo, fue a llevar el anuncio de salvación también «a los espíritus encarcelados» (1 Pe 3,19). Es una de las imágenes más conmovedoras, que no se encuentra desarrollada en los Evangelios canónicos, sino en un texto apócrifo llamado Evangelio de Nicodemo. Según esta tradición, el Hijo de Dios se adentró en las tinieblas más espesas para alcanzar también al último de sus hermanos y hermanas, para llevar también allí abajo su luz. En este gesto está toda la fuerza y la ternura del anuncio pascual: la muerte nunca es la última palabra.

Queridos, este descenso de Cristo no tiene que ver solo con el pasado, sino que toca la vida de cada uno de nosotros. Los infiernos no son solo la condición de quien está muerto, sino también de quien vive la muerte a causa del mal y del pecado. Es también el infierno cotidiano de la soledad, de la vergüenza, del abandono, del cansancio de vivir. Cristo entra en todas estas realidades oscuras para testimoniarnos el amor del Padre. No para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Lo hace sin clamor, de puntillas, como quien entra en una habitación de hospital para ofrecer consuelo y ayuda.

Los Padres de la Iglesia, en páginas de extraordinaria belleza, han descrito este momento como un encuentro: entre Cristo y Adán. Un encuentro que es símbolo de todos los encuentros posibles entre Dios y el hombre. El señor desciende allí donde el hombre se ha escondido por miedo, y lo llama por nombre, lo toma de la mano, lo levanta, lo lleva de nuevo a la luz. Lo hace con plena autoridad, pero también con infinita dulzura, como un padre con el hijo que teme que ya no es amado.

En los iconos orientales de la Resurrección, Cristo es representado mientras derriba las puertas de los infiernos y, extendiendo sus brazos, agarra las muñecas de Adán y Eva. No se salva solo a sí mismo, no vuelve a la vida solo, sino que lleva consigo a toda a la humanidad. Esta es la verdadera gloria del Resucitado: es poder de amor, es solidaridad de un Dios que no quiere salvarse sin nosotros, sino solo con nosotros. Un Dios que no resucita si no es abrazando nuestras miserias y nos levanta de nuevo para una vida nueva.

El Sábado Santo es, por tanto, el día en el que el cielo visita la tierra más en profundidad. Es el tiempo en el que cada rincón de la historia humana es tocado por la luz de la Pascua. Y si Cristo ha podido descender hasta allí, nada puede ser excluido de su redención. Ni siquiera nuestras noches, ni siquiera nuestros pecados más antiguos, ni siquiera nuestros vínculos rotos. No hay pasado tan arruinado, no hay historia tan comprometida que no pueda ser tocada por su misericordia.

Queridos hermanos y hermanas, descender, para Dios, no es una derrota, sino el cumplimiento de su amor. No es un fracaso, sino el camino a través del cual Él muestra que ningún lugar está demasiado lejos, ningún corazón demasiado cerrado, ninguna tumba demasiado sellada para su amor. Esto nos consuela, esto nos sostiene. Y si a veces nos parece tocar el fondo, recordemos: ese es el lugar desde el cual Dios es capaz de comenzar una nueva creación. Una creación hecha de personas que se han vuelto a levantar, de corazones perdonados, de lágrimas secadas. El Sábado Santo es el abrazo silencioso con el que Cristo presenta toda la creación al Padre para volver a colocarla en su diseño de salvación.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis continuamos contemplando el misterio del Sábado Santo, en el que todo parece inmóvil y de un silencio absoluto, concentrándonos en el descenso de Jesús a los infiernos. Lo que acontece es una acción salvífica. Cristo desciende a la profundidad de la muerte para llevar el anuncio de la Resurrección a todos los que yacían en tinieblas.

