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sábado, 1 de noviembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 1-11-2025: «La vida se ilumina cuando uno descubre: Dios me ha llamado, tengo una vocación, una misión, mi vida sirve para algo más grande que yo mismo»

* «En esta solemnidad de Todos los Santos, es una gran alegría inscribir a san John Henry Newman entre los doctores de la Iglesia y, al mismo tiempo, con motivo del Jubileo del Mundo Educativo, nombrarlo compatrono, junto con santo Tomás de Aquino, de todas las personas que forman parte del proceso educativo. La imponente estatura cultural y espiritual de Newman servirá de inspiración a las nuevas generaciones, con un corazón sediento de infinito, dispuestas a realizar, por medio de la investigación y del conocimiento. De hecho, la vida de los santos nos da testimonio de que es posible vivir apasionadamente en medio de la complejidad del presente, sin dejar de lado el mandato apostólico: ‘brillen como haces de luz en el mundo’»

     

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «La educación, desde la perspectiva cristiana, ayuda a todos a ser santos. Nada menos. El Papa Benedicto XVI, con motivo de su  viaje apostólico a Gran Bretaña en septiembre de 2010, durante el cual beatificó a John Henry Newman,  invitó a los jóvenes a ser santos con estas palabras: ‘Lo que Dios desea más que nada para cada uno de vosotros es que os convirtáis en santos. Él os ama mucho más de lo que podéis imaginar y quiere lo mejor para vosotros’. Esta es la llamada universal a la santidad que el  Concilio Vaticano II convirtió en parte esencial de su mensaje (cf. Lumen gentium, capítulo V). Y la santidad se propone a todos, sin excepción, como un camino personal y comunitario trazado por las Bienaventuranzas» 

1 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) En la solemnidad de Todos los Santos, hoy 1 de noviembre, el Papa León XIV ha presidido la Santa Misa en la plaza de San Pedro con motivo del Jubileo del Mundo Educativo y ha proclamado a San John Henry Newman como Doctor de la Iglesia. El Pontífice ha subrayado en su homilía que en el centro de los itinerarios educativos deben estar personas de carne y hueso, especialmente aquellas que parecen no producir, según los parámetros de una economía que excluye y mata. 


León XIV  ha reflexionado que “la vida se ilumina no porque seamos ricos, bellos o poderosos. Se ilumina cuando uno descubre en su interior esta verdad: Dios me ha llamado, tengo una vocación, tengo una misión, mi vida sirve para algo más grande que yo mismo. Cada criatura tiene un papel que desempeñar”.



“En esta solemnidad de Todos los Santos, es una gran alegría inscribir a san John Henry Newman entre los doctores de la Iglesia y, al mismo tiempo, con motivo del Jubileo del Mundo Educativo, nombrarlo copatrono, junto con santo Tomás de Aquino, de todas las personas que forman parte del proceso educativo”, ha enfatizado el Pontífice.



Dirigiéndose a las decenas de miles de fieles, romanos y peregrinos llegados de distintas partes del mundo y ante la presencia de la delegación oficial de la Iglesia de Inglaterra, encabezada por el arzobispo de York Stephen Cottrell, el Pontífice ha evidenciado la “imponente estatura cultural y espiritual” del teólogo y cardenal inglés hoy 38º Doctor de la Iglesia, “fuente de inspiración para las nuevas generaciones “con un corazón sediento de infinito”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:


JUBILEO DEL MUNDO EDUCATIVO

SANTA MISA Y PROCLAMACIÓN A «DOCTOR DE LA IGLESIA» DE SAN JOHN HENRY NEWMAN

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro
Solemnidad de Todos los Santos - Sábado, 1 de noviembre de 2025

En esta solemnidad de Todos los Santos, es una gran alegría inscribir a san John Henry Newman entre los doctores de la Iglesia y, al mismo tiempo, con motivo del Jubileo del Mundo Educativo, nombrarlo compatrono, junto con santo Tomás de Aquino, de todas las personas que forman parte del proceso educativo. La imponente estatura cultural y espiritual de Newman servirá de inspiración a las nuevas generaciones, con un corazón sediento de infinito, dispuestas a realizar, por medio de la investigación y del conocimiento, aquel viaje que, como decían los antiguos, nos hace pasar per aspera ad astra, es decir, a través de las dificultades, hasta las estrellas.

