Trini Cortés tuvo su encuentro con Dios haciendo prácticas en un Hogar Don Orione que acoge a discapacitados / Foto: Cortesía de Trini Cortés
* «Miraba a los discapacitados y recordaba: 'todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicisteis'En el Hogar, se acababan mis problemas (familiares, del trabajo, angustias, miedos,…), había entrado en el cielo y muchas veces salía llorando de alegría”, destaca. Atender a estas personas no me da asco, me produce ternura. Ellas dependen de ti, algunas no se pueden mover, otras comen por la barriguilla, gritan,… pero su existencia cambia los corazones de los que les conocen»
Camino Católico.- Trini Cortés es Doctora en Geografía y trabaja en la Universidad Internacional de la Rioja desde hace 11 años. Pero un día se sintió llamada a formarse para cuidar a sus padres y estudió la FP de auxiliar de enfermería.
En el segundo año, tenía que trabajar en prácticas cuatro meses. Buscó un lugar que le quedara cerca de casa y encontró “un lugar lleno de alegría y amor”: el Hogar Don Orione de Pozuelo de Alarcón, en Madrid.
“Es lo más bonito que he hecho en mi vida -explica a Patricia Navas en Aleteia-. La labor de los orionistas con personas discapacitadas es impresionante”.
Respeto a todo ser humano
Trini se incorporó a una gran familia en la que se cuida a cada persona con un gran respeto a su dignidad.
“Muchos piensan que esas personas totalmente dependientes no sirven para nada, a algunas no las dejan ni nacer”, lamenta.
“Pero hay toda una congregación inspirada por san Luis Orione que se encarga de acogerlas -añade-. Y las cuidan con unos valores que transmiten a los trabajadores de sus centros”.
“Ves a Dios en cada uno de los discapacitados -asegura Trini Cortés-. Con ellos, tan débiles, era con quienes más me acercaba a Cristo”.
"Peinándoles, sentía que estaba peinando a Jesús; les miraba y recordaba: 'todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicisteis'", relata.
Y comparte una anécdota que le enseñó una gran lección: “Estaba cambiando el pañal a un señor en la enfermería y de repente un trabajador cerró la puerta”, recuerda.
“Yo no había caído en que ese hombre no tenía por qué estar expuesto a que le viera cualquiera”, reconoce.
“Ese trabajador me enseñó que toda persona tiene su dignidad, y que hay que respetar su intimidad -agradece. Y cuando está aseado, abrimos la puerta; son detalles que van calando en los hogares”.
“En el Hogar, se acababan mis problemas (familiares, del trabajo, angustias, miedos,…), había entrado en el cielo y muchas veces salía llorando de alegría”, destaca.
“Atender a estas personas no me da asco, me produce ternura -subraya-. Ellas dependen de ti, algunas no se pueden mover, otras comen por la barriguilla, gritan,… pero su existencia cambia los corazones de los que les conocen”.
Una devoción “de facto”
Aunque no habla con Don Orione, Trini lo reconoce como uno de los santos que más le ha impactado.
“Él ya se ha metido en mi corazón a través de los hechos y me ha llevado a vivir su carisma -afirma-. Y sin conocerlo en persona ni rezarle, su experiencia de vida ha calado en mi corazón”.
“A veces descubres la maravilla de un santo a través de sus acciones -apunta-. He visto documentales y un libro sobre su vida pero lo que he vivido en el hogar con su gente es lo que me ha marcado, su legado está supervivo”.

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