Este evento representa el gesto más profundo y radical del amor de Dios por la humanidad. Él ha querido buscarnos allí en los infiernos, es decir, en esa condición existencial en donde reina el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios y de los demás. Cristo desciende allí para liberar también hoy a los que viven la muerte a causa del mal y del pecado, a los que viven el infierno cotidiano de la soledad, de la vergüenza, del abandono o del cansancio de la vida. Cristo entra en todas estas oscuras realidades no para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Cristo desciende entre los muertos para manifestar el amor del Padre. Por tanto, no existe un pasado tan dañado o una historia irreparable que no pueda ser tocada por su misericordia.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Queridos hermanos y hermanas, si a veces nos parece que hemos tocado fondo, recordemos que ese es el lugar desde el que Dios es capaz de comenzar una nueva creación hecha de corazones perdonados. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Queridos hermanos y hermanas, el mes de octubre, ya cercano, en la Iglesia está dedicado particularmente al santo Rosario

Por eso invito a todos, cada día del próximo mes, a rezar el Rosario por la paz, personalmente, en familia y en comunidad.

Además invito a quienes prestan servicio en el Vaticano a vivir esta oración en la Basílica de San Pedro, cada día, a las 19.00.

En particular, la tarde del sábado 11 de octubre, a las 18.00, lo haremos juntos en la plaza de San Pedro, en la Vigilia del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, recordando también el aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.

Finalmente, pienso en los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Que su amistad con Jesús sea fuente de alegría, inspiración para cada decisión y consuelo en momentos de sufrimiento y prueba. 

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV


Fotos: Vatican Media, 24-9-2025

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 17-9-2025: «A veces buscamos respuestas rápidas, soluciones inmediatas, pero Dios trabaja en lo profundo, en el tiempo lento de la confianza»

* «Si sabemos acoger con gratitud aquello acontecido, descubriremos que, justamente en la pequeñez, y en el silencio, Dios ama transfigurar la realidad haciendo nuevas todas las cosas con la fidelidad de su amor. La verdadera alegría nace de la espera habitada, de la fe paciente, de la esperanza que cuanto ha vivido en el amor, ciertamente, resurgirá a la vida eterna»

 

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Expreso mi profunda cercanía al pueblo palestino en Gaza, que continúa viviendo en el miedo y sobreviviendo en condiciones inaceptables, obligado a la fuerza -una vez más- a desplazarse de sus propias tierras. Ante el Señor Omnipotente, que ha ordenado ‘No matarás’ y frente a la entera historia humana, toda persona tiene siempre una dignidad inviolable, que se debe respetar y custodiar. Renuevo el llamamiento al alto el fuego, a la liberación de los rehenes, a la solución diplomática negociada, al respeto integral del derecho humanitario internacional. Invito a todos a unirse a mi encarecida oración, para que pronto surja un amanecer de paz y de justicia»

 

17 de septiembre de 2025.- (Camino Católico).- “A veces buscamos respuestas rápidas, soluciones inmediatas, pero Dios trabaja en lo profundo, en el tiempo lento de la confianza” ha afirmado el Papa León XIV en la catequesis hoy, 17 de septiembre, día en que la iglesia celebra a San Roberto Belarmino, onomástica del Pontífice nacido como Robert Francis.  Festiva ha sido la acogida que le dispensaron al Papa las 35.000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro para la cita del miércoles. El Papa León ha saludado a todos con una larga vuelta en el papamóvil antes de iniciar su meditación.

Continuando con las catequesis sobre “Jesús esperanza nuestra”, el Obispo de Roma ha reflexionado hoy sobre el misterio del Sábado Santo. “Es el día del gran silencio – recuerda– pero es justamente allí que se cumple el misterio más profundo de la fe cristiana”.

León XIV observa que en el sepulcro, Jesús, “Palabra viviente del Padre, calla” y en aquel silencio “la vida nueva inicia a fermentar”. “Dios no tiene miedo del tiempo que pasa, porque es Señor también de la espera”: “Así, también nuestro tiempo ‘no útil’, aquel de las pausas, de los vacíos, de los momentos estériles, puede convertirse en vientre de resurrección. Todo silencio acogido puede ser la premisa de una Palabra nueva. Todo tiempo detenido puede convertirse en tiempo de gracia, si lo ofrecemos a Dios”.