De hecho, la vida de los santos nos da testimonio de que es posible vivir apasionadamente en medio de la complejidad del presente, sin dejar de lado el mandato apostólico: «brillen como haces de luz en el mundo» (Flp 2,15). En esta solemne ocasión, deseo repetir a los educadores y a las instituciones educativas: “brillen hoy como haces de luz en el mundo”, gracias a la autenticidad de su compromiso en la investigación coral de la verdad, a su coherente y generoso compartir, a través del servicio a los jóvenes, particularmente a los pobres, y en la experiencia cotidiana de que «el amor cristiano es profético, hace milagros» (cf. Exhort. ap. Dilexi te, 120).

El Jubileo es una peregrinación en la esperanza y todos ustedes, en el gran campo de la educación, saben bien cuánto la esperanza sea una semilla indispensable. Cuando pienso en las escuelas y en las universidades, las considero como laboratorios de profecía, en donde la esperanza se vive, se manifiesta y se propone continuamente.

Este es también el sentido del Evangelio de las Bienaventuranzas proclamado hoy. Las Bienventuranzas traen consigo una nueva interpretación de la realidad. Son el camino y el mensaje de Jesús educador. A primera vista, parece imposible declarar bienaventurados a los pobres, a aquellos que tienen hambre y sed de justicia, a los perseguidos o a los trabajan por la paz. Pero, aquello que parece inconcebible en la gramática del mundo, se llena de sentido y de luz en la cercanía del Reino de Dios. En los santos vemos cómo ese Reino se acerca y se hace presente en medio de nosotros. San Mateo, acertadamente, presenta las Bienaventuranzas como una enseñanza, proponiendo a Jesús como Maestro que transmite una nueva visión de las cosas y cuya perspectiva coincide con su camino. Las Bienaventuranzas, sin embargo, no son una enseñanza más, son la enseñanza por excelencia. Del mismo modo, el Señor Jesús no es uno entre tantos maestros, sino el Maestro por excelencia. Más aún, es el Educador por excelencia. Nosotros, sus discípulos, estamos en su escuela, aprendiendo a descubrir en su vida, es decir, en el camino que Él recorrió, un horizonte de sentido capaz de iluminar todas las formas de conocimiento. ¡Ojalá que nuestras escuelas y universidades sean siempre lugares de escucha y de práctica del Evangelio!

A veces, los retos actuales pueden parecer superiores a nuestras posibilidades, pero no es así. ¡No permitamos que el pesimismo nos venza! Recuerdo lo que mi querido predecesor, el Papa Francisco, subrayó en su  discurso ante la Primera Asamblea Plenaria del Dicasterio para la Cultura y la Educación, que debemos trabajar juntos «para liberar al ser humano de la sombra del nihilismo, que es quizás la plaga más peligrosa de la cultura actual, porque es la que pretende borrar la esperanza». [1] La referencia a la oscuridad que nos rodea nos remite a uno de los textos más conocidos de san John Henry, el himno Lead, kindly light («Guíame, Luz amable»). En esa hermosa oración, nos damos cuenta de que estamos lejos de casa, que nuestros pies vacilan, que no logramos descifrar con claridad el horizonte. Pero nada de esto nos detiene, porque hemos encontrado la Guía: «Guíame, oh Luz amable, entre las tinieblas que me rodean. ¡Guíame tú!– Lead, kindly Light. The night is dark and I am far from home. Lead Thou me on!»

Es tarea de la educación ofrecer esta Luz amable a aquellos que, de otro modo, podrían quedarse prisioneros de las sombras particularmente insidiosas del pesimismo y el miedo. Por eso me gustaría decirles: desarmemos las falsas razones de la resignación y la impotencia, y difundamos en el mundo contemporáneo las grandes razones de la esperanza. Contemplemos y señalemos esas constelaciones que transmiten luz y orientación en nuestro presente oscurecido por tantas injusticias e incertidumbres. Por eso los animo a hacer de las escuelas, las universidades y toda realidad educativa, incluso informal y callejera, los umbrales de una civilización del diálogo y la paz. A través de sus vidas, dejen que trasluzca esa «enorme muchedumbre», de la que nos habla en la liturgia de hoy el libro del Apocalipsis, «[…] imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas». Y que «estaban de pie ante el trono y delante del Cordero» (7,9).