Tras la catequesis de la Audiencia General de este miércoles, el Papa ha lamentado que la población de Gaza haya sido obligada “por la fuerza a abandonar una vez más sus tierras”. León XIV expresa su profunda solidaridad con el pueblo palestino de Gaza, “que sigue viviendo con miedo y sobreviviendo en condiciones inaceptables, obligado por la fuerza a abandonar una vez más sus tierras. Ante el Señor Todopoderoso, que ha ordenado ‘No matarás’, y ante toda la historia de la humanidad, cada persona tiene siempre una dignidad inviolable que debe respetarse y protegerse”, asevera.  Asimismo, renueva su llamamiento “al alto el fuego, a la liberación de los rehenes, a una solución diplomática negociada y al pleno respeto del derecho internacional humanitario. Invito a todos a unirse a mi ferviente oración, para que pronto amanezca una paz y una justicia justas”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

LEÓN XIV

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 17 de septiembre de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 7. La muerte. «Un sepulcro nuevo, en el que nadie había sido depositado aún» (Jn 19,40-41)

Queridos hermanos y hermanas,

en nuestro camino de las catequesis sobre Jesús esperanza nuestra, hoy contemplamos el misterio del Sábado Santo. El Hijo de Dios yace en la tumba. Pero esta su “ausencia” no es un vacío: es espera, plenitud contenida, promesa custodiada en la oscuridad. Es el día del gran silencio, en el que el cielo parece mudo y la tierra inmóvil, pero es justamente allí que se cumple el misterio más profundo de la fe cristiana. Es un silencio grávido de sentido, como el vientre de una madre que custodia al hijo todavía no nacido, pero ya vivo.

El cuerpo de Jesús, bajado de la cruz, fue envuelto con cuidado, como se hace con aquello que es valioso.  El evangelista Juan nos dice que fue sepultado en un jardín, dentro «una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado» (Jn 19,41). Nada es dejado a la casualidad. Aquel jardín recuerda al Edén perdido, el lugar en el que Dios y el hombre estaban unidos. Y aquella tumba nunca antes usada habla de algo que todavía debe suceder: es un umbral, no un final. En el inicio de la creación Dios había plantado un jardín, ahora también la nueva creación toma forma en un jardín: con una tumba cerrada que pronto se abrirá.

El Sábado Santo es también un día de descanso. Según la ley judía, el séptimo día no se debe trabajar: de hecho, luego de seis días de creación, Dios descansó (cfr Gen 2,2). Ahora, también el Hijo, luego de haber completado su obra de salvación, descansa. No porque está cansado, sino porque ha concluido su trabajo. No porque se ha rendido, sino porque ha amado hasta el final. No hay nada más que agregar. Este descanso es el sello de la obra cumplida, es la confirmación de aquello que tenía que hacerse y que ha sido completado. Es un descanso lleno de la presencia oculta del Señor.

Fatigamos en detenernos y descansar. Vivimos como si la vida nunca fuese suficiente. Corremos por producir, por demostrar, por no perder terreno. Pero el Evangelio nos enseña que saber detenerse es un gesto de confianza que tenemos que aprender a cumplir. El Sábado Santo nos invita a descubrir que la vida no depende siempre de aquello que hacemos, sino también de cómo sabemos desistir de cuanto hemos podido hacer.

En el sepulcro, Jesús, la Palabra viviente del Padre, calla. Pero es justamente en aquel silencio que la vida nueva inicia a fermentar. Como una semilla en la tierra, como la oscuridad antes del amanecer. Dios no tiene miedo del tiempo que pasa, porque es Señor también de la espera. Así, también nuestro tiempo “no útil”, aquel de las pausas, de los vacíos, de los momentos estériles, puede convertirse en vientre de resurrección. Todo silencio acogido puede ser la premisa de una Palabra nueva. Todo tiempo detenido puede convertirse en tiempo de gracia, si lo ofrecemos a Dios.