En el texto bíblico un anciano, observando la muchedumbre, pregunta: «¿Quiénes son y de dónde vienen […]?» (Ap 7,13). En este sentido, también en el ámbito educativo, la mirada cristiana se posa sobre «estos […] que vienen de la gran tribulación» (v. 14) y reconoce en ellos los rostros de tantos hermanos y hermanas de todas las lenguas y culturas, que, a través de la puerta estrecha de Jesús, han entrado en la vida plena.  Y entonces, una vez más, debemos preguntarnos: «¿los menos dotados no son personas humanas? ¿Los débiles no tienen nuestra misma dignidad? ¿Los que nacieron con menos posibilidades valen menos como seres humanos, y sólo deben limitarse a sobrevivir? De nuestra respuesta a estos interrogantes depende el valor de nuestras sociedades y también nuestro futuro» (Exhort. ap. Dilexi te, 95). Y agregamos: de esta respuesta depende también la calidad evangélica de nuestra educación.

Entre el legado perdurable de san John Henry se encuentran, en este sentido, algunas contribuciones muy significativas a la teoría y la práctica de la educación. «Dios —escribía—me ha creado para hacerle algún servicio definido. Me ha encomendado alguna obra que no ha dado a otro. Tengo mi misión. Nunca podré conocerla en esta vida, pero me será revelada en la otra» (Meditaciones y devociones, Madrid 2007, 225). En estas palabras encontramos expresado de manera espléndida el misterio de la dignidad de cada persona humana y también el de la variedad de los dones distribuidos por Dios.

La vida se ilumina no porque seamos ricos, bellos o poderosos. Se ilumina cuando uno descubre en su interior esta verdad: Dios me ha llamado, tengo una vocación, tengo una misión, mi vida sirve para algo más grande que yo mismo. Cada criatura tiene un papel que desempeñar. La contribución que cada uno tiene para ofrecer es de un valor único, y la tarea de las comunidades educativas es alentar y valorar esa contribución. No lo olvidemos: en el centro de los itinerarios educativos no deben estar individuos abstractos, sino personas de carne y hueso, especialmente aquellas que parecen no producir, según los parámetros de una economía que excluye y mata. Estamos llamados a formar personas, para que brillen como estrellas en su plena dignidad.

Por lo tanto, podemos decir que la educación, desde la perspectiva cristiana, ayuda a todos a ser santos. Nada menos. El Papa Benedicto XVI, con motivo de su  viaje apostólico a Gran Bretaña en septiembre de 2010, durante el cual beatificó a John Henry Newmaninvitó a los jóvenes a ser santos con estas palabras: «Lo que Dios desea más que nada para cada uno de vosotros es que os convirtáis en santos. Él os ama mucho más de lo que podéis imaginar y quiere lo mejor para vosotros». [2] Esta es la llamada universal a la santidad que el  Concilio Vaticano II convirtió en parte esencial de su mensaje (cf. Lumen gentium, capítulo V). Y la santidad se propone a todos, sin excepción, como un camino personal y comunitario trazado por las Bienaventuranzas.

Rezo para que la educación católica ayude a cada uno a descubrir su vocación a la santidad. San Agustín, a quien san John Henry Newman apreciaba tanto, dijo una vez que somos compañeros de escuela que tienen un sólo maestro, cuya escuela y cátedra están en la tierra y en el cielo respectivamente (cf. Sermón 292,1).

PAPA LEÓN XIV

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[1] Francisco, Discurso para la Sesión Plenaria del Dicasterio para la Cultura y la Educación, Sala Clementina (21 noviembre 2024).

[2] Benedicto XVI,  Saludo a los alumnos, Twickenham – Reino Unido (17 septiembre 2010).