Jesús, sepultado en la tierra, es el rostro mansueto de un Dios que no ocupa todo el espacio. Es el Dios que deja hacer, que espera, que se retira para dejarnos la libertad. Es el Dios que se fía, también cuando todo parece terminado. Y nosotros, en ese sábado detenido, aprendemos que no tenemos que tener prisa de resurgir: más es necesario descansar, acoger el silencio, dejarse abrazar por el límite. A veces buscamos respuestas rápidas, soluciones inmediatas. Pero Dios trabaja en lo profundo, en el tiempo lento de la confianza. El sábado de la sepultura se convierte así en las entrañas de las que pueden brotar las fuerzas de una luz invencible, aquella de la Pascua.

Queridos amigos, la esperanza cristiana no nace en el ruido, sino en el silencio de una espera habitada por el amor. No es hija de la euforia, sino de un confiado abandono. Nos lo enseña la virgen María: ella encarna esta espera, esta esperanza. Cuando nos parezca que todo está detenido, que la vida es un camino interrumpido, acordémonos del Sábado Santo. También en la tumba, Dios está preparando la sorpresa más grande. Y si sabemos acoger con gratitud aquello acontecido, descubriremos que, justamente en la pequeñez, y en el silencio, Dios ama transfigurar la realidad haciendo nuevas todas las cosas con la fidelidad de su amor. La verdadera alegría nace de la espera habitada, de la fe paciente, de la esperanza que cuanto ha vivido en el amor, ciertamente, resurgirá a la vida eterna.   

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis contemplamos el misterio del Sábado Santo. La “ausencia” de Cristo en el sepulcro no es un vacío; es promesa, es espera, es un silencio cargado de sentido, como el de una madre que custodia en el vientre a su hijo aún no nacido, pero ya vivo. El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz para ser sepultado en un jardín, el cual evoca aquel del Edén, en el que Dios y el hombre estaban unidos. El silencio de Cristo no es estéril, es signo de que se está gestando algo nuevo, Cristo está reestableciendo la relación entre Dios y el hombre.

El Sábado Santo es también el día del descanso, según la ley judía. Jesús, después de haber contemplado su obra de salvación, reposa. No lo hace por estar cansado o por haberse rendido, es más bien la confirmación de que lo que había que hacer se ha llevado a cabo. A veces nos cuesta descansar, vivimos de prisa para producir, para demostrar, para no perder terreno. Sin embargo, así como el Sábado Santo nos enseña que cada silencio puede ser el preámbulo de una palabra nueva, también cada pausa puede convertirse en un tiempo de gracia.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España de México, de Perú, de toda América Latina. En medio del ruido y de la prisa en que a veces nos encontramos, pidamos la intercesión de la Virgen María para que nos enseñe, como ella, a vivir el Sábado Santo descubriendo el sentido del silencio y de la contemplación. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Expreso mi profunda cercanía al pueblo palestino en Gaza, que continúa viviendo en el miedo y sobreviviendo en condiciones inaceptables, obligado a la fuerza -una vez más- a desplazarse de sus propias tierras.

Ante el Señor Omnipotente, que ha ordenado “No matarás” y frente a la entera historia humana, toda persona tiene siempre una dignidad inviolable, que se debe respetar y custodiar.

Renuevo el llamamiento al alto el fuego, a la liberación de los rehenes, a la solución diplomática negociada, al respeto integral del derecho humanitario internacional.

Invito a todos a unirse a mi encarecida oración, para que pronto surja un amanecer de paz y de justicia. 

Finalmente, mi pensamiento va para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Sean siempre fieles al ideal evangélico y vívanlo en sus actividades diarias.

Y, antes de terminar, quiero agradecerles a todos sus buenos deseos en este, mi onomástico. ¡Muchísimas gracias!

¡Mis bendiciones para todos!

Papa León XIV






Fotos: Vatican Media, 17-9-2025