Fotos: Vatican Media, 1-11-2025

Papa León XIV en el Ángelus, 1-11-2025: «La comunión de los santos nos recuerda que el destino final de la humanidad es una gran fiesta en la que celebramos el amor de Dios, presente en todos, semejantes al rostro de Cristo»

1 de noviembre de 2025.- (Camino Católico)  En su alocución previa a la oración del Ángelus de hoy 1º de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos, tras haber celebrado la misa por el Jubileo del Mundo Educativo y antes de la bendición final, el Papa ha recordado que el misterio de la comunión de los santos, “nos recuerda cuál es el destino final de la humanidad: una gran fiesta en la que celebramos el amor de Dios, presente en todo y en todos, reconociendo y admirando la belleza multiforme de los rostros, todos diferentes y al mismo tiempo semejantes al rostro de Cristo”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

PAPA LEÓN XIV

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro

Sábado, 1 de noviembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

Deseo saludar a todos los que han participado en esta solemne celebración, particularmente a los cardenales, a los obispos y a las distinguidas autoridades.

Estoy muy contento de recibir a la Delegación oficial de la Iglesia de Inglaterra, liderada por Su Gracia Stephen Cottrell, Arzobispo de York. Después del histórico encuentro de oración con Su Majestad el Rey Carlos III, que ha tenido lugar hace unos días en la capilla Sixtina, la presencia de su delegación refleja el gozo que juntos compartimos por la proclamación de san John Henry Newman como doctor de la Iglesia. Que él acompañe desde el cielo el camino de todos los cristianos hacia la plena unidad.

Extiendo mi saludo a todos los peregrinos presentes, especialmente a los jóvenes que han dado vida a la “Carrera de los santos”, promovida por las Misiones Don Bosco, que une el deporte y la solidaridad con los niños más desfavorecidos.

Hermanas y hermanos, el misterio de la comunión de los santos, que hoy respiramos “a pleno pulmón”, nos recuerda cuál es el destino final de la humanidad: una gran fiesta en la que celebramos el amor de Dios, presente en todo y en todos, reconociendo y admirando la belleza multiforme de los rostros, todos diferentes y al mismo tiempo semejantes al rostro de Cristo. Mientras anticipamos esta realidad futura, sentimos aún más fuerte y doloroso el contraste con los dramas que la familia humana está sufriendo a causa de las injusticias y de las guerras. Y sentimos todavía más imperioso el deber de ser constructores de fraternidad. Encomendemos nuestra oración y nuestro compromiso a la intercesión de la Virgen María y de todos los santos.


Oración del Ángelus:  

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.


Papa León XIV


Fotos: Vatican Media, 1-11-2025

Santa Misa de hoy, sábado, solemnidad de Todos los Santos y proclamación de San John Henry Newman como Doctor de la Iglesia, presidida por el Papa León XIV, 1-11-2025


Foto: Vatican Media, 1-11-2025


1 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) El Papa León XIV ha presidido la Santa Misa de hoy, sábado, solemnidad de Todos los Santos y en la que ha proclamado a San John Henry Newman como Doctor de la Iglesia, en la plaza de San Pedro Pedro, en la conclusión del Jubileo del Mundo Educativo, ante decenas de miles de fieles. En su homilía el Santo Padre ha subrayado que "el Señor Jesús no es uno entre tantos maestros, sino el Maestro por excelencia. Más aún, es el Educador por excelencia". Antes del final de la Eucaristía el Santo Padre ha hecho una alocución previa a la oración del Ángelus, después de la cual ha impartido la bendición final. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.


viernes, 31 de octubre de 2025

Papa León XIV a los educadores, 31-10-2025: «Dice San Agustín: ‘A los que no enseña interiormente el Espíritu Santo, regresan con la misma ignorancia’»

* «Como quizá sepan, mi “lema” es In Illo uno unum. También esta es una expresión agustiniana (cf. Ennaratio in Psalmum 127, 3), que recuerda que sólo en Cristo encontramos verdaderamente la unidad, como miembros unidos a la Cabeza y como compañeros de camino en el proceso de continuo aprendizaje de la vida»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News del discurso del Papa León XIV

* «Es muy iluminador un dístico agustiniano que afirma: ‘El amor a Dios es primero en el orden de lo preceptuado; el amor al prójimo, en cambio, es primero en el orden de la acción’ (In Evangelium Ioannis Tractatus 17, 8). En el ámbito formativo, entonces, cada uno podría preguntarse cuál es su compromiso para captar las necesidades más urgentes, qué esfuerzo realiza para construir puentes de diálogo y de paz, incluso dentro de las comunidades docentes; cuál es su capacidad de superar prejuicios o visiones limitadas; cuál su apertura en los procesos de co-aprendizaje; y qué empeño pone en responder a las necesidades de los más frágiles, pobres y excluidos»

31 de octubre de 2025.- (Camino Católico).- En ocasión del Jubileo del Mundo Educativo, el Papa León XIV se ha reunido esta mañana con más de 20.000 educadores de todo el mundo a quienes ha destacado cuatro pilares fundamentales para la educación cristiana:la interioridad, la unidad, el amor y la alegría y les recordó que “dice San Agustín: ‘A los que no enseña interiormente el Espíritu Santo, regresan con la misma ignorancia’”.

Inspirándose en san Agustín, el Papa ha recordado que el verdadero Maestro “está dentro de cada persona”. La educación —afirma— no se reduce a técnicas o estructuras, sino que es un camino interior de encuentro entre maestros y alumnos. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha el discurso del Santo Padre, cuyo texto completo es el siguiente:


ENCUENTRO CON LOS EDUCADORES CON MOTIVO DEL JUBILEO DEL MUNDO EDUCATIVO

DISCURSO DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza San Pedro
Viernes, 31 de octubre de 2025

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

La paz esté con ustedes.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

Estoy muy contento de poder encontrarme con ustedes, educadores provenientes de todo el mundo y comprometidos en todos los niveles, desde la escuela primaria hasta la universidad.

Como sabemos, la Iglesia es Madre y Maestra (cf. S. Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra, 15 mayo 1961, 1), y ustedes contribuyen a encarnar su rostro para tantos alumnos y estudiantes a cuya educación se dedican. Gracias a la luminosa constelación de carismas, metodologías, pedagogías y experiencias que representan, y gracias a su compromiso “polifónico” en la Iglesia, en las diócesis, en congregaciones, institutos religiosos, asociaciones y movimientos, ustedes garantizan a millones de jóvenes una formación adecuada, manteniendo siempre en el centro, en la transmisión del saber humanístico y científico, el bien de la persona.

Yo también fui docente en instituciones educativas de la Orden de San Agustín y por eso quisiera compartir con ustedes mi experiencia, retomando cuatro aspectos de la doctrina del Doctor Gratiae que considero fundamentales para la educación cristiana: la interioridad, la unidad, el amor y la alegría. Son principios que quisiera que se conviertan en los pilares de un camino a recorrer juntos, haciendo de este encuentro el inicio de un proceso común de crecimiento y enriquecimiento mutuo.

Respecto a la interioridad, san Agustín dice que «el sonido de nuestras palabras golpea los oídos de ustedes, pero el verdadero Maestro está dentro» (In Epistolam Ioannis ad Parthos Tractatus 3,13), y añade: «A los que no enseña interiormente el Espíritu Santo, regresan con la misma ignorancia» (ibíd.). Nos recuerda así que es un error pensar que para enseñar son suficientes palabras bonitas o aulas escolares en buen estado, laboratorios o bibliotecas. Estos son sólo medios y espacios físicos, ciertamente útiles, pero el Maestro está dentro. La verdad no circula a través de sonidos, muros y pasillos, sino en el encuentro profundo entre las personas, sin el cual cualquier propuesta educativa está destinada al fracaso.

Vivimos en un mundo dominado por pantallas y filtros tecnológicos, a menudo superficiales, en el que los estudiantes, para entrar en contacto con su propia interioridad, necesitan ayuda. Y no sólo ellos. También los educadores, con frecuencia cansados y sobrecargados de tareas burocráticas, corren el riesgo real de olvidar lo que san John Henry Newman sintetizaba con la expresión cor ad cor loquitur —“el corazón habla al corazón—, y que san Agustín recomendaba diciendo: «No quieras derramarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la verdad» (De vera religione, 39, 72). Son expresiones que invitan a considerar la formación como un camino en el que maestros y discípulos caminan juntos (cf. S. Juan Pablo II, Const. ap. Ex corde Ecclesiae, 15 agosto 1990, 1), conscientes de no buscar en vano, pero, al mismo tiempo, sabiendo que deben seguir buscando incluso después de haber encontrado. Sólo este esfuerzo humilde y compartido —que en los contextos escolares se configura como proyecto educativo— puede acercar a alumnos y docentes a la verdad.

Y llegamos así a la segunda palabra: unidad. Como quizá sepan, mi “lema” es In Illo uno unum. También esta es una expresión agustiniana (cf. Ennaratio in Psalmum 127, 3), que recuerda que sólo en Cristo encontramos verdaderamente la unidad, como miembros unidos a la Cabeza y como compañeros de camino en el proceso de continuo aprendizaje de la vida.

Esta dimensión del “con”, constantemente presente en los escritos de san Agustín, es fundamental en los contextos educativos, como desafío para “salir de sí mismo” y como estímulo para crecer. Por esta razón, he decidido retomar y actualizar el proyecto del Pacto Educativo Global, que fue una de las intuiciones proféticas de mi venerado predecesor, el Papa Francisco. Además, como enseña el Maestro de Hipona, nuestro ser no nos pertenece: «Tu alma —dice— no es tuya propia, sino de todos tus hermanos» (Ep. 243, 4, 6). Y si esto es verdad en sentido general, lo es con mayor razón en la reciprocidad propia de los procesos educativos, en donde el compartir el saber no puede tomar otra forma que la de un gran acto de amor.

Precisamente, la tercera palabra es amor. Resulta muy iluminador, al respecto, un dístico agustiniano que afirma: «El amor a Dios es primero en el orden de lo preceptuado; el amor al prójimo, en cambio, es primero en el orden de la acción» (In Evangelium Ioannis Tractatus 17, 8). En el ámbito formativo, entonces, cada uno podría preguntarse cuál es su compromiso para captar las necesidades más urgentes, qué esfuerzo realiza para construir puentes de diálogo y de paz, incluso dentro de las comunidades docentes; cuál es su capacidad de superar prejuicios o visiones limitadas; cuál su apertura en los procesos de co-aprendizaje; y qué empeño pone en responder a las necesidades de los más frágiles, pobres y excluidos. Compartir el conocimiento no basta para enseñar, se necesita amor. Sólo así el conocimiento será provechoso para quien lo recibe, en sí mismo y, sobre todo, por la caridad que comunica. La enseñanza nunca puede separarse del amor, y una de las dificultades actuales de nuestras sociedades es no saber valorar suficientemente la gran contribución que los maestros y educadores brindan a la comunidad en este sentido. Pero tengamos cuidado, dañar el papel social y cultural de los formadores es hipotecar el propio futuro y una crisis en la transmisión del saber conlleva una crisis de esperanza.

Y llegamos así a la última palabra clave: alegría. Los verdaderos maestros educan con una sonrisa, y su apuesta es lograr despertar sonrisas en el fondo del alma de sus discípulos. Hoy, en nuestros contextos educativos, preocupa ver crecer los síntomas de una fragilidad interior generalizada, en todas las edades. No podemos cerrar los ojos ante estos reclamos silenciosos de auxilio; al contrario, debemos esforzarnos por identificar sus causas profundas. La inteligencia artificial, en particular, con su conocimiento técnico, frío y estandarizado, puede aislar aún más a estudiantes ya aislados, dándoles la ilusión de no necesitar a los demás o, peor aún, la sensación de no ser dignos de ellos. El papel de los educadores, en cambio, es un compromiso humano, y la alegría misma del proceso educativo es plenamente humana, una llama que «funde las almas y de muchas hace una sola» (S. Agustín, Confesiones, IV, 8,13).

Por eso, queridos amigos, quiero invitarlos a hacer de estos valores —interioridad, unidad, amor y alegría— los “puntos cardinales” de la misión de ustedes para con sus alumnos, recordando las palabras de Jesús: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40). Hermanos y hermanas, ¡les agradezco el valioso trabajo que realizan! Los bendigo de corazón y rezo por ustedes.

Papa León XIV







Fotos: Vatican Media, 31-10-2025